Editorial
El arte y la sociedad
Julio C. Córdoba Upegui
Forma de citar este artículo en APA:
Córdoba Upegui, J. C. (2022). El arte y la sociedad [Editorial]. Poiésis, (43), 10-11. https://doi.org/10.21501/16920945.4515
Es ya una luenga costumbre que cuando cualquiera de los prototipos de las sociedades entra en barrena, o por lo menos “hieden”, para “recomponer un poco” los desajustes estructurales, algún revolcón menor de las múltiples “enmiendas” políticas facilitan un nuevo aliento a lo anacrónico. Pero el arte en general no sucumbe a las lisonjas y dádivas, mantiene su posición crítica, enhiesta, descubridora y más filosa que la “navaja de Ocam”.
La sociedad actual, formato contemporáneo del capitalismo libre cambista, donde imperaba la competencia, aupada por el criterio de respaldar toda confección fina, duradera y de acceso a las mayorías compradoras, ya no es funcional.
Después de siglos de procesos de refacción sin tregua, esa preciosa y armoniosa lógica de los libre-pensadores que dieron la estocada final al oprobioso régimen feudal para fundar el capitalismo manufacturero, cargado de hombres y mujeres libres, dispuestos a “vender” su capacidad de trabajo para enaltecer su vida con dignidad, de la mano de la ciencia y del arte, afanosos de servirle al novísimo régimen de la Libertad, Igualdad y Fraternidad; vieron cómo sus aportes al nuevo régimen que ofrecía modificaciones sustanciales a sus vidas, en poco más de cien años, empezaba a declinar. Las grietas señaladas por los pensadores críticos se expresaban con mayor claridad, mostrando que ya la historia empezaba a mostrar el camino de la sepultura, y que sus sepultureros eran los colectivos enajenados de todo, aunque fueran los edificadores de los grandes logros humanos conseguidos hasta el momento.
A ello se suman las voces de las ciencias y de las artes, que, sin freno, seguían insistiendo en buscar amplios umbrales de desarrollo y bienestar. Los cánticos de las ciencias, mediante los maravillosos inventos que potenciaban hasta lo inimaginable la producción cuantiosa de todo tipo de bienes y servicios al alcance de casi todos, era el preludio de un viejo sueño que parecía concretarse.
Y a la par, los poetas, pintores, escultores, en fin, esa gran pléyade de héroes de lo estético —tal vez el bien más preciado de la humanidad— no cejaban también en vaticinar desde hacía ya siete u ocho siglos antes, con Erasmo de Roterdam, Lutero revolucionario, Miguel Ángel y otros, la hecatombe que le esperaba al poder terrateniente. Shakespeare, en sus tragedias, insistía en la ineludible caída de los señores de sangre azul, y en su lugar, se erigía vertiginoso el pensamiento liberal. El mismo Cervantes ilustra al desvencijado feudalismo en cabeza del orate e “ilustre caballero” de La Mancha, que enarbola la condición enajenada del loco que ya no tiene lugar en la historia, pero intenta recuperarlo.
No puede faltar la presencia del gran escritor francés Emilio Zolá, con su Germinal, en la que expresa la voracidad sin límite del prometedor modelo capitalista. Es claro que ha de edificarse sobre la muerte y miseria quienes lo enriquecen: los obreros.
Los poetas de ayer, de hoy y de siempre, serán al parecer quienes mantienen los sueños de una especie humana, fraterna, solidaria, gentil y, sobre todo, manteniendo en lo más alto, las banderías de lo utópico, que nos hace sentir orgullosos de ser parte de la única especie en la tierra que ha logrado hacer consciencia que “somos polvo de estrellas” como señalaba el genio Carl Sagan.
Conflicto de intereses
El autor declara la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.
Notas de autor
Julio C. Córdoba Upegui
Especialista en pedagogía para el desarrollo del aprendizaje autónomo de la UNAD, Medellín-Colombia. Contacto: jcordoba266@gmail.com