Artículo de investigación científica y tecnológica

Relaciones sociales y protección social de personas migrantes en Euskadi desde un enfoque narrativo1

Social relations and social protection of migrants in the Basque Country from a narrative approach

Recibido: 18 de junio de 2021 / Aceptado: 2 de marzo de 2022 / Publicado: 1 de julio de 2022

Lucas Gatica

Forma de citar este artículo en APA:

Gatica, L. (2022). Relaciones sociales y protección social de personas migrantes en Euskadi desde un enfoque narrativo. Poiésis, (43), 37-57. https://doi.org/10.21501/16920945.4518

Resumen

El bienestar social se ha considerado durante mucho tiempo algo que los Estados y sus instituciones brindan a sus ciudadanos. Por otro lado, los últimos datos señalan que el 3,5 % de la población mundial vive en un país en el que no ha nacido. En ese contexto, ¿qué lugar ocupan las relaciones sociales de las personas migrantes en su bienestar y qué relación tienen esas interacciones con el acceso a distintos recursos? Este artículo analiza narrativas en torno al bienestar social de las personas migrantes latinoamericanas que residen en Euskadi y su relación con las relaciones sociales que utilizan. Se señala que amistades duraderas, contactos trascendentales y la existencia de una red de apoyo previa a la llegada a la nueva sociedad son fundamentales en el proceso de integración y podrían jugar un papel en el bienestar socioemocional de los/as migrantes. Se discuten las narrativas y se analiza la importancia de estos elementos en la esfera “social”. De este modo, pretendemos acercarnos al proceso de integración de los(as) migrantes cuestionando el argumento que exclusivamente las relaciones con personas de la sociedad mayoritaria promueven la integración y la protección.

Palabras clave:

Bienestar social; Bienestar socioemocional; Euskadi; Inmigración; Integración; Migrantes; Relaciones sociales.

Abstract

Social welfare has long been considered something that states and their institutions provide to their citizens. On the other hand, the latest data indicate that 3.5% of the world’s population lives in a country in which they were not born (UN, 2019). In this context, what place do the social relationships of migrants occupy in their well-being and what relationship do these interactions have with access to different resources?

This article analyzes the narratives around the social well-being of Latin American migrants residing in the Basque Country and their relationship with the social relationships they use. It is pointed out that lasting friendships, certain transcendental contacts and the existence of a support network prior to arrival in the new society are fundamental in the integration process and could play a role in the social and emotional well-being of migrants. The narratives are discussed and the importance of these elements in the “social” sphere is analyzed. In this way, we intend to approach the process of integration of migrants by questioning the argument that exclusively relationships with people from the majority society promote integration and protection.

Keywords:

Euskadi; Immigration; Integration; Migrants; Social-emotional welfare; Social relations; Social welfare.

Introducción

Entre las principales prioridades de las autoridades políticas e institucionales del siglo XXI está la cuestión de la inclusión (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [Unesco], 2018). En ese mismo contexto, se reconoce que una importante porción de la población migrante se encuentra con dificultades para alcanzar un nivel de bienestar satisfactorio y una calidad de vida acorde con lo que pregonan los organismos internacionales. Al mismo tiempo, se reconoce la dimensión de transnacionalidad que interviene en las necesidades y acciones de las personas migrantes. De este modo, la población migrante puede hallarse sin cobertura social debido a las disposiciones de bienestar territorializado de las sociedades de acogida (Boccagni, 2017).

Ante estos desajustes y la posibilidad de que las personas migrantes se vean fuera del amparo del sistema destinado al bienestar, es que se han elaborado distintas estrategias para subsanar esos desajustes; por ejemplo, acuerdos bilaterales relacionados a la portabilidad de derechos y beneficios de la seguridad social de las personas migrantes, particularmente enfocados en las pensiones y jubilaciones (Hennebry, 2014; Sabates-Wheeler & Feldman, 2011). Frente a estas dificultades muchas personas migrantes intentan encontrar recursos, acceso y atajos relacionados al bienestar, acudiendo a connacionales, grupos y organizaciones de migrantes, asociaciones civiles, redes sociales previas, amistades con personas autóctonas, entre otras fuentes. Así, el desplazamiento a un nuevo país significa que las relaciones que las personas tenían en sus sociedades de origen cambian, quedan latentes, se transforman, y en el proceso de llegada y asentamiento las personas migrantes intentan acceder a recursos y apoyos diversos a través de nuevas interacciones y relaciones (Maya, 2009).

Por su parte, el estudio de la integración de la población nacida en el extranjero continúa siendo un foco de interés académico y uno de los principales objetivos de la investigación en estudios migratorios en España (Rinken et al., 2018). Asimismo, luego de la última crisis socioeconómica, el acceso y los derechos del estado de bienestar y las políticas sociales dirigidas a las personas migrantes han sufrido ajustes y recortes (Bruquetas Callejo & Moreno Fuentes, 2015; Bueno & Treviño, 2014). Más aún, en un nuevo contexto de crisis socioeconómica y sanitaria a causa de la pandemia por la COVID-19, la cuestión de la integración y la protección social de las personas migrantes es de suma relevancia.

En esa línea, las personas migrantes que llegan a una nueva sociedad deben enfrentarse a desafíos que van desde aspectos prácticos en torno a la vivienda y el empleo, hasta cuestiones relacionadas con el ajuste emocional, la identidad, la formación de nuevas amistades y el bienestar social. Este artículo se enfoca en las narrativas de las personas migrantes latinoamericanas que viven en Euskadi y que reflexionan sobre la importancia de las relaciones sociales, el factor de la existencia de una red social previa, los contactos con personas de sus mismos países en sus nuevos hogares y las relaciones con las personas autóctonas, y qué estrategias adoptan en pro de la protección social y el bienestar.

