Artículo de reflexión no derivado de investigación

Los mitos familiares sobre la enfermedad mental. Una metáfora sobre la posición subjetiva de las participantes

Family myths about mental illness. A metaphor for the subjective position of the participants

Recibido: 17 de mayo de 2022 / Aceptado: 2 de junio de 2022 / Publicado: 1 de julio de 2022

Anthony Douglas Maya Rendón, Stephany Trujillo Jaramillo

Forma de citar este artículo en APA:

Maya Rendón, A. D., & Trujillo Jaramillo, S. (2022). Los mitos familiares sobre la enfermedad mental. Una metáfora sobre la posición subjetiva de las participantes. Poiésis, (43), 112-123. https://doi.org/10.21501/16920945.4385

Resumen

El presente ensayo es el resultado de la investigación “Mitos familiares sobre la enfermedad mental”, realizada en el marco del curso Trabajo de Grado II para optar por al título de psicólogos. La pregunta que guio la investigación es: ¿cuáles son los mitos sobre la enfermedad mental en dos generaciones de una familia en la que uno de sus integrantes presenta enfermedad mental? Nos fundamentamos en el psicoanálisis y la psicología analítica para la interpretación de los resultados de respuesta. La investigación se realizó desde un diseño metodológico cualitativo y un enfoque fenomenológico de tipo descriptivo a través de un estudio de caso. Se utilizó como instrumento de recolección de información el dibujo cinético de la familia en el presente y el dibujo cinético de la familia en el pasado, al igual que la narrativa conversacional con entrevista semiestructurada. Las personas participantes de la investigación son dos mujeres adultas, madre e hija, donde esta última fue diagnosticada con enfermedad mental en algún momento de su vida. Del proceso investigativo se concluye que el mito familiar sobre la enfermedad mental es la debilidad, “un algo que solo les ocurre a personas débiles de carácter”; sin embargo, este mito se ha transformado porque la enfermedad mental en la familia es vista actualmente como un medio para la adquisición y dotación de cualidades, como un algo que fortalece el alma.

Palabras clave:

Enfermedad mental; Espejo; Familia; Mito; Mitos familiares; Psicoanálisis; Psicología analítica.

Abstract

The present essay, is the result of the investigation Family Myths about Mental Illness, carried out within the framework of the course Degree Work II to opt for the degree of Psychologists. The question that guided our research is: What are the myths about mental illness in two generations of a family in which one of its members has mental illness? We relied on Psychoanalysis and Analytical Psychology for the interpretation of the results. The research was carried out with a qualitative methodological design and a descriptive phenomenological approach through a case study. The Kinetic Drawing of the family in the present and the Kinetic Drawing of the family in the past, as well as the conversational narrative with a semi-structured interview were used as instruments for the collection of information. The research participants are two adult women, mother and daughter, where the latter was diagnosed with mental illness at some point in her life. From the research process it is concluded that the family myth about mental illness is weakness “something that only happens to people with weak character”, however, this myth has been transformed, because mental illness in the family is currently seen as a means for the acquisition and endowment of qualities, as something that strengthens the soul.

Keywords:

Analytical psychology; Family, Family myths; Mental Illness, Mirror; Myth; Psychoanalysis.

Introducción

El ser humano transita las etapas de su desarrollo interactuando con aspectos del entorno ambiental y social que afectan su estado de salud, pudiendo generar malestar físico y emocional; por lo tanto, a lo largo del ciclo vital el sujeto debe darle significado a los fenómenos de la vida, los cuales contribuyen a que este construya representaciones sociales, creencias, imaginarios o mitos en torno a sus vivencias cotidianas, para, de esta manera, encontrar sus formas particulares e individuales de narrar, actuar y definir el mito que ha estructurado desde sus saberes personales de la enfermedad, y para el caso, de la enfermedad mental.

