La dinámica de la desigualdad del ingreso en Colombia: descenso y ascenso entre 2010 y 2021

Income inequality in Colombia: examining the evolution between 2010 and 2021

Lucía Trujillo Salazar

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Recibido: 1 de diciembre de 2023 – Aceptado: 8 de marzo de 2024 – Publicado: 13 de enero de 2025

Forma de citar este artículo en APA:

Trujillo Salazar, L. (2025). La dinámica de la desigualdad del ingreso en Colombia: descenso y ascenso entre 2010 y 2021. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 16(1). https://doi.org/10.21501/22161201.4869

Resumen

El objetivo del presente artículo es examinar la evolución de la desigualdad del ingreso en Colombia entre 2010 y 2021, contrastando sus fases de descenso y ascenso. Se analiza lo ocurrido en el mercado de trabajo, los ingresos laborales y los ingresos no laborales, así como las políticas de ingresos implementadas durante la etapa de la crisis por la pandemia de Covid-19 y la fase de recuperación. La metodología de descomposición del índice de Gini por fuentes de ingreso permite identificar los factores asociados a los cambios en la distribución de los ingresos familiares. La dinámica se explica, por un lado, por el rol del mercado laboral (ingresos laborales) y, por otro lado, por la incidencia de fuentes de ingresos no laborales, asociadas, especialmente, a la protección social del país. El artículo utiliza como fuente los microdatos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (dane).

Palabras clave

Desigualdad del ingreso; Mercado de trabajo; Protección social; Colombia; Crisis económica.

Abstract

The aim of this article is to examine the evolution of income inequality in Colombia between 2010 and 2021, contrasting its periods of decline and ascent. The study analyzes the developments in the labor market, labor income, and non-labor income, along with income policies implemented during the pandemic crisis and the recovery phase. The Gini index decomposition methodology by income sources enables the identification of factors associated with changes in family income distribution. The dynamics are explained, on the one hand, by the role of the labor market (labor income), and on the other hand, by the impact of non-labor income sources, especially linked to the country’s social protection. The article draws on microdata from the Integrated Household Survey conducted by the National Administrative Department of Statistics (dane).

Keywords:

Income inequality; Labor market; Social protection; Colombia; Economic crisis.

 

 

Introducción

Ha sido ampliamente estudiado que, durante la primera década del siglo xxi, Latinoamérica experimentó una importante mejora distributiva del ingreso. No obstante, esa dinámica se estanca o revierte, en la mayoría de los países de la región, hacia el año 2012. Aunque dicha reducción fue importante, los países de América Latina y el Caribe siguen siendo los de mayor desigualdad del ingreso en el mundo —junto con los países de África subsahariana—, lo que constituye una razón importante para continuar analizando su persistencia y la dificultad para modificar de manera sostenida y sustantiva su nivel.

El caso colombiano tiene una particularidad y es que, recién en el año 2010, inicia su trayectoria descendente del índice de Gini, en contraste con la mayoría de los países de la región que iniciaron su fase de mejora distributiva en los albores de los años dos mil. Mientras que, el retorno ascendente de la desigualdad, comienza de nuevo en el año 2017. Este trabajo busca analizar las particularidades que han caracterizado la dinámica de la desigualdad del ingreso en Colombia, teniendo en cuenta que es, junto con Brasil, el país con mayor índice de Gini en la región.

El objetivo es examinar la evolución y nivel de la desigualdad del ingreso en Colombia entre 2010 y 2021, contrastando las fases de descenso y ascenso de la desigualdad, principalmente, mediante la descomposición del índice de Gini por fuentes de ingreso, propuesta por Lerman y Yitzhaki (1985). Esta metodología permite identificar los factores asociados a los cambios en la distribución de los ingresos familiares, estimando, por un lado, el rol del mercado laboral (ingresos laborales), dada la estructura y particularidad que presenta el caso colombiano y, por otro, evaluando la incidencia de otras fuentes de ingresos no laborales asociadas con la protección social tanto contributiva como no contributiva, que caracteriza la institucionalidad específica del país. Se profundiza en un análisis de la composición de los diferentes tipos de ingresos, a lo largo los deciles de la distribución. Además, se investiga, especialmente, qué ocurrió durante la etapa de la crisis por la pandemia de Covid-19 y la fase de recuperación.

