Documento de reflexión no derivado de investigación

Construir y transformar el conocimiento desde la afectividad y el modelo dialogante

Building and transforming knowledge based on affectivity and the dialogic model

Recibido: 15 de diciembre de 2021 / Aceptado: 8 de julio de 2022 / Publicado: 1 de febrero de 2023

Jhon Delio Rivera Alzate

Forma de citar este artículo en APA:

Rivera Alzate, J. D. (203). Construir y transformar el conocimiento desde la afectividad y el modelo dialogante. Poiésis, (44). DOI: https://doi.org/10.21501/16920945.4221

Resumen

El Diccionario de la Real Academia Española, 2014, define la afectividad como “conjunto de sentimientos, emociones y pasiones de una persona”, y el conocimiento desde una perspectiva filosófica puede ser entendido como un proceso por el cual la realidad se refleja y reproduce en la mente humana. La afectividad se convierte en un elemento importante que permite incentivar a los alumnos en la búsqueda de nuevos saberes, así como su construcción y transformación práctica en diferentes escenarios, a través de propuestas dialogantes que integren lo cognitivo, lo socio afectivo y lo práxico. El presente escrito tuvo como objetivo analizar, desde una postura crítica y reflexiva, la importancia que tiene la afectividad en la adquisición del conocimiento, y una propuesta dialogante que permita abordar otros temas fundamentales en el proceso educativo de los aprendices.

Palabras clave:

Afectividad; Cognición; Conocimiento; Diálogo intercultural; Educación; Realidad.

Abstract

The Royal Academy Dictionary defines affectivity as “set of feelings, emotions and passions of a person”, and knowledge from a philosophical perspective can be understood as a process by which reality is reflected and reproduced in the human mind. Affectivity becomes an important element that allows encouraging students in the search for new knowledge, as well as, its construction and practical transformation in different scenarios, through dialogue proposals that integrate the cognitive, the socio affective and the practical. The following paper aims to analyze from a critical and reflective stance the importance of affectivity in the acquisition of knowledge, and a dialogic proposal that allows to address other fundamental issues in the educational process of learners.

Keywords:

Cognition; Education; Emotions; Intercultural dialogue; Knowledge; Reality.

 

Preguntarse por la relación entre afectividad y conocimiento sería dejar de lado el modelo de enseñanza tradicional para darle paso a métodos más prácticos y menos estrictos que le permitan al alumno la aprehensión del conocimiento, teniendo en cuenta su individualidad y sus intereses. Es menester que se sustituya el modelo heteroestructurante que está enmarcado en un entorno tradicional, donde el estudiante asume un papel pasivo en tanto copia y repite el conocimiento transmitido por el profesor (De Zubiría, 2006). Desde este modelo, el profesor representa una figura autoritaria que se limita a dirigir y hacer repetir la conducta y el conocimiento que es apropiado para el contexto social en el que se encuentra.

De la misma manera, es importante trascender el modelo autoestructurante que solo privilegia el rol del estudiante en su proceso de aprendizaje, sin considerar el papel mediador de la familia, la escuela, la política, la economía, el contexto sociocultural y sus demandas actuales, así como los medios de comunicación masiva, que hoy día se han convertido en el nuevo canal para moldear el estilo de vida de las personas.

Como se puede ver, ninguno de los dos modelos mencionados habla de la afectividad en el proceso de enseñanza y aprendizaje, cuyo factor es relevante en la educación, ya que el estudiante no debe ser entendido únicamente como alguien que produce y reproduce conocimiento sin ser sensible ante lo que aprende. Por ello, es importante hablar de un modelo que dialogue con la multidimensionalidad del ser humano, un modelo que haga énfasis en el papel activo del alumno para la construcción de su propio conocimiento, entendiendo su manera particular de ver el mundo y cómo se sitúa en él; conocer sus valores, creencias, actitudes, mediadores culturales, el contexto y otros elementos que coexisten. Se necesita de un modelo que busque formar individuos más integrales a nivel cognitivo, afectivo y práxico (De Zubiría, 2006), es decir, un modelo que dialoga con las necesidades y diferencias individuales, cuyo fin debe ser: potenciar las habilidades de quien aprende, aprender a aprender con sentido y, sobre todo, a ser sujetos senti pensantes, que sean sensibles y responsables con su proyecto de vida y las realidades sociales. De ahí que, debería tenerse en cuenta la afectividad como una parte esencial para la búsqueda, construcción y transformación del conocimiento. La afectividad debe ser vista como un elemento capaz de motivar al aprendiz a cuestionarse sobre el mundo que lo rodea y sobre sí mismo, incentivándolo a moverse de su quietud para explorar más allá de lo que ve aparentemente, convirtiéndose así, en un ser pensante y crítico capaz de generar nuevos saberes y apropiarse del conocimiento adquirido.