Teniendo en cuenta que los mitos “son las historias de nuestra búsqueda de la verdad a través de los tiempos” (Campbell, 1988, p. 1), se debe reconocer que los mitos que surgen en torno a la enfermedad mental de un individuo son construidos a partir de las experiencias de enfermedad vividas y narradas por otros; lo cual demuestra que generacionalmente estos nos son transmitidos mediante símbolos y, por ende, nos son asignados antes de nacer. De esta forma, los mitos inciden en la posición que ocupan los sujetos respecto a la vida y sus fenómenos, y podría decirse que son aquellos que inciden en la construcción de significados sobre las experiencias vividas.

Históricamente se han edificado y replicado distintas concepciones de las enfermedades mentales y de los procesos de cuidado que surgen como rituales de tratamiento de estas; los cuales desde el pasado se han caracterizado por el encierro, la expulsión y/o el abandono, motivados por mitos como el que veremos en el caso que se abordará, esto es, la enfermedad mental como debilidad.

Según esta dimensión subjetiva y simbólica que acompaña la significación de la enfermedad mental, la forma en la que la persona se enferma, al igual que la forma en la que los integrantes de la familia perciben los síntomas de la enfermedad, se definirán por las maneras en que los integrantes de la familia conviven con el sujeto enfermo y le dan respuesta a la situación. Esta respuesta fue estudiada por la terapia familiar en la década de 1950, encontrando en observaciones clínicas que los familiares pueden influir a favor o en contra en el curso de la enfermedad (García Ramos et al., 2012). Es así como las significaciones construidas en torno a la experiencia de una enfermedad afectan tanto al sujeto enfermo como a su familia; lo cual nos lleva a considerar que cuando la enfermedad mental hace su aparición en la cotidianidad de una familia, esta puede afectar psicológicamente a cada uno de los integrantes y no solo a su huésped principal. Así pues, encontramos que cuando la enfermedad mental irrumpe en la atmósfera familiar, no solo se alteran las relaciones entre sus integrantes, sino que se pasa a construir una relación con la enfermedad como si se tratase de un integrante más.

De acuerdo con lo anterior, en este estudio nos interesó conocer cuál es la mitología de la familia respecto a lo que entienden sus integrantes por enfermedad mental, al igual que las narrativas familiares como vehículos de expresión donde se encuentra el significado que han construido de la enfermedad mental como individuos y como familia, y esto como génesis de su mito familiar; por esto se planteó como pregunta de investigación: ¿cuáles son los mitos sobre la enfermedad mental en dos generaciones de una familia en la que uno de sus integrantes presenta enfermedad mental?

El camino que se emprendió para responder a la pregunta anterior se basa en un diseño metodológico cualitativo, el cual es usado para estudiar las experiencias individuales y las dinámicas sociales que no son susceptibles de medición, pero que, como afirman Balcázar Nava et al. (2006), aportan al conocimiento de la experiencia y de los fenómenos desde el punto de vista de aquellos que viven la experiencia. Por lo anterior, se usó el enfoque fenomenológico de tipo descriptivo, puesto que permite estudiar la esencia de lo vivido (Rodríguez Gómez et al., 1996). Fue a su vez una investigación de tipo estudio de caso, porque se buscó llegar a la esencia de un fenómeno específico, profundizando en la descripción de una unidad social (familia) en el marco de su mitología sobre la enfermedad mental.

Por lo anterior, fue necesario iniciar este estudio en el que realizaron escuchas atentas de la narración de cada una de las integrantes de la familia, con el fin de conocer y comprender la historia de la enfermedad mental y el mito familiar construido en torno a ella. Por esto, se inició con la aplicación del Dibujo Cinético de la Familia en el presente (DCF) de Robert C. Burns y S. Harvard Kaufman, y el Dibujo Cinético de la Familia en el Pasado (DCFP) (Furth, 2005) como vehículo narrativo y proyectivo. Posteriormente, se realizó la narrativa conversacional, la cual se entiende “como un proceso generativo mutuo, en el cual emergen nuevos sentidos … elaborando relatos alternos a partir de las interpretaciones situadas en el contexto de narrar y ser narrados” (Garzón de Laverde & Riveros Reina, 2012, p. 389); y la entrevista semiestructurada, la cual es una técnica que se centra en la conversación con el otro mediante un diálogo con sentido y propósito guiado por preguntas previamente formuladas que pueden ajustarse a los entrevistados (Díaz-Bravo et al., 2013); y de esta forma, poder indagar en ese diálogo por los elementos expresados en la técnica proyectiva.

