Artículo de reflexión

Comunidad, levántate y anda: reflexión teórica y crítica a la luz de la psicología de la liberación

Community, get up and walk: theoretical and critical reflection in the light of liberation psychology

Recibido: 5 de agosto de 2020 / Aceptado: 15 de enero de 2021 / Publicado: 1 de julio de 2021

Forma de citar este artículo en APA:

Rivera Alzate, J. D. (2021). Comunidad, levántate y anda: reflexión teórica y crítica a la luz de la psicología de la liberación. Poiésis, (40), 52-56. DOI: https://doi.org/10.21501/16920945.4052

Jhon Delio Rivera Alzate

Resumen

La historia colombiana ha sido contada desde el dolor por las víctimas que han sufrido la pérdida de seres queridos, así como desde su identidad sociocultural e histórica, aferradas a la idea de superar una paz incompleta y sórdida. Es así como se vuelve necesario que la realidad de tantas comunidades marginadas y silenciadas por la violencia, la injusticia y la opresión sea resignificada y transformada desde la misma comunidad a través de prácticas liberadoras. Este ensayo tiene como objetivo reflexionar de manera teórica y crítica sobre la realidad histórica de la comunidad en Colombia, reconociendo su poder para transformar aquellos problemas emergentes que todavía se presentan. Se asume la psicología de la liberación como una propuesta que permite abordar problemáticas comunitarias, fortaleciendo y problematizando su realidad, reconstruyendo su historia, rescatando su identidad y aquellos elementos que sirvieron en el pasado y que podrán servir en estos tiempos; y, por último, desideologizando tanto la experiencia cotidiana para darle un sentido original como la psicología misma en cuanto paso primordial para las prácticas liberadoras.

Palabras clave:

Participación comunitaria; Acción comunitaria; Comunidad; Historia; Libertad.

Abstract

Colombian history has been told from the pain of the victims who have suffered the loss of loved ones, as well as from their socio-cultural and historical identity, clinging to the idea of overcoming an incomplete and sordid peace. This is how it becomes necessary that the reality of so many marginalized communities silenced by violence, injustice and oppression be redefined and transformed from the community itself through liberating practices. This essay aims to reflect theoretically and critically on the historical reality of the community in Colombia, recognizing its power to transform those emerging problems that are still present. The psychology of liberation is assumed as a proposal that allows addressing community problems, strengthening and problematizing its reality, reconstructing its history, rescuing its identity and those elements that served in the past and that may serve in these times; and, finally, de-ideologizing both the daily experience to give it an original sense and psychology itself as a fundamental step for liberating practices.

Keywords:

Community participation; Community action; Community; Community; History; Freedom.

La tierra es una fiesta a la que fuimos invitados, y nadie tiene derecho a usurpar el pan, el vino, las rosas
Gonzalo Arango

Durante muchos años la historia de Colombia ha sido contada desde el dolor. El territorio colombiano ha sido uno de los escenarios más violentos y desgarradores, el centro de tantas comunidades marginadas y silenciadas. Por ejemplo, no se podrá olvidar actos tan dolorosos como los ocurridos el 2 de mayo de 2002 en Bojayá, Chocó, o el 21 de febrero de 2005 en San José de Apartadó, y sin ir tan lejos se puede citar lo ocurrido en la comuna 13 de Medellín en el 2002, lugar que, bajo el famoso nombre de operación Orión, se convirtió en un campo de batalla que mató el sueño de tantos inocentes. Es seguro que se pueden citar muchos más actos como estos, pero tal no es el fin de este escrito, sino reconocer que, a pesar de esa historia, hay personas que se aferraron a la vida y, más que esto, a una paz que les ha costado tanto. Es necesario que se resignifique la historia junto a sus actores, porque cada uno de ellos tiene algo que contar, a cada uno le corresponde una parte. Esto es el inicio de un camino arduo, pero alentador, porque todavía hay gente que sueña, espera, cree y, aunque muchos de ellos son asesinados por llevar la batuta, siguen de pie porque se han cansado de ser silenciados y exiliados de su propia historia.