El trabajo se organiza de la siguiente manera. En primer lugar, una breve revisión de la literatura sobre la reciente dinámica de la desigualdad en países de América Latina y su relación con la estructura y desigualdad de las fuentes de ingreso. En segundo lugar, se describen los datos y la estrategia metodológica adoptada. En tercer lugar, se presentan los resultados y su análisis. Finalmente, el artículo cierra con una síntesis, a modo de conclusión, y con los desafíos para abordar en futuras investigaciones, con el propósito de profundizar en los hallazgos aquí aportados.

La desigualdad en América Latina

La caída en la desigualdad en Latinoamérica, durante el siglo xxi, ha sido ampliamente estudiada en la literatura (Lopez-Calva & Lustig 2010; Gasparini & Lustig, 2011; Lustig, Lopez Calva y Ortiz-Juarez, 2013; Azevedo et al., 2013; Cornia 2014; Sánchez-Ancochea 2019). Los estudios marcan la dificultad para separar y cuantificar de manera bien identificada los distintos factores asociados a dicha dinámica.

No obstante, hay coincidencia en destacar que, una combinación de diferentes mecanismos, está detrás del logro. En términos generales, se establecen como factores importantes el alto crecimiento económico, sostenido en un contexto internacional favorable, el aumento del precio de las materias primas en el mercado mundial, la caída en los retornos a la educación, la mayor demanda por trabajadores menos calificados, la caída en los niveles de informalidad laboral, el fortalecimiento de las instituciones laborales, como el salario mínimo y la negociación colectiva y la expansión de los sistemas de protección social con programas de transferencias de ingreso, especialmente, destinadas a hogares con personas menores de 18 años y a personas adultas mayores en condición de vulnerabilidad (Gasparini & Cruces 2021).

Pero, esa dinámica positiva de constante caída en el índice de Gini se empieza a detener, en promedio, hacia el año 2012 e, inclusive, en algunos países se observan incrementos en la desigualdad. Gasparini y Cruces (2021) y Maurizio (2019) argumentan que, varios de los factores que mostraron estar asociados a la mejora distributiva, dejaron de estar presentes o perdieron potencia. Por ejemplo, el contexto internacional cambió en la segunda década del siglo xxi, con una demanda mundial menos dinámica, menores remesas e inversiones, reversión de los términos de intercambio y menor crecimiento económico. Estos aspectos impactan en la dinámica del mercado de trabajo y los ingresos laborales, observándose, además, un incremento en los niveles de informalidad. Asimismo, el contexto macroeconómico desfavorable impacta en la disponibilidad de recursos fiscales para ampliar en cobertura y suficiencia las políticas de protección social no contributiva.

Específicamente, en relación con la estrategia metodológica aquí propuesta, la descomposición del coeficiente de Gini por fuentes de ingreso, aunque no identifica mecanismos causales, es útil como aproximación para comprender e identificar la estructura de la desigualdad. Tal vez, el primer estudio más relevante para América Latina con esta metodología es el de Galván y Medina (2018). Los autores usan datos de hogares de 17 países de América Latina, entre los años 1999 y 2005, y encuentran que los ingresos laborales, al ser la fuente más importante, guardan estrecha relación con el nivel de coeficiente de Gini del ingreso per cápita familiar. En contraste, sostienen que, las transferencias al representar una pequeña proporción del total de los ingresos de los hogares, tienen un rol marginal en la dinámica distributiva.

Tornarolli et al. (2018) implementan la descomposición por fuentes de ingreso en Argentina, Brasil, Colombia, México y Perú, entre los años 2002 y 2014. Los autores no diferencian entre trabajadores formales e informales, pero encuentran que, la mayor reducción de la desigualdad, ha sido explicada por los ingresos laborales en conjunto. Asimismo, encuentran que, en algunos países, los ingresos no laborales tuvieron un rol positivo en los cambios distributivos observados. No obstante, las magnitudes de estos cambios son bien diferentes entre los países, observándose que, aunque en promedio se registran tendencias similares, la dinámica de las fuentes de ingreso y su fuerza en las transformaciones distributivas varían según el contexto institucional, la estructura del mercado de trabajo y la configuración de las políticas sociales en cada país.

