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Cardona Ramírez, H. y Montaño Vélez, C. (2021). La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia de América Latina y el Caribe. La impronta bíblica del Concilio Vaticano II. Perseitas, 9, 265-291. DOI: https://doi.org/10.21501/23461780.3944

LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. LA IMPRONTA BÍBLICA DEL CONCILIO VATICANO II

Sacred Scripture in the life of the Church of Latin America and the Caribbean. Biblical imprint of II Vatican Council

Artículo de investigación científica y tecnológica

DOI: https://doi.org/10.21501/23461780.3944

Recibido: septiembre 2 de 2020. Aceptado: abril 9 de 2021. Publicado: abril 24 de 2021

Hernán Cardona Ramírez, Carlos Montaño Vélez

Resumen

En el Concilio Vaticano II, la Sagrada Escritura logró un protagonismo inusitado en la Iglesia y en la vida de los creyentes en Latinoamérica y el Caribe. ¿Cómo impactó en el continente?, ¿cuáles fueron los efectos de la interpretación de la Biblia en la región? Un repaso de prácticas usuales llevadas a cabo antes del Concilio, cuando la Biblia se usó para legitimar el “derecho” a la conquista del Nuevo Mundo, como el examen de la actual diversificación hermenéutica, creadora de nuevos horizontes de lectura que permiten al lector aprehender perspectivas insospechadas, suscitadas por la apropiación de la Escritura Sagrada en la Iglesia, donde se asoman los rostros y las voces silenciadas en largos siglos de olvido. Este recorrido lleva al lector por el método de interpretación textual de los evangelizadores de varias épocas; por el acceso al texto para su lectura e interpretación y por la teología subyacente.

Palabras clave

Biblia; Sagrada Escritura; Iglesia, Vaticano II; América Latina.

Abstract

From the Vatican II Council, Sacred Scripture achieved an unusual role in the Church and the lives of believers in Latin America and the Caribbean. How was this impulse forged in the continent? What were the effects of the interpretation of the Bible in the Latin American context? Both a review of usual practices carried out with the Bible before the Council, when it was used to legitimize the law to conquer the New World, and the staging of the current hermeneutical diversification, creative of the new horizons of reading, they allow the reader to apprehend unsuspected perspectives, aroused by the appropriation of Holy Scripture in the life of the Church, lean out faces and voices silenced in the long centuries of oblivion. This travel leads the reader through the textual interpretation method of the evangelizers of various times; for the access to the text, for its reading and interpretation and for the theology that underlines it.

Keywords

Bible; Sacred Scriptura; Church; Vatican II; Latin America.

Introducción

Los pobres me enseñaron a leer la Biblia.

San Romero de América

El Concilio Vaticano II generó en la Iglesia un redescubrimiento de la Biblia. El Dios Padre revelado por Jesús sale al encuentro de los seres humanos y habla con todos en la Sagrada Escritura (Concilio Vaticano II, n. 2, p. 81). La Biblia es la Palabra de Dios para sus hijos/as en la historia cotidiana. El Concilio propone un modelo nuevo para interpretar el texto bíblico en el quehacer teológico. En América Latina, la influencia de este modelo toma su fuerza gracias a las conferencias episcopales, como afirma la introducción del Documento de Medellín, en el que la Iglesia busca comprender cada momento histórico a la luz de la Palabra, en Cristo Jesús, donde se capta el sacramento del ser humano (Concilio Vaticano II, 1997, n. 22, p. 151).

Sagrada Escritura y hermenéutica bíblica antes del Concilio Vaticano II

La Biblia llegó a América en 1492 con los primeros misioneros españoles. En la bula Inter coetera (1493), el papa Alejandro VI, decretó la posesión temporal de la Corona de Castilla en el Nuevo Mundo y la obligación espiritual de propagar la fe católica entre sus habitantes. En este encuentro cultural de dos mundos tan distintos, la Biblia tuvo un papel central para la percepción y el estudio analítico de la nueva realidad.

Hoy cabe revisar este protagonismo, pues la Biblia fue interpretada de un modo ambiguo. Basten dos episodios claros. El primero fue la denuncia bíblica de Antonio de Montesinos (1511) de la violenta opresión ejercida contra los indios, que desató la ira de sus oyentes venidos de España (De León, 2015). El segundo se presentó en Cajamarca (Perú, 1533), cuando fray Vicente de Valverde, en la caravana de Francisco Pizarro, intentó la conversión a la fe del líder Atahualpa y que este rindiera tributo al rey de España. El fraile le dio la Biblia al inca, quien, tras ojearla, sin entender lo escrito, la arrojó al suelo. Después de diversas intrigas, Pizarro ejecutó a Atahualpa tras su bautismo (De León, 2015, p. 196).

La Biblia, en sus inicios, fue instrumento de legitimación de posiciones diversas, usada para defender un supuesto derecho a domeñar el Nuevo Mundo. Pero también la Sagrada Escritura fue central en la tarea evangelizadora, gracias a las primeras órdenes religiosas en el continente. Así lo destaca fray Bernardino de Sahagún en sus Coloquios (1564), los evangelizadores son responsables de predicar y enseñar con base en la Biblia, pues la Escritura es Palabra divina (De León, 2015, p. 199).

Los franciscanos usaban el Catecismo de fray Alonso de Molina y los dominicos el de Fray Pedro de Córdoba, más amplio y desarrollado, aprobado por la Junta eclesiástica de 1546 y el Concilio Provincial de 1555, con los elementos catequéticos de la época: oraciones, artículos de fe, sacramentos, pecados capitales, mandamientos, obras de misericordia, exposiciones más amplias (Tisnés, 1992, pp. 31-54). Aunque en las formas de adoctrinamiento prevalecía este Catecismo, la Sagrada Escritura fue la base para defender la predicación del Evangelio con el ejemplo y la virtud, no con las armas. Esa fue la hermenéutica bíblica de fray Bartolomé de De las Casas, centrada en el “otro”, en el indio, abusado por los conquistadores españoles (Frades, 1997). De las Casas acude al Antiguo y al Nuevo Testamento para fundamentar el comportamiento intachable de los misioneros y el trato caritativo con los indios. Los evangelizadores deben comportarse como Jesús el Cristo, Él no envió a sus discípulos con espadas ni armas, sino a ser testigos del amor de Dios, curando enfermos y como testigos de la vida y el respeto de las personas (De las Casas, 1989, p. 200).