Tras la aplicación de los instrumentos, se registró la información en matrices de interpretación y se realizó un proceso de selección de datos en función de su recurrencia, de lo cual emergen tres categorías centrales: “el espejo en la madre y la hija”, “el rol masculino y su ausencia y presencia”, y, finalmente, “la enfermedad mental”. De esta manera, surgen “las categorías núcleo que articularán todo el sistema categorial construido a lo largo de la investigación” (Sandoval Casilimas, 1996, p. 160). Adicionalmente, y teniendo estas categorías como referencia, se diseñaron esquemas de tipo mapa mental para realizar el proceso de triangulación de información y análisis, y finalmente entregar como producto este ensayo reflexivo con metáfora, puesto que “aplicando el modelo psicoanalítico de la personalidad humana, los cuentos aportan importantes mensajes al consciente, preconsciente e inconsciente, sea cual sea el nivel de funcionamiento de cada uno en aquel instante” (Bettelheim, 1994a, p. 9). Es decir, los cuentos aportan mensajes ocultos y evidentes, nos muestran problemas de la vida humana como también sus soluciones. Los cuentos nos permiten la identificación, la proyección, la sublimación y la metáfora.

Como criterio ético para la aplicación de los instrumentos se diligenció el consentimiento informado con cada una de las participantes, en el cual se garantizó la confidencialidad de sus datos personales y opiniones bajo los principios éticos del psicólogo, expuestos en la Ley 1090 (2006), la cual reglamenta el ejercicio de la profesión de psicología en Colombia. Finalmente, la investigación se realizó con dos participantes mujeres mayores de edad, con lazos de consanguinidad directa y pertenecientes a distintas generaciones; una de ellas fue diagnosticada con una enfermedad mental que representó una experiencia significativa para la familia.

A lo largo de este texto se encontrarán fragmentos de los dibujos cinéticos de las participantes, los cuales sirven de apoyo visual para la comprensión de la metáfora que se propone como vehículo narrativo en este trabajo.

Blancanieves y el espejo devorador

Día a día representamos roles y nos ponemos máscaras para creer que somos otros o para demostrar a otros lo que somos o no somos, y cuando volvemos a ser nosotros, los reales, no necesariamente olvidamos aquello que fuimos, ¿acaso podría decir Cenicienta al volverse princesa que ya no recuerda cómo cuidar el hogar?

Al igual que muchas princesas que hemos conocido, la protagonista de esta historia también vivió la mayor parte de su vida cuidando del hogar, en este caso, por razones diferentes a los cuentos de hadas. Ella es una mujer que, al ser abandonada, cual Blancanieves en el bosque (y no sola, sino con dos hermanos, o mejor, enanos) debió ponerse una máscara que le permitiera ser la cuna de todos los roles (Reyes Contreras, 2016), ser la madre buena y oscura de sus hermanos, justo en el momento en el que su ser andaba buscando la forma de entregarse al otro sin perderse a sí misma, tal y como debe hacer cada mujer para consolidar su ser (Reyes Contreras, 2016).

Todo esto para poder asumir un rol que no era suyo, una representación rígida e improvisada, y particularmente dirigida por el deseo de la madre, y por un impulso que la obligaba a poner el bienestar del otro (madre-hermanos, ahora asumidos como hijos), por encima del suyo propio. Es así que esta princesa, con dos enanos presentes y sin siquiera esperanzas de un príncipe que la rescatara, cae en un sueño que la lleva a la pérdida total de sus energías, “me enfermé de tristeza” dice. Esta princesa se puso una máscara para poder sobrevivir y transitó hacia una enfermedad que la ha transformado, que la ha obligado a crecer. Ella necesitó de otro para enfermar, pero también de otro para sanar.