Maurizio (2019) también aplica la metodología de descomposición de los cambios en el coeficiente de Gini por fuentes de ingreso para Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México, Paraguay y Perú, entre los años 2003 y 2015. La autora encuentra que, en el interior de los ingresos laborales, se destacan los provenientes de un puesto de trabajo asalariado formal, que son la fuente igualadora más importante en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Maurizio (2019) muestra que, este resultado, se asocia estrechamente al proceso de formalización evidenciado durante ese periodo.

Por otra parte, destaca que, las pensiones, son una fuente importante para la reducción de la desigualdad en Argentina, Uruguay y Chile, dada la ampliación de la cobertura a partir de pilares contributivos y no contributivos. Mientras que, las transferencias, tienen una menor incidencia en la reducción de la desigualdad, dada su menor participación en el ingreso total, aunque, también, con diferencias de magnitud entre países.

Los estudios de desigualdad, para el caso colombiano, sostienen que, en general, el principal mecanismo detrás de los cambios en la distribución del ingreso es la reducción de los retornos a la educación (Galvis Aponte et al. 2021; Messina & Silva, 2019). Sin embargo, hay menos estudios que comprendan la estructura y cambios de las fuentes de ingreso de los hogares a lo largo de la distribución. Entre ellos, pueden destacarse los más recientes documentos de trabajo de Otero-Bahamón et al. (2022a, 2022b), así como los artículos de Galvis et al. (2021) y Acosta et al. (2017).

Este artículo aporta cierto tipo de información específica para el caso de Colombia. Por un lado, se ofrece un análisis actualizado de la desigualdad, teniendo en cuenta toda la distribución según deciles, así como la composición y variación de las fuentes del ingreso de los hogares. Además, se aporta una clasificación de las fuentes de ingreso que, por un lado, distingue tanto en los asalariados formales, informales e independientes y, por el otro, identifica, específicamente, las transferencias del estado diferenciadas de las transferencias privadas. Dichas dimensiones no se precisan de esta forma en los estudios que han aplicado previamente una estrategia empírica similar. Además, el trabajo hace un aporte en la actualización del periodo analizado en el estudio de la descomposición dinámica en el tiempo y sobre la coyuntura en la crisis por el COVID-19 y la recuperación.

Metodología y datos de la investigación

La desigualdad del ingreso puede medirse mediante diferentes indicadores y estrategias empíricas. Existe una extensa literatura internacional, sobre la temática, en la que se ofrece un amplio y detallado abanico de teorías, conceptos, enfoques y técnicas estadísticas para medirla y analizarla. Uno de los instrumentos más implementados, en el análisis de la desigualdad, es el de las descomposiciones (Gasparini et al., 2013). En este campo específico, en el que se inserta el objetivo de este artículo, existen diversos métodos para la descomposición del coeficiente de Gini según fuentes de ingreso. En esta investigación se siguen, principalmente, los planteamientos de Lerman y Yitzhaki (1985). La ventaja de esta estrategia empírica es que permite identificar la contribución absoluta y relativa de cada fuente de ingresos a la desigualdad total. Lerman y Yitzhaki (1985) adaptan la definición estándar del coeficiente de Gini a una suma de k fuentes de ingresos:

En donde es el componente que da cuenta de la participación de la fuente k en el ingreso total, es el componente que refleja el nivel de desigualdad específico de la fuente de ingreso k y es el componente que da cuenta de la correlación entre la fuente de ingreso k y la distribución ingreso total. Siguiendo a Milanovick (1998), se puede definir un coeficiente de concentración () a partir del producto entre y . De esta forma, puede reescribirse el coeficiente de Gini como:

A partir de esta definición, puede descomponerse en la suma del coeficiente de concentración de cada una de las K fuentes de ingresos, ponderando por su participación en el ingreso total. Así, el estudio de la dinámica de la desigualdad de ingresos se basa en la interacción del coeficiente de concentración y la participación promedio relativa de cada fuente de ingresos. El objetivo del análisis dinámico es determinar las variaciones en cada fuente de ingreso y su incidencia en el cambio total en el coeficiente de Gini entre dos momentos del tiempo.