En primer lugar, el método asociativo con el cual los primeros evangelizadores interpretaban la Escritura está construido con oposiciones binarias simples (conquistador-superior frente a conquistado-inferior)1. Cuando se acude al texto bíblico para describir la naturaleza de los habitantes del Nuevo mundo, según Juan Ginés de Sepúlveda, todo está en la Sagrada Escritura, por ejemplo, en el libro de los Proverbios, el necio sirve al sabio y esa es la condición, según el autor, de los pueblos bárbaros; así lo creen muchos (De Witt, 2017, p. 99). La interpretación desde un libro sapiencial le permitió llamar sabio al conquistador y necio al conquistado. También la hermenéutica de De las Casas se construye desde analogías. Pero, desde la identificación y la actualización de los textos, esta hermenéutica es nueva para la época.

En segundo lugar, cabe revisar el acceso al texto bíblico. La generación inicial de misioneros consideró útil la traducción de la Biblia a lenguas americanas. Pero las objeciones a este propósito fueron muchas. En su Pragmática (8-VII-1502), los Reyes Católicos prohibieron la traducción al castellano, sin embargo, algunos libros de la Biblia, sin permiso, se tradujeron a lenguas nativas.

Estas restricciones aumentaron con el arribo de la Inquisición a las nuevas tierras (1569). El Consejo General de la Inquisición con sede en Sevilla, España (1576) vetó toda traducción de la Biblia a lenguas romances, incluidos los idiomas o dialectos indígenas. Esta ley fue derogada en 1782 por el inquisidor Felipe Beltrán, siempre y cuando la traducción fuera aprobada por el Papa y producida por escritores católicos, con notas de autores confiables en la fe para evitar errores doctrinales. Este impedimento inicial afectó la comprensión de las Escrituras por parte de las comunidades indígenas y el acceso directo a la Biblia; poder descubrir su significado liberador. Además, desde Europa no se reconoce el idioma autóctono como un medio válido para transmitir la Palabra de Dios (De León, 2015, p. 205).

En tercer lugar, como se aprecia en los coloquios de Sahagún, la propuesta teológica de este periodo de la historia hace infalible la Biblia. Desde el Concilio Vaticano II, la Sagrada Escritura es un testimonio privilegiado de la revelación, y esta Palabra vibra en la historia creyente de una comunidad de fe.

El Concilio Vaticano II: nueva era de la Biblia en América y el Caribe

Con el Concilio Vaticano II (1962-1965) la Biblia toma un lugar preferente en la acción de las comunidades creyentes y en el quehacer teológico de la región; también en el compromiso cristiano para la transformación de problemáticas como la pobreza, la desigualdad de género, la violencia y la falta de cuidado de la tierra y en la acción pastoral. En este contexto, en el continente latinoamericano se resaltan tres ejes bíblicos fruto de la recepción del Vaticano II: la revelación bíblica histórica, el acceso al texto bíblico y el movimiento bíblico latinoamericano.

Una nueva comprensión de la revelación bíblica

El Concilio Vaticano II insiste, de diversas maneras, en el carácter histórico-progresivo de la revelación bíblica. Señala las etapas más importantes de este itinerario en un sendero genético: al inicio con el testimonio constante de la presencia de Dios en la creación, luego con su manifestación en la historia, con Israel, hasta llegar al momento de la plenitud de la Revelación con Jesús de Nazaret el Evangelio de Dios (Concilio Vaticano II, 1997, n. 3, p. 82).

Asimismo, invita a los creyentes a trabajar con los no cristianos, conocer y valorar sus tradiciones religiosas e incluso con alegría y respeto descubrir las semillas del Verbo en aquellos contextos y elevarlos a la comunión con el Dios Padre, revelado por el Señor Jesús (Concilio Vaticano II, 1997, n. 11, p. 231; n.16, p. 31).

Estos criterios afectan de manera favorable el proceso evangelizador en el continente de la esperanza, pues supera posiciones fundamentalistas y colonizadoras de quienes argumentaron, incluso con violencia, la superioridad de su fe. La evangelización nace de la invitación del Señor Jesús a los seres humanos, a todos sus seguidores, para contagiar el amor universal de su Padre Dios (Concilio Vaticano II, 1997, n. 4, p. 437).

Si la revelación de Dios tiene carácter histórico, y es procesual en su acontecer en la vida y en la acción de los pueblos del continente, también los pueblos indígenas descubren en su historia, poco a poco, el Evangelio, aun cuando les llegue oculto y mezclado con los procesos de conquista y colonización.

Como una auténtica novedad, el Concilio no redujo la revelación divina al texto bíblico e introdujo un nuevo alcance a la revelación bíblica para escrutar y realizar la hermenéutica apropiada de la Palabra dentro de la realidad histórica. Así, por ejemplo, para el Documento de Medellín, canal de recepción del Concilio en el continente, la revelación de Dios salvador en la historia humana relee el proceso con el pueblo de Israel, liberado de la esclavitud de Egipto, para ser un pueblo de hermanos/as en la tierra de la promesa, y en el nuevo pueblo de Dios sigue viva esta esperanza (Consejo Episcopal Latinoamericano, 1968, párr. 6).

El acceso al texto bíblico

El Concilio de Trento (1545-1560) restringió las traducciones y la lectura de la Biblia, entre otras causas, por las propuestas de la Reforma de Martín Lutero. La apertura a los estudios bíblicos y las traducciones católicas llegan con León XIII, en la encíclica Providentissimus Deus (1893), y Pío XII afianza el camino en la encíclica Divino afflante Spiritu (1943). Estas dos encíclicas fueron hitos centrales antes del contundente laudo de la Dei Verbum en el Concilio Vaticano II (1965). Los católicos deben tener un fácil acceso a la Sagrada Escritura y la Iglesia debe ofrecer los textos apropiados, en los diversos idiomas, a partir de los textos originales (Concilio Vaticano II, 1965a, párr. 22-23).