Esta es la historia: hace mucho tiempo, en un lejano reino vivía una princesa con su madre y sus dos hermanos menores; todos ellos eran felices a pesar de las carencias, que en tiempos de oscuridad los llevaba a momentos de hambruna porque las monedas no eran suficientes para comprar el pan y los granos. Lamentablemente, a causa de la ausencia del padre, el cual un día salió y no regresó, la madre era quién debía en solitario buscar para sus hijos el alimento. La imagen 1 muestra un dibujo de la familia en el pasado:

Imagen 1

Dibujo Cinético de la Familia en el Pasado (DCFP) de la madre

Dibujo Cinético de la Familia en el Pasado (DCFP) de la madre.


Un tiempo después, la princesa se enteró que su padre había desaparecido porque fue a casarse con una aldeana de otro reino, y que ese había sido el motivo de su abandono, lo cual la entristeció mucho. Pasó el tiempo y la hambruna no cesaba, por el contrario, cada día se tornaba más difícil para la madre y para la princesa conseguir los alimentos de la familia. Por esa razón, la madre toma la difícil decisión de separarse de sus hijos para emprender un viaje a otro reino aún más lejano, para allí trabajar y poder enviar monedas a su familia; pero antes de irse dijo con frialdad a la princesa: “tú eres la mayor de tus hermanos y debes cuidar de ellos, te hago responsable de su cuidado”, palabras que quedaron fuertemente aferradas en la mente de la princesa, ya que durante toda la vida su madre la trató con un amor ambivalente, la amaba, pero a su vez sentía celos de lo hermosa que era, le exigía como a nadie y ahora le estaba poniendo sobre su espalda una exigencia mayor, esto es, renunciar a su voz y a su propio deseo para asumir un rol que no le correspondía y que le obligaba a hacerse cargo de otros.

La princesa asumió esa responsabilidad con amor, pero también con mucho miedo porque no quería fallarle a su madre, y porque reconocía que su madre estaba haciendo un gran esfuerzo por el bienestar de la familia y no podía ser ella quien faltara al compromiso de proteger el hogar que le habían encomendado. Con el pasar de los meses, la princesa fue cayendo en una tristeza y una desesperanza absoluta; se sentía sola y abandonada, sentía que el cuidado de sus hermanos se iba tornando en una carga cada vez mayor. Por eso decidió buscar a su padre para pedirle apoyo. Pero cuando fue a visitarlo, este le cerró la puerta de su casa en la cara, la arrojó al bosque y le dijo que no lo buscara nunca más. La princesa huyó del lugar, corrió y corrió por muchos días y noches en medio de la oscuridad, el frío y la lluvia. Lloraba desconsolada porque sentía que aquellos que le debieron proveer seguridad y protección no lo hicieron, y, en cambio, la abandonaron. Le asignaron responsabilidades que, aunque no le correspondían y no estaba preparada para asumir, las encaró y tomó con fuerza y entrega. Ella había estado dispuesta a cumplir con la tarea y lograr que su madre se sintiera orgullosa y tranquila por lo que le había delegado. Pero ahora estaba más sola que nunca. La imagen 2 muestra un dibujo de la paciente en el que se representa a sí misma en el espejo, y la imagen 3 representa la madre en el espejo.

Imagen 2

DCFP de la hija (el espejo)


Imagen 3

DCFP de la madre (el espejo)


Tras el pasar de un sin fin de lunas en soledad y soles cegadores con sensaciones indescriptibles, la tristeza y el desasosiego han crecido en ella. Le habla a la nada que le acompaña: “me enfermé de tristeza”, tan solo como una forma de nombrar el vacío y la insatisfacción vital que había en su ser día tras día.

Mientras tanto, su madre trabajaba y enviaba monedas a menudo para el sostenimiento del hogar, se hacía libre y vivía por fin los placeres que en su juventud le fueron negados; en cambio, a la princesa le era arrebatada esa posibilidad, no podía disfrutar de su juventud por asumir el rol materno que su propia madre le había impuesto.

