Forma de citar este artículo en APA:

Cifuentes-Leiton, D. M. (2022). Trabajador cíborg: teletrabajo como táctica de liberación fabril. Perseitas, 10, 80-110. DOI: https://doi.org/10.21501/23461780. 4300

TRABAJADOR CÍBORG: TELETRABAJO COMO TÁCTICA DE LIBERACIÓN FABRIL

Cyborg worker: teleworking as a tactic of factory liberation

Artículo de reflexión derivado de investigación

DOI: https://doi.org/10.21501/23461780.4300

Recibido: marzo 2 de 2021. Aceptado: enero 25 de 2022. Publicado: febrero 17 de 2022

Diana Milec Cifuentes-Leiton

Resumen

El objetivo de este artículo es reflexionar sobre el teletrabajo a partir de los resultados de una investigación llevada a cabo en 2016. Para permitir la comprensión de este tema, se explica cómo de trabajar en el taller se pasa a la fábrica, a la empresa y luego a Internet, mostrando cómo cada época consolida un espacio de trabajo diferente; luego, se describe cómo es el trabajador cíborg, pasando por el reconocimiento de lo que no es: un trabajador libre. También se describe su táctica en su intento de liberación y lo que ello implica en la relación entre persona, internet y trabajo. Finalmente, la reflexión desarrollada muestra que el teletrabajo es aceptado por el trabajador como una táctica para escapar de la relación de poder con la figura del patrono en el trabajo tradicional, pero su táctica falla, haciéndolo quedar preso en una situación de productividad exacerbada.

Palabras clave

Aislamiento laboral; Internet; Libertad; Psicología organizacional y del trabajo; Teletrabajo; Trabajo remoto.

Abstract

The aim of this article is to reflect on telework from the results of a research carried out in 2016. To allow the understanding of it, it is explained how from working in the workshop, it is passed to the factory, to the company and then to the internet, showing how each epoch consolidates a different workspace; then, it is described how the cyborg worker is, passing through the recognition of what he is not: a free worker. It also describes his tactics for his attempt at liberation and what this implies in the person-internet-work relationship. Finally, the developed reflection shows that telework is accepted by the worker as a tactic to escape from the power relationship with the figure of the employer in the traditional work, but his tactic fails, making him be imprisoned in the exacerbated situation of productivity.

Keywords

Workplace isolation; Internet; Freedom; Organizational and work psychology; Teleworking; Remote work.

Introducción

El teletrabajo es una de las formas de trabajo flexible posibilitada por la Internet. La literatura lo define como una actividad laboral que requiere conexión a Internet y que se diferencia de los modos y espacios habituales del mundo del trabajo. Sin embargo, más allá del “cómo se hace”, y si conlleva ventajas y desventajas, el teletrabajo muestra una forma diferente de organizarse para trabajar, con dinámicas que le relacionan estrechamente con precarización, aislamiento y, en general, con lo que Fritzen y Misoczky (2018) denominaron seudogarantías laborales que implican al sujeto trabajador. También se le relaciona con libertad, lo que teje dinámicas tanto paradójicas como contradictorias. Lo anterior permite comprender un sujeto trabajador que vive en un contexto social y tecnológico, que comprende escapes y anclajes a cotidianidades que desdibujan los límites entre la esfera privada y la esfera pública en su vida.

En este artículo se reflexiona sobre el teletrabajo desde la comprensión de su cotidianidad, a partir de lo investigado por Cifuentes-Leiton (2016), que planteó una visión emergente sobre el tema analizando los discursos de teletrabajadores entrevistados. Para ello se realiza una aproximación sociohistórica del trabajo desde la premodernidad hasta la modernidad y se sitúa así brevemente el cambio del mundo del trabajo, cuando se pasa de la fábrica a Internet como centro de trabajo. Después se describe en qué consiste la vida de ese nuevo o actual trabajador que se denomina cíborg por su capacidad de adherencia a Internet. Se presenta pues un trabajador que tiene a Internet como su centro de trabajo, y en esa red –no con esa red–, potencia su rol en el sistema productivo. Al tiempo, este trabajador cree que se libera de ese sistema laboral que le controla el cuerpo bajo la figura del reloj. Así, bajo la metáfora del cíborg, traída de la ciencia ficción –o quizá de la electrónica–, se comprende un trabajador que termina preso de sus anhelos de libertad, la misma que se le prometió al hombre desde el proyecto de la Modernidad.

Contexto de producción del teletrabajo: de la fábrica a Internet

Con el desarrollo de la Revolución Industrial la distribución del tiempo del trabajo ya no se regía por la duración natural del día, sino por las divisiones del trabajo. Antes, por ejemplo, la luz del sol servía como referente para establecer las actividades productivas. En las formas artesanales de producción la relación con el tiempo era diferente. La hechura de objetos tenía como móvil las necesidades básicas. Además, había una relación de proximidad con los materiales, en la que se conocía bien cómo se transformaban y se transmitían los conocimientos para su fabricación.

A partir de la Revolución Industrial surge un nuevo lugar en el que se modifica la hechura expuesta anteriormente: la fábrica. Es más, ya no se alude a la hechura sino a la producción. Se establece un nuevo orden en el sistema económico, que modifica la forma de producir: el sistema capitalista. En la fábrica, la temporalidad natural ya no guía las acciones, ya que se estructuran rutinas para la producción cuya base es la división del trabajo.

En el paso de la sociedad preindustrial a la industrial el capitalista despoja al artesano de su conocimiento. Es capaz de manejarlo de manera que pudiera ser usado por cualquier persona. Así, el artesano pasa a ser obrero, ya no controla la producción completa del objeto, artículo o bien, sino que él ya es controlado por medio de rutinas de trabajo, horarios y salario.

En esta dinámica de producción, el lugar social de la persona también cambió. El artesano estaba en constante interacción con los integrantes de su comunidad, el obrero pasó a estar en interacción constante con las máquinas y los productos, consolidando la productividad como mediadora en las relaciones sociales.

Después de la Segunda Guerra Mundial acaece el brillo de la sociedad industrial (Freyer, 1963). Surge la sociedad posindustrial y, tal como ocurrió en el paso de la sociedad preindustrial a la industrial, se modificó la concepción de temporalidad, del lugar de trabajo, de hechura del producto, el lugar social, entre otros aspectos. No obstante, lo que se mantuvo fue el sistema económico, la diferencia es que ya no se basó únicamente en la mano de obra física.

En la era posindustrial, el capitalista permite al obrero abandonar su espacio en la empresa. Le controla por medio de mecanismos diferentes, le paga para que abandone la rutina laboral en claustros físicos. El cambio radica en la comprensión de que ya no es necesario que el cuerpo esté sometido al control externo para la producción, sino que es la mente del individuo, el mismo trabajador, quien controla su producción, lo que incluye: tiempos, espacios, formas, herramientas, personas, rutinas, prácticas, relaciones, pensamientos, emociones, comportamientos, significados, entre otros aspectos. Se trata de un capitalismo exacerbado que tiene dispositivos de control sobre el conocimiento del sujeto trabajador –ya no para su cuerpo. Las rutinas están bajo la autonomía del trabajador, el espacio de trabajo físico es indiferente porque hay un lugar privilegiado para producir; el centro de producción es Internet.

