Artículo de reflexión no derivado de investigación

Elegía psicológica para un país en llamas

Psychological elegy for a country in flames

Recibido: 24 de mayo de 2021 / Aceptado: 18 de octubre de 2021 / Publicado:

Daniel Andrés Bonilla Montenegro*

Forma de citar este artículo en APA:

Bonilla, D. (2022). Elegía psicológica para un país en llamas. Poiésis, (42), 84-93. https://doi.org/10.21501/16920945.4354

Resumen

El presente texto tiene como objetivo realizar una reflexión en torno a los acontecimientos que han emergido en Colombia a raíz del paro nacional convocado para el 28 de abril de 2021. El ejercicio está pensado desde el campo de la psicología social y la literatura que sirven como ejes articuladores para adentrarnos al campo de los movimientos sociales. Teniendo en cuenta que, es a partir de la expresión literaria y de las contribuciones conceptuales, que se puede realizar una aproximación a estos fenómenos sociales. Para esto, se mencionan algunas obras literarias que pueden tener relación con el contexto actual colombiano; seguido, la reflexión se adentra al área de la psicología, principalmente la psicología social y política para entablar un diálogo con la coyuntura que en este momento de efervescencia social está viviendo el país. Finalmente, se exponen las conclusiones referentes al trabajo disciplinar frente a las demandas sociales, políticas y culturales en situaciones como las movilizaciones sociales.

Palabras clave:

Colombia; Emergencia social; Literatura; Movilización Social; Paro nacional; Psicología; Psicología social.

Abstract

The purpose of this text is to reflect on the events that have emerged in Colombia as a result of the national strike called for April 28, 2021. The exercise is thought from the field of social psychology and literature that serve as articulating axes to enter the field of social movements. Taking into account that it is from the literary expression and conceptual contributions that an approach to these social phenomena can be made. For this, some literary works that may be related to the current Colombian context are mentioned; then the reflection enters the area of psychology, mainly social and political psychology to establish a dialogue with the social reality that the country is experiencing at this moment of social effervescence. Finally, conclusions are drawn regarding the disciplinary work in the face of social, political and cultural demands in situations such as social mobilizations.

Keywords:

Colombia; Literature; National strike; Psychology; Social emergency; Social mobilization; Social psychology.

Desde hace algún tiempo en charlas de bar, caminatas, debates de pasillo y en grupos de WhatsApp, se comenta que Colombia es una distopía mal contada, llena de fugas e historias que, por un lado, han quedado a medias o no han sido contadas y, por el otro, se ha oficializado una narración homogénea de los fenómenos que han aquejado al país. Sin embargo, la literatura colombiana ha tenido tópicos contundentes, al menos en este periodo contemporáneo, que se relacionan con asuntos como la violencia y el narcotráfico, presentando así elementos que contrastan con la realidad del país.

Por otra parte, encontramos que desde finales de los años cincuenta y mediados de los sesenta empieza a emerger un campo de trabajo o disciplina asociada a los procesos sociales que busca de alguna manera hacer frente a la gran cantidad de convulsiones que aquejan a Nuestra América. Bajo esta perspectiva, nace en el continente una forma tanto de comprender como de aportar en diferentes escenarios que tienen por bandera una psicología comprometida con la realidad circundante, que se preocupa por elementos tan particulares y dolorosos como los diferentes tipos de violencias, varias vulneraciones a los derechos humanos, una desigualdad desbordada, entre otros.

La psicología social comunitaria, la psicología social crítica, la psicología de la liberación, la psicología política latinoamericana por nombrar algunas, hacen parte de las respuestas del campo psicológico para acercarse a los diferentes fenómenos que emergen dentro de las interrelaciones sociales y que cuentan con un componente psicosocial particular y contextualizado, sin embargo, esto no quiere decir que estos campos de acción de la psicología sean los únicos responsables del abordaje de los estallidos sociales; pensemos, por ejemplo, en la atención en primeros auxilios psicológicos, cercanos a la psicología clínica que aportan situaciones de emergencia como las que está viviendo el país.

Sumado a esto, se evidencian otras formas de adentrarnos a comprender o aportar a esta realidad social que pasan por disciplinas como la sociología, la antropología, la historia o los estudios literarios que complementan o afianzan las diferentes perspectivas de acción, reconocimiento o abordaje de las acciones sociales o colectivas, y por otra parte, también disciplinas como las neurociencias que pueden entrar en diálogo respecto a estos elementos, puesto que tienen cuestiones como la empatía o las emociones que se tejen trasversalmente para comprender lo social, lo político, lo cultural, lo psicológico y lo humano.

