Forma de citar este artículo en APA:

Martínez Villarroya, J. (2023). Philip k. Dick y el gnosticismo: catálogo de mitemas compartidos. Perseitas, 11. DOI: https://doi.org/10.21501/23461780.4498

PHILIP K. DICK Y EL GNOSTICISMO: CATÁLOGO DE MITEMAS COMPARTIDOS

Philip K. Dick and gnosticism: a catalog of shared mythemes

Artículo de reflexión derivado de investigación

DOI: https://doi.org/10.21501/23461780.4498

Recibido: agosto 19 de 2022. Aceptado: febrero 3 de 2023. Publicado: marzo 6 de 2023

Javier Martínez Villarroya

Resumen

A partir de las propuestas metodológicas de los Estudios del Imaginario, este trabajo busca mostrar que algunas de las principales tramas ideadas por Philip K. Dick tienen un sustrato gnóstico. Para ello, en primer lugar, mencionamos algunos datos biográficos que muestran el interés de Dick por el gnosticismo; en segundo lugar, identificamos mitemas idénticos entre ambos corpus (“este mundo es un engaño”; “este mundo es una prisión de hierro”; “el iniciado tiene un doble”; etc.). Con ello, esta investigación contribuye al debate científico en torno a la recepción y reutilización de antiguos mitos en la literatura de ciencia ficción.

Palabras clave

Ciencia ficción; Doppelgänger; Estudios del Imaginario; Gnosticismo; Mitocrítica; Monomito; Prisión de hierro.

Abstract

Based on the methodological proposals of the Studies of the Imaginary, this work aims to show that some of the main plots devised by Philip K. Dick have a Gnostic substratum. To do this, first, we mention some biographical data that show Dick’s interest in Gnosticism; secondly, we identify identical mythemes between both corpora (“this world is a hoax”; “this world is an iron prison”; “the initiate has a double”; etc.). With this, this research contributes to the scientific debate about the reception and reuse of ancient myths in science fiction literature.

Keywords

Doppelganger; Gnosticism; Imaginary’s Studies; Iron prison; Monomyth; Mythocriticism; Science fiction.

La religión nunca desaparece, solo se transforma.

— Émile Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa

El porvenir es tan irrevocable como el rígido ayer (…). No te rindas. La ergástula es oscura, la firme trama es de incesante hierro, pero en algún recodo de tu encierro puede haber un descuido, una hendidura. El camino es fatal como la flecha pero en las grietas está Dios, que acecha.

—Jorge Luis Borges, “Para una versión del I King”

 

Introducción

Philip K. Dick fue uno de los autores más influyentes de ciencia ficción. Sus obras se cuentan entre las más leídas del género y periódicamente son llevadas a la pantalla. Algunos de los temas recurrentes en ellas (por ejemplo, que la realidad es sueño), los hallamos en autores de diferentes ámbitos culturales, como Calderón, Shakespeare, Dante, Virgilio o Platón. Sin embargo, parece claro que hay un sistema de pensamiento que especialmente inspiró a Dick: el gnóstico (Cusack, 2018). En ese texto buscamos una correlación entre el universo de Dick y el gnóstico, y mostramos que algunas de las ideas gnósticas han regresado al imaginario colectivo (o que nunca se han ido).

Dado que el corpus gnóstico y el de literatura de ciencia ficción son muy vastos, para esta búsqueda estrechamos ambos: por un lado, nos centramos en la lectura de Hans Jonas, quien fungió como referente en la primera parte del siglo XX y en la biblioteca de Nag Hammadi, cuyo descubrimiento marcó una época; por el otro, nos centramos en la ciencia ficción firmada o inspirada en Philip K. Dick. ¿Por qué?

A mediados del siglo XX hubo dos grandes descubrimientos que sobrepasaron los cauces de la academia y despertaron sumo interés en la sociedad en general: en 1945, en el Alto Egipto, unos pastores descubrieron accidentalmente los papiros que conforman la llamada Biblioteca de Nag Hammadi; un año después, en 1946, en Qumrán, otros pastores dieron con los llamados manuscritos del Mar Muerto. La publicación de estos textos fue relativamente rápida, y las ideas en ellos expuestas permearon entre los intelectuales rebeldes de los años 50, especialmente porque cuestionaban el canon cristiano. En la convulsa California de los 60, su lectura fue habitual. Dick incluso acudió a Londres a conocer a uno de los exégetas de los manuscritos del Mar Muerto, John Allegro (Carrère, 1993, p. 176). Su última novela, The Transmigration of Timothy Archer (Dick, 2011a), es la historia de un alcohólico que viaja a Israel a examinar una traducción de estos manuscritos.

Dick no tuvo una formación religiosa ortodoxa y conoció el ateísmo (su primera esposa fue acusada de comunista). Sin embargo, su biografía constata un anhelo espiritual desde temprana edad: de niño se pasó todo un invierno jugando a ser uno de los primeros cristianos, encerrado en una catacumba (Carrère, 1993, p. 14). Años después, la primera vez que consumió LSD (incitado por la lectura de Las puertas de la percepción, de Huxley), tuvo una visión horrible. Su psicólogo trató de tranquilizarlo argumentando que había tenido una alucinación provocada por la droga. Dick abandonó el consultorio compungido y entró en una iglesia. Se confesó. El sacerdote lo escuchó atentamente y le respondió que lo que había visto era real, Satán quien se le había aparecido. Según Carrère (1993, pp. 125-126), el hecho de que la iglesia le creyera (en lugar de tomarlo por loco o alucinado), hizo que se convirtiera al cristianismo apostólico romano.

Cabe, asimismo, preguntarse por qué centrarnos en los textos descubiertos en Nag Hammadi y no en los de Qumrán. Aunque sería pertinente analizar ambos grupos, justificamos el foco de la investigación basándonos, además de en los trabajos ya existentes sobre la influencia del gnosticismo en Dick (DiTommaso, 2001; Critchley, 2021), en importantes evidencias: en The Divine Invasion, toda la trama se arma en torno a la figura del Dios exiliado; tanto en Valis (2001a) como en sus diarios las referencias a los textos de Nag Hammadi son explícitas. En estos leemos Los diez principios principales de la revelación gnóstica y una carta a Claudia Bush el 16 de julio de 1974 en la que Dick relata (2011b) que cada noche recibe en sueños información sobre las religiones del mundo antiguo, especialmente del zoroastrismo, del culto mistérico de Pitágoras, de los órficos y de los gnósticos, y que “todo esto me llega en sueños, muchos sueños, cientos de sueños, una y otra vez” (carpeta 4).1 Dick no tiene una relación intelectual con el gnosticismo, padece la experiencia gnóstica en su propia piel —de modo semejante a Jung, a quien se le aparecieron viejos muertos cristianos que lo llevaron a escribir los Sermones de los muertos (Jung, 2008, p. 37)—:

un suceso al que los fans de Dick se refieren simplemente como “el pez dorado”. El 20 de febrero de 1974, Dick fue sacudido con la fuerza de una extraordinaria revelación durante una visita al dentista en la que (…) recibió una buena dosis de pentotal sódico. Luego, una joven le acercó a su apartamento de Fullerton, California, una botella llena de pastillas Davron. La joven llevaba en el cuello una cadena con un pequeño colgante en forma de pez dorado, un antiguo símbolo cristiano (…). El colgante en forma de pez dorado emitió un rayo de luz y parece que Dick, súbitamente, experimentó lo que luego llamó, con un guiño a Platón, anamnesis: una especie de captación o recuerdo integral de la totalidad del conocimiento. Dick aseguró tener acceso directo a lo que los filósofos han llamado la facultad de la “intuición intelectual”: la percepción directa por parte de la mente de una realidad que se esconde tras el velo de la apariencia. (Critchley, 2012, párrs. 3 y 4)

Este episodio de su vida es una evocación de lo que hasta fechas recientes se consideró el fundamento del gnosticismo: la salvación es una gnosis, y la gnosis, salvación. Sin embargo, en el célebre congreso de Messina de 1966, los principales especialistas en gnosticismo del mundo, aunque no pusieron en duda el término gnosticismo, no alcanzaron una definición consensuada (Bianchi, 1967; Destro & Pesce, 2021), y unas décadas después se publicaron textos que lo ponían seriamente en duda (Williams, 1996; King, 2003). Hoy son comunes los trabajos que cuestionan categorías clásicas en su estudio, como la del corpus ofita y el setiano (Rasimus, 2009, p. 283), o incluso trabajos que señalan la fragilidad del concepto como resultado del giro antiesencialista en la epistemología (Thomassen, 2021, p. 2).

Sin embargo, es evidente que estas consideraciones no pudieron afectar lo que Dick entendía por gnosticismo, puesto que son posteriores. Con toda probabilidad, Dick conoció el fenómeno gnóstico a partir de los estudios más conocidos de su época. Entre estos, cabe destacar La religión gnóstica, de Hans Jonas (1958/2000), y en el cual defiende que el existencialismo contemporáneo es un “nuevo gnosticismo”: ambos parten de la experiencia del abismo que separa al ser humano y la naturaleza. A pesar de que el corpus de fuentes consideradas gnósticas es muy heterogéneo, para Jonas “contiene un indisoluble núcleo mitológico” (p. 80). En su lectura, el gnosticismo floreció por dos razones histórico-sociales principales: el intercambio cultural con Oriente tras las conquistas de Alejandro Magno, y la desaparición de las ciudades estado y consolidación del imperio romano. En el gnosticismo habría coagulado el desencanto profundo hacia el orden político establecido, a tal grado que ha sido designado como una doctrina acósmica, es decir, que considera el orden material como demoniaco, a diferencia de lo que hasta entonces había sucedido, pues para los pensadores clásicos el orden de la realidad era divino (Jonas, 1958/2000, p. 301). Por esta tendencia acósmica —que algunos suavizan (Lewis, 2013)—, el gnosticismo sitúa el principio del bien fuera de la realidad ordinaria.