La posibilidad de leer y estudiar el texto bíblico en su lengua es un privilegio para las comunidades hispanas. He aquí algunas ediciones distintivas2:

2.3El movimiento bíblico latinoamericano y del Caribe

El modo de leer la Biblia en Latinoamérica ha dinamizado los horizontes de comprensión y la praxis creyente de las comunidades cristianas, más allá de las fronteras confesionales del continente, y se convierte en legado de una teopraxis crítica, descolonizadora, contextual, participativa y liberadora3.

Desde 1960 el despertar de nuevas realidades en la región propició la aparición de nuevos sujetos lectores e intérpretes de la Biblia, hasta ahora marginados. Según Cañaveral (2012), “ello representó un esfuerzo [de] configuración de los horizontes hermenéuticos (afroamericano, femenino, feminista, familiar, eco-ambiental, infantil, urbano, campesino, juvenil, laical)” (p. 12). Esta hermenéutica variopinta (1970-1980) enriqueció los horizontes de lectura bíblica, dio rostro y voz a los silenciados de forma sistemática en la historia. El movimiento bíblico latinoamericano tuvo su origen en este contexto, entreteje el nuevo sujeto lector (la comunidad), la Biblia y sus efectos comunitarios, eclesiales y sociales.

El movimiento asume la dimensión dialogal de la revelación, la conversación de Dios con la humanidad, a fin de llevarla a la plenitud de la comunión de vida. La Iglesia latinoamericana está comprometida con las periferias y encuentra allí nuevos significados del texto bíblico. Este alcance es el fruto del quehacer teológico eclesial y de las conferencias episcopales latinoamericanas.

Enlace bíblico del Vaticano II en la Iglesia de América Latina y el Caribe

Fase previa al Concilio Vaticano II (1955-1962)

La I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (celam) se celebró en Río de Janeiro (Brasil), del 25 de julio al 4 de agosto de 1955. Fue responsable de la organización la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (cnbb), cuyo secretario era monseñor Helder Cámara. Uno de los autores que apoya este planteamiento es Kaefer (2008); el lector puede revisar también a Konings (2012, pp. 237-256). Un hecho destacado de la asamblea fue la petición de los obispos al papa Pío XII de crear un organismo para reunir los episcopados del continente. El papa aprobó la solicitud y así nació el celam, con sede en Bogotá.

El contexto de la primera conferencia era el ambiente de posguerra entre las potencias del Norte y el Oriente. Era la etapa previa al Concilio Vaticano II y la Iglesia tenía falta de ministros. Este hecho exigió una abierta promoción vocacional. En este entorno, la Sagrada Escritura no tenía un gran espacio. El único texto bíblico usado en Río de Janeiro (Lc 10,2) se refiere a la oración al Señor para pedir nuevas y santas vocaciones (Consejo Episcopal Latinoamericano, 1955, párr. 1).

Para enfrentar los movimientos religiosos de otras iglesias, el documento final sugería a los católicos la lectura diaria de la Biblia, en particular, los evangelios (Consejo Episcopal Latinoamericano, 1955, párr. 72). También invitó a promover cursos bíblicos en la radio, semanas bíblicas y crear el Día nacional de la Biblia. Asimismo, sugirió editar versiones populares de la Biblia para llegar al mayor número de fieles.

La ausencia de citas bíblicas en el documento final de esta primera conferencia no oculta, sin embargo, una realidad: las comunidades, la acción católica y otros grupos creyentes de ámbito popular ya usaban la Biblia como una semilla fecunda para dar abundante fruto luego del Vaticano II.

El Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (1962-1978)

El empuje del Concilio Vaticano II para aprehender la Biblia en la Iglesia dio un nuevo aire al movimiento bíblico católico4, iniciado en los primeros lustros del siglo XX, inserto en ámbitos de la vida eclesial. El Concilio rescató el trabajo exegético y exhortó a los bautizados a leer y orar con la Biblia; una vida anclada en la oración con la Biblia reviviría con fuerza la ancestral lectio divina (De Berardino, 1998).

Ahora la Biblia estaba no solo con los estudiosos y en las universidades, ya los pobres podían leerla y en un contexto ecuménico. La Iglesia de los pobres abarcó realidades diversas del continente, la Biblia se estudió desde variados ángulos y salieron a la luz personas y comunidades hasta ahora anónimas: los marginados de la sociedad; los indígenas con su lectura particular de la Biblia; los afrodescendientes y los migrantes; la lectura desde la mirada femenina.

En una lectura contextual son relevantes los niños, los adultos mayores, los forasteros o desplazados, las etnias pequeñas, sedientos todos de ser integrados a la sociedad; los rechazados por sus preferencias sexuales; los ecologistas y otras categorías de grupos y personas excluidas.

Antes, el lugar usual de la lectura bíblica era la institución, la universidad o algún instituto especializado, y solo para grupos selectos, y los líderes religiosos la explicaban. Hoy se lee en las comunidades y la fuerza de este proceso surge de los laicos. Además, los grupos creyentes se unen a los anhelos de la sociedad civil y a las luchas populares. La compleja realidad del continente despierta el retorno a las fuentes y a la memoria creyente del pueblo.

En los documentos eclesiales se nota un cambio a propósito de la Biblia. De la prevención ante los métodos históricos y críticos se pasó a reconocer su peso para la interpretación y el anuncio de la fe5. Esta evolución se constata en las conferencias del celam, en traducciones y adaptaciones bíblicas populares; su expansión originó nuevas hermenéuticas en las diócesis, escuelas, parroquias, congresos, círculos bíblicos y en las publicaciones.

La II Conferencia del celam tuvo lugar en Medellín, Colombia, del 24 de agosto al 6 de septiembre de 1968. Pablo VI (hoy santo) fue el primer papa en visitar América Latina (agosto 22-24 de 1968). En Bogotá él inauguró la Conferencia bajo el lema: La Iglesia en la presente transformación de América Latina, a la luz del Concilio Vaticano II (Concejo Episcopal Latinoamericano, 1968). Era esencial vincular el Concilio con la compleja realidad continental. Las fuentes inspiradoras fueron la Sagrada Escritura; las intervenciones del Papa en Bogotá (Homilía en Mosquera); el documento final del Concilio Vaticano II (1997), en particular las Constituciones Lumen gentium, Dei Verbum y Gaudium et spes; y la encíclica Populorum progressio (1967).