Bajo este panorama nos encontramos con que las movilizaciones sociales acumulan y congregan diferentes colectividades, grupos y ciudadanías que se enlazaron como excusa a la reforma tributaria, pero que han permitido evidenciar descontentos, malestares, desigualdades o inconformidades que históricamente acompañan a la sociedad colombiana.

Colombia distópica

Como advertí anteriormente, el país en ocasiones me ha parecido una distopía mal contada y quiero contrastar esto con algunas novelas que pueden sincronizarse con la realidad del país. En este sentido, me sirvo de la literatura para enlazar algunos ejemplos como vasos comunicantes. Ya que como es sabido, la literatura tiene un espíritu premonitorio y en ocasiones encaja tan bien con los acontecimientos humanos que espanta o asusta.

Bajo esta perspectiva, reconozco que esto puede ser un juego para abordar algunas lecturas en comparación con la situación actual de Colombia. Puesto que me parece importante no solo reivindicar las acciones colectivas sino reflexionar desde otros lugares que pueden dinamizar otras maneras de reconocer lo psicosocial, lo político, en torno a los estallidos sociales. Bajo esta perspectiva, se busca contribuir desde el conocimiento situado frente a cómo podemos ver las protestas o movilizaciones dentro de nuestras sociedades.

El primer ejemplo para abordar la problemática propuesta tiene como núcleo central a los Estados Unidos de América, gobernado por una ideología aislacionista. “La conjura contra América” de Philp Roth (2007) es una alternativa histórica en la cual el país se ve afectado por el ascenso de Lindbergh, un líder político de ideología fascista, quien con su auge comienza a afectar a la clase trabajadora, particularmente a las familias judías como la del personaje narrador.

Si bien se mencionó que se estaría en contacto con la literatura del país, considero que esta novela denuncia los peligros de las ideologías radicales, que comienzan a afectar a diferentes sectores de la sociedad, sin embargo, este libro poco tiene que ver con la historia colombiana y expone elementos que se han hecho visibles en nuestra historia contemporánea. Otro ejemplo de estos peligros de la ideología radical que comienza a expandirse hasta consumirlo casi todo es la obra “Juventud sin Dios” de Odön Von Horváth (2019) que expone de manera magistral la segregación en el contexto alemán, donde se permite la discriminación e incluso la deshumanización de los otros en favor de un espíritu nacionalista.

Parece que estuviésemos en una ficción, pero en el país hay una fuerte radicalización por un sentido nacional que aún no es claro, que se expresa cuando algunos sectores se autodenominan “personas de bien” y atentan contra diferentes comunidades dejando manifiesto que en nuestro país existe una profunda herida colonial que se desangra buscando ahogar la diferencia y la diversidad en el territorio.

En el contexto de la literatura colombiana, podemos encontrar algunas referencias que sirven de canal de comunicación con la situación actual del país. Ejemplo de esto es la novela “Rebelión de los oficios inútiles” de Daniel Ferreira (2016), que si bien está situada en los años setenta, aborda un estallido social en un pueblo de Santander en donde un grupo de obreros y vendedores de una plaza de mercado toman la decisión de tomarse un terreno baldío, unas tierras que parecen no tener dueño, debido a que no han recibido su salario. En esta podemos rastrear elementos de la violencia política y de acciones inconsistentes ante las demandas de un grupo de personas.

En relación con el momento actual, se encuentra una acción legítima al momento de apropiarse de un espacio particular en favor de manifestarse por los abusos y el descontento social por parte de estos dos sectores de la sociedad considerados históricamente como marginales, lo cual enlaza no solo con la historia de Colombia sino con las acciones que están sucediendo en diferentes lugares del país a favor precisamente de ser escuchados o tomados en cuenta a partir de apropiación del espacio público, reasignando nuevas formas de interactuar e incluso de significar a los mismos, ejemplo de esto podrían ser la renombrada Avenida Misak, cuyo nombre colonialista es la Avenida Jiménez, o el Portal Resistencia, que oficialmente era Portal Américas.