Por otro lado, Dick conoció el gnosticismo de la mano de los pensadores de la Filosofía Perenne, como Schuon o Huxley, y que defienden que en todas las religiones hay una base común espiritual a la cual todos tenemos acceso, aunque no hallaremos su rastro en los “filósofos o literatos profesionales”, sino en los “santos, profetas, sabios o iluminados” (Huxley, 1945/2003, p. 12), quienes enfatizan la importancia del autoconocimiento: “El conociente y lo conocido son uno. Los simples imaginan que deberían ver a Dios, como si Él estuviera allí y ellos aquí. No es esto. Dios y yo somos uno en el conocimiento”, dice Eckart (como se cita en Huxley, 1945/2003, p. 27). Boecio afirma: “En otras criaturas vivientes, la ignorancia de sí es naturaleza; en el hombre, es vicio” (como se cita en Huxley, 1945/2000, p. 201).2 Este tipo de afirmaciones han sido relacionadas con la esencia del gnosticismo. García Bazán (1978) comienza su primer estudio afirmando que

el gnosticismo es una forma de filosofia perennis et universalis, porque patentiza en sus mitos, sus ritos y el comportamiento teórico y práctico de sus adherentes más auténticos, una experiencia profunda de lo Absoluto como la Unidad verdadera a cuya luz todo se ilumina, pero ante la cual todo, asimismo, desaparece. (p. 12)

Finalmente, debe considerarse que la lectura que Dick hizo del gnosticismo también se vio seguramente determinada por el psicoanálisis, y es sabido que Jung fue un ferviente estudioso del fenómeno, que utilizó el nombre de Basílides de Alejandría como seudónimo (Jung, año/2019; 2008) y poseyó uno de los manuscritos de Nag Hammadi (el Códice Jung).

Por un lado, hay algunos estudios generales sobre la influencia del gnosticismo en la cultura contemporánea (DeConick, 2016; Wilson, 2006), pero no se centran como nosotros en Dick. Por otro, estudiar los paralelismos entre ciencia ficción y mitología es relevante por diversidad de motivos. Primero, la ciencia ficción ocupa parte del lugar que en otros tiempos ocupó la mitología (Eco, 1964/1984). Segundo, permite hacer una crítica del mundo planteando mundos alternativos, como Dick defendía (Rossi, 1996, p. 208). Tercero, si resulta que la ciencia ficción más exitosa se inspira en motivos tradicionales, esto refuerza la vieja idea de que la creación literaria es en gran medida recreación. Cuarto, la ciencia ficción comparte enseñanzas ancestrales antaño transmitidas por la mitología (Martínez Villarroya, 2019), lo que podría explicar parte del éxito de algunas tramas con motivos gnósticos tanto entre la intelectualidad (el Péndulo de Foucault, de Eco) como entre el gran público (El Código da Vinci, de Dan Brown) (Cusack, 2018).

Mitodología

Para comparar los dos corpus, nos centramos en lo que se ha llamado unidades constitutivas brutas o mitemas, y que son deudoras de conceptos previos. ¿Hallamos los mismos mitemas en Dick, en la filmografía inspirada en él y en la Biblioteca de Nag Hammadi?

En el siglo XIX, Adolf Bastian, destacado médico y viajero, llamó “ideas elementales” a ciertos temas recurrentes en todas las culturas (cuyo estudio sería propio de la psicología) y las distinguió de las “ideas étnicas”, que serían las particulares de cada cultura, y a cuyo estudio se dedican historiadores y etnólogos (Campbell, 1949/2013, p .13). Jung denominó a estas ideas universales “arquetipos del inconsciente colectivo”, y consideró que estas huellas simbólicas universales que se manifiestan en todas las épocas y culturas son mensajes que nos llegan “desde nuestros adentros” (Károly Kerényi utilizó el concepto de mitologema para referirse a algo parecido). Los pensadores de la Filosofía perenne consideraron que toda religión contiene rastros de la revelación única y originaria que se dio in illo tempore, y que su núcleo se habría transmitido de forma inconsciente y pervivido en todas las tradiciones (Guénon, 1962/1995; Burckhardt, 1958/1999; Coomaraswamy, 1947/1999). Estas ideas elementales, arquetipos y enseñanzas de la tradición primordial son, a su vez, deudoras de conceptos anteriores, como las ideas platónicas o los topoi literarios estudiados desde la antigüedad.

Los etnógrafos e historiadores, por su parte —si seguimos con la terminología de Bastian— se han centrado en las “ideas étnicas”, que son aquellas que sí están condicionadas por la cultura y la historia, y a las que Eliade (1949/2001) llamó “hierofanías” (Campbell, 1986/2013, p .127). En esta línea, los estudios clásicos de Vladimir Propp, Antti Aarne y Andre Jolles buscaron encontrar una gramática común en las narrativas folclóricas: “Es difícil dar nombre a esas estructuras que hasta ahora hemos denominado unidades del acontecimiento. La historia literaria, con una terminología confusa, al enfrentarse con esas unidades y sin comprenderlas del todo, suele llamarlas motivos” (Jolles, 1930/1972, p. 46).

Lévi-Strauss (1955) acuñó el concepto de mitemas, que definió como las “unidades constitutivas mínimas de un relato mítico” . Para ser consideradas como tales, deben aparecer en todas las versiones del mito en cuestión, y el modo de identificarlas es el siguiente:

sabemos que no se encuentran entre fonemas, morfemas o semantemas, sino en un nivel superior; de lo contrario, el mito se confundiría con cualquier otro tipo de discurso. Por lo tanto, debemos buscarlos al nivel de la oración (…). La técnica que ha aplicado hasta ahora este escritor consiste en analizar cada mito individualmente, descomponiendo su historia en frases lo más cortas posibles, y escribiendo cada frase en una ficha con un número correspondiente al desarrollo de la historia. (p. 431)

Gilbert Durand buscó desarrollar las propuestas del estructuralismo con las aportaciones del psicoanálisis y de la fenomenología, y habló de “constelaciones de imágenes”. Así, pretendía tener en cuenta tanto la fuerza histórica de las imágenes (contemplada en la aproximación estructuralista) como la fuerza psicobiológica y ahistórica (contemplada en la jungiana). El mundo intermedio entre lo objetivo y lo subjetivo sería, justamente, el mundo de lo imaginario, que entre los musulmanes fue en ocasiones identificado con el mundo que hay entre la tierra y el cielo, el mundo de los ángeles (Corbin, 2006). Durand (1960/2004) define imaginario como “el trayecto en el cual la representación del objeto se deja asimilar y modelar por los imperativos pulsionales del sujeto, y en el cual, recíprocamente, las representaciones subjetivas se explican por los acomodamientos anteriores del sujeto al medio objetivo” (pp. 43-44). En tal contexto propone el “método de convergencia” para el estudio del simbolismo, con el objetivo de localizar bastas constelaciones de imágenes, “constelaciones más o menos constantes y que parecen estructuradas por cierto isomorfismo de los símbolos convergentes” (Durand, 1960/2004, p. 45). En la analogía “A es a B lo que C es a D”. En la convergencia “A es a B lo que A’ es a B’”. Teniendo en cuenta esto, analizamos seis mitemas compartidos por el gnosticismo y la ciencia ficción.

Mitema 1: “Este mundo es un engaño”

En Total Recall (Verhoeven, 1990), basada en “We Can Remember It For You Wholesale” (Dick, 2012a), Lori le dice a Quaid: “Te han borrado tu identidad y te han implantado una nueva. En ella yo fui implantada como tu esposa para poderte vigilar (…). Lo siento, Quaid. Toda tu vida es un sueño”. Este responde: “Si yo no soy yo, entonces, ¿quién demonios soy?”. Algo similar sucede en el remake (Wiseman, 2012).

En la novela ucrónica The Man in the High Castle (Dick, 2010), hoy convertida en exitosa serie (Spotnitz, 2015), Tagomi, el ministro de comercio del victorioso imperio japonés, es capaz de viajar entre dos mundos: aquel en el que se ambienta la novela (que se intuye falso y en el cual el Eje ha ganado la Segunda Guerra Mundial) y otro alternativo (que corresponde a nuestra realidad).

En The Truman Show (Weir, 1998), inspirada en Time Out of Joint (Dick, 2002; Krabbenhoft, 2000, p. 231), Truman vive en un mundo que cree real y que, sin embargo, es un gran estudio de televisión: vive en un mundo falso.