Sennett (1998) mostró lo anterior como una de las consecuencias que el capitalismo flexible o nuevo capitalismo ha tenido en las personas y en el mundo del trabajo. Con De la Garza (2006), se podría decir que el fenómeno de la globalización posibilitó estas dinámicas, la apertura de las economías nacionales implicó restauración productiva de los países, en tanto tecnologías, organización y gestión, relaciones laborales, perfil de fuerza de trabajo y la cultura misma. Este cambio obliga a asumir procesos que ya no son estáticos, al contrario, suceden de manera rápida y quienes deseen inscribirse en ellos deberán asumir retos; he aquí las razones de los cambios de condiciones labores en las generaciones más recientes1.

Se evidencian cambios importantes en la sociedad posindustrial, específicamente en la estructura de producción y en un alejamiento del cuerpo en la producción. El primero se refiere a que la fábrica como centro de trabajo desaparece, y la Internet como una infovía (Malvezzi, 2000) o megaestructura de red pasa a reemplazarlo; el segundo, muestra que la vigilancia no se ejerce sobre la presencia física del trabajador en la empresa. Este es el contexto de producción en el que surge el teletrabajo.

Trabajador cíborg: lo “bio”, lo “socio” y lo “tecno” en el teletrabajador y en la producción

El teletrabajo permite al trabajador estar fuera de la fábrica y seguir procurando la producción. Pareciese que este busca devolver el poder instaurado en las relaciones sociales y en la noción de comunidad que existían en la época preindustrial, lo que permitiría salvar el proyecto moderno y su promesa de libertad (en este caso, desde la dimensión del trabajo). Al mismo tiempo, con el fenómeno del teletrabajo no se puede olvidar la mediación de las máquinas para la productividad, hecho fundante de la época industrial. A esta complejidad se suma, la existencia de internet en el mundo contemporáneo, lo que trae una comprensión diferente del tiempo (llamada temporalidad, según Chanlat, 1994) y del espacio (llamada espacialidad, según Iparraguirre & Ardenghi, 2003).

El mundo contemporáneo produce entonces de una manera diferente a los mundos medieval y moderno. Ello hace que la vida del sujeto de este tiempo se presente en la complejidad de ambos mundos, como tratando de resolver las promesas que aquellos mundos no cumplieron a la humanidad.

Tal complejidad consolida –acudiendo a la metafórica ciencia ficción– una criatura con varias realidades: la física (concreta) y la virtual (digital). Realidades que ancladas, como lo mencionó Sibilia (2009) cuando habló de clonación: “en el seno más íntimo de la materia orgánica (…) comprenden la vida como información (…) como un código que puede y debe ser manipulado y corregido con la ayuda del instrumental digital” (p. 89).

En el mundo contemporáneo existe pues una criatura humana sincronizada con dispositivos tecnológicos. Ella quiere retornar a su comunidad, pero sigue anclada a las máquinas, mejora su comportamiento laboral con una naturaleza abstracta e inmaterial, aumentando su capacidad de penetración, interconexión y flexibilidad, estas tres últimas características brindadas por lo que Castells (1999) denominó mundo tecnológico. La criatura que se ha presentado hasta ahora, en un contexto mediado y soportado por Internet, es el trabajador.

El cuerpo del trabajador admite la posibilidad de manipulación de los artefactos tecnológicos por los cuales se ejecuta Internet. Su mente admite la posibilidad de potenciarse al conectarse con Internet. Se precisa advertir que la construcción de nuestra criatura continúa afectada por el dualismo cartesiano: cuerpo y mente. Concebir, describir y representar un trabajador “mejorado”, se instaura en el mundo del leguaje, la ciencia ficción y –desde las prácticas discursivas– también en la realidad. Ello propone la necesidad de reconocer las dinámicas de poder que se instauran desde las implicaciones psicosociales del teletrabajo relacionadas con el teletrabajador, como lo aseguró Cifuentes-Leiton (2016) cuando caracterizó para Colombia esta manera de organizarse para trabajar.

Concebir un nuevo trabajador como un espécimen que trata de eliminar las imperfecciones de lo humano podría ser parte de la ciencia ficción, no obstante, Sfez (2005) afirma que “la ficción no está fuera de la realidad” (p. 13). Haraway (1984) anticipó que perseguir aquella perfección en la naturaleza de los cíborgs podría ser relacionado con una blasfemia en un contexto religioso, moralista y sin perspectiva política, pero en el mundo del trabajo contemporáneo, por lo menos en Colombia, es una comprensión del tipo de trabajador que produce la existencia de Internet. Bustos (2012b), particularmente en su investigación con teletrabajadores, encontró lecturas para la comprensión del trabajador artesano y cíborg; describe a este último como “el resultante del entramado medio informático, biológico y económico que crea un nuevo orden mundial” (p. 26), según esta autora existe una “indiferenciación entre lo interno y lo externo” (Bustos, 2012b, p. 26), que “supone una extensión del cuerpo más allá de los límites de la piel” (Bustos, 2012b, p. 26).

Se afirma entonces que con el teletrabajo deviene la idea de un nuevo trabajador. Uno que es elevado en potencia por las TIC, y por ello no tiene tiempos límites de trabajo, convirtiéndose en un ser eficaz, que sigue instalado en el mundo productivo (no en el comunitario), sin desgastes sociales, un trabajador corregido en sus debilidades y llevado a lo perfecto: un cíborg (Cifuentes-Leiton, 2020).

Esto se enmarca en otras formas de producir, otras formas de instalarse en el mundo del trabajo. Para Bustos (2012) el teletrabajo leído desde lo psicosocial reconoce cambios en “las relaciones laborales, familiares, de amistad y comunitarias, en la medida que ocurre un cambio de intensidad, frecuencia y vía” (p. 192). Cifuentes-Leiton (2019) mostró la necesidad de reconocer la creación de subjetividades diferentes en el teletrabajo; mencionó que “desde un análisis epistemológico, se observa un discurso de lo considerado Estado Moderno, en el que la promesa de libertad fue resuelta” (p. 743), y sostiene que el trabajador se cree libre al organizarse a distancia (tele) para trabajar, pero en realidad no lo es, esto es pues una subjetividad atada a añoranzas por lo que no puede ofrecer el mundo de la producción.

Haraway (1984) definió al cíborg como “un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción” (p. 2), es un objeto codificado y por ello susceptible de control. Esta autora inspira a reflexionar sobre los hallazgos encontrados en la investigación de Cifuentes-Leiton (2016), puesto que, al encontrarse características de conexión constante a la Internet, se entiende aquello a lo que Haraway (1984) se refería cuando afirmaba que “la producción moderna parece un sueño laboral de colonización de cíborgs que presta visos idílicos a la pesadilla del taylorismo” (p. 2)2. Siendo pues el cíborg “un recurso imaginativo sugerente de acoplamientos muy fructíferos” (Haraway, 1984, p. 2), desde una lectura del mundo laboral, se podría decir que cuando es trabajador, se convierte en una criatura con terminales neuronales conectadas a Internet con la intención de potenciar su comportamiento productivo en el trabajo, que uno de los entrevistados en la investigación de Cifuentes-Leiton (2016) llamó la “matrix; así lo expresó este teletrabajador del diseño gráfico: “como trabajo con mis ideas, pues no lo ves lleno de carpetas ni de cajas, el insumo de mi trabajo lo llevo en mi cabeza, por eso es que puedo conectarme a la matrix, cuando ya estoy down entonces me puedo desconectar, me bajo de ese viaje” (Diseñador gráfico teletrabajador P5, comunicación personal, 03 de enero de 2016), para referirse a la Internet como megaestructura donde ingresa a trabajar para conectarse y desconectarse del mundo externo.