Así, madre e hija eran dos caras distorsionadas conectadas por su reflejo en el espejo a miles de kilómetros de distancia, como si este fuera un pasaje mágico que les cambiaba el alma; y entonces la madre vivía el rol de hija, y la hija vivía el rol de madre. Por arte de un reflejo mágico, era la hija quien asumía la enorme angustia de actuar diariamente como algo o alguien que no era; es aquí como va emergiendo desde las profundidades de su mente esa sombra que se manifiesta cuando el sujeto mantiene en lo oculto aquello que realmente es, entonces, esa sombra se vuelve la enfermedad (Osornio, 2013).

El tiempo pasa, la imagen en el espejo consumía a la princesa, las mañanas eran cortas, las noches más oscuras, su mente se perdía con angustia, su cuerpo se debilitaba. Entonces, la princesa enferma de tristeza, de miedo y abandono, sus lágrimas se hacen torrentes tibios bajo la luna; la salida del sol la quema con el despertar de una terrible angustia, con la incertidumbre de su existencia, de una carga que no siente suya: “me pesa la vida”, grita sin voz mientras mira su imagen tenue en el espejo, es un fardo que crece a cada paso que daba, que crecía a cada aliento que tomaba, vivir le costaban un gran esfuerzo.

Un día la princesa se dijo a sí misma: “no puedo más sola, necesito que alguien me ayude”, y decide buscar al curandero del reino, un viejo sabio. Saca fuerzas, atraviesa el bosque, llega a una colina coronada por una pequeña casa de madera, y lo ve. Está sentado hablando a algunos azulejos pequeños que beben a sus pies. Él le dice que se acerque, le señala un tronco seco, grande, le pide que se siente. No dijo más. Ella se sentó, el viejo la miró con interés, pero como si supiera, como si leyera lo que en su mente se agolpaba. Entonces la princesa, como si un dique se rompiera, no paró de hablar, de llorar, de sacar sus miedos, su rabia y su oscuridad. Él solo la escuchó sin juzgar.

El curandero recuerda, ha escuchado la historia de otra princesa que llamaban Blancanieves; su madre tras el espejo también la sumió en un sueño profundo, oscuro, y piensa que la imagen de esta madre empieza a tornarse en “la imagen del progenitor narcisista que se siente amenazado por el crecimiento de su hijo, pues esto significa que él está envejeciendo” (Bettelheim, 1994a, p. 238). Era momento de que la princesa despertara.

Le dio brebajes, pócimas y consejos para que se sintiera mejor. Al cabo de un tiempo, la princesa fue mejorando y recuperando sus fuerzas. Sin embargo, aún no hallaba su ser porque la oscuridad que se nutría del espejo seguía presente; ella seguía portando una máscara que se encarnaba desde muy adentro de su ser, la obligaba a seguir siendo alguien que no era, seguía siendo la madre de sus hermanos. Por ello, el viejo sabio, después de una de sus charlas, decide enviar una paloma mensajera al reino lejano en el cual estaba la madre de la princesa; le comunica que su hija había enfermado de tristeza y que debía ayudarla, que era ella quien debía romper el espejo quitándole cargas, debía cerrar ese túnel que las fundía y devolverle su libertad. La imagen 4 es un dibujo de la madre en el que se muestra a la familia en el presente.

Imagen 4

Dibujo cinético de la familia en el presente (DCF) de la madre


Fue así como la princesa, después de mucho sufrir, logró soltar las cargas impuestas, logró reconocer de nuevo su imagen propia, despertar y ver su propio rostro, encontrar su luz, arrancar la máscara impuesta; así logró hacer con su vida lo que ella deseaba hacer, logró vivir libre y crecer, llenó su mente con sueños, puso alas a su alma y logró amar.

En algunos cuentos de hadas, de princesas que se liberan, la heroína o “el héroe tiene que indagar, viajar y sobrellevar, durante años, una existencia solitaria, antes de estar preparado para encontrar, rescatar y unirse a una persona, cuya relación dará un significado permanente a la vida de ambas” (Bettelheim, 1994b, p. 237).