El topos el mundo es un engaño lo hallamos en multitud de culturas. La metáfora más utilizada para expresarlo es la del sueño (piénsese en Heráclito o Chuang Tzu). En el gnosticismo, la parábola de la pesadilla ilustra la experiencia que desencadena toda su cosmología:

eran ignorantes del Padre, al que no veían. Puesto que existía terror, turbación, inestabilidad, vacilación y discordia, eran muchas las ilusiones y las vacuas ficciones que los ocupaban, como si estuvieran sumergidos en el sueño y convivieran con sueños inquietantes. Bien huían a algún lugar, bien se daban vuelta extenuados, después de perseguir a otros, bien daban golpes, bien los recibían, bien caían desde grandes alturas, o bien volaban por el aire, aunque sin poseer alas. A veces les sucede como si alguien fuese a matarlos, aunque nadie los persiga, o bien como si ellos mismos mataran a sus vecinos, porque se encontraron manchados con su sangre. Una vez que los que pasan por estas cosas se despiertan nada ven, aunque estaban en medio de todas estas confusiones, puesto que ellas no existen. Semejante es el modo de los que han rechazado la ignorancia lejos de sí, igual que no tienen en ninguna consideración el suelo, así tampoco consideran sus acciones como algo sólido, sino que las abandonan como un sueño tenido en la noche. El conocimiento del Padre lo aprecian como el amanecer. De esta manera ha actuado cada uno de ellos, como cuando estaban dormidos mientras eran ignorantes. Y éste es el modo como ha llegado el conocimiento, como si se despertara. (EvV, 29, 1-30,10, en Piñero et al., 2016, p. 154).3

Vivimos en la caverna de las ilusiones y nos liberaremos de ella si recordamos. A la situación se llegó, según algunas versiones gnósticas, porque Adán fue creado más inteligente que sus propios creadores, quienes ensamblaron su cuerpo psíquico. Luego Yaltabaot (demiurgo y arconte principal) fue engañado para que insuflara vida al primer hombre:

el hombre se manifestó a causa de la centella de luz que estaba en él. Su pensamiento era superior al de todos sus creadores. Cuando éstos miraron hacia arriba vieron que su pensamiento era superior. Entonces celebraron un conciliábulo con todos los seres arcónticos y angélicos. Tomaron fuego, tierra y agua e hicieron una masa compacta, originando un gran trastorno. Entonces arrastraron a Adán hacia la sombra de la muerte a fin de modelarlo otra vez con tierra, agua y fuego y con el espíritu que procede de la materia —que es la ignorancia de la oscuridad y el deseo— y con su espíritu contrahecho. Ésta es la tumba, la nueva plasmación del cuerpo, el andrajo con que los facinerosos lo vistieron, la cadena del olvido. De esta manera fue ya un hombre mortal. Ésta es la primera caída y la primera ruptura. (ApocJn, 20, 30 – 21, 14, en Piñero et al., 2018, p. 250)

En la ciencia ficción la vida no solo es sueño, como sucede en Calderón o Shakespeare, es pesadilla, lo cual le exige al protagonista recordar su verdadero origen e intuir el principio del mal que dirige el mundo material. Este mitema es el mismo que hallamos en el imaginario gnóstico, y también en otro precedente, el órfico. Al morir, los órficos eran enterrados con tablillas de oro en las que se los conminaba a que no bebieran de la fuente de olvido. Al llegar a la fuente de memoria, debían decir, como se lee en la Laminilla de Petelia: “Soy hijo de la Tierra y del Cielo estrellado, pero mi estirpe es celeste y esto lo sabéis también vosotros, agonizo de sed y perezco, dadme prestamente del agua fresca que mana del lago de Memoria” (Díez de Velasco, 2006). De este modo, el iniciado quedaba liberado de la rueda de las reencarnaciones. Montserrat Torrents apunta justamente que la idea gnóstica según la cual el olvido de lo eterno nos mantiene aherrojados en este mundo es deudora del orfismo (Piñero et al., 2018, p. 130), y sugiere lo mismo respecto al viático que le permitiría al gnóstico llegar al pleroma (Montserrat Torrents, 1983, p. 130, n. 110). Como órficos y gnósticos, los héroes de ciencia ficción dependen de la reminiscencia para alcanzar la liberación.

Mitema 2: “Este mundo es una prisión de hierro”

El protagonista descubre estar aprisionado. En 12 monkeys (Gilliam, 1995), Cole está encerrado en una cárcel del futuro y, para ganarse el perdón, viaja al pasado —también en la película que inspiró aquella, La Jetée (Marker, 1962), el protagonista es un prisionero—. Otras veces, la prisión es psicológica, como en Flow my tears (Dick, 2001b) y Valis (Dick, 2001a), en las cuales los protagonistas descubren, al consumir drogas y abrir así su conciencia, estar encerrados en estructuras de pensamiento falsas. Una variante de esta circunstancia es cuando el protagonista descubre estar esclavizado por una memoria falsa, como en Total Recall. A veces se combinan magistralmente estas diferentes prisiones.

En The Matrix (Wachowski & Wachowski, 1999), el protagonista vive sin saberlo en un ensueño colectivo generado por máquinas, mientras su verdadero cuerpo yace en otra realidad esperando despertar. En la matriz, su nombre es Mr. Anderson (literalmente hijo del hombre). Cuando es iniciado por Trinity y Morfeo (sus nombres aluden al Espíritu Santo y al Sueño), se convierte en Neo (el nuevo hombre), y debe luchar contra Mr. Smith (literalmente, señor herrero), el guardián de la prisión de hierro. La forma de hacerlo es la gnosis.

Hay indicios para pensar que el guion de los Wachowski se inspiró en Dick e, indirectamente, en la mitología gnóstica (DeConick, 2016, p. 19). Neo comienza su aventura cuando se atreve a seguir a una mujer de cabello negro con un tatuaje de un conejo en la espalda. Este pasaje se asemeja al más famoso de la vida de Dick: “Esta joya que llevas… ¿qué es?”, le pregunta Dick a la joven de cabello negro; “Un pez”, responde la chica, “un símbolo que utilizaban los primeros cristianos” (Carrère, 1993, p. 259). Entonces Dick tiene la revelación: ella y él mismo son cristianos primitivos; el imperio nunca ha muerto, vivimos engañados.

En The Matrix, poco después de la escena con la chica de cabello negro, Trinity le extrae una especie de gusano del ombligo a Anderson para que sus enemigos no puedan rastrearlo cuando despierte en la nueva realidad. Hallamos una escena parecida en Flow my tears (Dick, 2001b, p. 20), cuando la gelatinosa esponja Callisto inserta sus cincuenta tubos en el pecho de Taverner, quien finalmente logra quitársela, tras lo cual despierta en un hospital sospechando que ha entrado en un mundo nuevo.

Hay un tercer paralelismo muy notable. En The Matrix, Morfeo le cuenta a Neo que las máquinas nos han hecho creer que vivimos en un tiempo anterior al que realmente vivimos. Esta idea aparece por lo menos en La penúltima verdad (Dick, 1964/2004) y en Valis: vivimos en “La Negra Prisión de Hierro, que es una expresión del Imperio”, y “el Imperio nunca ha acabado” (Dick, 2012a, p. 67). El tiempo cesó cuando cayó el templo de Jerusalén, en el año 70 d. C., recomenzó en 1974, y hemos vivido engañados en un sueño colectivo todo este tiempo, escribió. El premio Nobel Elias Canetti sugería lo mismo: “Una idea penosa: que más allá de un cierto momento preciso del tiempo, la historia ya no ha sido real. Sin percibirse de ello, la totalidad del género humano habría abandonado de repente la realidad” (como se cita en Baudrillard, 1983/1985, p. 12).

Aunque el mitema del cuerpo como tumba del alma es viejo (Plat. Crat., 400c), en el gnosticismo alcanza una fuerza sin igual: Marción de Sinope acuñó el término haec cellula creatoris para describir cómo imaginaba el mundo, el cosmos como una celda cerrada, una habitación sin hendiduras, sometido a la implacable heimarméne, la ley impuesta por los arcontes (identificados con los planetas) (Jonas, 1958/2000, p. 90). La antigua armonía celestial platónica deviene una rígida ley opresora, y el hermoso cielo estrellado, “la bóveda de hierro que mantiene al hombre en el exilio” (Jonas, 1958/2000, p. 280). De la experiencia de esa prisión

nace la fórmula programática del gnosticismo consignada por Clemente de Alejandría: gnosis es “el conocimiento sobre quiénes éramos y en quiénes nos hemos convertido, dónde estábamos y adónde hemos sido arrojados, hacia dónde nos apresuramos y de dónde somos redimidos, qué es la generación y la regeneración (…) la gnosis es, al mismo tiempo, el conocimiento de la caída en la prisión del mundo y el medio de escapar de él”. (Voegelin, 1938/2014, pp. 83-84)

Mitema 3: “El creador del mundo material es maligno”

En The Matrix, Dark City, 12 monkeys y tantas otras historias, la realidad conspira contra el protagonista y, en la lucha, este templa su alma y se encuentra a sí mismo. El gran escritor de ciencia ficción Stanislaw Lem (1975) escribió:

la providencia de Dick es la de un “mundo de desarmonía preestablecida”, que en primera instancia está oculta y no se manifiesta en las escenas abiertas de la novela (…) En un mundo en el que incluso la cronología de los hechos está sujeta a convulsiones, solo las personas preservan la normalidad. Así, Dick las somete a la presión de una prueba terrible, y en su fantástico experimento solo la psicología de los protagonistas permanece como no fantástica. (párr. 14)

Numerosos héroes se acaban percatando, como los gnósticos, de que “es la Existencia la que es real, no las cosas” (Schuon, 1957/2002, p. 112). El mismo Dick reflexiona sobre esto cuando comenta su cuento “Colony”: “El estadio último de la paranoia no consiste en que todos estén contra ti, sino en que todas las cosas estén contra ti. En lugar de ‘mi jefe me la está jugando’, sería ‘El teléfono de mi jefe me la está jugando’” (Dick, 2012a, p. 472). Cosas y personas se alían contra el individuo: Elias Canetti (1987) llamó “masa de acoso” a “aquella que sale a matar y sabe a quién quiere matar” (p. 43). La filósofa María Zambrano (2020) ahondó en la sensación de manía persecutoria que sentimos respecto a lo divino:

Quien no sienta esa persecución implacable sobre y alrededor de sí, enredada en sus pasos, mezclada en los más sencillos acontecimientos, decidiendo y aun dictando los sucesos que cambian su vida, torciendo sus caminos, latiendo enigmáticamente en el fondo secreto de su vida y de la realidad toda, ha dejado en verdad de creer en los dioses. (pp. 29-30)

La confabulación de la materia es dirigida por un ser superior maligno en The Matrix, Dark City, The Truman Show, etc., y, asimismo, entre los gnósticos, que defienden que el mundo natural no ha sido creado por el Dios verdadero, el del Nuevo Testamento, sino por un dios falso que imita al verdadero, y que ellos identifican con el del Antiguo Testamento. El Ángel caído imita a Dios por envidia. ¿Cuál es la razón? “El diablo es un símbolo de Dios invertido”, dice Schuon (1957/2002, p. 107). “La falsedad no es nada más que una imitación de la verdad”, dice Justiniano (como se cita en Lombardt, 2011, p. 254). Este tipo de argumentación fue una amenaza severa para la Iglesia. Si el mundo material es obra del diablo, la historia también lo es y, por tanto, el verdadero Cristo es ahistórico, argumentaba Marción (Jonas, 1958/2000, p. 170). En consecuencia, el gnóstico no solo se desprende del mundo (como haría el místico católico), sino que lucha contra él (Jonas, 1958/2000, p. 269) como lo hacen los héroes de ciencia ficción y, quizás, algunas otras herejías.