Esto último deja ver que, tanto maestro como aprendiz tienen mucho que aprender el uno del otro, porque quienes transmiten el conocimiento no deben ser egoístas con lo que saben y asumir que los demás tengan que compartir su idea, sino que, es a partir de la diferencia y/o diversidad de saberes como este se enriquece y permite trascender tanto al que aprende como al que enseña, encauzándolos a otras verdades que desconocían, porque no hay verdades absolutas. Ante esto, es importante reconocer que la enseñanza afectiva, tal como señala García Cabrero (2009): “toma en cuenta las actitudes de los estudiantes, así como sus sentimientos y creencias, lo cual los motiva a incorporar durante el aprendizaje, sus intereses y experiencias personales” (p. 4), esto quiere decir que, el maestro también debe aprender a moverse de su status para sensibilizarse e identificarse con el aprendiz, reconociendo en el otro-alumno su diferencia. Esto último, da cuenta de la habilidad empática e interpersonal del docente y los alumnos para generar un ambiente favorable que propicie la adquisición de nuevos saberes. El ambiente o lugar de aprendizaje trasciende las aulas de clase dentro de una institución educativa, se pone en otras esferas sociales.

De acuerdo con lo anterior, la enseñanza no debe estar orientada meramente a los procesos cognitivos, sino también al ser, en cuanto a su dimensión social, ética y afectiva, que le permita transitar desde su individualidad para ser capaz de relacionarse con el otro como un sujeto que también sabe, piensa y siente. Cabarcas Bello (2017) expone “El Kuagro, un Zambapalo en el aula”, como una propuesta pedagógica intercultural, haciendo referencia al “Ubuntu” como el reconocimiento del otro: “yo soy porque tú eres”, lo cual permite ver que el otro, desde su historicidad, también tiene algo que aportar a esta construcción de conocimiento. Por eso, tanto maestro como estudiantes deben romper esa barrera que los diferencia para poder conocerse mutuamente y generar un clima de confianza en las aulas o cualquier otro escenario que propicie el diálogo de saberes.

En palabras de Fray Luis Amigó y Ferrer (como se cita en Martínez Pérez, 2009, p. 6): “el amor es el móvil que impulsa al hombre en todos sus actos … sin el amor, el hombre está muerto” y, en esta lógica, el maestro podrá ser capaz de transmitir el saber desde la afectividad, podrá convertirse en un partero que “está ahí, a las afueras, al lado, al borde, para asistir, para ayudar, para jalar o dar ánimos” (Vásquez Rodríguez, 2000, p. 35), y no dejar que sus alumnos se pierdan del objeto que buscan. Así como dice De Zubiría (2006): “se trata de formar seres más libres, más éticos, más autónomos, más interesados, más solidarios y comprometidos consigo mismos y con los demás. Seres más integrales” (p. 23).

En este orden de ideas, el maestro es un sembrador, porque educar es una tarea de cultivar y el punto final de la cosecha será el alumno, el fruto que enseñará a otros, y se convertirá en la fuente del conocimiento. Sirve como un faro de luz que no permite que sus discípulos se pierdan en la oscuridad, los guía y si es necesario los vuelve a encauzar en el camino; en efecto, él actúa liberándolos de la ignorancia (Vásquez Rodríguez, 2000), mientras que el alumno debe ser humilde para dejarse guiar en el conocimiento; no confundir la exigencia como algo negativo y difícil, sino como una manera de expresar afecto y preocupación por lo que hace.