El artículo está dividido en tres principales secciones. En la primera se revisan algunas aproximaciones teóricas acerca de las relaciones sociales, el capital social y la integración de las personas migrantes. Luego se presentan algunas narrativas en torno a las relaciones y los puntos de apoyo que las personas migrantes latinoamericanas tienen en Euskadi. Finalmente, se discuten los resultados de las entrevistas.

Capital social y sociability of emplacement, posibles potenciadores de la protección y la integración

El capital humano y el capital social con el que cuentan las personas migrantes para acceder a, por ejemplo, el mercado laboral en la nueva sociedad de destino ha sido resaltado en los principales enfoques teóricos relacionados a la integración (Becker, 1964; Bourdieu, 2000). En ese sentido, buena parte de las investigaciones referidas al asentamiento e inserción de migrantes ha centrado su atención en el papel que las relaciones sociales pueden tener en el progreso económico, social y educativo de la población migrante (Maya, 2009). Según Putnam (2000), las relaciones sociales con los miembros de la sociedad mayoritaria son un instrumento relevante de cara a la inserción. De este modo, y bajo este pensamiento, las personas migrantes que forman relaciones sociales exclusivamente con sus pares nacionales o con grupos inmigrantes serían etiquetados como no integrados (Casey, 2016). Contrariamente, también se ha señalado que todo tipo de redes y relaciones sociales son importantes para la integración de la población migrante (Cheung & Phillimore, 2014).

Este tipo de relaciones que apuntan a una mayor participación y acceso a recursos, pueden englobarse en lo que Bourdieu (1986) denominó “capital social”, ya que apuntan, en cierto sentido, a obtener beneficios en virtud de la pertenencia a alguna red social (Portes, 1998). Para Putnam (2000), el capital social se extiende más allá de los contactos interpersonales y de las redes sociales de los entornos cercanos, proyectando su impacto hasta sociedades y países distantes. En ese sentido, se suele distinguir entre niveles micro, medio y macro (Halpern, 2005). En el primer nivel micro se encuentran las relaciones familiares, de amistad y de vecindad; el nivel medio se refiere a las relaciones sociales que se conforman entre organizaciones, grupos e instituciones; y el nivel macro contiene a los contactos de nivel societal, regional o de país.

El capital social ha sido diferenciado en tres tipos importantes: el de vinculación, que hace referencia a las relaciones interpersonales entre personas afines; el capital social puente, que agrupa a las relaciones sociales construidas entre los grupos humanos y las organizaciones; y el de acceso o linking social capital, que refiera a los vínculos entre las organizaciones sociales y los centros de poder social, económico y político (Álvarez de los Mozos, 2013). Estos tres tipos de capital social, sobre todo el capital social puente, constituyen una buena herramienta para explorar la multiplicidad de aspectos que presenta el fenómeno migratorio y las relaciones y contactos entre personas autóctonas y migrantes. Siguiendo a Putnam (2000), el capital social puente es inclusivo, ya que reúne a personas procedentes de distintos orígenes sociales y experiencias vitales.

Por lo tanto, el capital social puente se enfoca en las relaciones e interacciones que se configuran entre personas y grupos distantes entre sí, yendo más allá de las denominadas fronteras de identidad primaria (Moore, 2006). Con todo, este capital social puede ser un elemento crucial en la integración de la población migrante, ya que aporta desde estabilidad emocional a soluciones a aspectos prácticos y cotidianos (Ager & Strang, 2008). Incluso, los diferentes tipos de relaciones sociales, a menudo formadas con otras personas migrantes de diversos orígenes nacionales, pueden cambiar el curso del proceso de asentamiento de un recién llegado. En otras palabras, estas redes sociales de migrantes a veces permiten caminos hacia la vivienda, el trabajo u otras oportunidades (Wessendorf, 2017; Bloch & McKay, 2014). Es decir, es problemática la suposición de que solo las relaciones sociales con las personas autóctonas promueven y desarrollan la integración.

Por cierto, el enfoque del capital social subraya la importancia de los mecanismos sociales que intervienen en el acceso a recursos como la movilidad laboral o la inserción (Portes, 1998). Para Bourdieu (2000), el capital social reúne los recursos relacionados a una red de relaciones, es decir, el pertenecer a una determinada estructura que pueda estar socialmente favorecida o desfavorecida, probablemente influya en la integración social (Marrero, 2006). De hecho, se ha mostrado que las redes de familiares, de amigos y de compatriotas permite una inclusión en lo laboral relativamente rápida para personas migrantes (Elliott & Sims, 2001). Por lo tanto, el contar con un importante capital social, en sus tres variantes, puede ser beneficioso en cuanto a la integración y la protección de las personas migrantes.

Otro concepto que es sugerente en esta investigación es el de “sociability of emplacement” propuesto por Glick Schiller (2011) y colaboradores para describir las diversas formas en que las personas migrantes forman relaciones sociales al llegar a un nuevo país o ciudad. Este enfoque de sociabilidad recupera aportes de la sociología urbana y conceptualiza a la sociabilidad como las interacciones, los contactos y el deseo de establecer relaciones humanas que no se limiten ni se enmarquen únicamente en objetivos utilitarios. Pueden ser relaciones de duración limitada como amistades prolongadas. Lo fundamental del enfoque de Glick Schiller (2011) y colaboradores es que a la sociabilidad le es inherente el que las personas que se relacionan se vean como iguales.