En el Evangelio cátaro del pseudo-Juan, por ejemplo, se describe este mundo como una “gran ciénaga”, una “tierra última”, un “infierno profundo” creado por el dios “inicuo”, “extranjero”, “extraño” (Evangelios apócrifos I, 1985, p. 343), y por ello se ha escrito que “el infierno, para los cátaros, era la existencia actual de los hombres encarnados” (Nelli, 1968/1997, p. 26), y Juan de Lugio (o de Bérgamo) dejó dicho en el siglo XIII que “el descenso de Cristo a la tierra es ‘el verdadero descenso a los infiernos’” (Nelli, 1968/1997, p. 169). En el tratado cátaro conocido como El libro de los dos principios (49), se lee: “Yo afirmo que el creador que ha creado y hecho las realidades visibles de este mundo no es el verdadero” (Zambon, 1997/1997, p. 100). Las diferentes cosmovisiones dualistas comparten estructuras míticas y un sentimiento común (Couliano, 1992, p. 44). En el prefacio a uno de sus estudios sobre catarismo, René Nelli (1968/1997) escribía: “Los herejes están siempre angustiados. No es sorprendente que ellos sean, a fin de cuentas, quienes expresen con mayor autenticidad (…) la situación ‘fantasmal’ del hombre siempre aniquilado, y su destino siempre despedazado entre el tiempo incomprensible y la eternidad” (pp. 8-9).

Dios no creó desde la nada, sino desde sí mismo. La nada es lo que se creó desde aquello de lo que Dios se había retirado: es decir, la materia es nada, y por ello su veneración es idolátrica (Nelli, 1968/1997, p. 214). En este contexto se entienden mejor las palabras de San Agustín, antiguo maniqueo: “Los pecados me han conducido a la nada” (Nelli, 1968/1997, p. 156); y la raíz común de gnósticos, cátaros, existencialistas y héroes de ficción, el temor al nihil, la nada.

Mitema 4: “Los dirigentes del mundo son enemigos”

En muchas historias, corporaciones y gobiernos se dedican a ocultar la verdad, mientras el héroe, inconforme con el orden establecido, lucha por desvelarla. Así sucede en The Matrix, y también en otra película con la que comparte muchos aspectos, que se estrenó un año antes, y cuyos elementos gnósticos han sido reconocidos (DeConick, 2016, p. 135): Dark City (Proyas, 1998). John Murdoch padece un episodio de amnesia que lo obliga a confrontarse a la verdad. Al intentar esclarecer un asesinato, es perseguido por los extraños, que resultan ser defensores (y constructores) del sistema que mantiene dormidos a los humanos.

En el gnosticismo, del mismo modo que hay un dios falso que imita a Dios, hay una iglesia falsa y una verdadera (Pagels, 1992, pp. 152-169). La falsa es la de los poderosos en este mundo de ilusión; la verdadera está conformada por aquellos que han accedido a la gnosis y viven ocultando su condición para no ser atacados por los esbirros del demonio: el Jesús gnóstico dice: “Vigilad que nadie os extravíe diciendo: ‘Helo aquí, helo aquí’, pues el hijo del hombre está dentro de vosotros; seguidlo” (EvM, 8, 15, en Piñero et al., 2016, p. 134). Análoga oposición entre iglesia verdadera e iglesia “mentirosa” aparece entre los cátaros (Nelli, 1968/1997, p. 157). La metáfora de la pesadilla, en unos y otros casos, proyecta al iniciado más allá del orden actual de cosas, hacia el topos uranos.

La novela Deus Irae (Dick, 2013) narra justamente un mundo en guerra entre los seguidores de la religión del amor y los “siervos de la ira”. Otras veces, las tramas o las clases de individuos dan cuenta de estas diferencias esenciales. En Ubik se habla de telépatas, precogs y antipsíquicos (Dick, 2012b); en Un mundo feliz (Huxley, 1932/2003), de pneumáticos. Los especialistas en gnosticismo distinguen entre tres tipos de humanos:

de entre los hombres que se van creando por generación carnal se producen tres clases. Hay una, puramente material, los llamados “hílicos” (del griego hyle, “materia”), que no reciben ninguna insuflación del Demiurgo, y por ello ninguna parte de esa chispa divina (el pneuma). Hay una segunda clase que absorbe una seminsuflación, es decir, recibe del Demiurgo el hálito de su propia y única sustancia, la “psíquica” o anímica. Y hay, finalmente, una tercera clase que recoge tanto la insuflación psíquica como la pneumática o espiritual (…) Los gnósticos, “espirituales” (“pneumáticos”, del gr. pneuma, “aire”, “espíritu”) se contraponían a los “eclesiásticos”, los cristianos corrientes, incluidos los obispos y presbíteros. (Piñero et al., 2018, p. 78)

El Tratado tripartito (118, 15) expone este diferente origen y destino de los seres humanos (en Piñero et al., 2018, p. 202), recogido en numerosos estudios (García Bazán, 2003, pp. 22, 32, 134). Entre los maniqueos, también dualistas, se hablaba de “los elegidos, los soldados u oyentes, y los pecadores” (Jonas, 1958/2000, p. 252). Tales clasificaciones inspiran otras análogas en la ciencia ficción. Por ejemplo, en The Matrix, están los dormidos que contribuyen al maléfico orden (como ejemplifica la dama de rojo), los dormidos que podrían despertar (Mr. Anderson), los despiertos (Neo, Trinity), y los que nunca han estado dormidos (Dozer). Tanto en la ciencia ficción como entre los gnósticos, los servidores del amor llevan una vida rigurosa y sacrificada, en oposición a los servidores de la carne, como bien reflejaba uno de los grandes pasajes de la literatura universal de temática teológica. En El gran inquisidor, Cristo llega a la Sevilla del siglo XVI. Al descubrirlo, el cardenal de la ciudad lo encarcela, pues en realidad es servidor del diablo (Dostoyevski, 1880/2014, p. 244).

En el siglo XVI, Felipe Neri escribía: “En esta vida no hay purgatorio, sino solamente cielo o infierno; pues el que lleva con paciencia sus aflicciones tiene el paraíso, y el que no, tiene el infierno” (como se cita en Huxley, 1945/2000, p. 284). En el siglo XVII, Jacob Böhme insistía: “el cielo y el infierno están por todas partes, puesto que son universalmente extensos… Tú estás por consiguiente en el cielo o en el infierno… El alma tiene el cielo o el infierno dentro de sí misma” (como se cita en Coomaraswamy, 1947, p. 27). En consecuencia, como dice Coomaraswamy (1947), no se puede decir que uno “vaya al cielo o al infierno cuando muere” (p. 27): estos no son lugares geográficos, sino espirituales.

En los escenarios de Dick, el infierno avanza, como la nada en La historia interminable (Ende, 1979/2007), y entonces se revela que las cadenas de la carne son los grilletes del tiempo, que comienza “a causa de los ‘pecados’ del hombre, es decir, debido a que este se aleja del arquetipo y cae en la duración” (Eliade, 1949/2001, p. 96). Entonces,

El Dios —como tantas veces el "justo", el "inocente"— sufría sin ser culpable. Se le humillaba, se le golpeaba hasta sangrar, encerrado en un "pozo", es decir, en el infierno. Ahí es donde la Gran Diosa (o, en las versiones tardías y gnósticas, un "mensajero") le visitaba, le daba valor y le resucitaba. (Eliade, 1949/2001, p. 114)

En el pozo, el héroe descubre que, para salir del infierno, debe sacrificarse por una causa universal, confiar ciegamente en el espíritu misterioso y desprenderse de su identidad, de esa “alma que debe ser ‘perdida’ si ‘ella’ ha de ser salvada; y que, como dicen tan a menudo el Maestro Eckhart y los sufís, debe ‘entregarse a la muerte’” (Coomaraswamy, 1947, p. 32). Así, el héroe de ciencia ficción es llamado a seguir el mensaje cristiano: “el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará” (Sagrada Biblia, Mc, 8: 35); “Si sacas lo que hay dentro de ti, lo que saques te salvará. Si no sacas lo que hay dentro de ti, lo que no saques te destruirá” (EvT, 45, 29-33; en Pagels, 1992, p. 13).