Haraway (1984) afirmó que “los cuerpos son mapas de poder e identidad y los cíborgs no son una excepción” (p. 37), de ahí que el trabajador cíborg represente entonces una posibilidad de pensar el cuerpo, por ejemplo, con preguntas sencillas que ayudan a elucidar cómo acontecen otras formas de trabajar que no están alojadas en el trabajo tradicional: ¿las organizaciones que procuran la protección de este trabajador le conocen en su dinámica cotidiana con Internet?, ¿cómo usa los objetos y cómo son sus rutinas?, ¿dónde está su cuerpo mientras trabaja?, ¿qué ropa usa mientras teletrabaja?, ¿el teletrabajador es quien realmente fue contratado para la tarea o se hace pasar por otro? (E. Rentería, comunicación personal, 2020) y ¿alguien sabe si se cansó de trabajar? Reflexionar críticamente sobre cuestiones como estas podría ser una forma de afirmar lo que Haraway (1984) propuso sobre definir “posibilidades políticas” (p. 37) desde la creación de una criatura que parece representar la realidad más allá de la ficción. Pensar la fusión de “máquina y organismo, de lo técnico y de lo orgánico” (Haraway, 1984, p. 34) permite reflexionar sobre la dinámica de la tecnología (como medio de comunicación y desde su ejecución en artefactos), espacialidades-temporalidades diferentes y un cuerpo transformado por y para la producción, todo ello ha de llevar a comprender el teletrabajo profundamente sin compararlo apresuradamente con el trabajo tradicional.

Esta simbiosis lo ingresa a un espacio virtual en el que existe y se valida lo que este mismo espacio crea. Kurt Lewin permitiría comprender esto como un alejamiento de los procesos de reciprocidad por interacción social y de la posibilidad de incidencia mutua de los pensamientos entre los sujetos (Blanco, 1995); es un rompimiento con la cercanía del otro, es decir, “extraños que se encuentran con extraños” (Bauman, 2002, p. 103) que construyen “un acontecimiento sin pasado” (Bauman, 2002, p. 103) y “un acontecimiento sin futuro (…) una historia que no continuará” (Bauman, 2002, p. 103). Sin embargo, de la mano de Haraway (1984) sería posible decir que, aunque el trabajador cíborg atraviese por este tipo de cotidianidad, configura la categoría de “gentes que se niegan a desaparecer” (p. 33), ellas “están reescribiendo activamente los textos de sus cuerpos y de sus sociedades” (Haraway, 1984, pp. 33-34), en su deseo sublime de permanecer en el mercado de trabajo. De este modo, el cíborg “se sitúa decididamente del lado de la parcialidad, de la ironía, de la intimidad y de la perversidad. Es opositivo, utópico y en ninguna manera inocente” (Haraway, 1984, p. 4).

El trabajador cíborg en la Internet se verá obligado a establecer unas relaciones diferentes en su casa y con su familia. La ciudad aparece evitada por esta criatura, porque el caos del tránsito se interpreta como pérdida de tiempo, pero, paradójicamente, también representa el lugar “para desconectar” (Bustos, 2012b, p. 101) que permite otras cosas cuando ya no se encuentra más en la virtualidad.

Desde la perspectiva del trabajador, en la investigación de Cifuentes-Leiton (2016), en el mundo laboral, en la sociedad posindustrial de la que se está hablando, “lo bio” y “lo socio3 son dimensiones de la vida del trabajador que resultan de poca importancia en la producción. Si se usase el lenguaje de las TIC se podría hablar de que estas dimensiones pueden funcionar en asincronía. Sin ellas el trabajo es aséptico, y así el trabajador es más efectivo. Si estos aspectos son desdeñados o relegados, ¿qué es lo que se potencia o prioriza? Lo intelectual es lo reavivado, y es justamente lo que se conjuga con lo tecnológico “lo tecno”4.

En la dimensión tecnológica el trabajador cíborg cree habitar un mundo libre de imperfecciones (de situaciones que distraigan la producción), un mundo en el que no vive confrontaciones o conflictos sociales, ni tentaciones de perder el tiempo hablando con otros. Está envuelto en un mar de información, elecciones propias, olvido del tiempo, entre otros aspectos ambientales. Vive la libertad de vestirse solo de la cintura hacia arriba, porque esa parte es la que aparece en la cámara, entonces en este mundo contemporáneo hay un giro de las estéticas en el trabajo, lo que, sin embargo, no implica una reducción de la productividad intelectual.

En el mundo laboral posindustrial hay una escisión entre el trabajador y su mundo social. Este es un aspecto trascendental que no existía en la época industrial, y era aún más diferente en el mundo del trabajo del preindustrialismo donde la comunidad era la noción básica para concebir la existencia de las personas. El cíborg no observa este seccionamiento en su mundo puesto que él considera –equivocadamente– que está más acompañado que antes. El núcleo que es Internet le brinda ese espejismo a la manera de un oasis para quien divaga por mucho tiempo en el desierto.

Es preciso decir que en esta división sigue existiendo un elemento fundamental: el control. En la época industrial el objeto que lo representaba era el reloj. Sibilia (2009) afirma que el reloj continúa siendo lo más emblemático para el control en el mundo moderno actual. Aunque, como lo señaló Cifuentes-Leiton (2016), el manejo del reloj como máquina fuera del cuerpo humano que guiaba la cotidianidad en el industrialismo se ha modificado. La cotidianidad como un modo de temporalidad (como compresión del tiempo en sí estudiada por Heidegger (1927) se vive en la actualidad como un reloj instaurado en la mente del trabajador cíborg. Esta incrustación procura la estructuración de jornadas laborales de manera autónoma, pero más allá de ello, permite que el control sea imperceptible al haberse desligado presencialmente de quien portaba el reloj para hacer cumplir su voluntad.

El trabajador cíborg es un ser que se convenció a sí mismo de que es libre. Antes de ser cíborg la libertad era su gran anhelo. La simbiosis hombre-máquina ha de brindar “una musculatura mejorada electrónicamente” (Bauman & Lyon, 2014, p. 64) a la producción, y esta característica electrónica le pone fácilmente en la posición de sujeto de control. Se trata de una vigilancia líquida (Bauman & Lyon, 2014) que se modifica según la situación y plataforma en la que se trabaja, eso es justamente lo que hace que el teletrabajador sea siempre hallado en cualquier rincón donde se encuentre, se le hace imposible esconderse. Para Bauman y Lyon (2014) el mundo actual es “pos-panóptico” ya que sigue existiendo la figura de quien observa –y ejerce el control–, por tanto, la del observado –y controlado– como lo menciona la teoría foucaultiana, pero ahora lo que se modificó fue la posibilidad de “desaparecer, o instalarse en reinos inalcanzables” (Bauman & Lyon, 2014, p. 12). La cualidad de liquidez de la vigilancia sobre la dinámica laboral, y no sobre el cuerpo, se manifiesta en la sensación de ser “un individuo libre”. Se hace énfasis en que solo es una sensación, derivada de un anhelo, puesto que en la realidad el control sigue siendo ejercido.

Se afirma que el reloj y su función de controlar siguen existiendo en el trabajo, pero con dispositivos diferentes a los del mundo industrial. Las tecnologías de la información, al tiempo que son el medio para acceder al lugar de trabajo, albergan y accionan los mecanismos de vigilancia, lo que muestra que el poder se trasmutó: pasó de ser ejercido sobre el cuerpo a reconocer que la irrelevancia de los espacios físicos es posible cuando lo que se controla es el conocimiento; por tanto, como dice Lyon: “el poder actual existe en el espacio global y extra territorial” (Bauman & Lyon, 2014, p. 13), las tecnologías están pues al servicio de este nuevo poder en el mundo del trabajo.