Estas interacciones incluyen relaciones de apoyo social, recursos y conexiones diversas. De hecho, las relaciones conceptualizadas bajo el “sociability of emplacement” van más allá del carácter funcional o utilitario de la conceptualización de capital social propuesta por Putnam, ya que pueden proporcionar significado y placer (Glick Schiller & Çağlar, 2016). De este modo, es sugerente rastrear narrativas que apunten en este sentido y que estén relacionadas a la protección y el bienestar.

Por tanto, las narrativas acerca de las relaciones y los distintos contactos en la nueva sociedad pueden ayudarnos a entender las estrategias que las personas migrantes desarrollan para acceder a recursos relacionados con el bienestar como la educación, la salud y la seguridad social.

Integración: lo social, una dimensión más del proceso global

El concepto de integración es un término multidimensional, complejo, del que no existe consenso sobre cómo debe definirse ni qué procesos le implican (Ager & Strang, 2008; Godenau et al., 2015). Al mismo tiempo, la integración ha cobrado relevancia e importancia en los estudios y los medios de comunicación, ocupando discursos de Gobiernos y organizaciones internacionales (Gil, 2011). De manera general, el concepto de integración ha sido utilizado para referirse a los distintos procesos que implican el ajuste social, cultural, económico y político de las personas recién llegadas, y el surgimiento de nuevas relaciones sociales, valores y prácticas compartidas, entre las personas migrantes y las autóctonas (Fernández et al., 2019; Grzymala-Kazlowska & Phillimore, 2017; Ager & Strang, 2008).

Así, de alguna manera, la integración social incluye las relaciones que establecen las personas migrantes en el nuevo país. Estas relaciones son diversas y van desde contactos con miembros de la sociedad de acogida, asociaciones e instituciones de migrantes, a distintos clubes, grupos y otras personas migrantes de diferentes regiones (Moya, 2005). Asimismo, las relaciones socioafectivas o de pareja entre autóctonos y migrantes señalan la voluntad de formar parte del nuevo contexto social y la disposición para abrir las fronteras de los grupos (Coulange Méroné & Castillo, 2020).

Las relaciones sociales son vistas como un elemento de vital importancia para acceder a recursos estructurales y promover la integración social, ya que proveen información relevante para acceder a empleos, vivienda y centros educativos (Álvarez de los Mozos, 2013; Vermeulen & Penninx, 2000). Vale mencionar también que las oportunidades y recursos a los que las personas migrantes pueden acceder están condicionados por las características socioeconómicas y culturales de las zonas en las que viven y trabajan (Ryan & Mulholland, 2015).

En definitiva, es necesario que el proceso de integración de la población inmigrante tome a las relaciones y contactos interpersonales, y que estas estén basadas en valores comunes que incluyen el respeto mutuo, el derecho a la diferencia y el diálogo. Por tanto, la integración aspiraría a una cohesión social que respete e iguale los derechos de todas las personas, a diferencia de una simple coexistencia de distintos grupos culturales en un solo territorio (Meer & Moddod, 2012; Torres, 2011) donde las relaciones entre autóctonos y migrantes se den sin tener en cuenta sus procedencias, y que el acceso a la protección también sea indiferente de la nacionalidad o país de nacimiento.

Ahora bien, teniendo en cuenta el modelo de Spencer y Charsley (2020), la integración sería un conjunto de procesos de interacción, cambio personal y social entre individuos e instituciones en las esferas estructural, social, cultural y cívica, y estas, a su vez, están en relación con la identidad. Estos procesos son multidireccionales y tienen dimensiones espaciales, transnacionales y temporales. Siguiendo sus planteamientos, la integración se puede definir sin hacer referencia a ningún objetivo normativo y sin la necesidad de proyectar a los y las migrantes como “otros” (Spencer & Charsley, 2020). De igual modo, en el enfoque propuesto por Spencer y Charsley la integración está en constante proceso, no hay un estado final al que se debe arribar. En ese sentido, lo opuesto a la integración no es la desintegración, sino la ausencia de procesos de interacción, cambio personal y social (Spencer & Charsley, 2020).

En esa línea, las autoras diferencian en su modelo cinco dimensiones que están involucradas en el proceso de integración: “estructural”, como la participación en el mercado laboral y el acceso vivienda, la salud y la educación; “social”, la interacción social, las relaciones y las redes; “cultural”, los valores, actitudes y estilo de vida; la “participación cívica y política”, la participación en el proceso democrático y en la vida comunitaria; y lo “identitario”, procesos relacionados con los diferentes orígenes de las personas, el sentido de pertenencia, entre otros aspectos (Spencer & Charsley, 2020). También partimos de la premisa de que las sociedades no son homogéneas, tienen estructuras y jerarquizaciones, fronteras porosas, y los procesos se llevan a cabo en niveles tanto micro como nacionales y transnacionales. Es decir, y al igual que Ryan y Mulholland (2015), el modelo de Spencer y Charsley (2020) señala que las personas migrantes pueden integrarse en una dimensión, pero tener dificultades en otras. En otras palabras, una dimensión puede evidenciar desarrollos y otra dimensión, involucionar.

Por tanto, el modelo no prioriza una dimensión sobre otra: no se presupone que la dimensión estructural o cultural, por ejemplo, sea de mayor importancia que las interacciones en otras áreas en el proceso integrativo. Por supuesto, sigue siendo legítimo estudiar los procesos en un solo dominio. En el caso de este artículo se analizarán narrativas en torno a la dimensión social donde se incluyen a las interacciones, las relaciones y las redes sociales. No obstante, se reconoce que esta es solo una parte del cuadro global de la integración.