Mitema 5: “Hay mundos paralelos hechos a ‘imitación’ del verdadero”

En una conferencia en Metz el 24 de septiembre de 1977, Dick dijo: “Estoy seguro de que no me creen, y que no creen siquiera que yo creo lo que digo. Sin embargo, es cierto (…). Un montón de personas pretende acordarse de las vidas anteriores; yo, por mi parte, afirmo que me acuerdo de otra vida presente” (Eklecty-city, 2011). Comentando este pasaje, Carrère (2016/2017) explica que

su obsesión por el tema de los mundos paralelos, principios duales y gemelos cósmicos se debe al inicio de su vida: su hermana gemela murió unas semanas después del parto, por inanición. Sus padres la enterraron y dejaron un hueco al lado, por si tuvieran que enterrar a Philip. (p. 11)

The Man in the High Castle (2010) plantea la existencia paralela de dos mundos en los cuales existen los mismos personajes, aunque desempeñan papeles diferentes. En Flow My Tears (2001b), Taverner es acusado de asesinar a la hermana gemela y amante del policía que lo persigue, aunque al final se desvela que su muerte se debió al consumo de KR-3, cierta droga que deforma la realidad hasta tal punto que permite el viaje entre universos paralelos. Valis (2001a) acaba con el Tractatus Cryptica Scriptura, que reza: “Hay una mente; pero bajo ella dos principios están contenidos” (p. 257). Y

la fuente primordial de todas nuestras religiones está en los ancestros de la tribu de los dogón, quienes obtuvieron su cosmogonía y cosmología directamente de los invasores de tres ojos, que los visitaron hace mucho tiempo. Los invasores de tres ojos son mudos, sordos y telepáticos, no podían respirar nuestra atmósfera, tenían el cráneo alargado y deforme de Akenatón, y emanaron de un planeta del sistema estelas de Sirio. (p. 269)

El conocimiento de Dick sobre los dogón se basó en los trabajos entonces de referencia, de Germanie Dieterlen (1996) y Marcel Griaule (2009). Este describió cómo en la cosmogonía dogón cada ser humano fue provisto de dos almas de distintos sexos. En el hombre, el alma femenina se localiza en el prepucio, y en la mujer, la masculina se encuentra en el clítoris, y de ahí ciertas prácticas en Occidente incomprensibles (Griaule, 1948/2009, pp. 26, 123, etc.). Diop, bien conocido en los Estados Unidos por sus trabajos sobre la negritud, ahondó en las ideas de Griaule y Dieterlen, y divulgó que los dogón basaban parte de su vida ritual en los movimientos de Sirio (Sigui tolo, estrella de Sigui) y su acompañante invisible a simple vista (Digitaria), una enana blanca (Diop, 1981, p. 393).

La figura del doble aparece por doquier en la literatura. A ella recurren Poe, Dostoievski, Maupassant, Henri James, Stevenson, Oscar Wilde, Kafka, Virginia Wolf, Borges, Cortázar, Saramago... También en el cine y la televisión está presente: Der Student von Prag (Rye, 1913), Vertigo (Hitchcock, 1958), La double vie de Véronique (Kieślowski, 1991), Enemy (Villeneuve, 2014), Dark (Bo Odar, 2017-2020); etc. Fue especialmente importante en el Romanticismo, y Jean-Paul Richter, en 1776, acuñó el término doppelgänger para designarla (Herrero Cecilia, 2011, p. 21). Es habitual en la ciencia ficción —piénsese en The Gods Themselves (Asimov, 1990), una de las mejores novelas del género—, y además ha gozado de la aureola de veracidad debido a los intentos de explicar el fenómeno desde la ciencia, como es el caso de la teoría del universo paralelo sugerida por Hugh Everett en 1957 (Harpur, 2002/2013, pp. 249-250).

Los gnósticos describían la cosmogonía del mundo refiriendo cierta degradación o escisión primigenia, que a la postre les servía para explicar el nacimiento del cosmos, del mal y de los dobles. Uno de los entes divinos deseó llegar antes de tiempo al conocimiento del Uno. Tal deseo, o pecado, provocó la creación del mundo material. Para compensar la existencia de este eón pecador, la mayoría de gnósticos explicaban que

el Trascendente, por medio de otro eón (Salvador), rescata al eón lapso y lo hace retornar al Pleroma. Queda así constituida una suerte de doble eón pecador (Sabiduría, Logos): uno superior, arrepentido, que vuelve al Pleroma (suele denominarse la Sabiduría superior); otro (llamado generalmente la Sabiduría inferior, o Achamot/Echamot), hijo/a de la anterior, amorfo, que queda fuera del Pleroma. (Piñero et al., 2018, pp. 45-46)

Diversas fuentes (CH, IV, 8) narran que, para alcanzar la salvación, hay que atravesar diferentes “eones”, cada uno dominado por un regente. Jonas (1958/2000) relaciona esto con “la impresionante fórmula (…) que constantemente aparece en los escritos mandeos: ‘Vagué a través de mundos y de generaciones’” (p. 88), y que parece sacada de un libro de ciencia ficción.

En la antropogénesis gnóstica encontramos la condición sine qua non para la figura del doble y de los mundos paralelos, pues describe la creación, por un lado, material de Adán y, por el otro, espiritual: “Las potestades iniciaron la obra. La primera, la bondad, creó un alma ósea. La segunda, la providencia, creó un alma de nervio. La tercera, la divinidad, creó un alma carnosa” (ApocJn, 15, 15, en Piñero et al., 2018, p. 246). Si los seres humanos tenemos diferentes tipos de almas-cuerpos, cabe la posibilidad de que luego se disocien y se encuentren entre sí: de que nos topemos con nuestro doble.

El Evangelio de Tomás comienza: “Estas son las palabras secretas que Jesús vivo pronunció y que el mellizo, Judas Tomás, anotó” (EvT, 32, 10-11, en Pagels, 1992, p. 13). Algunos han querido leer en esto que Tomás es el hermano gemelo del Señor. De hecho, su nombre es una redundancia, pues dídimo es la palabra griega que se traduce como mellizo, y Tomás deriva de la palabra aramea que significa mellizo. La mayoría de estudiosos, sin embargo, entienden que Tomás sería el gemelo del Señor no por su nacimiento carnal, sino por ser un perfecto gnóstico (Piñero et al., 2016, p. 57; Pagels, 1992, p. 58).

El más importante heresiarca, Ireneo, relata que, imitando a los ángeles, potestades y arcontes del primer cielo, otros ángeles crearon un segundo cielo, y

luego todavía otros ángeles, procedentes de los segundos, hechos a imagen de los que estaban sobre ellos, formaron un tercer cielo. De estos terceros, en línea descendente, procedieron unos cuartos, y así sucesivamente fueron apareciendo principados y ángeles hasta el número de 365 cielos. (Ireneo, AH, I, 3, en Montserrat Torrents, 1983, p. 210)

También relata que no fue el verdadero Cristo quien padeció la crucifixión, sino Simón de Cirene. Algunos textos de Nag Hammadi relatan esto mismo:

era otro… quien bebió la hiel y el vinagre; no era yo. Me golpearon con la caña; era otro, Simón, que cargaba con la cruz en la espalda. Era otro sobre quien colocaron la corona de espinas. Mas yo me regocijaba en las alturas ante… su error… Y me reía de su ignorancia. (TrGSt, 56, 6-10; en Pagels, 1992, pp. 118-119)4

Los conceptos de mundos paralelos y dobles están emparentados con otro muy relevante tanto en la ciencia ficción como el gnosticismo: el del alien. Decenas de obras versan sobre alienígenas, algunas tan famosas como Le Cinquième Élément (Besson, 1997), Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull (Spielberg, 2008) y Superman (Donner, 1978). En Minority Report (Spielberg, 2002), basada en un cuento homónimo de Dick, Anderton es un policía que debe detener a futuros criminales. Para ello, recibe el veredicto de los tres precogs que, viviendo en una alberca en estado semiletárgico, tienen visiones sobre el futuro, siempre que se mantengan unidos. El drama comienza cuando prevén que Anderton va a cometer un asesinato, y en consecuencia este secuestra (en el fondo, libera) a la precog Agatha, quien tras años de letargo apenas puede moverse y quien, hasta entonces —y según sus propias palabras—, “no estaba ni viva ni muerta”.

Compárese la trama de esta película con el texto gnóstico titulado precisamente Allógenes, “el de otro origen”, título que alude al receptor de la revelación, la “persona espiritualmente madura que se convierte en un “extraño” para el mundo” (Pagels, 1992, p. 191).

Son individuos perfectos y todos ellos constituyen una unidad con el Intelecto (…). Y el poder que hay en ti es la que muchas veces se extendió como palabra procedente del Tripotente (…) Ella es la intelección de todos los que constituyen una unidad (…) ellos comprenden por medio de una primera intelección. No a la manera de un ser sujeto al devenir, sino que el Primer Principio otorga el devenir con aquel elemento secreto de la existencia, suministrando toda cosa, ya que es el que existe por el hecho de conocerse a sí mismo. (All, 45, 1, en Piñero et al., 2018, p. 311)

Diversos elementos confluyen en cuento, película y texto gnóstico: precognición, unidad de tres seres perfectos y de cuerpo aletargado, y que viven entre la vida y la muerte. En Allógenes leemos una frase que perfectamente podría haberla oído Agatha: “De momento no puedes erguirte, pero no temas; si deseas erguirte, remóntate a la existencia” (All, 59, 19, en Piñero et al., 2018, p. 311).

Dick no solo recurre al mitema del origen alienígena del héroe, sino que ahonda en la sensación de ser de otro lado, y de toparse con otro yo. Marción de Sínope sintió emociones semejantes al leer el evangelio, lo que lo llevó a concluir que no era de este mundo, y que había sido creado por un Dios incomprensible y desconocido para la humanidad hasta la venida de Cristo, y que este Dios es El alien (Von Harnack, 1990, p. 80).