Aunque tratar de recordar la historia implique revivir el dolor, es necesario hacerlo para que las comunidades sean liberadas de esa idea falsa de que la paz, tantas veces negada, está en manos ajenas y no dentro de ella. La paz que buscan, la justicia que anhelan solo la pueden construir en comunidad, sin divisiones, porque, como dice Gonzalo Arango (2016): “una mano más una mano no son dos manos, son manos unidas”, entonces “une tu mano a nuestras manos para que la patria no esté en pocas manos, sino en todas las manos” (p. 317). Si es necesario, sublévense, pero no desde la idiotez y la ignorancia, sino desde la crítica y la participación activa, esto es, desde una comunidad fortalecida que, como menciona Ulloa (citado en Musitu y Buelga, 2004), es “una comunidad que sabe lo que tiene, lo que quiere, puede hacerlo, quiere hacerlo, lo está haciendo, lo comparte” (p. 184). Y es que para que la comunidad sea escuchada, necesita fortalecerse y la única manera de hacerlo es a partir de la participación activa y conjunta.

Aquí la psicología comunitaria juega un papel importante; sobre todo, unos psicólogos desde cuyo quehacer se sensibilizan y se comprometen con la transformación de estas realidades opresoras en las que se encuentra la comunidad. Pero el psicólogo comunitario no va a ser un actor meramente externo, sino que debe insertarse en la realidad de la comunidad objetivo, es decir, él como agente de cambio que trabaja en conjunto con la comunidad, la lleva a entender cuáles son sus problemáticas o necesidades y cuáles sus recursos o potencialidades. Es así como el psicólogo entra al campo, no como alguien que va a resolver todos los problemas, sino como un facilitador senti-pensante.

Por eso es urgente que desde la academia los futuros profesionales en este campo se empiecen a cuestionar y a preocupar por la historia de su propio contexto, desligándose de las teorías que se hallan en otros lugares diferentes al latinoamericano, más aún, de aquellas que no convoca la realidad colombiana, porque es necesario que la psicología entienda que “sólo desde el mismo pueblo oprimido será posible descubrir y construir la verdad existencial de los pueblos latinoamericanos”, dicho con palabras de Martín-Baró (1986, p. 236). Esto supone poner en práctica, de manera urgente, las tareas que este autor propone para una psicología de la liberación; estas son: la recuperación de la memoria histórica, que no solo se trata de recuperar el sentido de la propia identidad, no solo el orgullo de pertenecer a un pueblo y contar con una cultura característica, sino también de rescatar aquellos elementos que sirvieron en el pasado y que servirán en estos tiempos para la liberación; en segundo lugar, es importante contribuir a desideologizar la experiencia cotidiana, pues los países latinoamericanos “están sometidos a la mentira de un discurso dominante que niega, ignora o disfraza aspectos esenciales de la realidad” (p. 238), discurso que, en últimas, tiene un carácter alienador, que distrae a las personas para que no se cuestionen sobre su realidad, para que sigan sometidas bajo las estructuras de poder y explotación. Entonces, afirma Martín-Baró, desideologizar consiste en “rescatar la experiencia original de los grupos y personas y devolvérsela como dato objetivo, lo que permitirá formalizar la conciencia de su propia realidad verificando la validez del conocimiento adquirido” (citado en Martín-Baró, 1986, p. 238).

Por último, esta disciplina debe trabajar para fortalecer las virtudes de los pueblos, las cuales están dentro de la misma estructura social que han permitido a las comunidades sobrevivir históricamente ante las condiciones de inhumana opresión y represión (Martín-Baró, 1986), así como también les han permitido seguir guardando la esperanza de un mejor mañana.