Como lo mencionó Cifuentes-Leiton (2020): “el trabajador cíborg no se percata de la vigilancia y del poder que se ejerce a través de las tecnologías de información” (p. 18), camina en tierras áridas y desérticas porque no quiere estar en unas donde se encuentre presencialmente con quien le recuerda su esclavitud.

Hasta el 2016, las instituciones que legislaron para fomentar el teletrabajo no reconocían los avatares psicosociales implicados en este, por ello la búsqueda de libertad no es un concepto que se legisle en la jurisprudencia relacionada5. Al contrario, como lo mencionó Cifuentes-Leiton (2018; 2019) y Cifuentes-Leiton y Londoño-Cardozo (2020), la normatización de la que fue objeto el teletrabajo en Colombia mostró que el gobierno no regula sobre la causa de dicha necesidad porque sencillamente no la reconoce, tampoco regula Internet, toda vez que la desconoce como un lugar6, como lo es la fábrica o la empresa.

Bauman y Lyon (2014) propusieron poner un “énfasis en el significado del encuentro real con el Otro” (p. 16) cuando se investigan las formas actuales del pos-panóptico (Bauman & Lyon, 2014). Mientras que el teletrabajo puede estar motivado por las ansias de alejarse de la relación de opresión naturalizada entre patrono y trabajador, lo que puede generar un distanciamiento del mundo social, la vida en comunidad no debería implicar “actuar a distancia” (Bauman & Lyon, 2014, p. 29)

Este efecto, desde la psicología clínica y la psiquiatría se denomina “psicosis”patología que es reconocida por otros, pero no por quien la padece. Desde la psicología organizacional y del trabajo se advierte que esta es funcional a los intereses de producción en la era posindustrial en la cual se instala el teletrabajo. El teletrabajador es un trabajador en autoreferencia que ha de volver a sí mismo para la acción de producción. Valera y Maturana (1972) definieron este patrón como autopoiesis, aludiendo a la capacidad que tienen los sistemas para producirse a sí mismos, relacionándose con el medio, pero sin ser determinados por él. Esto es lo que el trabajador vivencia como autonomía –en la toma de decisiones, en el manejo del tiempo, etc.–; profundizando en este análisis desde la cotidianidad del trabajador se trata de vivencias y relatos “ambiguos y paradójicos, de autonomía y esclavitud” (Bustos, 2012, p. 193). Es el reloj incrustado en la mente del trabajador el que establece rutinas, en las que responsabilizarse es un continuum que muestra el control del sí mismo para la producción en el sistema posindustrial. De este modo, su lenguaje muestra el autocontrol, autodisciplina, autoconciencia, autoaprendizaje, autoaceptación, autoestima, autoconvencimiento, autosuperación, autosuficiencia (por poner algunos ejemplos) como elementos necesarios de pertenencia a ese mundo laboral.

Al instalarse en un aislamiento social –que desde otra óptica es también un aislamiento laboral- el teletrabajador ha de tener en Internet rutinas y patrones de comportamiento del mundo laboral tradicional. Inclusive sus jornadas de trabajo pueden ser aun más extensas (Mirchandani, 1999; Cifuentes-Leiton, 2016; Cifuentes-Leiton, 2020). El teletrabajo no acude a otra construcción de trabajo porque mantiene las dinámicas de poder-resistencia (Foucault, 1994), la vigilancia, la gestión de producción, rutinas, entre otros aspectos.

La premisa que manifiesta Castells (1999) acerca de que Internet permite cercanía a pesar de la distancia territorial se torna difusa con el cíborg del que se habla. Sus dinámicas de producción llevan a preguntarse: ¿la cercanía con quién? ¿La cercanía en qué contextos? Porque las familias con integrantes en diferentes países pueden acercarse por medio de mensajería instantánea, enrutada por Internet, pero en el contexto laboral, donde no se permiten actividades diferentes a las productivas, esta premisa pierde su validez.

Se argumenta que en esta forma de organizar el trabajo existe mayor interacción, pero es una necesidad imperiosa aclarar que lo que se gesta es mayor interactividad. En la interacción social como se explicó al inicio de este artículo, existe una interdependencia social o incidencia mutua entre quienes intervienen en la relación, mientras que en la interactividad, como lo asegura Bedoya (1997): “en ningún momento el receptor ni el emisor tienen una influencia recíproca, es decir, no se comunican al mismo nivel al tú por tú” (p. 2), o dicho en otras palabras, emisor y receptor tienen una comunicación no lineal cuando ejercen comunicación en el contexto laboral que organiza el teletrabajo.

En la actualidad, existe un relacionamiento tejido firmemente entre virtualidad y trabajo. Dicho tejido configura la posibilidad de trabajar fuera del centro tradicional, en actividades que no se dan desde la mano de obra (física), pero mueven el sistema económico –a propósito de la pandemia por la COVID-19. Esto podría indicar que el teletrabajo es un modelo de trabajo orientado por el mercado; no tiene lo que Zilio y Puello-Socarrás (2019) llamaron industrialismo orientado por el Estado. El cíborg entonces está en un contexto de desprotección social, y esto está lejos de ser una cuestión acabada. Por lo tanto, es necesario poner bajo sospecha aquellos discursos que solo se centran en exaltar los beneficios de la virtualidad, porque detrás de ellos hay un discurso a favor del mercado que no permite comprender todas las consecuencias de esta actual forma de relación entre persona y trabajo.

Podría ser posible que este trabajador cíborg se mueva en dinámicas que admiten el aumento de la actividad humana que Arendt (1958) llamó Trabajo, pero sin Labor y Acción. Lo anterior quiere decir que se configura una sociedad por y para la producción cuando se olvida la importancia de la pluralidad y del cuidado de la vida humana misma. La interactividad hace que la vida laboral no termine, que no se distribuya en las mismas cantidades de tiempo que se tenía en la sociedad industrial. Como lo mencionó Malvezzi (1998), la globalización transformó la relación entre hombre y trabajo, e hizo que se insertara en dinámicas espaciotemporales diferentes, que llevan a que la cotidianidad en la sociedad actual sea experimentada también de manera diferente por el trabajador. Fazio (2007) menciona que por la globalización la organización de las relaciones cambia, cuestión que también exploró Cifuentes-Leiton (2016); las relaciones sociales se permean de acciones laborales, así como de sus espacios, formando espacios híbridos, pero con funciones netas de trabajo. Conocer estas cotidianidades es lo que Guedes y Rentería-Pérez (2019) reconocerían como el valor científico “da pesquisa-ação/intervenção/prática no campo das ciências sociais aplicadas” [de investigación-acción/intervención/práctica en el campo de las ciencias sociales aplicadas] (p. 52).

También podría tratarse de un trabajador que al tener que debatirse entre estar en línea o estar desconectado debe responder a las dinámicas que generan esos dos estados. Quizá las rutinas y relaciones con los objetos propias de estar conectado son tan fuertes que logran incrustarse en la vida que está por fuera de la conexión. Desde Bauman (Bauman & Lyon, 2014) esto es explicado en el contexto de que “la experiencia obtenida en un universo acaba reformulando la axiología que guía los valores del otro” (p. 46), es decir, que la rapidez y la compresión del tiempo natural (Malvezzi, 2000) en el mundo virtual pueden hacer que una persona se mueva fácilmente entre dos realidades diferentes, lo que, sin embargo, no quiere decir que se deje de anhelar la presencia de los otros. La propia presencialidad y espacialidad en el mundo del trabajo deben ser (re)dimensionadas, tal como lo afirmaron Sobrinho et al. (2019) desde dos conceptos del mundo de las tecnologías digitales: presencia social, que es estar presente en un lugar o alguna situación; y copresencia, que es la posibilidad que las personas estén en un ambiente físico al mismo tiempo.