La experiencia de disociación respecto al mundo que Dick narró sobre sí mismo y sobre sus personajes la hallamos mucho tiempo antes entre gnósticos. En los relatos de ciencia ficción, la aparición de lo extraterrestre impulsa al protagonista hacia su interioridad. Y es que, según Campbell (1986/2013), si Kant estaba en lo cierto y las leyes del espacio y del tiempo pertenecen a la mente, entonces “el espacio interior y el exterior son una misma cosa”, “el propio espacio exterior está en nuestro interior (p. 34).

Mitema 6: “Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos”

El héroe despierta cuando experimenta un cambio sustancial en el modo de percibir el espacio y tiempo cotidianos. En “Paycheck” (Dick, 2012a), y en la película homónima (Woo, 2003), se percata de que el pasado puede cambiarse. En Flow my tears,

la exclusividad del espacio es solo una función del cerebro, que maneja la percepción. (…) De hecho, el espacio no existe en absoluto (…) Una droga como la KR-3 rompe la habilidad del cerebro para excluir una unidad de espacio fuera de otra. Es decir, aquí versus allá se pierde (…) [el cerebro] no puede decir si un objeto ha desaparecido o está todavía allí. Cuando esto sucede (…) Como resultado, se abren corredores especiales conflictivos (…) y un universo completamente nuevo aparece en el cerebro. (Dick, 2001b, pp. 184-185)

Porque la tecnología multiplica lo fenoménico, se convierte en el enemigo a derrotar, pues impide encontrar lo que se oculta tras las formas. McLuhan anota que las extensiones tecnológicas “en realidad tan solo proporcionan un salón de espejos que refleja infinitamente a la humanidad” (como se cita en Seegert, 2011, p. 43).

El proceso de autodescubrimiento “empieza cuando una persona experimenta ‘la angustia y el terror’ de la condición humana, como si se hubiera extraviado en la niebla o su sueño se viese turbado por pesadillas aterradoras” (Pagels, 1992, p. 197). Y esto sucede cuando el iniciado se disloca del espacio y tiempo fenoménicos, en palabras de Dick, cuando “aquí versus allá se pierde”. Entonces, comienza a salvarse. Beatriz le dice a Dante desde la última esfera del Paraíso: “Diré sin preguntarte lo que quieres oír, pues lo contemplo donde convergen todo quando y ubi” (Alighieri, 1476/2016, Paraíso, XXIX, 10). Su coétaneo Guillaume de Digulleville describió el paraíso como “siete grandes esferas, cada una de las cuales tiene siete más pequeñas. Todas las esferas giran (…) y llama siécle (saeculum) a este movimiento. Los siécles celestes son los prototipos de los siglos terrestres (…) Siècles y cieux son idénticos” (Jung, 1944/2007, pp. 247-248). En palabras del Jesús gnóstico:

Cuando hagáis de los dos uno y hagáis lo de dentro como lo de fuera y lo de fuera como lo de dentro y lo de arriba como lo de abajo (…) entonces entraréis en el Reino (…) Si no ayunáis del mundo no encontraréis el Reino. (EvT, 37, 25, en et al., 2016, p. 84)

La desaparición del tiempo y espacio ordinarios es experimentada como una suerte de locura:

El más divino de los locos fue y sigue siendo Jesús, el Cristo. Pues cuenta el segundo Evangelio, el según Marcos (III, 21), que los suyos, los de su casa y familia, su madre y sus hermanos (…) fueron a recogerle diciendo que estaba fuera de sí —hoti exeste—, enajenado, loco. Y es curioso que el término griego con el que se expresa que uno está loco sea el de estar fuera de sí, análogo al latino ex-sistere, existir. Y es que la existencia es una locura y el que existe, el que está fuera de sí, el que se da, el que trasciende, está loco. (Unamuno, 1980, p. 117)

La locura de los héroes de Dick —quienes abrevan, como defiende Krabbenhoft (2000, p. 231), en la tradición literaria—, los lleva hacia sus adentros:

el profesor Toynbee usa los términos de “separación” y “transfiguración” para describir la crisis por medio de la cual se alcanza la más alta dimensión espiritual, que hace posible reanudar el trabajo de creación. El primer paso, separación o retirada, consiste en una radical transferencia de énfasis del mundo externo al interno, del macro al microcosmos, un retirarse de las desesperaciones de la tierra perdida a la paz del reino eterno que existe en nuestro interior. (Campbell, 1949/2005, p. 23)

El ser humano pleno

debe tener consciencia del fin divino de toda cosa (…), o sea ir más allá incluso de la lógica interna de la prisión existencial; su lógica, que es ‘locura’ a los ojos del mundo, tiene que estar por encima del plano de esa prisión, tiene que ser ‘vertical’ o celestial y no ‘horizontal’ o terrena. (Schuon, 1957/2002, p. 155)

Así, una vez despierto, comprende que todo el que no ha renacido está muerto. En Blade Runner (Scott, 1982), cuando Deckard pone a prueba a Rachel para saber si es o no una replicante, queda en evidencia que, quizás, el propio Deckard es también un replicante. En Replicas (Nachmanoff, 2018), los familiares del protagonista se dan cuenta de que ellos mismos son réplicas, y no originales. En Ubik (Dick, 2012b), los que creían estar vivos están muertos: “El mundo que —los semimuertos de la novela— experimentan no es parte de la realidad, sino una ficción creada mediante métodos adecuados” (Lem, 1975). La propia novela cita la procedencia del mitema:

“Estaba soñando”, dijo Ella. “Vi una luz roja humeante, una horrible luz. Y aun así me mantuve avanzando hacia ella. No podía detenerme”. “Sí”, dijo Runciter, moviendo la cabeza. “El Bardo Thodol, el Libro tibetano de los muertos, habla sobre ello. (…); los doctores te lo hicieron leer cuando estabas –titubeó–... muriendo”. (Dick, 2012b, p. 17)

El Bardo Thodol es un compendio de los cantos que se le deben recitar al muerto cuando se encuentra en el estado intermedio para que no reencarne y se libere de la rueda de las reencarnaciones. Sin embargo, existe una lectura posible diferente: al leer el Bardo Thodol, ¿no seremos nosotros los muertos a los que se nos está recitando el libro con el objetivo de que despertemos? Esta lectura es la que experimentan los protagonistas de Ubik, y debe relacionarse con el topos clásico del mundo del revés (Curtius, 1948/1955, p. 143).

Probablemente Dick también se inspiró en Siete sermones a los muertos, publicado por Jung en 1917 con el seudónimo de Basílides de Alejandría (nombre del célebre gnóstico). Allí, los muertos llegan y le piden consejo. Les responde con siete lecciones. Como en la lectura del Bardo Thodol, inicialmente el lector cree que las palabras de Basílides están dirigidas a los muertos; al adentrarse en el proceso, sin embargo, el lector se da cuenta de que tales sermones se los está leyendo a sí mismo, pues es un muerto en vida. En el Evangelio de Felipe leemos: “Aquellos que son capaces de desnudarse son precisamente los que no están desnudos” (EvF, 56, 31, en Piñero et al., 2016, p. 29). En los evangelios canónicos:

Un escriba le dijo: “Maestro, yo te seguiré adondequiera que fueres”. (…) Otro de sus discípulos le dijo: “Señor, permíteme que antes vaya a dar sepultura a mi padre”. Mas Jesús le respondió: “Sígueme tú, y deja que los muertos entierren a sus muertos”. (Sagrada Biblia, Mt, 8, 19-22)

La importancia de este mitema en Dick es tal que Carrère (1993) titula su biografía Je suis vivant et vous êtes morts. Entre los gnósticos también fue fundamental, pues para ellos “el santo es el hombre que actúa como si hubiese muerto y vuelto a la vida” (Schuon, 1957/2002, p. 145). La capacidad de despertar es la que nos hace humanos, dice Zambrano (Astey, 2016). El hombre es la conexión entre el mundo externo y el interno, y “[los muertos] tienen que aprender lo que no sabían, que el hombre es una puerta por donde se agolpa el tren de los dioses, el devenir y transcurrir de todos los tiempos” (Nante, 2010, p. 242). En Valis, Horselover Fat entra en contacto con seres superiores y se convierte en mediador entre este y el otro mundo. En la última escena de The Matrix (1999), Neo toma el teléfono y dice:

Sé que estás ahí fuera. Te puedo sentir ahora. Sé que tienes miedo. Tienes miedo de nosotros. Tienes miedo del cambio. No sé el futuro. No he venido a decirte cómo esto va a acabar. He venido a decirte cómo va a comenzar. Voy a colgar el teléfono y entonces voy a enseñarle a esta gente lo que no quería ver (…) un mundo sin fronteras. Un mundo en el que cualquier cosa es posible.

La última frase de Valis es todavía más rotunda: “De Akenatón este conocimiento pasó a Moisés, y de Moisés a Elías, el Hombre Inmortal, quien devino Cristo. Pero debajo de todos estos nombres subyace un único Hombre Inmortal; y nosotros somos ese hombre” (Dick, 2012a, p. 271).

Nadie como los gnósticos llevó tan lejos la vieja idea de que en realidad quizás estamos muertos (Plat. Gorg. 493a). Y experimentarla fue para ellos el camino hacia la liberación: “Si os despojáis vosotros mismos de lo que es corruptible, entonces os convertiréis en iluminadores entre los mortales” (CaPeF, 137, en Piñero et al., 2016, p. 254); “si contemplaste a Cristo, te transformaste en Cristo (…); si dices ‘Soy un cristiano’, el mundo temblará” (EvF, 62, 28, en Piñero et al., 2018, p. 33); “Levántate y piensa que tú eres el que ha escuchado. Sigue a tu raíz. (…) éste es el misterio de la raza inconmovible” (ApocJn, 31, 15, en Piñero et al., 2018, p. 258).