A los fines de este artículo nos interesa destacar el papel que se le otorga a la dimensión social, donde las relaciones, las redes y las interacciones aparecen como un rasgo vital para que se activen los procesos encargados de desarrollar la integración, que están en relación con la protección y el bienestar. Además, es de subrayar que el modelo propuesto por Spencer y Charsley (2020) nos sirve como dispositivo de análisis y remarca que la separación entre dominios dependerá de los contextos.

En definitiva, el modelo propuesto por Spencer y Charsley (2020) identifica procesos multidireccionales en cinco dominios clave relacionados sin una presunción teleológica y donde la atención no reposa en las personas migrantes, sino en las personas insertas en contextos sociales; y aquí lo utilizaremos para centrar la atención en una de las dimensiones: lo referido a lo social.

En ese sentido, las relaciones sociales y la existencia o no de una red social previa intervienen de alguna manera en el proceso de integración de las personas migrantes. Esta investigación parte de la hipótesis de que no son únicamente las relaciones con las personas nativas las promotoras del proceso de integración, sino que también son fundamentales las interacciones y contactos con otros y otras migrantes y la existencia de una red previa en la que poder apoyarse.

Metodología

El artículo se basa en una investigación cualitativa llevada a cabo con personas migrantes latinoamericanas con diferentes características sociodemográficas y que han llegado a la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) hace al menos cinco años. El análisis se basa fundamentalmente en la información recabada durante el trabajo de campo llevado a cabo entre septiembre de 2020 y mayo de 2021 en las tres provincias vascas.

Los encuestados proceden de once países de América Latina. Sus edades oscilaron entre los dieciocho y los sesenta y cinco años, con diecisiete mujeres y once hombres entrevistados; así se muestra en la tabla 1.

Tabla 1

Características sociodemográficas de las personas participantes

Categorías

Número de participantes

Sexo

Hombres

11

39 %

Mujeres

17

61 %

Edad

18-29

7

M=38

30-44

14

45-65

7

País de origen

Colombia

7

25 %

Nicaragua

5

19 %

Venezuela

3

12 %

Argentina

2

7 %

Perú

2

7 %

Brasil

2

7 %

Bolivia

2

7 %

Chile

2

7 %

México

1

3 %

Cuba

1

3 %

Guatemala

1

3 %

Provincia de residencia

Álava

3

12 %

Bizkaia

19

67 %

Guipúzcoa

6

21 %


El grupo de migrantes latinoamericanos es mayoritario en la CAV y presenta una serie de características diferenciales respecto a otros colectivos: su presencia en Euskadi es relativamente reciente y tienen una cercanía lingüístico-cultural mayor con las personas autóctonas, en comparación con otros grupos de migrantes. Así, América Latina se ha convertido en la principal fuente de migrantes que residen tanto en España como en la CAV.

Según el Instituto Nacional de Estadística −INE− (2020), el número de personas nacidas en el extranjero y empadronadas en Euskadi fue de 241.193 en 2020, lo que equivale al 10,9 % de la población total de la comunidad autónoma. Ahora bien, de ese total de extranjeros, la mitad (51,1%) ha nacido en algún país de Latinoamérica (INE, 2020). Esto nos señala la relevancia y consolidación de la inmigración de América Latina y el Caribe en España y Euskadi.

Se ha utilizado la entrevista en profundidad como única herramienta de recogida de información. Esta herramienta nos brinda la perspectiva de los(as) informantes, que es explicada y narrada con sus propias palabras (Taylor & Bogdan, 1987). De este modo, esta técnica nos permite observar las narrativas referidas a las relaciones sociales y las interacciones de las personas migrantes que, a su vez, nos pueden hablar de sus procesos de integración social y lo referido a la protección social.

Las entrevistas fueron de naturaleza semiestructuradas, pautadas previamente en un guion de preguntas, de una hora de duración aproximadamente, y que cubren muchos temas, aunque aquí hemos centrado nuestro análisis en las reflexiones que las personas participantes hacen sobre sus relaciones, redes sociales y cómo estas repercuten en su integración social, protección y bienestar. Se recibió el consentimiento informado por escrito de todas las personas entrevistadas y cada una de ellas ha podido optar por cambiar sus nombres de pila por un seudónimo. En definitiva, se ha adoptado un enfoque centrado en las personas migrantes para indagar en la dimensión social del proceso de integración.

Por otra parte, las narrativas permiten obtener conocimientos que ayudan a la comprensión de la perspectiva de las personas migrantes y sus experiencias. Al mismo tiempo, nos dan información sobre cómo mejorar y desarrollar, por ejemplo, políticas de integración social (Brännström et al., 2018). Incluso, el análisis de narrativas y perspectivas “excluidas” nos ofrecen la posibilidad de explorar cómo los procesos institucionales y sociales dan forma a los mundos cotidianos en que las personas migrantes viven e interactúan (Smith, 2005).

Las narrativas se codificaron utilizando un enfoque de análisis temático sistemático para identificar las cuestiones clave planteadas por las personas participantes (Guest, 2012; Boyatzis, 1998). Para ello, se ha utilizado el programa informático Atlas.ti con el fin de facilitar y organizar la gestión de la información recogida. El proceso de codificación ha conjugado códigos provenientes del guion de entrevista y códigos inductivos derivados de la lectura a posteriori del material (Valles, 2000). Las citas utilizadas en este artículo se seleccionaron en función de su capacidad para ilustrar las cuestiones vinculadas al bienestar, la integración y las relaciones sociales.