En otras palabras, la virtualidad del mundo en el que el trabajador cíborg se encuentra “no es tan capaz de satisfacer por completo la necesidad de sentirse acompañado” (Bauman & Lyon, 2014, p. 47). Es lo que Nardi (2006, como se citó en Bustos, 2012b) planteó desde la construcción de subjetividades y sujeciones en el teletrabajo, “la nueva sujeción es más violenta, pues niega las diferencias, desvaloriza las salidas colectivas y naturaliza las desigualdades, haciendo que los sujetos se sientan aislados y frágiles” (p. 49).

Para la psicología estar en línea o estar desconectado implica, según Rentería, el problema del “otro con el que se interactúa cuando se teletrabaja” (comunicación personal, 25 agosto de 2016) y la asunción de la existencia real de quien se espera sea el interlocutor en la acción comunicativa mediada por las tecnologías. Esta asunción en el trabajo tradicional no se pone en cuestión, pues el trabajador no puede pedir que otro haga su trabajo por él; en cambio, en el teletrabajo se encuentra esa posibilidad, pues del otro lado de la pantalla no se verifica su cuerpo, solo su acción.

La descripción que se ha hecho del trabajador cíborg muestra una realidad tecnológica que como menciona Piscitelli (2002): “continúa a la biología por otros medios, y la perfecciona pero sin romper definitivamente con ella jamás” (p. 34), y así, al mejor estilo heredado del antropocentrismo, del humanismo, se pone al hombre (al trabajador en este caso) como el núcleo del universo (del trabajo), y por ello, lo humano y lo maquínico se encuentran en estrecha relación. La relación descrita se podría ubicar en un espacio continuum donde el trabajo y sus dinámicas –propias de la esfera pública– no se diferencian de las de casa –amistad o vecindad que hacen parte de la esfera privada.

Fuera de la fábrica: dioses, pero esclavos

La existencia de dicho cíborg se da en un contexto de información, que desde el management es el que Drucker (1969) denominó “sociedad del conocimiento”, y que posteriormente Castells (2001b; 2001) desde la sociología llamaría “era informacional”. Esta existe producto de un fenómeno que los filósofos Hardt y Negri (2000) denominaron posmodernización económica o informática, que genera un trabajo abstracto o inmaterial, con empleos móviles y cuyo producto es el conocimiento, la información y la comunicación.

El trabajador cíborg cree que es dueño de su tiempo y espacio. Esta nueva forma de relacionarse con el tiempo y el espacio laboral es lo que le permite extenderse y potenciarse. Los teletrabajadores se consideran en una mejor posición que los trabajadores que aún tienen que ir a la empresa, según lo encontrado en la investigación de Cifuentes-Leiton (2016); se consideran libres, valoran mejor un trabajo basado en el conocimiento que el trabajo hecho con las manos. En su discurso se aprecia que creen tener una posición superior (a la de quienes aún deben ir a la oficina), pero terminan personificando a Eleuteria, una diosa sin templo ni culto. Se trata de una especie de superioridad y trascendencia basada en la posesión de Cronos, pero, sin que aquellos trabajadores se percaten, esto resulta en el encerramiento, tal cual ocurrió con el dios Cronos, quien fue mandado por sus hijos Zeus, Poseidón y Hades a gobernar en un microterritorio, el Tártaro. Este trabajador es seducido por la libertad, convirtiéndose así la seducción en el mecanismo psíquico que, según De Gaulejac (2005), reemplazaría la represión, mecanismo que, para el caso del teletrabajo, refuerza la existencia del modelo económico hegemónico.

La alegoría sobre la existencia de Eleuteria y de Cronos permite preguntarse lo siguiente: ¿gobernar en un microterritorio (casa) propone un hombre postsocial? ¿Las ansias de los hijos de Cronos por el tiempo se pueden canjear por el estar con otros? Ante cualquier tecnología ¿podrá el trabajador reconocer la dinámica poder-resistencia (en el sentido foucaultiano) para comprender y desaparecer las falacias implicadas en el teletrabajo?

Ser un obrero fuera de la fábrica (cambio descrito por Hardt y Negri (2000) cuando hablaron del cambio de las sociedades) es la posibilidad del trabajador cíborg. Ello podría implicar la vuelta al hogar y, como lo menciona Bustos (2012), a las relaciones vecinales; lo que resulta prometedor, al igual que hacer lo que les gusta, cómo les gusta, tal como lo encontró Benites (2003) cuando estudió la percepción de sufrimiento, el placer en el desarrollo de las actividades de trabajo y las relaciones sociales de periodistas.

La relación entre dominador y dominado es el encarcelamiento del trabajador cíborg. ¿Puede decirse que se vuelve a la familia, como en la sociedad preindustrial? ¿Se vuelve a la familia como núcleo principal de la socialización? ¿Cuál es la forma de ese regreso? ¿Bajo qué condiciones? Con mecanismos más sutiles de control, esta forma de organizar el trabajo sigue siendo un correlato de lo que Marx (1844; 1867) denominó alienación del trabajador.

El sustrato biológico y social que aún le queda al trabajador cíborg no es reconocido por su dominador. Existen comportamientos del ser biológico y social que debilitan la existencia del organismo cibernético, entre ellas: el hambre o el cansancio que ya no se encuentran en el plano corporal de necesidades básicas a satisfacer, sino que se encuentran en el plano de información que se recuerda, como lo menciona uno de los entrevistados (Cifuentes-Leiton, 2016) “puedo seguir [trabajando] y no me doy cuenta sino cuando ya me da mucha hambre o el gato me pide comida, hasta ese momento no me levanto de la silla” (p. 107); la fatiga por las excesivas horas de trabajo al tratar de cumplir con un valor social llamado “responsabilidad”; el temor de no ser reconocido y escogido para beneficios de la empresa; la incomprensión del contexto (familia y vecinos) de lo que la persona hace con su vida cuando teletrabaja (la creencia de que hace nada); aprovechamiento del tiempo libre con prácticas deportivas y demás prácticas del ocio.

Internet en la relación persona-teletrabajo

La relación de subordinación entre jefe y trabajador comprendida desde el control en el trabajo tradicional es la razón de aceptar Internet como el nuevo centro de trabajo. Desde la perspectiva del trabajador, el teletrabajo es una reacción al poder hegemónico, lo que muestra un accionar del trabajador que desde De Certeau (2000) puede considerarse: táctica. Este escape busca la libertad y la autonomía que no encuentra en la realidad que le circunscribe al mundo del trabajo.

La táctica no es planeada como lo es la estrategia. De Certeau (2000), desde su comprensión de la etnografía crítica de lo cotidiano, la describió como un acto inconsciente que como tal, produce y significa la realidad, pero que no se instaura en la lucha para producir un cambio en la vida de los individuos. Significa la posibilidad de realizar acciones con un solo destinario: el aplicador de la táctica. El autor enfatiza en que esta no consagra una estructura intelectual de dominio, sino decisiones y actos con los que se aprovechan las situaciones según surjan.