Conclusiones

Queda claro que algunos de los principales mitemas usados por Dick son gnósticos. En ambos corpus, el iniciado vive una serie de experiencias idénticas: primero, se percata de que la realidad que cree verdadera es falsa; entonces, tal realidad deviene férrea prisión; por lo mismo, el iniciado lucha contra ella y sus representantes (la Iglesia, las corporaciones, etc.); en la lucha, se da cuenta de que hay otros mundos y, en ocasiones, que tiene un doble; al asimilar este conocimiento, se siente un extranjero en el mundo ordinario, un alien, y anhela regresar a su lugar de origen; en la aventura, aprende que, cuando creía estar vivo, estaba muerto, y ahora que ha ofrendado su vida a algo superior, ha renacido: quien se libere a sí mismo liberará al mundo.

El gnosticismo ha influido enormemente en el pensamiento y la literatura contemporáneos, por ejemplo, en Carl. G. Jung o Herman Hesse (piénsese en Demian). En este trabajo hemos querido ir un paso más allá, y sostener que la experiencia espiritual gnóstica permanece viva y al alcance del gran público, pues son muchas las películas de ciencia ficción que la comparten, inspiradas en las novelas y cuentos de Dick.

Además, este trabajo contribuye a respaldar una interesante hipótesis en la que la industria cinematográfica no ha dejado de creer: la mejor ciencia ficción revitaliza enseñanzas tradicionales; por ello los guionistas de Hollywood continúan inspirándose en El héroe de las mil caras (Campbell, 1949/2005).

Dick no solo se inspiró en las ideas gnósticas, para luego evocarlas en sus textos. Por el contrario, y al borde de la locura, Dick vivió tales experiencias. Por su autenticidad, bien podemos concluir que Philip K. Dick fue el último gran escritor gnóstico.

Conflicto de interés

El autor declara la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación de cualquier índole. Asimismo, la Universidad Católica Luis Amigó no se hace responsable por el manejo de los derechos de autor que los autores hagan en sus artículos, por tanto, la veracidad y completitud de las citas y referencias son responsabilidad de los autores.

Referencias

Alighieri, D. (2016). Divina comedia (G. Petrocchi, Trad.). Cátedra. (Obra original publicada en 1472)

Asimov, I. (1990). The Gods Themselves [Los propios dioses]. Bantam Books.

Astey, G. (2016). Nacer desde el sueño. Fenomenología del onirismo en el pensamiento de María Zambrano. Peter Lang.

Bardo Thodol. El libro tibetano de los muertos. (2016). (A. López y M. Tabuyo, Trad.). José J. de Olañeta. (Obra original publicada en el siglo VIII)

Baudrillard, J. (1985). Las estrategias fatales (J. Jordá, Trad.). Anagrama. (Obra original publicada en 1983)

Besson, L. (Director). (1997). Le Cinquième Élément [El Quinto Elemento] [Película]. Gaumont.

Bianchi, U. (Ed.). (1967). Le origini dello gnosticismo: colloquio di Messina [Los orígenes del gnosticismo: el Coloquio de Mesina]. E. J. Brill.

Bo Odar, B. (Director). (2017-2020). Dark. Netflix.

Burckhardt, T. (1999). Ensayos sobre el conocimiento sagrado (E. Serra. Trad.). José de Olañeta. (Obra original publicada en 1958)

Campbell, J. (2005). El héroe de las mil caras (L. J. Hernández, Trad.). Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 1949)

Campbell, J. (2013). Las extensiones interiores del espacio exterior (R. Bravo, Trad.). Siruela. (Obra original publicada en 1986)

Canetti, E. (1987). Masa y poder (H. Vogel, Trad.). Alianza. (Obra original publicada en 1960)

Carrère, E. (1993). Je suis vivant et vous êtes morts. Philip K. Dick 1928-1982 [Yo estoy vivo y tú estás muerto. Philip K. Dick 1928-1982]. Éditions du Seuil.

Carrère, E. (2017). Conviene tener un sitio adonde ir (J. Zulaika, Trad.). Anagrama. (Obra original publicada en 2016)

Coomaraswamy, A. K. (1947). Who is “Satan” and where is “Hell”? [¿Quién es “Satán” y dónde está el “Infierno”?]. Review of Religion, XI, 23−33.

Coomaraswamy, A. K. (1999). El tiempo y la eternidad (P. Rodea, Trad.). Kairós. (Obra original publicada en 1947)

Corbin, H. (2006). Cuerpo espiritual y Tierra celeste. Del Irán mazdeísta al Irán chiíta (A. C. Crespo, Trad.). Siruela. (Obra original publicada en 1979)

Couliano, I. P. (1992). The tree of Gnosis. Gnostic Mythology from Early Christianity to Modern Nihilism [El árbol de la Gnosis. Mitología gnóstica desde el cristianismo primitivo al nihilismo moderno]. Harpercollins.

Critchley, S. (20 de mayo de 2012). Philip K. Dick, Sci-Fi Philosopher, Part 1 [Philip K. Dick, filósofo de la Ciencia Ficción, 1.ª parte]. New York Times. https://archive.nytimes.com/opinionator.blogs.nytimes.com/2012/05/20/philip-k-dick-sci-fi-philosopher-part-1/

Critchley, S. (2021). Meditations on a Radiant Fish [Meditaciones sobre un pez radiante]. En P. Catapano (Ed.), Bald: 35 Philosophical Short Cuts [Calvo: 35 atajos filosóficos] (pp. 207–211). Yale University Press.

Curtius, E. R. (1995). Literatura europea y edad media latina (M. F Alatorre, Trad.). Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 1948)

Cusack, C. (2018). Gnostic Fiction [Ficción gnóstica]. En G. W. Trompf, G. B. Mikkelsen & J. Johnston (Eds.), The Gnostic World [El mundo gnóstico] (pp. 671−678). Routledge.

DeConick, A. D. (2016). The Gnostic New Age. How a Countercultural Spirituality Revolutionized Religion from Antiquity to Today [La Nueva Era Gnóstica. Cómo una espiritualidad contracultural revolucionó la religión desde la Antigüedad hasta nuestros días]. Columbia University Press.

Destro, A., & Pesce, M. (Eds.). (2019). From Jesus to Christian Origins: Second Annual Meeting of Bertinoro (1-4 October, 2015) [De Jesús a los orígenes cristianos: Segunda reunión anual de Bertinoro (1-4 de octubre de 2015)]. Brepols Publishers.

Dick, P. K. (2001a). Valis. Orion Publishing Group.

Dick, P. K. (2001b). Flow my tears, the policeman said [Fluyan mis lágrimas, el policía dijo]. Orion Publishing Group.

Dick, P. K. (2002). Time Out of Joint [Tiempo de descanso]. Vintage Books.

Dick, P. K. (2004). La penúltima verdad (A. Ribera, Trad.). Minotauro. (Obra original publicada en 1964)

Dick, P. K. (2010). The Man in the High Castle [El hombre en el Castillo alto]. Penguin Books.

Dick, P. K. (2011a). The Transmigration of Timothy Archer [La transmigración de Timothy Archer]. Mariner Books.

Dick, P. K. (2011b). The Exegesis of Philip K. Dick [La exégesis de Philip K. Dick]. Houghton Mifflin Harcourt.

Dick, P. K. (2012a). Cuentos completos (E. Murillo, Trad.). Minotauro.

Dick, P. K. (2012b). Ubik. Houghton Mifflin Harcourt.

Dick, P. K. (2013). Deus Irae. Houghton Mifflin Harcourt.

Dick, P. K. (2016). The Divine Invasion. Time scape Books

Dieterlen, G. (1996). Essai sur la religion Bambara [Ensayo sobre la religión Bambara]. Editions de l’Université de Bruxelles.

Díez de Velasco, F. (2006). Los caminos de la muerte: religión, rito e iconografía del paso del más allá en la Grecia antigua. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/los-caminos-de-la-muerte-religion-rito-e-iconografia-del-paso-al-mas-alla-en-la-grecia-antigua—0/html/

Diop, C. A. (1981). Civilisation ou barbarie, anthropologie sans complaisance [Civilización o barbarie, antropología sin complacencia]. Présence Africaine.

DiTommaso, L. (2001). Gnosticim and dualism in the Early Fiction of Philip K. Dick [Gnosticismo y dualismo en la ficción temprana de Philip K. Dick]. Science Fiction Studies, 8(1), 49−65.

Donner, R. (Director). (1978). Superman [Película]. Dovemead.

Dostoyevski, F. (2014). Los hermanos Karamazov (J. Baeza, Trad.). Juventud. (Obra original publicada en 1880)

Durand, G. (2004). Las estructuras antropológicas del imaginario. Introducción a la arquetipología fundamental (V. Goldstein, Trad.). Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 1960)

Eklecty-city. (2012). Did Philip K. Dick disclose the real Matrix in 1977 @ Metz – France [video]. https://www.dailymotion.com/video/xt7ez3

Eco, U. (1984). Apocalípticos e integrados (A. Boglar, Trad.). Lumen. (Obra original publicada en 1964)

Eliade, M. (2001). El mito del eterno retorno (R. Anaya, Trad.). EMECÉ. (Obra original publicada en 1949)

Ende, M. (2007). La historia interminable (M. Sáenz, Trad.). Alfaguara. (Obra original publicada en 1979)

Evangelios apócrifos I. (1985). Hyspamérica.