Entre las preferencias centrales de la conferencia sobresalen la opción profética por los pobres; la justicia y la liberación de toda forma de opresión, iluminados por el Evangelio; la apuesta por las comunidades eclesiales de base (ceb). En Medellín se denunció la realidad de pobreza y explotación de numerosos y crecientes grupos humanos en los diversos países del continente. Además, se habló de la responsabilidad de la Iglesia de servir con acciones concretas y eficaces a estas personas de la periferia.

La presencia de la Biblia en Medellín ha suscitado diversas opiniones. Para algunos, la aparición es tímida. Para otros, Medellín (Consejo Episcopal Latinoamericano, 1968) trae un número interesante de textos (55), se repiten 3 citas: 2Co 8,9 (3 veces); 2Co 5,17 (2 veces) y Ef 4,13 (2 veces)6. De la Biblia hebrea se refieren seis libros, para 10 citas en total. De ellas, 9 son de los profetas. El Nuevo Testamento aporta notas de trece libros; las cartas de Pablo y los evangelios (Mt, Lc y Jn) son más comunes. Este dato impacta, 45 de las 55 citas pertenecen al Nuevo Testamento, donde el centro es la Pascua del Señor Jesús.

De acuerdo con las primeras páginas de la Conferencia Episcopal Latinoamericana en Medellín, es voluntad de Dios una historia humana de justicia; por ello, cada bautizado debe poner todas sus fuerzas para alcanzarla. La catequesis renovada debe ser más bíblica: los bautizados deben ser evangelizados y evangelizadores. Cuando Medellín habla de la pobreza, cita las profecías de Sofonías, Amós y Miqueas y presenta a Jesús “quien, siendo rico, por nosotros se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza” (2Co 8,9). Además, una de las palabras claves de Medellín es “liberación” y el paradigma del documento es el Éxodo, experiencia fundadora de Israel (Ex 3,7), pues grandes grupos humanos claman a sus pastores urgiendo una liberación que se retarda (Consejo Episcopal Latinoamericano, 1968, párr. 2).

En Medellín, los obispos asumieron una hermenéutica bíblica latinoamericana (hbl) con raíces hondas en la interpelante realidad histórica, la leyeron desde la Biblia y la aplicaron a la Iglesia del continente, sobre todo, en la praxis de las comunidades eclesiales (ceb). La “opción preferencial por los pobres” (Concejo Episcopal Latinoamericano, 1968, p. 11), con base en el Evangelio, auspició el espacio de las ceb y la aparición protagónica de nuevos lectores desde el contexto histórico de los pobres7.

Los rostros bíblicos: Conferencia de Puebla y su impacto (1979-1991)

La III Conferencia del celam se celebró en la ciudad mexicana de Puebla (enero 27-febrero 13 de 1979). Pablo VI la convocó, Juan Pablo I confirmó su celebración y Juan Pablo II la inauguró. El tema fue “La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina” (Concejo Episcopal Latinoamericano, 1968, p. 1, 2, 20), en conexión con la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (Pablo VI, 1975), sobre la evangelización en el mundo actual. Por esta razón, tanto en la asamblea de Medellín como en la de Puebla, corre la inspiración programática de San Pablo VI.

Un reto para la III Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en la ciudad de Puebla, México (1979), fue anunciar, desde el Evangelio, la seguridad y la paz para los pueblos en medio de la violencia y el llamado al uso de las armas de diversos colectivos. Otro desafío fue defender la dignidad y hacer respetar los derechos fundamentales de las personas. Entre las opciones del documento conclusivo están las siguientes: la comunión y la participación para una liberación a partir del Evangelio; un modelo evangelizador válido: las ceb y, por último, la opción preferencial por los más pobres y por los jóvenes.

Hay una continuidad entre las conferencias de Medellín y de Puebla. Los rostros descritos en el documento poseen raigambre bíblica. Con el método ver, juzgar y actuar, el documento fija categorías: el pobre, oprimido social y explotado; los anawin de la Biblia hebrea; la liberación, con el sentido bíblico de transformar la realidad sociopolítica. Comprender el segundo momento del método (juzgar), trae con frecuencia citas de los evangelios; y la evangelización tiene su fuente en la Palabra de Dios.

Vivir y transmitir la Palabra de Dios: Santo Domingo (1992-2006)

La IV Conferencia del celam se celebró en la ciudad de Santo Domingo (12-28 octubre 1992) y presidió su inauguración el papa Juan Pablo II (hoy santo). El lema fue “La nueva evangelización, promoción humana y cultura cristiana”. Por tanto, una clave de lectura era la inculturación del Evangelio, para afrontar las nuevas caras del neoliberalismo.

La Conferencia tuvo como marco global los 500 años del arribo de la Iglesia al continente (1492-1992); estudió el significado de la nueva evangelización sin repetir errores pasados y buscó ser nueva en su expresión, en sus métodos y en su ardor. Algunos aguardaban una celebración festiva por los frutos de los 500 años de evangelización, otros reclamaban hacer penitencia y pedir perdón por la opresión de los pueblos originarios “víctimas de la espada y la cruz” (González et al., 2019, p. 17).

En síntesis, decían, nunca hubo una evangelización en América Latina y el Caribe, porque bautizar y enseñar oraciones no significaba evangelizar. Aún el Evangelio no era proclamado ni practicado, la primera evangelización incluso debía acontecer. Este hecho le abrió espacio al avance de la hermenéutica bíblica, para releer la historia del continente con sus luces y sombras.

Sin embargo, en el documento final de la Conferencia Episcopal de Santo Domingo (1992), la Biblia tuvo fuerte presencia. La Biblia es fuente segura para la nueva evangelización, los obispos piden a los católicos profundizar en el conocimiento de la Palabra de Dios. La Biblia debe nutrir, cada vez más, la vida de los fieles y los agentes de la pastoral centrarse en la Palabra. El texto conclusivo presenta el signo de los panes (Biblia de Jerusalén, Mc 6,34-44); el samaritano compasivo (Biblia de Jerusalén, Lc 10,25-37) y la frase “la fe sin obras está muerta” (Biblia de Jerusalén, St 2,14-17), e invita a los fieles a perfilar la coherencia entre la fe y la vida de cada día y atacar las causas de la pobreza en las naciones (Concejo Episcopal Latinoamericano, 1992, párr. 161).