Una novela menos contemporánea es “La rebelión de las ratas” de Fernando Soto Aparicio (2011), la cual retrata imágenes de un estallido social producto de que un grupo de mineros de Timbalí se dan cuenta del valor que tiene su vida al momento de encontrar cadáveres de otros mineros en un túnel que había colapsado., lo que decanta en un crecimiento exponencial de acciones dirigidas a destruir lo que los extranjeros y personas ricas del lugar habían amasado. ¿No es acaso esto un reflejo literario de lo que ha sucedido en el país a raíz de la muerte de más de una cuarentena de personas o el caso por la violación de una adolescente en Popayán? Sin contar aquellos casos que no han sido reportados o que no llegan al dominio público.

Los diferentes estallidos sociales, por desgracia, han decantado que varias personas hayan sido víctimas fatales de las confrontaciones con la fuerza pública, otras cuantas han sido desaparecidas, otras violentadas o intimidadas lo que encrudece aún más las protestas en el país puesto que la vida de todas estas personas importa, no se puede permitir que sigan cayendo en el olvido, ese olvido generalizado que se acumula en los listados de asesinatos y desapariciones de las políticas de Estado y de las incursiones de agentes al margen de la ley que históricamente han hostigado a las comunidades y personas en diferentes latitudes del país.

Por otra parte, la novela “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón” de Albalucía Ángel (2020), cuenta con una construcción a varias voces que se van entrelazando para contar una serie de eventos de la historia de Colombia, como por ejemplo el asesinato del líder político Jorge Eliecer Gaitán. Pero lo llamativo de esta es que se percibe la consolidación de una conciencia política que nace entre la infancia y la adolescencia de una de las voces narradoras. Además, retrata algunas acciones colaterales de la violencia vinculadas al abuso, la tortura y la muerte, entre otras.

Esta novela es importante en este contexto, puesto que nos sirve de caja de resonancia respecto a las múltiples voces que escuchamos entorno a las movilizaciones del país. Además de que acompaña esa relación del descubrimiento de lo político en el desarrollo del ciclo vital. En este sentido, estas marchas se han caracterizado por una conciencia política a partir de una generación de jóvenes que han comenzado a movilizarse en las calles, en las redes o en espacios alternativos, puesto que no quieren seguir llevando el lastre de la injusticia y el descontento social. En este orden de ideas, es posible decir que esta generación que se ha llamado de cristal se ha convertido en una generación de diamante a partir de la coyuntura actual del país.

Otro ejemplo es el libro de “Los ejércitos” de Evelio Rosero (2010); aquí el autor narra la militarización de un pueblo llamado San José en donde sus habitantes no saben a ciencia cierta la identidad o procedencia de estos sujetos armados. También, comienzan a desaparecer los vecinos, y esto se refleja en los impactos cotidianos del personaje principal, Ismael, un profesor jubilado. El miedo y el desconcierto se apoderan de los personajes de la historia, muy parecido a lo que está sucediendo en el país cuando se ordena el despliegue de la fuerza pública en el territorio para contener las movilizaciones sociales.

Esta militarización de diferentes zonas del país, de territorios e incluso de ciudades, permite de alguna manera sincronizarnos con el personaje de Rosero, el extrañamiento por el que pasa al momento de presenciar la violencia invisible de la desaparición e incluso la presencia de militares en lugares donde las personas jamás han visto una unidad activa, salvo por supuesto los desfiles en conmemoración del 20 de julio, donde se despliega la fuerza pública y su arsenal para celebrar una revuelta que oficialmente nos llevó a la independencia.

Es preciso reconocer que el país como distopía cumple con una serie de condiciones particulares, se muestra como una sociedad que aliena y cohíbe las libertades de las personas. También se aferra a una ficción que refuerza un futuro desesperanzador donde el problema es de un enemigo imaginario producto de las redes sociales, de los medios de comunicación o las industrias culturales que están en favor del gobierno beligerante. Además, nuestro sistema social procura deshumanizar a sus habitantes que se han acostumbrado a la violencia biopolítica y psicológica, y tienden a ofenderse más por una pared pintada que por una vida humana.

Sumado a esto, nos encontramos con una sociedad depredadora por la cantidad de acciones en contra de la vida de las personas y el poco valor que esto parece representar en el dominio público. Nos enfrentamos a un Estado que pretende una estabilidad a diferentes niveles dentro de la sociedad a partir de su impacto en la vida cotidiana donde nos han bombardeado constantemente con que todo está bien y que debemos seguir siendo felices y emprendedores, porque para sacar el país adelante hay que producir.