García Bazán, F. (1978). Gnosis. La esencia del dualismo gnóstico. Castañeda.

García Bazán, F. (2003). La gnosis eterna. Antología de textos gnósticos griegos, latinos y coptos I. Trotta.

Gilliam, T. (Director). (1995). 12 monkeys [Doce monos] [Película]. Universal Pictures.

Griaule, M. (2009). Dios de agua (Á. Gutiérrez , Trad.). Editorial Alta Fulla. (Obra original publicada en 1948)

Guénon, R. (1995). Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada (J. L. Tejada, Trad.). Paidós Orientalia. (Obra original publicada en 1962)

Von Harnack, A. (1990). Marcion. The Gospel of the Alien God [Marción. El evangelio del Dios Extranjero]. Wipf and Stock Publishers. (Obra original publicada en 1920)

Harpur, P. (2013). El fuego secreto de los filósofos (F. Almansa, Trad.). Atalanta. (Obra original publicada en 2002)

Herrero Cecilia, J. (2011). Figuras y significaciones del mito del doble en la literatura: teorías explicativas. Çédille. Revista de estudios franceses, Monografías (2), 17−48.

Hitchcock, A. (Director). (1958). Vertigo [Película]. Paramount Pictures.

Huxley, A. (2000). La Filosofía Perenne (C. A. Jordana, Trad.). Edhasa. (Obra original publicada en 1945)

Huxley, A. (2003). Un mundo feliz (R. Hernández, Trad.). Debolsillo. (Obra original publicada en 1932)

Jolles, A. (1972). Las formas simples (R. Kempf, Trad.). Editorial Universitaria. (Obra original publicada en 1930)

Jonas, H. (2000). La religión gnóstica. El mensaje del Dios Extraño y los comienzos del cristianismo (M. Gutiérrez, Trad.). Siruela. (Obra original publicada en 1958)

Jung, C. G. (2007). Psicología y alquimia (A. L. Bixio, Trad.). Tomo. (Obra original publicada en 1944)

Jung, C. G. (2008). The Gnostic Jung. Selected and introduced by Robert A. Segal. Routledge.

Jung, C. G. (2019). El libro rojo (edición facsimilar) (R. Scheuschener, Trad.). El Hilo de Ariadna. (Obra original publicada en 2009)

Kieślowski, K. (Director). (1991). La double vie de Véronique [La doble vida de Verónica] [Película]. Sidéral Films.

King, K. L. (2003). What is Gnosticism? [¿Qué es el gnosticismo?]. Harvard Univesrity Press.

Krabbenhoft, K. (2000). Uses of Madness in Cervantes and Philip K. Dick [Usos de la locura en Cervantes y en Philip K. Dick ]. Science Fiction Studies, 27(2), 216−233.

Lem, S. (1975). Philip K. Dick: A Visionary Among the Charlatans [Un visionario entre los harlatanes] (R. Abernathy, Trad.). Science Fiction Studies, 2(5), part 1. https://www.depauw.edu/sfs/backissues/5/lem5art.htm

Lévi-Strauss, C. (1955). The Structural Study of Myth [El estudio estructural del mito]. The journal of American Folklore, 98(270), 428−444.

Lewis, N. D. (2013). Cosmology and Fate in Gnosticism and Graeco-Roman Antiquity. Under Pitiless Skies [Cosmología y destino en el gnosticismo y la antigüedad grecorromana. Bajo cielos crueles]. Brill.

Lombardt, J. (2011). Aurea Dicta. Paraules de l’antiga saviesa [Sentencias áureas. Palabras de antigua sabiduría]. Fundació Bernat Metge.

Marker, C. (Director). (1962). La Jetée [El embarcadero] [Película]. Argos Films.

Martínez Villarroya, J. (2019). Los viajes en el tiempo y la tradición. En A. Lipscomb & J. M. Losada Goya (Eds.), Myth and Audiovisual Creation. New Essays on Cultural Myth-Criticism (pp. 191−202). Logos Verlag.

Montserrat Torrents, J. (1983). Los gnósticos I. Gredos.

Nachmanoff, J. (Director). (2018). Replicas [Réplicas] [Película]. Entertainment Studios.

Nante, B. (2010). El libro rojo de Jung. Claves para la comprensión de una obra inexplicable. Siruela-El Hilo de Ariadna.

Nelli, R. (1997). Diccionario del catarismo y las herejías meridionales (M. Serrat, Trad.). José de Olañeta. (Obra original publicada en 1968)

Pagels, E. (1992). Los evangelios gnósticos (J. Beltrán, Trad.). Crítica.

Piñero, A., Montserrat Torrents, J., & García Bazán, F. (Eds.). (2018). Textos Gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi I. Trotta.

Piñero, A., Montserrat Torrents, J., & García Bazán, F. (Eds.). (2016). Textos Gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi II. Trotta.

Platón. (2009). Diálogos II (J. Calonge Ruiz, E. Acosta, F. J. Olivieri & J. L. Calvo Martínez, Trads.). Gredos.

Proyas, A. (Director). (1998). Dark City [Ciudad en tinieblas] [Película]. New Line Cinema.

Rasimus, T. (2009). Paradise Reconsidered in Gnostic Mythmaking. Rethinking Sthianism in Light of the Ophite Evidence [El paraíso reconsiderado en la mitología gnóstica. Repensar el Sthianismo a la luz de las pruebas ofitas]. Brill.

Rossi, U. (1996). Just a Bunch of Words: The Image of the Secluded Family and the Problem of Logos in P.K. Dick’s Time Out of Joint [Solo un montón de palabras: la imagen de la familia aislada y el problema del logos en Time Out of Joint de P.K. Dick ]. Extrapolation, 37(3), 195−211.

Rye, S. (Director). (1913). Der Student von Prag [El estudiante de Praga]. Deutsche Bioscop.

Sagrada Biblia. (1964). Herder.

Schuon, F. (2002). Senderos de gnosis (F. Gutiérrez, Trad.). José de Olañeta. (Obra original publicada en 1957)

Scott, R. (Director). (1982). Blade runner [Película]. Warner Bros.

Seegert, A. (2011). Ewe, Robot [Oveja, robot]. En E. D. Wittkower (Ed.), Philip K. Dick and Philosophy [Philip K. Dick y la filosofía] (pp. 39−49). Open Court.

Spielberg, S. (Director). (2002). Minority Report [Película]. Century Fox.

Spielberg, S. (Director). (2008). Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull [Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal] [Película]. Paramount Pictures.

Spotnitz, F. (2015). The Man in the High Castle [El hombre en el castillo alto] [TV serie]. Amazon Prime Video.

Thomassen, E. (2021). The Cohérence of “Gnosticism” [La cohesión del “Gnosticismo”]. De Gruyter.

Unamuno, M. (1980). San Manuel Bueno, mártir. Cómo se hace una novela. Alianza. (Obra original publicada en 1931)

Verhoeven, P. (Director). (1990). Total Recall [Película]. Carolco Pictures.

Villeneuve, D. (Director). (2013). Enemy [Película]. Enterteinment one.

Voegelin, E. (2014). Las religiones políticas (M. Abellà, Trad.). Trotta. (Obra original publicada en 1938)

Wachowskis L., & Wachowski, L. (Director). (1999). The Matrix [Película]. Warner Bros.

Weir, P. (Director). (1998). The Truman Show [El show de Truman] [Película]. Paramount Pictures.

Williams, M. A. (1996). Rethinking “Gnosticism”: An Argument for Dismantling a Dubious Category [Repensar el “gnosticismo”: un argumento para desmantelar una categoría dudosa]. Princeton University Press.

Wilson, E. G. (2006). Secret Cinema: Gnostic Vision in Film [El cine secreto: la visión gnóstica en el cine]. Bloomsbury Academic.

Wiseman, L. (Director). (2012). Total Recall [Película]. Columbia Pictures.

Woo, J. (Director). (2003). Paycheck [El pago] [Película]. Davis Entertainment.

Zambon, F. (Ed.). (1997). El legado secreto de los cátaros (C. Palma, Trad.). Siruela. (Obra original publicada en 1997)

Zambrano, M. (2020). El hombre y lo divino. Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 1955)

 

Notas del autor

Javier Martínez Villarroya

Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Profesor titular del Departamento Académico de Lenguas del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Ciudad de México, México. ORCiD: https://orcid.org/0000-0002-6783-9412. Correo electrónico: javier.martinez@itam.mx


1 En este trabajo, he optado por traducir los textos escritos en idiomas diferentes al español. Si no se dice lo contrario, son traducciones propias. Contravengo las recomendaciones de APA de no usar comillas cuando se traduce una cita porque esta práctica me parece confusa y podría confundirse con plagio. No obstante, el investigador interesado en leer el texto original puede acudir a él siguiendo los datos de la cita en cuestión.

2 En muchos ensayos clásicos, como este de Huxley, se cita a grandes pensadores, pero no se da la referencia completa de lo que se cita (es decir, Huxley no dice dónde Eckart o Boecio dicen lo que él cita). Por tal razón, omitimos la referencia al texto original, confiando en la talla intelectual y moral de los citados-citadores, y llevándonos como en tantas otras ocasiones la tarea de leer o releer los clásicos.

3 Los textos gnósticos los citamos según las convenciones habituales para citar textos griegos, latinos y cristianos, es decir, el título de la obra abreviada y la sección o parágrafo en que se halla. Complementamos esta información escribiendo a continuación el editor (y a menudo traductor) del fragmento y la página de su obra en la que puede hallarse.

4 También el ApP (81, 4-24) lo relata.