La ecuación anterior expresa las diferencias entre los coeficientes de Gini estimados para dos momentos distintos, aislando la variación debida a los efectos de concentración y participación para cada período. Dicha definición, requiere la elección explícita de un año base para calcular las diferencias. Para evitar que la elección del año base resulte ser discrecional, Helfand et al. (2009) y Hoffman (2006) proponen que se realice un promedio entre ambos períodos para cada efecto. Esto, se indica con (*) en la siguiente ecuación:

Dado que la suma de todas las variaciones entre las participaciones de las fuentes de ingresos, entre los dos años, debe ser igual a cero, tomando a como el promedio del coeficiente de Gini entre los dos periodos, es posible reescribir la ecuación de la siguiente forma:

El primer término representa el efecto de participación y, el segundo, el efecto de concentración. Una mayor participación relativa de los ingresos de la fuente k sobre el ingreso total ayudará a reducir la desigualdad de ingresos, solo si el coeficiente de concentración promedio de la fuente k es menor que el coeficiente de Gini promedio. A su vez, una fuente de ingreso contribuye a la reducción de la desigualdad si su coeficiente de concentración se reduce y su importancia relativa depende de la ponderación por su participación relativa promedio en el ingreso total. Ambos efectos interactúan y no se mueven necesariamente en la misma dirección.

Además de la técnica de descomposición descrita, se realiza un análisis de las fuentes de ingresos de los hogares a lo largo de toda la distribución, teniendo en cuenta los deciles de ingreso. Para ello, se ordena de menor a mayor a las personas de acuerdo con su ingreso per cápita familiar y, luego, se agrupan en diez estratos (deciles de ingreso). De esta manera, el primer decil tiene el 10 % de población con menores ingresos y, el último decil, el 10 % de población con mayores ingresos. Así, es posible analizar en qué parte de la distribución se concentra la mayor proporción del ingreso total y de las distintas fuentes de ingreso estudiadas.

Datos

El análisis define dos grandes grupos de ingresos, los laborales y los no laborales, los cuales son conformados como se presenta en la tabla1:

Tabla 1

Definición de fuentes de ingresos

1. Ingresos laborales

2. Ingresos no laborales

a. Ingresos de los asalariados formales (trabajadores en relación de dependencia que declaran estar cotizando a un fondo de pensiones).

b. Ingresos de los asalariados informales (trabajadores en relación de dependencia que declaran no estar cotizando a un fondo de pensiones).

c. Ingresos de los trabajadores por cuenta propia.

d. Ingresos de los patrones/empleadores.

a. Ingresos de las jubilaciones y pensiones contributivas.

b. Ingresos por transferencias del Estado.

c. Ingresos por transferencias de otros hogares y de instituciones privadas.

d. Ingreso por arriendos.

e. Ingresos por ganancias y otros.

Nota. Esta clasificación se construye a partir de los microdatos disponibles en la Gran Encuesta Integrada de Hogares que produce el dane. El análisis se restringe a las cabeceras urbanas (23 ciudades principales), teniendo en cuenta los factores de expansión del censo nacional de población y vivienda del año 2018.

La desigualdad en Colombia: resultados y análisis

Colombia tiene una desigualdad del ingreso alta y los cambios observados, durante el siglo xxi, han sido más bien leves y alejados de la vehemencia de la mejora distributiva de varios países de la región, como Bolivia y Ecuador, que tenían niveles iniciales de desigualdad tan elevados o más que los registrados en Colombia durante los albores de los años dos mil.

El comportamiento del coeficiente de Gini, para las cabeceras urbanas en Colombia, es particularmente estable entre el año 2002 y 2009. Es, a partir del año 2010, cuando se puede observar una tendencia un poco más sostenida hacia la mejora distributiva, desde 0,54 hasta 0,49, como se presenta en la figura 1.

Figura 1. Evolución del coeficiente de Gini del ingreso per cápita familiar (ipcf)

Para comprender el escenario distributivo de los ingresos en Colombia, es necesario mostrar la participación de las fuentes en el ingreso total de los hogares y los niveles de concentración que éstas exhiben, ver figura 2 (A y B).