El cansancio por el trabajo debe eliminarse en el cíborg. El cansancio es aún una característica muy humana. Ante jornadas extensas de trabajo y otras actividades simultáneas, el cíborg no acepta que se cansa por el trabajo; el cíborg ve ventajas en el teletrabajo, pero por sus desventajas sucumbe sin fuerza y se ve obligado a recordarse como un integrante de una comunidad, como ser social, con gran riesgo de caer en soledad; busca alejarse de una figura social de la dimensión de la producción (patrono), y termina alejándose de todas las que pertenecen a esa dimensión, y a las otras dimensiones de su mundo. Así, ha de terminar relacionándose con otro durante su tiempo laboral si y solo si es cuestión de trabajo; se va a convencer de tener el control absoluto de su tiempo, pero no recuerda que al ingresar a una plataforma queda en línea a merced de todo lo que se puede hacer en Internet, esto sería el panóptico señalado por Foucault (1994; 2002).

El trabajador cíborg usa unos objetos y artefactos nuevos del mundo digital y cambia el uso convencional de los que no pertenecen a dicho mundo, todo en pro de la realización del trabajo. Su vita contemplativa estará apagada por el ruido de abundante información dispuesta en Internet. Cuando trabaje, no podrá escapar de asumir los costos fijos de una operación que antes eran responsabilidad de su patrono; ¿despertará del sueño en el que se transformó su modus vivendi? ¿Seguirá en el sueño taciturno para estar en línea como lo menciona Evans (2011) cuando se refiere al Internet de las cosas? Este trabajador se presenta solitario en la obra, conectado, vigilado, concentrado y embebido en la “matrix” vía artefactos de tecnología; así se muestra en la Figura 1. ¿Será que estamos ante la imagen de un trabajador eficaz? Y cuando el cíborg se desconecte, ¿podrá hallar su propia figura transformada? (ver Figura 2).

Figura 1. Trabajador ciborg

Nota. Representación gráfica del trabajador cíborg. Se observa una persona trabajando en una cotidianidad que le pone en un sistema de vigilancia que parece naturalizado en la escena, junto a elementos que le conectan a aparatos que le mantienen en un circuito. Reproducido de Caracterización del teletrabajo desde versiones de integrantes del gobierno, empleadores y teletrabajadores: una aproximación psicosocial (p. 1), por D. Cifuentes-Leiton, 2016, Universidad del Valle.

C:\Users\DIANA\Desktop\CYBORG - copia.jpg

Figura 2. Ciborg precario

Nota. Representación del trabajador ciborg al salir de la escena de su cotidianidad en el trabajo. Reproducido de Ciborg precario, por D. Cifuentes-Leiton, 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=BYSqiM1rbC0&ab_channel=IIEIFAPOTEscuelaInternacionaldeFormaci%C3%B3nPOT).

A medida que se potencien las negaciones se ponencia el organismo cibernético, pero mientras exista un cuerpo –aunque desvalorizado, su parte humana le instaurará como sujeto de derechos de una sociedad laboral particular. No obstante, su existencia se modificará en el futuro, cuando las nuevas generaciones nativas de Internet ingresen al mundo del trabajo, pues ello presume que las relaciones sociales estarán descontadas.

Al respecto, se puede decir que el ser humano en relación con otros tiene la oportunidad de resignificar la existencia. La colectividad, la comunidad, y en el espacio público, son la fuerza de la transformación social (Montero, 2006, como se citó en Rivera et al., 2019). Con Arendt (1993), podemos entender esta relación con la comunidad como la “acción”, dinámica en donde la política llega a gestarse, y, con Brussino et al. (2019), podemos afirmar que ese mundo político tendrá un impacto en las ideologías con las que se vivencia el mundo.

Aunque el cuerpo sea entonces solo una cárcel, finita y pobre, que evidencia la persistencia de lo orgánico (Sibilia, 2009), se presenta como la necesidad de soporte material que pueda albergar el pensamiento y los ciclos fisiológicos que permiten su funcionamiento. Se observa lo que Cruz (2013) se preguntó sobre los cambios sociales, en cuanto a si se convierten en instrumentos de perpetuación de la dominación o sirven al sujeto para comprenderse como parte de la sociedad libre. Lo hegemónico es lo que está visibilizado (Derrida, 1967), lo demás que comprende la cotidianidad del trabajador es marginado, invisibilizado.

Las significaciones que tiene el cíborg de la forma de organizar el trabajo en el que se inscribe podrían mostrar la necesidad de lo que Blanch (2012) presentó como una función del trabajo más allá de lo instrumental. Es pues la necesidad de encontrar en el trabajo una actividad que no genere conflicto entre la vida laboral y familiar, una actividad que procure el bienestar y la calidad de vida como una característica que, aun teniendo un fuerte componente de percepción individual, en su componente social y jurídico se base en condiciones dignas de trabajo.

Ante esta forma de trabajo se podría plantear de manera desprevenida la necesidad de adaptación a las condiciones que ofrece, tanto a nivel virtual como físico. Sin embargo, el reconocer la relación entre persona y trabajo y, con ello, el trabajo como “organizador fundante ontológico a nivel social y personal” (Rentería & Malvezzi, 2008, p. 331) se muestra la necesidad de discusiones donde aparezcan las diferentes instancias que lo reglamentan y aplican. Reconocer su naturaleza y el peso implacable de las regulaciones y estrategias de mercado es un primer paso para hacer frente a la individualización y economización de la vida cotidiana del trabajador.

Rentería (2008) ya advertía sobre la necesidad de repensar el abordaje de la psicología en la relación entre hombre y trabajo ante la “virtualización de las organizaciones”. Rentería (2008) defendió la tesis de que ante la virtualización se construyen “sujetos ampliados y cada vez más difusos y multifacéticos” (p. 67), lo cual permite pensar en la necesidad de analizar las realidades que se desprenden de entender la Internet en la vida contemporánea, y así entender por qué en la actualidad “tiempo y lugar se convierten en las dos principales dimensiones de referencia para la consolidación o transformación de identidades y metamorfosis de selves” (Rentería, 2008, p. 71).

Reflexiones finales

Se concluye que la criatura de la que se habló aquí es un tipo específico de trabajador. Uno que por su formación y habilidades tecnológicas pertenece o puede pertenecer a la sociedad de la información y del conocimiento. Se deja claro que por estratificación social y segmentación de mercado no todos van a poder pertenecer a dichas sociedades, ni ocupar cargos como teletrabajadores. La diferencia entre la criatura de Frankenstein y la criatura descrita en este artículo radica, fundamentalmente, en que la primera se creó con retazos de cadáveres humanos por el enigma de lo que es la conciencia humana, la segunda criatura se creó con retazos (escasos) de lo que debería ser vida (tiempo con otros) por el enigma de lo que es la libertad. Ambas criaturas, aunque fragmentadas y rotas, son el reflejo de anhelos de la humanidad en el marco de un pensamiento Moderno.

Las condiciones de trabajo han cambiado, la diversidad de actividades y las herramientas disponibles para ello deben comprenderse en un marco sociohistórico para analizar los fines de la forma en que las personas se organizan para trabajar. Divisar la dimensión económica no será pues la única manera de comprensión, pero resulta de mucha importancia cuando esta teje sistemas en los que las personas trabajadoras quedan presas.

Comprender Internet como un lugar es acercarse a modos de ser, hacer y pensar derivados de lo que ahí existe. En la actualidad Internet es el centro de trabajo, tal como lo fue la empresa en la época industrial, ello implica sujetos productores con características diferenciadas, que producen lógicas culturales y sociales, nociones de lo privado y lo público, y con ello lo político.