Y esto le sucedió a la princesa, necesitó perderse para poder encontrarse, salvarse y dejarse salvar, así como le sucedió, según viejos sabios del reino, a otra princesa, Blancanieves, traicionada por su madrastra, fue rescatada por personas del sexo masculino; primero, los enanitos y, más tarde, el príncipe. Esta niña tampoco se desesperó por el abandono de su madre, sino que confiaba en que algún hombre la salvaría. (Bettelheim, 1994b, p. 20)

Y como en otros cuentos maravillosos de princesas heroicas, en esta historia de la princesa y la madre fundidas por la oscuridad de un espejo, llega también un príncipe, en este caso dos, que como nos lo relataría en su voz el viejo sabio, aparecen como la representación del significado de lo masculino, que se había contaminado por su abandono y traición, para reivindicarse con esta princesa y con esta madre, para brindarles el amor y los cuidados que antes les fueron negados o arrebatados; a la princesa la salva el viejo sabio curandero y la salva el amor de su príncipe, el cual llega a su vida para dar protección y amor cada mañana y cada noche, por el resto de su vida.La imagen 5 es un dibujo de la hija en el que se muestra a la familia en el presente.

Imagen 5

Dibujo cinético de la familia en el presente (DCF) de la hija

Conclusión

Tras la ausencia de los padres se observa que el hijo mayor tiende a asumir el compromiso del cuidado del hogar. De modo que el hijo mayor es quien percibe y/o sufre directamente la forma en que se desarticula la dinámica familiar, obligando a este a asumir toda la carga de ese deber. Así, cuando el sujeto asume una máscara, partes de su ser se ven relegadas a lo oculto. De esta manera, el rostro deformado de una hija convertida en madre o el rostro de cualquier sujeto que asume, por imposición del destino o de un otro (un rol que no es suyo), lleva a la enfermedad a la persona que se oculta.

Aquí es importante reconocer el mito cosmogónico de esta historia, el cual ubica la génesis de la enfermedad mental justo en el momento del abandono de los progenitores, pues el abandono lleva a que la madre fije en el espejo las cualidades que la hacen madre para que estas sean tomadas por la hija; y tome de su hija la juventud y la libertad, puesto que son cualidades que esta no necesita para suplantarla en su rol materno, es decir, a través del espejo hay un intercambio de cualidades y de roles. Lo anterior lleva a la hija a la enfermedad y a un estancamiento en el desarrollo de su identidad, por mantener diariamente la máscara del rol que no era suyo.

En paralelo, aparece la necesidad de la madre y la hija de resignificar el papel de los masculino. En la medida en que lo masculino deja de ser ya la figura victimaria (el padre que abandona) y pasa a ser la figura salvadora (el sabio que media entre hija y madre), puesto que se convierte en el mediador calificado que permite la transformación de la realidad tanto de la hija como de la madre, tras brindarles la posibilidad de resignificar la narración de su mito sobre la enfermedad mental, la cual ahora es vista como un medio para el fortalecimiento del alma y no como una debilidad; a su vez, el sabio (papel masculino) también posibilita la resignificación de la narración de sus vidas y del lugar subjetivo que ocupa cada una de ellas. Es así como estas mujeres se salvan y son salvadas, crecen y logran transformarse aceptando las heridas de su historia, y es el amor el que permite este proceso, el que hace que el espejo se rompa.

Conflicto de intereses

Los autores declaran la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.

Referencias

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Notas de autores

Anthony Douglas Maya Rendón

Bachiller Técnico en Diseño de Software, estudiante del programa de Psicología de la Universidad Católica Luis Amigó, Medellín-Colombia. Contacto: anthoy.mayare@amigo.edu.co, ORCID 0000-0003-4291-2609.

Stephany Trujillo Jaramillo

Comunicadora Social de la Universidad de Antioquia, estudiante del programa de Psicología de la Universidad Católica Luis Amigó, Medellín-Colombia. Contacto: stephany.trujilloja@amigo.edu.co, ORCID 0000-0002-0140-0829.