Figura 2. Fuentes de ingreso de los hogares

A. Participación de las fuentes de ingreso B. Coeficientes de Concentración

 

Las fuentes laborales tienen la mayor participación en los ingresos de los hogares, ya que representan cerca del 80 % del total y, dentro de ellos, los ingresos que provienen del trabajo asalariado son los de mayor importancia. No obstante, esta fuente presenta altos coeficientes de concentración, entre 0,57 y 0,61, durante todo el periodo analizado. En contraste, la fuente de ingreso del trabajo por cuenta propia tiene un menor nivel de concentración, alrededor de 0,35. Es así que, aun cuando en la configuración de la estructura del mercado de trabajo tienen mayor peso, es menor los ocupados por cuenta propia (ver figura 5) y la contribución de sus ingresos al total.

Dentro de las fuentes no laborales, los ingresos por jubilaciones y pensiones tienen la mayor participación en el total (alrededor del 10 %), pero es una fuente con alto nivel de concentración, ubicándose arriba del 0,65. Por otro lado, es notoria la bajísima participación del ingreso por transferencias del Estado, alrededor del 0,3 %, antes de las intervenciones públicas por la pandemia. Y, aún en los años 2020 y 2021, solo alcanza a representar el 0,6 % del total de los ingresos. El coeficiente de concentración de esta fuente es negativo, lo que muestra que, los ingresos por transferencia del Estado, tienen una distribución progresiva.

El elevado coeficiente de Gini del ipcf se refleja en la marcada brecha de ingresos entre los deciles de la distribución. La figura 3 exhibe, de manera contundente, la significativa disparidad socioeconómica en Colombia. Durante el período analizado, se observa que el grupo de hogares, correspondiente al 10 % más pobre de la población (decil 1), apenas logra acumular alrededor del 1 % del total de ingresos. La participación se incrementa ligeramente en los deciles sucesivos, en alrededor de 1,5 puntos porcentuales en cada decil hasta el 8. Sin embargo, es entre los deciles 9 y 10 donde se presenta un salto significativo, al pasar de una participación en el ingreso total de 16 % a 43 %.

Figura 3. Participación de cada decil en el ingreso total

 

La tabla 2 presenta los resultados de la descomposición del coeficiente de Gini en diferentes subperiodos, definidos a partir de los cambios de tendencia. El periodo de descenso de la desigualdad entre 2010 y 2017, la fase de desigualdad creciente entre 2017 y 2021 y los cambios en la coyuntura por la crisis de la pandemia y recuperación entre 2019-2020 y 2020-2021. A continuación, se analizan los resultados según las fuentes definidas.

Tabla 2

Descomposición de los cambios en el coeficiente de Gini según fuentes de ingreso

Etapa

Aportes de variación en puntos porcentuales

Incidencia distributiva de la fuente de ingreso

Mejora distributiva: variación 2017-2013

Variación en el Gini

Ingresos Laborales

Asalariados formales

Cuenta propia

Jubilaciones y pensiones

Transferencias del Estado

Transferencias privadas

-4,2

-3,06

-1,47

-0,51

0,1

-0,09

-0,09

Descenso de la desigualdad

Igualadora

Igualadora

Igualadora

Desigualadora

Igualadora

Igualadora

Retroceso distributivo: variación 2021-2017

Variación en el Gini

Ingresos Laborales

Asalariados formales

Cuenta propia

Jubilaciones y pensiones

Transferencias del Estado

Transferencias privadas

3,04

3,14

2,12

0,66

0,87

-0,21

-0,77

Aumento de la desigualdad

Desigualadora

Desigualadora

Desigualadora

Desigualadora

Igualadora

Igualadora

Crisis covid-19: variación 2020-2019 (segundos semestres)

Variación en el Gini

Ingresos Laborales

Asalariados formales

Cuenta propia

Jubilaciones y pensiones

Transferencias del Estado

Transferencias privadas

3,56

3,4

1,97

1

1,25

-0,27

-0,83

Aumento de la desigualdad

Desigualadora

Desigualadora

Desigualadora

Desigualadora

Igualadora

Igualadora

Recuperación: variación 2021-2020 (segundos semestres)

Variación en el Gini

Ingresos Laborales

Asalariados formales

Cuenta propia

Jubilaciones y pensiones

Transferencias del Estado

Transferencias privadas

-2,62

-1,98

-0,83

-1,08

-0,57

0,02

0,15

Descenso de la desigualdad

Igualadora

Igualadora

Igualadora

Igualadora

Casi neutral

Desigualadora

Los ingresos laborales

En el año 2003, el índice de Gini era 0,54 y se mantiene alrededor de ese nivel hasta el año 2010. A partir de allí, inicia una fase descendente que logra un valor mínimo histórico de 0,49 en el año 2017. Esta reducción es explicada, principalmente, por lo que ocurre con los ingresos laborales, dentro de ellos juegan un rol preponderante los ingresos provenientes del trabajo asalariado registrado. En el retroceso distributivo del periodo 2017-2020, también son los ingresos laborales los que demuestran liderar el aumento en el coeficiente de Gini, dentro de ellos, los ingresos del trabajo asalariado registrado son los que tienen mayor peso en esta dinámica.