Análisis de narrativas

En primer lugar, las relaciones e interacciones aparecen como encuentros variados e importantes en términos de asentamiento e integración en los primeros momentos de la llegada, que pueden luego continuar con los años o no, y pueden cambiar con el tiempo en sus profundidades y relevancia. Lo mismo sucede con la red social previa, la cual es señalada como un elemento de gran importancia antes de emprender el viaje y en el momento de la llegada a la nueva sociedad. Los y las entrevistadas indican la importancia de contar con este tipo de capital social en sus procesos de integración.

Por ejemplo, la historia de Aurora narra los diferentes pasos y contactos que hizo desde que llegó a Euskadi. Primero se conectó con una prima que ya estaba viviendo en las afueras de Bilbao, con ella pudo hospedarse y “hacer base” hasta encontrar un trabajo y poder alquilar una habitación. Para ella esta prima, con la que nunca tuvo mucho contacto, fue fundamental para acomodarse en su nuevo país, pues mantuvo una relación muy estrecha y de apoyo emocional en esos primeros meses. Hoy la relación con su prima ha perdido frecuencia, pero Aurora remarca que “jugó un papel principal para que yo pudiera venir a vivir aquí e instalarme” (Aurora, comunicación personal, 2021). Y agrega que “mi prima y las primeras amistades que contraje en el País Vasco me sirvieron como primer paso para asentarme” (Aurora, comunicación personal, 2021).

De alguna manera, la migración es un proceso de desplazamientos, reubicaciones, agregados y creación de las redes familiares, de amigos y de conocidos. En ese sentido, las redes sociales de los(as) migrantes son relevantes al momento de la toma de decisiones previa al emigrar y en el mismo proceso de asentamiento y llegada. Nuestras narrativas nos muestran que, por ejemplo, el contar con parientes o amigos en la ciudad o región de elección para migrar es un elemento decisivo (Maya, 2009). Así, señala Erick de veintiocho años, residente en Nicaragua que:

Y pues, bueno, vine aquí porque estaban mis tías y me habían preguntado si no me gustaría venir, trabajar y tal, puede ser que encuentres poco trabajo al inicio, pero conforme vaya pasando el tiempo igual te buscas mejores oportunidades de trabajo. (Erick, comunicación personal, 2020)

De este modo, las narrativas son claras en que las redes de apoyo previas o las que se establecen al llegar a destino facilitan recursos, dan protección e información que ayudan al proceso de adaptación e integración general. De alguna manera, estas primeras relaciones interpersonales son mayoritariamente instrumentales, pues sirven para gestionar y manejarse en un nuevo entorno.

Tipos de relaciones sociales principales: con población autóctona, con otras personas migrantes y el trabajo como lugar óptimo de relacionamiento

En nuestras narrativas encontramos que no solo con personas autóctonas los(as) migrantes realizan y crean relaciones sociales y contactos diversos. Dicho eso, las interacciones con los(as) autóctonas también se mencionan como relaciones que colaboran en la integración y la protección. En este sentido, dice Jesica de treinta y tres años, residente en Chile, que: “la verdad que esta mujer que conocí en esa organización me facilitó un poco el problema del asma y el acceso a los medicamentos porque por ella pude tramitar mi tarjeta de salud y poder atenderme en Osakidetza2”. (Jesica, comunicación personal, 2021)

De igual manera, señala Paula de treinta y un años, residente en Guatemala, que:

Una trabajadora del Centro Cívico de mi barrio me orientó y me ha dado una mano gigantesca con el tema de registrarme en la oficina de Empleo y con la información para el empadronamiento … cada vez que la veo nos saludamos y le agradezco por esa atención. (Paula, comunicación personal, 2021)

Asimismo, se destacan como fundamentales el contacto con sus connacionales, sobre todo en los primeros momentos de la llegada. Se subraya que las relaciones con personas de sus países de origen y otros migrantes que cuentan con experiencias vitales similares son primordiales para dar sus primeros pasos en su nueva ciudad, porque colaboran para conseguir un empleo, una vivienda o el cuidado de hijos. Así, dice Guillermo de cuarenta y seis años, residente en Colombia, que:

El grupo de Facebook de ‘Colombianos en Euskadi’ me ha servido muchísimo. Siempre he encontrado información y gracias a publicar mi situación ahí pude conseguir mi primer trabajo en hostelería. También he quedado y conocido integrantes del grupo presencialmente y nos hemos hecho colegas. (Guillermo, comunicación personal, 2021)

Así mismo, señala André de treinta y dos años, residente en Brasil, que:

Hay una especie de organización en Bilbao donde nos reunimos muchos inmigrantes, pero también vascos, de aquí. Gracias a esos encuentros pude alquilar la vivienda donde resido ahora, fue muy duro intentar alquilar un piso sin tener referencias ni contactos. (André, comunicación personal, 2021)

Estas narrativas están en consonancia con otros hallazgos donde se indicaba que personas migrantes en la ciudad estadounidense de Manchester buscaban activamente relaciones sociales con residentes establecidos desde hace mucho tiempo, ya que estos podrían ayudarlos a establecerse (Glick Schiller & Çağlar, 2011). Por tanto, estas relaciones sociales aparecen como opciones para mejorar la conexión con el lugar en el que se establecen y la sociedad en general; y son válidas y se valoran tanto las relaciones con connacionales y migrantes como con personas autóctonas.