Psicología en acción

Bajo estas perspectivas se acerará a algunos elementos que pueden emerger dentro de la psicología, particularmente en el campo de la psicología social y política. Si bien estos campos de la psicología tienen antecedentes en pensadores franceses como Le Bon o Tarde, en corrientes psicoanalíticas como los trabajos de Freud o Castoriadis e incluso influencia de pensadores estadounidenses como Laswell, en nuestro continente podemos rastrear una constelación de autoras y autores que se acercaron en sus reflexiones al tratamiento de fenómenos sociales y políticos.

De los más reconocidos se pueden rastrear a Martín-Baró (España/El Salvador), Maritza Montero (Venezuela), Ángel Rodríguez Kauth (Argentina), Elizabeth Lira (Chile), Pablo Fernández Christlieb (México), Fernando González Rey (Cuba/Brasil) (Hur et al., 2018, p. 3). También se reconocen autores como Ignacio Dobles (Costa Rica), Wilson López y Edgar Barrero (Colombia). Todos estos nombres han aportado en el desarrollo de una psicología vinculada a lo social y también a la comprensión de procesos relacionados a la cultura política de nuestro continente.

Bajo esta perspectiva se hace necesario considerar a la psicología como una práctica social, vinculada responsablemente con elementos que circundan la experiencia vital de las personas, puesto que esta “debe trascender la esfera de lo privado para dar sentido y aportar a la construcción de lo público” (Castro, 2012, p. 143). En estos espacios el campo de la psicología adquiere un lugar particular en relación con los asuntos más allá de lo individual. Por tanto, permite interdialogar con otras disciplinas del ámbito de las ciencias sociales y humanas.

Además de adentrarnos en lo público, encontramos una corresponsabilidad frente a diferentes fenómenos que emergen en contextos en los cuales surgen las movilizaciones sociales, y que han sido blanco de interés, explicación y acción dentro de diferentes escenarios. En relación con esto, encontramos que fenómenos como “la represión, el exilio, la tortura, el miedo, las desapariciones, comienzan a ser conectados a explicaciones y modelos teóricos y a situaciones sociales macroestructurales que permiten darles una nueva proyección” (Montero, 1991, p. 32). Frente a esto, encontramos un continente en ebullición constante, donde el desencanto y la desigualdad están presentes cotidianamente y su comprensión desde lo académico pasa por explicaciones de carácter conceptual, investigativo o teórico que entran en contraste con acciones contextualizadas.

Adicionalmente encontramos que cuando hablamos de una psicología con contenido social debemos tener en cuenta que busca contribuir a la transformación de muchas cosas, tales como: “el hábitat, el modo de vida, la concepción de sí mismos/as, en tanto personas viviendo en una sociedad y formando parte de una comunidad, y la misma comunidad, pues, al transformarla, también los/as transformadores/as devenían otros y otras” (Montero, 2010, p. 52).

Si relacionamos este interés de la transformación social propia del trabajo de la psicología en nuestro continente con la situación actual en el país, nos encontramos que se vinculan nuestras acciones hacia rumbos similares, por lo que podríamos decir que en gran medida la psicología social y la psicología política se vinculan activamente frente al desarrollo de las movilizaciones sociales, puesto que en estos procesos se busca la transformación de situaciones que afectan a las personas y comunidades que históricamente han sido ninguneadas.

Por otra parte, desde el campo de la psicología política, otro campo de acción de la psicología en nuestro continente, contamos con dos posibilidades iniciales para asociar el trabajo psicológico con elementos políticos; por una parte, se refiere a la posibilidad de analizar e interpretar desde elementos psicológicos lo político y, por el otro, se relaciona con la capacidad de vincular lo psíquico con el poder (Lozano Amaya, 2011), lo que nos ayuda a entrever la psicología como un instrumento de análisis social y político que contrasta la interrelación del poder, de la psicología, de lo social y lo político, principalmente.

Estas dos aproximaciones abren el debate sobre el quehacer de la psicología social y la psicología política y quienes la ejercemos en diferentes campos de actuación respecto a las demandas sociales, políticas, económicas, culturales y psicológicas que envuelven diferentes interrelaciones o puntos de fuga respecto a los aportes de estas disciplinas, ya que nos ayuda a desmantelar elementos tradicionalmente establecidos, como también nos permite considerar los efectos de lo político en el bienestar psicológico de las personas.