Esto se explica porque, entre 2010 y 2017, la participación de los ingresos de los asalariados registrados se incrementa de 42 % a 48 % y, a su vez, el coeficiente de concentración disminuye, pasando de 0,60 a 0,56 (figura 2). Estos movimientos implican una mayor participación de una fuente de ingreso altamente concentrada, pero que, al mismo tiempo, reduce ese nivel concentración. El resultado neto es dominado por el efecto concentración, que contribuye a reducir el coeficiente de Gini.

Esto, se puede comprender de manera más precisa al observar toda la distribución de los ingresos laborales y los cambios ocurridos en el periodo (Figura 4). En términos reales, los ingresos laborales crecen más en la parte baja de la distribución, el ingreso laboral del 40 % más pobre creció a una tasa mayor que la del promedio nacional y que la del promedio de los deciles de ingresos más altos durante el período 2010-2017.

Figura 4. Variaciones del ingreso laboral real en las fases de cambios distributivos

 

Además, la variación de la participación de los ingresos asalariados registrados en el 40 % más bajo de la distribución también fue importante, como se observa en la figura 6. Esto, se logra en el contexto del aumento de la tasa de asalariados del 45 % al 50 % y de una reducción de la informalidad laboral de los asalariados del 38 % al 30 %. Estos modestos cambios fueron importantes para la mejora distributiva, dada la conformación de la estructura ocupacional en Colombia, donde las altas tasas de incidencia del trabajo por cuenta propia y de asalariados informales se concentran en los deciles más bajos de la distribución y tiene su correlato en la composición de las fuentes de ingreso en cada decil, como se observa en las figuras 5 y 6.

Figura 5. Estructura ocupacional por deciles de ingreso

 

Figura 6. Participación de las fuentes en la conformación del ingreso de los hogares según deciles

Esta dinámica del mercado laboral encuentra una meseta a partir del año 2017. La participación de los ingresos asalariados formales no varía entre 2017 y 2021, mientras que, su nivel de concentración, se incrementa de 0,56 a 0,61. Por esto, los ingresos de los asalariados formales es la fuente que más contribuye al incremento de la desigualdad en dicho periodo. Específicamente, en el contexto de la pandemia, donde el mercado de trabajo se vio gravemente afectado con pérdidas de puestos de trabajo, la dinámica de la fuente de ingresos laborales conduce tanto el aumento de la desigualdad entre 2019 y 2020, como a la pequeña mejora observada entre 2020 y 2021 en la fase de recuperación (tabla 2).

Durante la crisis por el Covid-19, se experimentó una pérdida de empleos formales asalariados de -10 % en el sector privado, entre los segundos semestres de 2019 y 2020. Por el contrario, en el mismo período, la variación porcentual en la pérdida de empleos asalariados informales fue de -21 %, en el sector privado, mientras que, el trabajo por cuenta propia, mantiene una variación de solo -2 %. La estructura del mercado laboral colombiano, con una mayor proporción de trabajadores por cuenta propia de baja calificación y productividad, probablemente hizo que estos trabajadores regresaran con mayor agilidad a la actividad laboral, debido a la necesidad de obtener ingresos mínimos para subsistir.

Además, entre el segundo y el primer trimestre de 2020 la pérdida de puestos de trabajo por cuenta propia fue de 16 %, un porcentaje bajo en relación con otros países de la región. La actividad de estos trabajadores se recobró rápidamente, de allí que, en la etapa de recuperación, el rol más importante lo tiene el trabajo por cuenta propia, como un efecto rebote de la caída en la participación de esta fuente de ingresos en la pandemia. En efecto, tanto la caída como la recuperación en el coeficiente de Gini se jugó en la parte baja de la distribución, donde predominan las relaciones laborales informales y el trabajo por cuenta propia (figura 4B).