En el teletrabajo los dispositivos de control no se representan en el reloj colgado en la cartera de la camisa del patrono. El dispositivo de control está en un mecanismo introyectado en la mente del trabajador. La vigilancia se ejerce de otra manera en esta forma de organizar el trabajo, su base es la estructuración del cumplimiento de metas, y el rastreo se guarda en las plataformas y software virtuales en las que se realiza la gestión de actividad, ahí quedarán siempre a disposición por la activación de la Internet. En este sentido, si se habla de un cíborg, se está acudiendo a la comprensión de la máquina como un sistema que enmarca la producción del teletrabajador de la era posindustrial en un mundo de comprensión mecanicista, y si queda algo que reivindique la vida es la necesidad de reconocer la mente como lo vital para la prolongación de la producción.

El trabajador cíborg es una fusión entre el cuerpo de carne y hueso, la mente del trabajador e Internet. Fusión que potencia la producción de este trabajador; podría, incluso, hablarse de la mejora o perfección de un individuo para el servicio al sistema productivo. El aislamiento social es la principal característica que presenta esta criatura, quien al ingresar en la conexión a Internet puede olvidarse del espacio social y geográfico terrestre que ocupa su cuerpo. El teletrabajo muestra el retorno a la casa como una forma de equilibrar la vida laboral con la familiar, no obstante, el retorno a la casa no obedece a las condiciones que se tenían en la época industrial o preindustrial. No hay entonces liberación ni equilibrio, se percibe la simultaneidad de las actividades de esas dos dimensiones de la vida de una persona. A pesar de prometer libertad, esa forma de organizar el trabajo denominada “teletrabajo” solo se consolida como un señuelo que el desarrollo, vía crecimiento económico, utiliza como dispositivo que perpetúa al trabajador en ese mismo lugar de excluido.

Si el teletrabajo fuese entendido simplemente desde un cambio en la experiencia estética, la discusión se reduciría a ventajas y desventajas al experimentarlo, a describir la búsqueda de comodidad en los lugares donde cada uno se ubica para trabajar y la vestimenta que se usa para ese fin. Sin embargo, cuando se reconoce que el teletrabajador es parte de una forma de organizar el trabajo en la que se diseña la pulcritud de la actividad productiva, “transformando las formas de presencia, el esbozo de una nueva fenomenología del espacio-tiempo” (Piscitelli, 2002, p. 158) del y para el trabajo, entonces se comprende que de lo que se trata es de una ontología distinta, en la que las dinámicas de la esfera pública –a la que pertenece el trabajo– irrumpen en la esfera privada. Y esta última es la que se debe modificar para recibir la primera.

Es por ello que la dinámica de comunidad es la que se fragmenta cuando se teletrabaja. La infovía que es Internet permite conectarse y adentrarse en una forma de vida diferente, una en la que existen solo las reglas que el conectado considere, en ella queda atrapada toda noción de realidad material, puesto que se considera que la realidad virtual ha de suplir los deseos de libertad. Internet es otro mundo, uno que no ha sido descubierto.

Conflicto de interés

El autor declara la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación de cualquier índole. Asimismo, la Universidad Católica Luis Amigó no se hace responsable por el manejo de los derechos de autor que los autores hagan en sus artículos, por tanto, la veracidad y completitud de las citas y referencias son responsabilidad de los autores.

Referencias

Aktouf, O. (2001). Administração e teorias das organizações contemporâneas: rumo a um humanismo-radical crítico? Organizações & Sociedade, 8(21), 13-33. https://periodicos.ufba.br/index.php/revistaoes/article/view/10570

Arendt, H. (1993). La condición Humana. Ed. Paidós.

Bauman, Z. & Lyon, D. (2013). Vigilancia líquida. Paidós.

Bauman, Z. (2002). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.

Bedoya, A. (1997). ¿Qué es interactividad? http://penta3.ufrgs.br/midiasedu/modulo6/etapa1/biblioteca/interactividad.pdf

Benites, A. (2003). Impacts and Trends of Journalistic Telework: The Journalists’ Viewpoint. Cyberpsychology & behavior. 6(1). http://doi.org/10.1089/109493103321167965

Blanch, J. M. (2012). Trabajar y bienestar. Universitat Oberta de Catalunya.

Blanco, A. (1995). Cinco tradiciones en la psicología social. Ediciones Morata.

Brussino, S., Imhoff, D., & Paz, A. (2019). Relationships between Political Ideology and cognitive schemas about “the left” in Argentina. Revista de Psicología 37(1). https://doi.org/10.18800/psico.201901.005

Bustos, D. (2012). Sobre subjetividad y (tele)trabajo. Una revisión crítica. Revista de Estudios Sociales, (44), 181-196. http://dx.doi.org/10.7440/res44.2012.17.

Bustos, D. (2012b).Ciberartesan@s: (re)subjetivado espacios, tiempos, relaciones e individualidades en el trabajo. [Tesis doctoral], Universidad Autónoma de Barcelona]. http://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/107759/dbo1de1.pdf?sequence=1

Castells, M. (1999). La era de la información: economía sociedad y cultura: la sociedad red (Vol. 1). Siglo XXI editores.

Castells, M. (2001). La Era de la Información: el poder de la identidad (Vol. 2). Siglo XXI Editores.

Castells, M. (2001b). La era de la información: fin de milenio (Vol. 3). Siglo XXI Editores.

Chanlat, J. F. (1994). Hacia una antropología de la organización. Centro de Investigación y Docencia Económicas. http://aleph.academica.mx/jspui/handle/56789/11659

Cifuentes-Leiton, D. M. (2016). Caracterización del teletrabajo desde versiones de integrantes del gobierno, empleadores y teletrabajadores: una aproximación psicosocial [Trabajo de maestría en Psicología]. Universidad del Valle.

Cifuentes-Leiton, D. M. (2018). Teletrabajo como modelo de política Top-down: estrategia de institucionalización. Revista de administración pública del GLAP, 2(2), 45-57.

Cifuentes-Leiton, D. M. (2019). Teletrabajo como modelo de política top-down: creación de subjetividades y dinámicas de institucionalización. En S. Franco & E. Escudero (Eds.), El presente del futuro del trabajo XVI (Vol. 2), (pp. 739-748). Psicolibros Universitario.

Cifuentes-Leiton, D. M. (2020). Teletrabajo en dos tiempos psicosociales: gobierno, empleadores y teletrabajadores. Desarrollo Gerencial, 12(2), 1-25. https://doi.org/10.17081/dege.12.2.3913

Cifuentes-Leiton, D. M. [II EIFA POT Escuela Internacional de Formación POT] (2021). Trabajo y virtualidad: Ciborg precario [Video]. https://www.youtube.com/watch?v=BYSqiM1rbC0&ab_channel=IIEIFAPOTEscuelaInternacionaldeFormaci%C3%B3nPOT

Cifuentes-Leiton, D. M., & Londoño-Cardozo, J. (2020). Teletrabajo: El problema de la institucionalización. AiBi: revista de investigación, administración e ingeniería, 8(1), 12-20. https://doi.org/10.15649/2346030X.749

Cruz, J. (2013). La intervención psicosocial: ¿un factor de cambio social o un instrumento de dominación? Revista Poiésis, (25), 1-12. https://www.funlam.edu.co/revistas/index.php/poiesis/article/view/640/612

De Certeau, M. (2000). La invención de lo cotidiano. Artes de hacer. Universidad Iberoamericana; Biblioteca Francisco Xavier Clavijero.