Bajo esta perspectiva encontramos elementos o insumos que pueden entrar a jugar un papel importante respecto a la investigación, elementos como las motivaciones que impactan las prácticas sociales o políticas, elementos discursivos tanto de las multitudes como de liderazgos que emergen en estos contextos particulares, conductas relacionadas a las acciones colectivas, movimientos sociales y sus representaciones en el ámbito cotidiano o público, así como las formas en que se entiende lo político en el aspecto psicosocial. Esto se relaciona con miradas críticas del pensamiento en Nuestra América que se entrelazan con, por decir algunos, feminismos de tercera ola, pensamientos decoloniales o pensamientos configurados desde las periferias.

Consideraciones enlaces emergentes

La psicología social, a partir de sus diversas tradiciones y esfuerzos dentro del contexto nuestro americano, resuena como una posibilidad de establecer formas alternativas para apropiar y actuar en diferentes contextos de emergencia social, por lo que es indispensable adentrarnos en estos debates en torno a aproximaciones del comportamiento social o las acciones colectivas alrededor del mundo para nuestro contexto, buscar tanto acciones como explicaciones de los fenómenos como los nuevos movimientos sociales.

Las tradiciones psicosociales y psicopolíticas se han interesado por contribuir en escenarios alternativos a la academia, lo que entra en consideración respecto a la mirada tradicional que se tiene de la psicología donde se piensa, aparentemente, que estamos destinados a procurar la salud mental de las personas desconociendo el impacto de las aproximaciones o teorías asociadas a diferentes pensadores, teóricos y profesionales que ejercen la psicología más allá de los criterios de diagnóstico del DSM 5 o el CIE-10.

El compromiso ético-político de la psicología contrasta con el conocimiento situado de cada una de las personas que ejercen la psicología tanto a nivel formativo como profesional, puesto que es desde las acciones individuales, comunales, colectivas, comunitarias o políticas que se pueden establecer inter-diálogos entre la realidad social, política y la academia dentro del país. Esto propicia lecturas intradisciplinares, interdisciplinares, transdisciplinares, multidisciplinares e indisciplinadas, como también debates desde otros lugares de enunciación en donde el conocimiento y la experiencia cotidiana representan un lugar determinante para discutir los roles o posibilidades de la psicología en estos contextos.

La literatura aporta elementos significativos para relacionarnos con los acontecimientos del país así como la psicología, particularmente la social y la política, puesto que propician diferentes escenarios de construcción conceptual o teórica respecto a elementos como la violación de los derechos humanos, las múltiples violencias, entre otras afectaciones, que tienen una carga dentro de la cultura política del país que pareciera ubicarse parcialmente entre quienes son pasivos frente a las acciones políticas y quienes son señalados por el ejercicio legítimo a la protesta o movilización social.

Por otra parte, es importante que el diálogo conceptual se acerque a la realidad social, puesto que en ocasiones deslegitimamos procesos específicos como los bloqueos o las marchas que desde nuestra disciplina pueden ser conceptualizados particularmente, e identifican algunos aspectos vinculados a las ciencias sociales o humanas como también a expresiones vitales de las personas que asumen un comportamiento colectivo particular. Asimismo, promover el reconocimiento de las voces o narraciones de lo que sucede en el país enriquece sustancialmente las posibilidades de comprendernos en relación con nuestras subjetividades.

Finalmente, considero necesario alzar la voz por aquellas personas a quienes les apagaron sus latidos por buscar un país diferente e instigo a que no se permita el olvido de estas personas, puesto que estas atrocidades sucedenen este mundo donde parece que la vida humana vale menos que la pólvora o una bala. Ejemplo de esto, a nivel global los acontecimientos en Palestina, en donde me atreveré a mencionar a Said Odeh, en Myanmar con Mya Thweh Thweh Khine, en Colombia a Héctor Fabio Morales y tantas otras personas que siguen dando su vida allá afuera. Nuestro compromiso está dado en virtud de nuestros conocimientos situados, nuestra interseccionalidad y los diferentes espacios micro-políticos en donde buscamos transformar o impactar beneficiosamente a nuestros contextos particulares.

Conflicto de intereses

El autor declara la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.

Referencias

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Von Horváth, O. (2019). Juventud sin Dios. Nórdica libros.

Notas de autor

Daniel Andrés Bonilla Montenegro

Estudiante de Maestría en Desarrollo Educativo y Social CINDE, Universidad Pedagógica Nacional, especialista en Gerencia Social, Escuela Superior de Administración Pública ESAP, psicólogo, Konrad Lorenz Fundación Universitaria. Vinculado Fundación Kadebra, Bogotá- Colombia. Contacto: bonilladma@gmail.com