En la presentación del documento final (Consejo Episcopal Latinoamericano, 1992, párr. 13-26), los obispos entregan un paralelo entre el pasaje de los peregrinos de Emaús (Lc 24,13-35) y el método para la nueva evangelización, propicio para las comunidades eclesiales, agentes de pastoral y catequistas con sólida formación bíblica (no. 49). Los teólogos y biblistas deben estudiar la Biblia como elemento de unidad ecuménica (no. 135) y leerla en comunión con toda la Iglesia (no. 141).

Con todo, el modo de proceder (método): ver, juzgar y actuar desaparece en la conferencia de Santo Domingo, como también la referencia a las ceb, a la iglesia-comunidad y a la opción preferencial por los pobres.

La animación bíblica de la pastoral: Aparecida (2007 hasta hoy)

El Papa Benedicto XVI inauguró la V Conferencia del celam que se celebró en la ciudad de Aparecida (Brasil, 13-31 mayo 2007). La primera decisión de los obispos fue rechazar el documento preparatorio, para lograr mayor apertura a las posturas eclesiales. El resultado fue un documento con varios rostros. En la práctica, diversos grupos y movimientos eclesiales tuvieron un lugar. El Documento de Aparecida (Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007) alcanza un retrato de la Iglesia actual.

El discipulado misionero es el eje transversal del documento. La Iglesia es misionera y sale al encuentro de las personas en las periferias. Se retomó el método ver, juzgar y actuar, usado en los textos de Medellín y Puebla, junto con la profética opción por los pobres (Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007, párr. 391-398), porque ellos son los sujetos de la evangelización y la ceb un espacio vital de la Iglesia.

El documento conclusivo asume muchas citas de la Biblia con preferencia por el Nuevo Testamento. Al hablar de la ecología, de la familia y de la dignidad humana (Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007, párr. 26, 113, 114, 129, 387, 470, 523), se alude a Gn 1,2. Sin embargo, no hay referencias a los profetas ni a los textos sapienciales. El documento prescinde de una reflexión sobre Israel, el contexto histórico de Jesús, y su entorno conflictivo, hasta su muerte en la cruz; tampoco alude a la realidad de las primeras comunidades cristianas. Pero las conclusiones se apoyan en la Biblia cuando declara la opción preferencial por los pobres (Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007, párr. 391-398), y afirma que el rostro de Jesús el Cristo está en la vida maltrecha de los pobres (Mt 25,40; Lc 14,13).

En el documento, aflora la invitación a leer la Biblia desde los nuevos excluidos (Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007, párr. 402). Un aporte central de Aparecida en la perspectiva bíblica fue la consolidación de “la animación bíblica de la pastoral” como criterio transversal de la entera acción en la Iglesia de América Latina y el Caribe (Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007, párr. 99, 247-248).

En síntesis, desde la perspectiva bíblica, el impacto del Concilio del Vaticano II hasta nuestros días, en la Iglesia latinoamericana y caribeña, ofrece un cambio esencial. En Río, la Biblia se asomó de soslayo. En Medellín, su voz se hizo oír con fuerza. La inspiración para luchar por la liberación integral de los pueblos del continente radica en la liberación de Israel narrada en el Éxodo y en las acciones descritas en las profecías. En Puebla, Santo Domingo y Aparecida, el uso de la Biblia revela un movimiento ascendente: las citas aumentan de documento en documento, con prelación por el Nuevo Testamento. A la vez, crece el interés en la formación bíblica de los creyentes, la oración y el ejercicio de la lectio divina, hasta proponer como criterio transversal la animación bíblica de la pastoral.

Aun así, quedan los retos de renovar las lecturas contextuales de la Biblia; superar la resistencia al acercamiento popular en la lectura de la Biblia; y la lectura de género y de las minorías arrojadas a la marginalidad. Las lecturas contextuales dinamizan el texto para asumir un compromiso transformador de la sociedad. La hbl en el continente es un valioso tributo a la Iglesia con olor a oveja, al pueblo caminante, místico de la Palabra de Dios.

La Biblia en la vida de la Iglesia en América Latina y el Caribe

En el continente la Biblia es, de lejos, el libro más divulgado. Muchos creyentes, entre ellos, comunidades sencillas y populares tienen la Biblia en sus manos para la lectura, la oración y el estudio; de ella extraen refranes y proverbios que animan la existencia. Además, la Biblia como texto litúrgico, de oraciones y catequesis, inspira la acción pastoral.

Los sujetos de lectura de la Biblia en América Latina y el Caribe

Según San Romero de América, los pobres le enseñaron a leer la Biblia. Las mujeres, los niños, los pobres, los indígenas, los afrodescendientes o los hermanos sordos muestran con sencillez cómo asumen su vida a partir de la oración y la reflexión con la Palabra. Ellos descubren la realidad interpelante desde los tugurios, el asesinato de los líderes y lideresas sociales, la amenaza de las pandillas, las armas, el narcotráfico transnacional y el microtráfico en las favelas y comunas. Se combina la lectura del texto, el ayer de la Escritura, su contexto e impacto en la realidad concreta donde se lee.

Quienes hablan ahora lo hacen conmovidos por la Palabra de Dios; personas y comunidades insertas en situaciones socioeconómicas críticas. Ellas buscan alternativas y soluciones, su conciencia crítica conecta a los creyentes con la propuesta salvadora de la Biblia. Así alcanzan intuiciones hermenéuticas y de exégesis capaces de renovar el quehacer eclesial del continente. Cabe leer la biblia desde la praxis cotidiana de las personas y las comunidades pobres, como humildes semillas cuyos frutos ayudan a la transformación social.

La Biblia como Palabra de Dios es capaz de liberar seres humanos. Este punto de vista es aplicado, de forma preferente, por la teología de la liberación. Así la leen los pobres sin tierra, ecologistas, indígenas, villeros, negros, obreros, mujeres, grupos lgbtiq+, sectores marginales creyentes. La Biblia apoya su lucha por los derechos fundamentales de las personas y comunidades.