De Gaulejac, V. (2005). La société malade de la gestion. Idéologie gestionnaire, pouvoir managerial et harcèlement social. Seuil.

De la Garza, E. (2006). La flexibilidad del trabajo en América Latina. En E. Garza Toledo & J. S. Barbosa Cavalcanti. Tratado Latinoamericano de sociología del trabajo (pp. 148-177). Fondo de Cultura Económica.

Derrida, J. (1967). De la grammatologie. Les Edition de Minuit.

Drucker, P. (1969). The Age of Discontinuity. Harper & Row.

Evans, D. (2011). The internet of things. How the Next Evolution of the Internet is Changing Everything, Whitepaper. Cisco Internet Business Solutions Group (IBSG).

Fazio, H. (2007). Cambio de paradigma: de la globalización a la historia global. Ediciones Uniandes.

Foucault, M. (1994). Dits et écrits (Vol. 3).  Gallimard.

Foucault, M. (2002). Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores.

Freyer, H. (1963). La sociedad industrial como objeto de estudio de la Sociología. Revista Mexicana de Sociología, 25(3). https://doi.org/10.2307/3538564

Fritzen, F., & Misoczky, M. C. (26-29 de septiembre de 2018). O fetiche das empresas-aplicativo [Ponencia V]. Congreso Red Pilares, Santiago de Chile.

Gagliardi, P. (2014). Explorando o lado estético da vida organizacional. En S. Clegg., C. Hardy, & W. R. Nord (Eds.). Handbook de Estudos organizacionais. Reflexoes e novas direções (Vol. 2) (128-149). Editora Atlas.

Guedes, S., & Rentería-Pérez, E. (2019). Da pesquisa-ação à ciência do desenho (design science): a validade da pesquisa prática/intervenção e a produção do conhecimento. En M. N. De Carvalho-Freitas, L. Cordeiro Freitas & T. Cury Pollo (Eds.). Instituições, saúde e sociedade. Contribuições da psicologia (pp. 36-58). Editora UEMG.

Haraway, D. (1984). Manifiesto cyborg: el sueño irónico de un lenguaje común para las mujeres en el circuito integrado. Routledge.

Hardt, M., & Negri, A. (2000). Imperio. Paidós.

Heidegger, M. (1927). El ser y el tiempo. Fondo de Cultura Económica.

Iparraguirre, G., & Ardenghi, S. (2011). Tiempo y temporalidad desde la antropología y la física. Revista de Antropología Experimental, (11) 251-260. https://revistaselectronicas.ujaen.es/index.php/rae/article/view/1928/1678.

Malvezzi, S. (2000). Psicologia organizacional. Da administração científica à globalização: Uma história de desafios. En Machado, C., Melo, M. y Santos, N. (Eds.), Fronteiras da Psicología (Vol. 2; pp. 313-326). Portugal Universidade de Évora.

Marx, K. (1844). Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Colihue Clásica.

Marx, K. (1867). El Capital: crítica de la economía política. El proceso de producción de capital (Vol. 1). Siglo XXI Editores.

Mirchandani, K. (1999). Legitimizing work: Telework and the gendered reification of the work-nonwork dichotomy. Canadian Review of Sociology and Anthropology, (36), 87-107.

Montero, M. (2006). Hacer para transformar. Paidós.

Nardi, H. (2006). Ética, trabalho e subjetividade: trajetórias de vida no contexto das transformações do capitalismo contemporâneo. Ed. UFRGS.

Piscitelli, A. (2002). Ciberculturas 2.0: en la era de las máquinas inteligentes. Paidós.

Rentería, E. (2008). Nuevas realidades Organizacionales y del Mundo del Trabajo: Implicaciones para la Construcción de la Identidad o del Sujeto. Informes Psicológicos, (10), 65-80.

Rentería, E. (2016). Formas de Trabajar y Repertorios de POTs. SBPOT Associação Brasileira de Psicologia Organizacional e do Trabalho. https://www.sbpot.org.br/publicacao/formas-de-trabajar-y-repertorios-de-pots/

Rentería, E., & Malvezzi, S. (2008). Empleabilidad, cambios y exigencias psicosociales en el trabajo. Universitas psychologica, 7(2), 319-334.

Rivera, M., Velázquez, T., Custodio, E., Hildenbrand, A., & Wakeham, A. (2019). La praxis en la formación en Psicología Comunitaria: una mirada ética. Revista de Psicología, 37(1). https://doi.org/10.18800/psico.201901.002

Sennett, R. (1998). La corrosión del carácter: las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Anagrama.

Sfez, L. (2005). Técnica e ideología: un juego de poder. XXI Editores Argentina.

Sibilia, P. (2009). El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales. Fondo de Cultura Económica.

Sobrinho, J. B., Ayres. M., & Ribeiro, J. C. (2019). Percepções sobre presença social em interações mediadas por dispositivos de comunicação móveis. Intexto, (44), 184-203. http://dx.doi.org/10.19132/1807-8583201944.184-203

Varela, F., & Maturana, H. (1972). Mechanism and biological explanation. Philosophy of Science, 39(3), 378-382. https://www.journals.uchicago.edu/doi/abs/10.1086/288458?journalCode=phos

Zilio, P., y Puello-Socarrás, J. (2019). Reflexiones sobre la administración pública y el Neoliberalismo en nuestramérica, Siglo XXI. Revista electrônica de administração, 25(2), 22-39. http://dx.doi.org/10.1590/1413-2311.247.94991

Notas de autor

Diana Milec Cifuentes-Leiton

Magíster en Psicología, Universidad del Valle (Colombia). Docente auxiliar de la Facultad de Ciencias de la Administración, Universidad del Valle, Cali, Colombia. Integrante del grupo de investigación Gestión y Políticas Públicas, Categoría A Colciencias, Universidad del Valle, y del grupo de investigación Psicología Organizacional y del Trabajo, Categoría A1 Colciencias. Miembro de la Red Iberoamericana de Psicología Organizacional y del Trabajo (RIPOT). ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2221-2322. Correo electrónico: diana.milec.cifuentes@correounivalle.edu.co


1 Sennett (1998) con su personaje Rico, hijo de Enrico, mostró que las consecuencias de estos cambios globales a nivel personal son las que hacen que Rico sienta que su esencia en sí misma, o carácter, se torne difuso, se corroa.

2 En el marco de la organización científica del trabajo, el taylorismo es un sistema de organización racional del trabajo propuesto por Frederick Taylor en 1911, en donde el trabajador “no es más que una reserva de energía muscular o mental que realiza actos que no son nunca los suyos, pero son dictados e impuestos por la jerarquía, por la cadencia, por el ritmo, por la máquina, por la estrategia y por los objetivos corporativos” (Aktouf, 2011, p. 23). En este sistema se produce en cadena, se controlan los movimientos del trabajador en la operación y la realización del producto se logra por tareas (división del trabajo).

3 “Lo bio” relativo a la vida, a lo biológico. “Lo socio” que se refiere al ser social, en interdependencia.

4 “Tecno” se usó para significar lo relacionado con la tecnología, electrónica y cibernética.

5 Con la pandemia por COVID-19 tal vez se hayan modificado, pero no es el objeto de este artículo analizarlo.

6 Esto explica lo que sucede en la actualidad de Colombia con plataformas y aplicaciones de servicio de taxi, que no se regulan normativamente y afectan la cotidianidad de quienes prestan dicho servicio. UBER, por ejemplo, cuyo funcionamiento fue impedido por el gobierno el 1 de febrero de 2020, pero dos semanas después volvió modificado y recargado para seguir funcionando.