En consecuencia, al hablar de la afectividad y su relación con el conocimiento, se estaría asumiendo la existencia de un eros en el sistema educativo, lo que quiere decir que entre docente y estudiante sí podría existir una relación afectiva, sin salirse del propósito que tiene, este es, generar espacios que favorezcan la aprehensión del conocimiento, y por qué no, que se convierta en un apoyo para sus estudiantes. De igual manera, se espera que el alumno sea un futuro comunicador del conocimiento, conectándose con los otros, reconociendo que las diferencias no deberían alejarlos sino unirlos, porque el conocimiento se alimenta de esa diversidad: un saber multicultural, en el cual se reconoce el contexto y/o territorio de origen, porque su historia nutre el conocimiento y, desde ahí, nacen los primeros interrogantes que se hace todo hombre; por tanto, se debe resaltar la memoria histórica a través de la cual se podrá caminar sobre los pasos de otros (Macas Zhigue, 2019), además porque los saberes construidos no tienen sentido si son descontextualizados.

A manera de conclusión, se puede decir que la afectividad necesita ser reconocida como un elemento importante que permite incentivar a los alumnos en la búsqueda de nuevos saberes, así como su construcción y transformación práctica en diferentes escenarios, a través de propuestas dialogantes que integren lo cognitivo, lo socio afectivo y lo práxico, buscando sacar al estudiante de su asiento para que se interese por el mundo circundante, el otro y sobre sí mismo, de tal manera que se sienta capacitado para recibir todo aporte externo a él, así como convertirse en una fuente de saberes que se enriquece desde la diversidad, el compromiso y la necesidad de transitar hacia nuevas vías de conocimiento. Para ello, es indispensable la actitud activa del alumno, el ambiente cálido entre él y el docente, en tanto sean capaces de reconocerse mutuamente, mirar más allá del rol que cada uno ejerce y encontrarse como un todo, una unidad que comparte un objetivo en común: aprender. Así mismo, es necesario desaprender para volver a aprender, es decir, resignificar lo aprendido y situarlo en el contexto social contemporáneo. Urge que la enseñanza empiece a tener en cuenta al ser humano de una manera más íntegra, no solo desde su capacidad cognitiva sino desde su afectividad, ética y sociabilidad, porque como dice Baltasar Gracián (como se cita en Garritz Ruiz, 2009): “de nada sirve que el entendimiento se adelante si el corazón se queda” (p. 213).

Conflicto de intereses

El autor declara la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.

Referencias

Cabarcas Bello, B. (2017). “El Kuagro, un Zambapalo en el aula”. Una propuesta pedagógica intercultural. Revista Adelante–Ahead, 8(1), 13 22. http://ojs.unicolombo.edu.co/index.php/adelante ahead/article/view/128/124

De Zubiría Samper, J. (2006). Hacia una pedagogía dialogante. (El modelo pedagógico del Merani). https://es.slideshare.net/viteriange/hacia-unapedagogiadialogante

García Cabrero, B. (2009). Las dimensiones afectivas de la docencia. Revista Digital Universitaria, 10(11), 01 12. http://www.revista.unam.mx/vol.10/num11/art71/int71.htm

Garritz Ruiz, A. (2009). La afectividad en la enseñanza de la ciencia. Educación Química, 20(1), 212-219. https://doi.org/10.1016/S0187-893X(18)30055-7

Macas Zhigue, M. F. (2019). Lo femenino en el pensamiento ancestral: pacha, mujer, e interculturalidad. XIII Congreso de Filosofía Intercultural, Universidad Católica Luis Amigó, Medellín, Colombia.

Martínez Pérez, F. M. (enero de 2009). El concepto de humanismo cristiano en la FUNLAM. (Directiva Pedagógica, 1-17) [Documento]. Fundación Universitaria Luis Amigó-Vicerrectoría Académica. https://vdocuments.mx/el-concepto-de-humanismo-cristiano-en-la-funlampdf.html?page=1

Real Academia Española. (2014). Afectividad. En Diccionario de la lengua española (23.ª ed.). https://dle.rae.es/afectividad

Vásquez Rodríguez, F. (2000). Oficio de maestro. Universidad Javeriana.

Notas de autor

Jhon Delio Rivera Alzate

Estudiante del programa de Psicología de la Universidad Católica Luis Amigó, Medellín-Colombia. Contacto: jhon.riveraal@amigo.edu.co