Todo lo que se ha mencionado hasta ahora demuestra que el psicólogo y la comunidad deben problematizar su realidad, de tal manera que puedan nombrarla a medida que van recuperando su historia. Esto quiere decir que la comunidad debe creer en su poder para transformar. Sí, es necesario que la comunidad se levante y alce su voz contra las estructuras alienantes, porque ha sido ella misma la que, distraída por el falso discurso de liberación, ha caído en la trampa y ha elegido a sus gobernantes; así como dice Gonzalo Arango (2016): “ellos son poderosos porque nos han robado nuestra fuerza. Con nuestra fuerza los hemos empujado al trono. Pero nos han traicionado. Nos han capado la dignidad y el coraje” (p. 67). Entonces, si se quiere avanzar para darle un nuevo giro a la historia, se debe cuestionar la manera como están decidiendo los gobernantes, pues los problemas que han acontecido en el contexto sociopolítico colombiano ha sido producto de los errores, omisiones y acciones de individuos que establecen relaciones basados en patrones, formas o modelos históricamente construidos, los que perpetúan ejercicios de autoritarismo, dominación, inferioridad y exclusión (Barrera-Machado, 2017). Eso también implica que la psicología se libere a sí misma, se mueva de las practicas estereotipadas de las teorías y metodologías made in Estados Unidos y Europa, porque el contexto colombiano debe pensarse de manera diferente desde su propia historia y, de esta manera, preguntarse más a fondo qué impacto tiene el quehacer del psicólogo en la construcción de estas realidades y, así, entender cuál es el poder de la psicología en Colombia y cuál es la psicología del poder colombiano (Martín-Baró citado en Barrera-Machado, 2017).

En conclusión, la comunidad podrá levantarse y andar cuando entienda que el poder para la transformación no está afuera, sino dentro de sí misma. La esperanza de un mejor mañana le ha permitido sobrevivir a las secuelas que ha dejado la guerra, como la impunidad que por sí misma ha cavado la tumba de los que hoy son recordados con dolor, de los miles de inocentes que murieron en una guerra que no eligieron, pero que se les impuso de golpe. Ahora es el momento de los que han sido marginados, no hay otro. Que la vida se resista a la muerte en vida, a la injusticia, opresión, exclusión y dominación. He ahí una comunidad que, a pesar del dolor, reconoce y entiende que necesita resignificar la historia para fortalecerse con los elementos que un día le sirvió; sabe cuáles son sus necesidades, pero también sus potencialidades, en tanto que son recursos que movilizan a las personas. No huyan porque es lo que quiere el sistema, más bien actúen sobre su realidad mancomunadamente; esto desde la acción crítica, pues con el silencio y la pasividad acostumbrada no van a lograr nada. Es menester que salgan de los libros de historia y se tome otro giro a partir de prácticas liberadoras, entendiendo que la participación es condición para el fortalecimiento y para la autonomía. Como miembros de la comunidad, aquellos son los recursos más importantes que puede tener el psicólogo comunitario, y sus realidades, que deben ser nombradas para la búsqueda de estrategias efectivas que permitan intervenirlas. Esto es, un trabajo que empieza desde y con la comunidad, reconociendo que en ella está el poder y que no necesitan de las armas para vencer, porque, como dice Gonzalo Arango (2016), “no reconozcas el poder de los poderosos. Ellos sólo cuentan con las armas. Pero hay en ti un poder indestructible. Te pueden acribillar a balazos, aprisionar, degradar, pero serás invencible si no te rindes a su mentira” (p. 66).

Conflicto de intereses

El autor declara la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.

Referencias

Arango, G. (2016). Obra negra (ed. iii). Fondo editorial Universidad EAFIT, Corporación Otraparte.

Barrera-Machado, D. (2017). Realidades dadas en Colombia: un llamado urgente a la psicología de la liberación. Revista Kavilando, 9(1), 229-242. https://www.kavilando.org/revista/index.php/kavilando/article/view/208

Martín-Baró, I. (2006). Hacia una psicología de la liberación. Boletín de Psicología, (22), 219-231. https://sociopsicologia.files.wordpress.com/2010/08/hacia-una-psicologia-de-la-liberacion-ignacio-martin-baro.pdf

Musitu, G., y Buelga, S. (2004). Desarrollo Comunitario y Potenciación. En G. Musitu, J. Herrero, L. Cantera y M. Montenegro (Eds.), Introducción a la Psicología Comunitaria (pp. 167-195). UOC. https://pdfs.semanticscholar.org/6767/4ba035391888de9cee6d2920896d674ab7d8.pdf

Notas de autor

Jhon Delio Rivera Alzate

Estudiante de Psicología de la Universidad Católica Luis Amigó (Medellín, Colombia). Contacto: jhon.riveraal@amigo.edu.co