Además, la Biblia soporta trabajos investigativos; en asignaturas de teología, ocupa un lugar central. El diálogo entre la Biblia y la ciencia llega hoy a nuevas miradas. La Sagrada Escritura conversa con varias disciplinas, como historia, antropología cultural, derecho, salud, literatura, filosofía, sociología, artes.

Muchas comunidades eclesiales (ceb) nacen de círculos o grupos bíblicos, donde se ora, se lee y se estudia la Palabra de Dios en la cotidianidad de las personas. Esta interpretación involucra tres factores: el ámbito de la comunidad como pretexto; la lectura profunda de la Biblia, pues el texto ilumina esa realidad; y la comunidad lectora de la Palabra hace de contexto de su lectura (Mesters, 1983, pp. 421-447). Es el llamado triángulo hermenéutico, con el cual se conecta la Biblia con retos vivos de la comunidad.

La Biblia en las academias e índices bibliográficos del continente

El índice “Bibliografía Bíblica Latinoamericana”, publicación de la Universidade metodista de sao Pablo, (umesp) reúne las publicaciones del continente latinoamericano, comenzó en 1988 y busca recoger esta información bíblica, clasificarla y darla a conocer para posicionar aún más el movimiento bíblico en la región. Por su parte, el Comentario Bíblico Latinoamericano estudia los libros de la Biblia con base en la experiencia de grupos creyentes y familias pobres y con un criterio incluyente. Una mención especial merece ribla (Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana) con casi 30 años de existencia y un referente del movimiento bíblico internacional8.

La academia cuenta con ediciones y traducciones bíblicas que han insertado versiones en lenguas de etnias pequeñas y marginales; hay textos exegéticos, con valiosos materiales de crítica textual e interpretaciones ajustadas a la realidad de las comunidades. Se publican también atlas, concordancias y diccionarios bíblicos con óptica latinoamericana.

La investigación bíblica pasa asimismo por los centros universitarios y los seminarios; programas de ciencias religiosas, teología, licenciaturas y posgrados; materias con indagación en literatura sagrada, en pensum de maestrías y doctorados; se conversa con la teología y el pluralismo de las religiones. Para ayudar al diálogo ecuménico e interreligioso, se estudian en diversos ámbitos los textos sagrados de otros movimientos religiosos.

Además, hay instituciones dedicadas de modo preferente al estudio de la Biblia. Por ejemplo: el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (isedet), en Argentina; la Universidad Bíblica Latinoamericana (ubila) y el Departamento Ecuménico de Investigaciones (dei), en Costa Rica; el Centro de Estudios Bíblicos (cebi), en São Leopoldo, Brasil; y el Instituto Bíblico Pastoral Latinoamericano de la Universidad Minuto de Dios, en Bogotá, Colombia.

En América Latina y el Caribe muchos estudiosos de la Biblia se asocian para organizar simposios, congresos y seminarios internacionales con publicaciones de excelente calidad académica y científica. En varios países (Argentina, Chile, México, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Nicaragua, entre otros) se publican con regularidad (mensual, semestral o anual) boletines bíblicos, folletos, libros, revistas, traducciones e impresos bíblicos populares.

La editorial Verbo Divino, las Ediciones Paulinas y la Librería San Pablo promueven y producen materiales bíblicos. La Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana, en Bogotá, y la Universidad Pontificia Bolivariana, en Medellín, Colombia, tienen su propia oficina de publicaciones. La Federación Bíblica Católica (febic) y el celam-Cebitepal aportan publicaciones con impronta bíblica. Existen publicaciones regionales tales como Boletín Red Bíblica Centroamericana, Biblito, Por trás da Palavra, Boletín Bíblico Caribeño y Revista Bíblica Andina.

Además, cada año, en República Dominicana, Ecuador, Venezuela, México, Perú, Brasil, Colombia, Nicaragua, entre otros países, hay asambleas bíblicas nacionales, la última semana de septiembre o todo el mes, con ocasión de la memoria litúrgica de San Jerónimo (30 de septiembre).

El esfuerzo pastoral descrito descubre, sin duda, una profunda dimensión eclesiológica en la región, las comunidades desvelan su autocomprensión de la Iglesia. La Biblia contribuye de manera eficaz a la formación de la comunidad, a construir ecumenismo e impactar en el cambio social de los grupos humanos en los campos, aldeas y ciudades, con apoyo en estas labores comunitarias. La comprensión primera de la Iglesia tiene un carácter particular para la confesión de fe cristiana en América Latina y el Caribe porque la revelación empuja el trabajo bíblico y el sistema de creencias hacia el impacto social constructivo y transformador de mejores condiciones de vida para todos.

Los seres humanos son enviados a la misión de la existencia y allí la vocación cristiana hecha seguimiento del hermano mayor, Jesús de Nazaret, crea un estilo de vida con significado evangélico y criterios de acción social. En este contexto la exégesis bíblica y la teología eclesial latinoamericanas dan la primacía a la praxis (momento primero de su quehacer), porque a Jesús se le encuentra en el acontecer histórico de las personas, en su realidad y tiempo, los cueles se leen e iluminan con la Biblia (momento segundo) que nace de una captación de Dios por experiencia en una comunidad y se escribe para edificar la comunidad. Con la fuerza y el dinamismo de la Palabra, la comunidad reasume su acontecer cotidiano (momento tercero).

La tarea de la Iglesia es evangelizar, ser testigo, salvar, para consolidar una comunión de vida con impacto en la realidad, porque los gozos, sufrimientos y esperanzas de los seres humanos hacen parte del evento de la revelación en la historia y generan el compromiso del cambio radical de estructuras. La Iglesia latinoamericana es la Iglesia de Cristo pobre. Esta identidad la conecta con la realidad y la salva de convertirse en una institución de discursos elaborados pero desconectados de la liberación. La Iglesia de Cristo pobre es testigo del año de gracia de los pobres y legitima la infalibilidad del amor que abre nuevos caminos para dar sentido a la historia de las personas en todos los pueblos.