Incluso, al igual que Glick Schiller y Çağlar (2016), en nuestras narrativas encontramos que los lugares de trabajo y los espacios más institucionales, como escuelas y asociaciones, son primordiales también para sus procesos de protección, bienestar e integración. Es interesante hacer notar que el área del trabajo tiene una importante trascendencia en cuanto a una integración más amplia se refiere, ya que abre el camino para la creación de vínculos y para una participación más activa en la vida social general (Coulange Méroné & Castillo, 2020). Dice Mateo de treinta y dos años, residente en Nicaragua, que:

Conseguir trabajo fue un antes y un después. Por el trabajo conocí a la mayoría de mis relaciones actuales y con las que mayor contacto tengo. Cuando no tenía trabajo tampoco tenía Seguridad Social, no podía ir al médico, me habían denegado la tarjeta, se me había vencido el seguro. No podía alquilar ni una habitación sin ayuda de algún contacto. Al mes de entrar a trabajar, todo cambió para mejor. (Mateo, comunicación personal, 2020)

Andrés de cincuenta y cinco años, residente en Cuba, también señala que:

Esta asociación donde nos juntamos los fines de semana más que nada para compartir un momento y comer y tomar algo, me ha ayudado muchísimo para bajar la ansiedad que tenía en los primeros meses, me sirve como un sostén para mi cabeza y tranquilidad. Valoro muchísimo ese espacio. (Andrés, comunicación personal, 2021)

Igual que el caso de Andrés arriba mencionado, buena parte de las narrativas escuchadas se enfocan en que las relaciones que brindan apoyo y sirven de “confidentes”, son necesarias para el bienestar subjetivo y contribuyen para “estar mejor integrados”. A su vez, con respecto a las relaciones a través de asociaciones, algunas narrativas definen estos contactos como “especializados”, es decir, contactos puntuales que resuelven una cuestión específica o que brindan un tipo de apoyo concreto.

Contactos “bisagra”, contactos “fortuitos”

Por otra parte, varias narrativas señalaron contactos que, si bien no se definieron como amistades, sí fueron trascendentales en determinados momentos para los y las entrevistadas. Entre las menciones en este sentido aparecen contactos cruciales con trabajadores(as) sociales y de ONG, compañeros de piso y de trabajo, vecinos, conocidos de amigos en común. Algunos de esos contactos “bisagra” acabaron en una relación de amistad más o menos fuerte, pero la mayoría no mantiene el vínculo hoy en día.

El caso de Juan, colombiano y que vive en un pueblo de Guipúzcoa, ilustra de buena manera un contacto crucial o “bisagra”. Luego de pasar muchísimo tiempo buscando trabajo, encontró un puesto en un restaurante especializado en comida mediterránea y atendido por una pareja de franceses. Lo contrataron cuando no contaba con la documentación en regla y tuvo la posibilidad de tener una nómina y regularizar su situación. Esto le permitió acomodarse jurídica y económicamente, aprender francés y “algo de euskera”. Para él, haber conocido a este matrimonio le ha permitido trabajar de manera regular, aprender y hablar “algo de euskera que me hace sentir más integrado” (Juan, comunicación personal, 2020) en Euskadi. Incluso, se refiere a este matrimonio como su “salvación”. Por su parte, Camila de veinticuatro años, recidene en Nicragua, señala que:

Un amigo me presentó un conocido de él que estaba buscando gente para para alquilar una habitación. Me mudé y la verdad que tuvimos química desde el primer momento, nos hicimos cercanos. La otra compañera de piso que estaba viviendo con él tiene una vida social muy activa y viva, digamos. También nos hicimos amigas y me presentó a una infinidad de gente y de alguna manera comencé mi vida social gracias a ellos dos. Antes no salía, iba a trabajar y volvía al piso donde dormía. (Camila, comunicación personal, 2021)

Camila pasó así a formar parte de un nutrido grupo de amigos y contactos de diferente calado, formado principalmente por otros extranjeros hispanohablantes que llevan tiempo residiendo en Euskadi; lo que le ha permitido ampliar y forjar una red de protección afectiva y social.

Este tipo de relaciones son narradas como un punto de inflexión, un antes y un después en la sociedad de acogida. Son relaciones que no conllevan necesariamente una larga duración, pero tampoco se podrían caracterizar como fugaces. Básicamente son relaciones que agrupan tanto el apoyo socioafectivo como las ayudas y resoluciones prácticas y pragmáticas, por lo que son un elemento de consideración en lo referente a la integración, inserción y la protección.

A pesar de que algunas de estas relaciones llevan a la consecución y alcance de recursos adicionales, no todas tienen esa finalidad. Así pues, algunas relaciones “cruciales” únicamente sirven para que las personas obtengan cierto sentido de pertenencia en el contexto de, por ejemplo, sus barrios o sus lugares de trabajo.

Además de estos contactos cruciales que marcan de forma relevante el camino en la nueva sociedad, las personas migrantes también mencionan algunos encuentros fortuitos como decisivos. Por ejemplo, Mateo, un joven venezolano, que llegó solo y sin trabajo a San Sebastián, estuvo los primeros meses sin poder relacionarse ni crear amistades. Un día, en el supermercado, se encontró con una mujer española que está casada con otro venezolano y los puso en contacto. Hoy son amigos cercanos y gracias a esta nueva amistad Mateo conoció a su actual pareja. Vale señalar que, aunque estas relaciones son fortuitas y productos del azar, algunas de las personas entrevistadas han sido conscientes de esto gracias al momento reflexivo de la entrevista; es el caso de Xabier de cuarenta y siete años, residente en Bolivia:

Es curioso, que haberla conocido casi por casualidad y que hoy sea la persona con la que más tiempo paso y que de alguna manera es mi confidente. No lo había pensado, pero son las personas que he conocido por casualidad las que más atención me prestan y con las que más disfruto. (Xabier, comunicación personal, 2021)

Familias y uniones mixtas como protectoras

Por otra parte, y debido al carácter estructural que la inmigración latinoamericana y a las afinidades culturales entre España y Latinoamérica, existen uniones, matrimonios y familias mixtas que también se reflejan en las narrativas de nuestros(as) participantes y que apuntan, en alguna medida, a favorecer la protección social de las personas migrantes.

