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Vargas García, K. (2021). Las comisuras abiertas de la tierra. Perseitas, 9, 260-264. DOI: https://doi.org/10.21501/23461780.3946
LAS COMISURAS ABIERTAS DE LA TIERRA
The open corners of the earth
DOI: https://doi.org/10.21501/23461780.3946
Recibido: septiembre 2 de 2020. Aceptado: abril 15 de 2021. Publicado: abril 15 de 2021
Kelly Vargas García
I
La noche,
que cede su existencia
para insistir con su movimiento inquebrantable,
está hirviendo.
Las hojas del almendro
chillan por el vapor de agua.
Los caracoles desolados
se vuelven costras en los codos del río.
La brea sofocante
sepulta, en el cielo y en la tierra,
el fulgor de las luciérnagas.
Quiere imponerse a todo precio.
Las paredes del cielo sudan.
La noche se desvanece,
cierra los ojos,
está aturdida.
II
La mañana arde en colores.
Los mangos, los tamarindos y el ajonjolí se estremecen.
La niña se despierta,
se baña,
come y
juega en el solar.
Ella,
a diferencia de sus padres,
recostados en los bordes de la casa,
está de pie.
El solar es un oasis.
III
Primero, el retorno.
El bus, el verdor, las montañas, el frío zigzagueando entre las patas de las vacas, el Alto.
Segundo, el descenso.
La velocidad que angosta la altura, el río asomándose en las orillas de las ventanas, el aire denso y pegajoso cortado por el vuelo de un sirirí, la sabana.
Tercero, la tierra roja.
Los cráteres, la polvareda, el sol perpetuo, los dragones varados tragándose el lecho del río, el azogue.
Cuarto, el derrumbamiento.
Polvo de
o
r
o.
IV
Caes en el vientre de una lombriz.
Quizás en su dorso,
quizás en su cola.
Caes en el vientre de una lombriz.
El lodo se riega por tus ojos,
se derrama por tu boca.
Tu cuerpo hinchado flota.
Te acercas a la orilla
ya no perteneces a esta tierra.
Las luciérnagas te indican el camino.
V
La mesa es un parásito
y no puede sostenerse sola.
Necesita pies enracimados
como troncos de plátano
para poner sus huevos.
Corre atragantada
por las venas de la planta
hasta el derrumbamiento.
En el suelo,
las hormigas caminan
por sus patas abiertas.
VI
Hojas cargadas de agua
agrietan los ladrillos,
rebotan en las hendiduras
para devolverles el aliento
que les robaron
en los hornos.
VII
¿Y dónde tiene la boca el mar?
En las comisuras abiertas de la tierra.
¿Y el vientre?
En el amasijo de agua oscura que
transitan luces platinadas,
gravitacionales.
VIII
El caribe se abre ante mis ojos
como la cola de un pavo real.
Verdes y azules
arden en mis pupilas.
Tengo la mirada macerada por los peces.
Notas de autor
Kelly Vargas García
Máster en Ciencias Sociales y Humanas: mención psicoanálisis. Université Paris VIII. Psicóloga Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia. kelly.vargasgarcia@gmail.com