Perspectivas en el horizonte: un ejemplo de nuevas voces

La lectura popular de la Biblia en la región latinoamericana y caribeña hizo posible el surgimiento de hermenéuticas bíblicas desde diferentes contextos de marginación (Mena, 2004, pp. 141-159). El reto hermenéutico contemporáneo propone un diálogo recíproco entre la Biblia, desde su distancia, complejidad, diferencia, y la realidad del intérprete9. Estas hermenéuticas surgen porque la categoría pobre no incluía en sí misma las exclusiones y los estereotipos de raza-etnia, género o cultura, presentes en la sociedad contemporánea.

En los últimos años surgieron nuevos desafíos en cuanto a la interpretación bíblica en los contextos afroamericanos. Un arrimo al estado de la indagación de la lectura o hermenéutica negra latinoamericana es sorprendente (Mena, 2013, pp. 141-159). La teología afro es antigua, si se compara con la teología en la región, pues remite al arribo de los negros/as al continente, aunque su sistematización es reciente, y se interpreta la Biblia desde los pueblos negros.

El libro bíblico del Éxodo testimonia la lucha por la liberación de Israel. El Dios Padre de Jesús de Nazaret también está presente en el éxodo africano; en sus épocas de colonización, en Europa, América y otras latitudes (Pires, 1994, p. 9). La constatación de la acción liberadora de Dios con Israel al sacarlo de la esclavitud de Egipto animó la creación de oraciones, cantos, dramatizaciones, eslóganes y danzas, entre otras expresiones artísticas, para recuperar la identidad negra en la historia.

Al descubrir el sentido original de los textos, la crítica textual recupera su identidad. Un ejemplo asoma en Ct 1,5: la frase tradicional “soy negra, pero hermosa” (Biblia Dios habla hoy, 2017) es traducida ahora “soy negra y hermosa” (Biblia Reina Valera, 2015). La conjunción y está en el hebreo. Allí las mujeres negras tienen un soporte para poner la autoestima en el lugar que les pertenece. Para la sulamita su pureza pasa por el encuentro de los cuerpos que se aman y son creados por Dios. Rescatar a la sulamita es conquistar la belleza de nuestros cuerpos, el placer, la sensualidad, la salud (Correa da Silva, 1999, p. 42).

Asimismo, Gn 9,18-27, según algunos estudios incompletos, impregna una mentalidad esclavista pues el pecado de Cam haría esclavos a sus descendientes (Hoornaert, 1992, p. 24). Una teología bíblica con este énfasis atribuyó a la mujer negra la debilidad, la tentación, la sensualidad y el pecado (Frisotti, 1994, p. 40). Y a menudo, las personas afro y los indígenas, puestos al mismo nivel, fueron pensados como ignorantes. Desde la exégesis en nuestro continente, se usan las contradicciones y los silencios del texto bíblico, para rastrear su enclave simbólico y socio-histórico.

Pero en contrapartida la Sagrada Escritura es un anuncio universal, por ese motivo, nadie queda excluido, caben las etnias negras, pecadores, indígenas, las mujeres, los eunucos10... Jesús entrega el amor de Dios a todos, se revela en las culturas negras, por ello, el racismo, el colonialismo, el sexismo, entre otros lastres, requieren el urgente rescate de las raíces socioculturales.

Por ejemplo, la lectura en clave de hbl de Hch 8,26-40 ve al eunuco de la reina de Candace como parte de la cultura africana, castrado, despreciado y excluido, pero un hombre con rasgos del servidor sufriente (Is 53), y digno de la salvación en Cristo Jesús. Sin embargo, la lectura es incompleta y oculta las ricas experiencias culturales y religiosas de las comunidades afroamericanas y caribeñas. La reina Candace y el etíope provienen de un opulento reino con fuertes nexos comerciales con Jerusalén. El etíope es poderoso e influyente, responsable del tesoro de la reina; estudia, lee las Escrituras y, con libertad, opta por Jesús. (Sauvoût, 1992, pp. 110-134; Comblin, 1989, pp. 170-176).

Conclusión

La Constitución Dogmática Dei Verbum le regaló a la Iglesia un criterio nuevo en la captación de la revelación divina: Dios acontece en la historia, en hechos y palabras conexos de modo indiviso (Concilio Vaticano II, 1997, n. 2), en los eventos cotidianos leídos a la luz de la Palabra de Dios. Este principio escrutó la recepción de la Biblia en la región, marcada por la conquista y colonización, donde primó la lectura literal, asociativa, analógica de la Escritura, donde el acceso al texto bíblico fue exiguo, donde grupos indios, negros y pobres fueron silenciados y donde la revelación se asoció a un acervo de verdades y de contenidos doctrinales.

Si bien desde el encuentro de las culturas (1492) hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965) la Biblia jugó un rol destacado en el proceso de la evangelización, con esfuerzos notorios, como la traducción de la Biblia a lenguas indias, la edición de catecismos con arraigo bíblico; llevar la Biblia a comunidades muy lejanas fue insuficiente dada la herencia fideísta en la larga tradición eclesial.

El Concilio Vaticano II con el nuevo y dinámico alcance de la revelación puso la Sagrada Escritura en las manos de los fieles, dio la oportunidad de acceder al texto bíblico con variadas traducciones, cuidadosas de los idiomas autóctonos y de la crítica textual, con lo cual, para el caso de América Latina y el Caribe, potenció la lectio divina en grupos creyentes, el movimiento bíblico latinoamericano suscitó nuevas hermenéuticas en comunidades eclesiales incluyentes de personas y grupos humanos silenciados de manera sistemática a lo largo de los siglos, en su gran mayoría de sectores pobres, populares, campesinos y marginales.

La Iglesia del continente por medio de diversas estrategias, en particular, la celebración de las Conferencias Episcopales del Consejo Episcopal Latinoamericano (1955, 1968, 1979, 1992, 2007) facilitó el entronque de la propuesta del Concilio con el dinamismo eclesial de la pastoral latinoamericana y del Caribe. Este denuedo de la Iglesia ha dado numerosos frutos, entre ellos, forjar un proceso metodológico para la aprehensión de la Biblia en las comunidades que dan prioridad a su realidad (pretexto), iluminan su momento cotidiano con la Sagrada Escritura (texto) y toman decisiones con impacto social para el bien de todos (contexto).