Con todo, las relaciones socioafectivas y las uniones maritales mixtas han sido consideradas como un elemento clave en los procesos de integración de migrantes. En ese sentido, ya la teoría de la asimilación consideraba que las uniones entre migrantes y autóctonos representaban la última fase de la asimilación, eliminándose así las dificultades para alcanzar la aceptación social (Gordon, 1964). En definitiva, este tipo de uniones y relaciones socioafectivas entre migrantes y autóctonos puede ser un indicador de aceptación mutua como sujetos con derechos equivalentes (Telles & Esteve, 2019). Dice Fernanda de veintinueve años, residente en Brasil, que:

Al ser mi pareja de aquí, cuando quedé embarazada nos vinimos y nos instalamos … siempre tuvimos cubierto el tema de la salud y la vivienda, eso nos tranquilizó al momento de aceptar ser padres. No es lo mismo que ambos seamos de afuera, a que uno sea íntegramente de aquí. (Fernanda, comunicación personal, 2021)

Al respecto, Paula señala que: al final hemos decidido tramitar la pareja de hecho, eso nos facilita un montón de cosas y nos da la seguridad de que podemos estar cubiertos si dejo de trabajar o pasa algo” (Paula, comunicación personal, 2021).

Es de señalar el papel que puede jugar una relación matrimonial o una unión civil con una persona autóctona en relación con la protección social y el acceso al sistema de bienestar, como a la seguridad emocional; como aparece explícito en los casos de Paula y Fernanda arriba señalados.

Lugares de culto, práctica de yoga y apoyo virtual

Por otra parte, varias personas entrevistadas han hablado de los lugares de culto y de práctica de yoga como espacios para profundizar el contacto y crear lazos con personas locales y otras personas migrantes. Así, además de ser lugares donde pueden conectarse espiritual y religiosamente, estos espacios colaboran en las interacciones y contactos sociales y, de alguna manera, en la protección social. Señala Jimena de treinta y ocho años, residente en Argentina, que:

También los lugares de ocio son muy significativos para mí y mis relaciones. Hace un tiempo vengo practicando Yoga y ahí creé muchos contactos y son un grupo donde la verdad la paso bien y creo que tengo amigos y que si necesito algo puedo acudir a estas personas. (Jimena, comunicación personal, 2020)

Por su parte, Aurora también señala que:

Como yo estaba interna salía los sábados a la noche y el domingo iba a la iglesia. Entonces, ahí empecé a conocer a toda la gente que conozco ahora. Una iglesia evangélica, es una iglesia grande. Hay gente de muchos países y hay gente de aquí. El pastor es de aquí. Es un lugar donde me siento totalmente aceptada, integrada y donde puedo compartir intimidades que en otro lugar se me complica más. La misa es uno de los momentos más plenos. (Aurora, comunicación personal, 2021)

Esto nos señala la importancia de las relaciones por fuera del trabajo y la red de connacionales o asociaciones con otros migrantes. Estos espacios de ocio y espiritualidad pueden convertirse en una pieza fundamental para conocer y relacionarse con personas autóctonas e instituciones locales.

Red de apoyo virtual

Por último, algunas de las personas entrevistadas indican en sus narrativas que cuentan, exclusivamente, con su red de apoyo y relaciones en sus países de origen. Es decir, no han establecido relaciones significativas estables con personas en sus lugares de residencia actuales, sino que solo muestran relaciones constantes con los que dejaron en sus países de origen. El caso de Vanesa, una mujer peruana residente en Bilbao, tiene como proveedor de apoyo exclusivamente a su pareja que se quedó en Perú. Sus interacciones son a través de WhatsApp, cotidianas y adaptadas al cambio de horario entre ambos países. Además de este contacto de apoyo, Vanesa cuenta con breves y espaciados contactos con un pequeño grupo de compatriotas en Bilbao.

Sinceramente tengo pocas relaciones sociales aquí. Más que nada la comunicación es con mi marido que está en Perú y con la familia que quedó allá. Hablamos todo el día gracias a internet y básicamente me apoyo y comunico con ellos para todo. (Vanesa, comunicación personal, 2021)

Dice Raimundo de treinta y dos años, residente en Chile: “sí, hablo por videollamada con mis padres y hermanos, eso es algo constante y muy fácil de hacer. Sin dudas son un pilar y saber que están presentes de alguna manera, a la distancia, ayuda” (Raimundo, comunicación personal, 2021).

Vale señalar que son una minoría este tipo de situaciones como el de Vanesa, pero probablemente en algunos casos puntuales la migración puede afectar los apoyos firmes con los que se contaban antes de emigrar, forzando a concentrar las demandas en un pequeño grupo que ha quedado en el país de origen gracias las nuevas tecnologías.

Discusiones

Las narrativas de las personas migrantes latinoamericanas en Euskadi apuntan a que las relaciones sociales son diversas y múltiples y que pueden ser un elemento que contribuye a la integración. De este modo, las relaciones y las redes sociales son un factor central del bienestar y el progreso en el proceso de integración social, como apunta el modelo de Spencer y Charsley (2020). Así, los contactos de las personas migrantes muestran un abanico amplio que va desde relaciones socioafectivas duraderas, relaciones de amistad o contactos cruciales fugaces, hasta la entrada y permanencia en asociaciones, grupos de migrantes y participación en lugares de culto y espiritualidad.