Un ejemplo de las promisorias hermenéuticas, retoños del Concilio, es la irrupción de la hbl en los indígenas, las mujeres, los grupos excluidos por causa de la raza, el género, la condición social, lengua, religión. El artículo trae el caso de las nuevas voces en la lectura afro de la Biblia, la cual recupera, entre otros elementos, al linaje de Cam que no está predestinado a la esclavitud; a la mujer sulamita que es negra y hermosa; a la cultura africana presente en la cruz de Jesús con Simón de Cirene, y el reino de Candace, con poderosos vínculos comerciales en Jerusalén, porque es un reino próspero y rico, cuyo eunuco es también destinatario de la salvación en Cristo Jesús.

La animación bíblica de la pastoral en el continente latinoamericano, gracias a la impronta bíblica del Concilio Vaticano II, no tiene reversa, si bien persisten algunas sombras, el proceso abierto en el claro oscuro de la alborada ya llega al luminoso mediodía y los evangelizadores de América Latina y el Caribe tienen el reto de mantener vivo el fuego de la Palabra que arde en el corazón para labrar los cambios estructurales necesarios en la sociedad, en orden a instaurar la añorada civilización del amor (san Pablo VI).

Conflicto de intereses

Los autores declaran la inexistencia de conflicto de intereses con institución o asociación de cualquier índole.

Referencias

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Biblia Dios habla hoy–DHH. (2017). Sociedades Bíblicas Unidas.

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Notas de autores

Hernán Cardona Ramírez

Doctor en Teología, Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín, Colombia). Docente Facultad de Teología Pontificia Universidad Javeriana. Miembro del grupo de investigación Academia, Pontificia Universidad Javeriana. Director de los Posgrados en Teología, Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia). ORCID: 0000-0003-4290-3075. Correo electrónico: hd.cardonar@javeriana.edu.co

Carlos Montaño Vélez

Doctor en Teología Bíblica, Universidad de Deusto (Bilbao, España). Docente en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia). Miembro del grupo de investigación Didaskalia, de la Pontificia Universidad Javeriana. ORCID: 0000-0003-3006-6038.

Correo electrónico: c.montano@javeriana.edu.co


1La entrada de Israel en Canaán permite una analogía entre el bueno conquistador y el malo conquistado. Esta lectura olvida que muchas de estas historias de la conquista de Canaán llevan sus propios programas de deconstrucción y que los Israelitas no siempre son los buenos (De Witt, 2017, p. 98).

2 Para una revisión completa de las traducciones y con buena bibliografía véase a J. L. de León (2009).

3 Muestra de ello son las propuestas de lectura bíblica: contextual, en Sudáfrica; intercultural, coordinada desde los Países Bajos; y poscolonial en Estados Unidos y la India, entre otras.

4 Desde finales del siglo XIX, la Iglesia católica dio aire al movimiento bíblico para difundir entre los creyentes, con apoyo de estudiosos, la lectura, la oración y el estudio de la Escritura Sagrada, (ejemplo, Providentissimus Deus, 1893, de León XIII). El Papa León XIII instituyó la Pontificia Comisión Bíblica (1902) como órgano central para promover las ciencias bíblicas. Los católicos están invitados a la lectura frecuente y a orar con la Biblia, como lo sugiere la Encíclica Divino afflante Spiritu (Pío XII, 1943).

5La evolución de la visión bíblica en la Iglesia católica se percibe en un estudio serio de fuentes como la encíclica Providentissimus Deus (1893); Divino afflante Spiritu (1943). La Constitución Dogmática Dei Verbum (1965a) del Concilio Vaticano II. Luego: La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993) de la Pontificia Comisión Bíblica; la Exhortación apostólica Verbum Domini (2010), del Papa Benedicto XVI y la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013) del Papa Francisco.

6Biblia hebrea: Gn 1,26; Am 2,6-7; Am 4,1; Am 5,7; Mi 6,12-13; Is 10,2; Is 58,6; Is 61,1; So 2,3; Jr 5,28. Evangelios: Mt 5,3; Mt 5,9; Mt 12,20; Mt 14,27; Mt 18,20; Mt 25,31-46; Lc 1,46-55; Lc 12,32; Lc 22,32; Hch 6,4; Hch 20,28; Jn 8,32-35; Jn 14,9; Jn 14,27; Epístolas paulinas: Rm 1,16; Rm 3,23; Rm 5,5; Rm 8,22-23; Rm 8,29; Rm 10,17; 1Co 1,3; 1Co 4,1; 1Co 4,9; 1Co 11,1; 1Co 12,11; 1Co 13,7; 1Co 14,37; 2Co 5,17 (dos veces); 2Co 8,9 (tres veces); 2Co 13,13; Ga 5,6; Flp 2,5; Flp 2,5-8; Ef 1,10; Ef 1,6.12.14; Ef 2,10; Ef 4,13 (dos veces); Col 1,15; otros textos: 1P 5,3; 1P 5,9; Hb 5,1.

7 Ver el dato de la arquidiócesis de Medellín con el arzobispo Tulio Botero Salazar (1957-1979). Él participó en el Concilio Vaticano II y su iglesia particular fue la anfitriona de la conferencia de Medellín. Convocó un sínodo arquidiocesano y uno de sus frutos fue el incremento de los grupos bíblicos para el estudio semanal de la Biblia en las parroquias. A la fecha, de las 341 parroquias de la arquidiócesis, cerca de 230 conservan sus grupos bíblicos y hay parroquias con dos o tres grupos bíblicos, como la parroquia del Rosario, en Itagüí (Antioquia).

8 Ribla (Revista de interpretación bíblica latinoamericana) nace de la interpretación de la Biblia en comunidades populares de América y el Caribe. Se publica desde 1994 en portugués y castellano.

9 ‘Eρμηνεύω (hermenéuo) interpretar. Al respecto, véase a S. de Croatto (1984) y Schüssler (1996).

10 Cf. Un eunuco: Hechos 8,26-40; pecadores: Lc 5,1; 15, 1; mujeres: Lc 10,38; 13, 10.