Puesto esto, no son exclusivamente las relaciones duraderas y profundas las que marcan el camino que lleva a acceder a recursos y a “sentirse integrado”. Es decir, ciertos encuentros y relaciones fortuitas son parte del capital social que los y las migrantes poseen para obtener, por ejemplo, información necesaria para insertarse en la nueva sociedad. Al mismo tiempo, los y las migrantes establecen relaciones sociales con otras personas migrantes, y han apuntado ciertas dificultades para entablar amistades con autóctonos(as), ya que para algunas personas migrantes estos son descritos como “fríos y reservados”, y menos abiertos que otras personas de la región latinoamericana. Asimismo, según las narrativas de los(as) participantes, en distinta medida, todas estas relaciones facilitan el asentamiento y la inserción en el nuevo país.

De alguna manera, el artículo da posibles pistas sobre las relaciones sociales que pueden modelar el proceso de asentamiento de las personas migrantes, que pueden asistir en el bienestar, en lo práctico y en lo emocional. En ese sentido, hemos identificado ciertos tipos de relaciones que las personas migrantes mencionan como favorables en su proceso de integración: los contactos “bisagra”, la red social previa existente en el destino y los lugares de ocio y culto.

De este modo, las narrativas destierran la idea de que las personas que se relacionan de forma exclusiva y excluyente con personas de sus propios países o regiones estarían “no integradros” (Casey, 2016). Es decir, las relaciones con personas autóctonas son de suma relevancia al igual que los contactos e interacciones que se establecen con personas de la misma etnia o nacionalidad. Sin embargo, frecuentemente son otras personas migrantes, y no necesariamente las de sus mismos países, quienes aparecen como figuras “cruciales” en el proceso de llegada y asentamiento, personas que ayudan a resolver cuestiones en los diversos ámbitos del proceso de integración y que se encuentran en estrecho contacto con el bienestar y la protección. Estas personas “bisagra” se encuentran, generalmente, en una fase adelantada en el proceso de asentamiento, llevan más tiempo viviendo en la sociedad de acogida, lo que les permite aconsejar y ayudar a los recién llegados.

Por otra parte, observamos una multiplicidad en las fuentes de apoyo y las redes sociales. Desde contar únicamente con el apoyo de una pareja al otro lado del océano –como el caso de Vanesa–, a tener una red e interacciones abundantes con nativos(as) y compatriotas –como el caso de Camila–. No obstante, como se señaló en otras investigaciones, nuestras narrativas apuntan a que la migración y la llegada a una nueva sociedad puede afectar el tamaño de la red de apoyo de la persona que migra. Es decir, las personas migrantes cuentan con menos disponibilidad de ayuda en comparación con la población autóctona. Este hecho se ha observado en distintas poblaciones y contextos como pueden ser los y las mexicanas en Estados Unidos, o las personas migrantes latinoamericanas y africanas en España (Álvarez de los Mozos, 2013). Esta cuestión es relevante, ya que el tamaño de la red de relaciones repercute en el proceso de adaptación y está en relación con otras variables de apoyo e inserción.

Además, se destaca el aspecto instrumental que poseen estas relaciones porque permiten obtener información, acceder a empleos y encontrar una vivienda, por ejemplo. De alguna manera, las relaciones, tanto con personas de la sociedad mayoritaria, como con otros(as) migrantes, desarrollan habilidades sociales, sentimientos de pertenencia, y promueven la movilidad y la protección social.

Por su parte, la existencia de una red social previa también colabora en esos aspectos, pero se subraya la característica de contención afectiva y logística en los primeros momentos de la llegada y asentamiento. Por ello, las redes y los nuevos contactos en el país de acogida ofrecen recursos instrumentales y expresivos. A través de estas relaciones y redes se adquiere compañía, consejos, oportunidades laborales y acompañamiento afectivo, entre otros.

Podría pensarse que tanto las relaciones como las redes de apoyo favorecen la integración de las personas migrantes; y que lo hacen en una multiplicidad de planos que van desde el mantenimiento de los lazos culturales y la participación en la nueva sociedad a intervenir en la arena pública y la participación política.

Con todo, en las narrativas de los y las latinoamericanas aquí entrevistados aparecen los tres tipos de capital social –de vinculación, el capital social puente y el de acceso– en distintas medidas; predominando el capital social puente como estrategia de protección en las esferas de la educación, la seguridad social y la salud. Por tanto, y a través del desarrollo de relaciones e interacciones con autóctonos y otros migrantes, las personas y familias transnacionales desarrollan estrategias de protección social en las esferas de la educación, la salud y la seguridad social.

En definitiva, las relaciones y contactos son dinámicos, predominando una mixtura de interacciones con miembros de una red anterior que está en el país de origen, con personas que pueden haber migrado antes y con personas que se incorporan mientras el migrante desarrolla su vida en el nuevo país. A medida que se van creando estas nuevas relaciones pueden quedar temporalmente sin cobertura necesidades básicas de bienestar y protección, las cuales, en ese contexto, son de capital importancia las relaciones que se entablan en la sociedad de llegada.

Conflicto de intereses

El autor declara la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.

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Notas de autor

Lucas Gatica

Magíster en Psicología de la Intervención Social, Universidad de Deusto. Doctorando por la Universidad de Deusto en el programa de Derechos Humanos, Bilbao, España. Contacto: lucasmgatica@deusto.es, Orcid: 0000-0002-2176-6764


1 Artículo producto de una investigación doctoral en el programa de Derechos Humanos, Universidad de Deusto.

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