Uno de los argumentos más recurrentes, en la literatura académica y en el debate político, para explicar las altas tasas de desempleo, cuentapropismo e informalidad en Colombia alude a la existencia de un salario mínimo elevado, dado que, este, representa alrededor del 86 % del salario mediano. No obstante, si se compara con la canasta de pobreza para el año 2021, un hogar de cuatro integrantes con un solo perceptor de ingreso igual al salario mínimo sería considerado pobre.

Al observar las distribuciones del ingreso laboral para el total de ocupados formales e informales, es notoria la dispersión para estos últimos y su concentración en la parte baja (figura 7). Dado que, alrededor del 60 % de los ocupados ganan menos de un salario mínimo, en la literatura especializada para Colombia se lo considera poco eficaz en la determinación de pisos de ingresos laborales, por la conformación altamente segmentada del mercado de trabajo. Así, se argumenta que, el elevado nivel de salario mínimo en comparación con la mediana salarial y su incremento anual, es un factor importante asociado a la alta informalidad laboral (Arango & Flórez, 2021; Arango et al., 2020; Arango & Flórez, 2017; Londoño & Joumard, 2013; Sánchez & Álvarez Vos, 2011).

Figura 7. Distribución de los ingresos laborales en el año 2021

A. Ingresos laborales para el total de ocupados B. Ingresos de asalariados plenos

Nota. La formalidad se define a partir de la cotización a un fondo de pensiones (enfoque legal). La línea vertical roja sólida representa el valor del salario mínimo.

 

Sin embargo, la ausencia en el país de una institucionalidad laboral fuerte, en relación con los sindicatos y las negociaciones colectivas por sector de actividad (Ramírez Bustamante, 2021; Valero et al., 2018), hace que, efectivamente, el principal umbral de referencia para los trabajadores sea el salario mínimo. En este sentido, el argumento que sostiene que un menor salario mínimo aumentaría la probabilidad de la creación de puestos de trabajo formal en realidad estaría asumiendo, de manera implícita, la posibilidad de tener una menor tasa de informalidad, pero, a su vez, una mayor tasa de pobreza en hogares con trabajadores formales, lo que da lugar al fenómeno del “trabajador formal pobre”, que se extiende en el contexto actual en Latinoamérica (Organización Internacional del Trabajo [oit], 2022).

Los asalariados informales son quienes tienen la menor desigualdad entre ellos, con un coeficiente de Gini de 0,29; es decir, una mayor igualdad entre trabajadores de bajos ingresos (figura 7, B). En contraste, la desigualdad más alta la tienen los ocupados por cuenta propia, seguidos por asalariados formales con coeficientes de Gini de 0,53 y 0,41 respectivamente.

Los ingresos no laborales

Uno de los aspectos para explicar la dinámica distributiva es la institucionalidad que configura mecanismos de protección social. Se analizan aquí dos grupos de fuentes de ingresos, los provenientes de las jubilaciones y los ingresos por transferencias del Estado.

El ingreso por jubilaciones y pensiones ha contribuido al incremento del coeficiente de Gini durante el periodo analizado (tabla 2). La estructura de la cobertura y la distribución de los ingresos de jubilaciones en Colombia evidencia una marcada desigualdad. En la figura 8A, es notable una cola inferior izquierda muy plana, donde, el 20 % de los hogares de menores ingresos, no alcanza a capturar el 1 % del total de los ingresos por jubilaciones.

Figura 8. Ingresos por jubilaciones y pensiones contributivas

A. Participación de cada decil en el total B. Porcentaje de cobertura poblacional por decil

Por el contrario, el decil de mayores ingresos se lleva el 50 % de la masa total de esta fuente de ingresos. La dimensión de estas brechas se evidencia en el coeficiente de concentración de los ingresos por jubilaciones que a asciende a más de 0,65 (figura 2B).

Colombia tiene niveles muy bajos de cobertura, llega solo alrededor del 32 % de su población urbana en edad de jubilarse. Sumado a ello, la desigualdad en el acceso es marcada, la cobertura en el decil de mayores ingresos alcanza el 65 %, en tanto que, en el decil de menor ingreso, la cobertura no llega al 1 % (figura 8B).

La estructura y dinámica del mercado laboral condiciona el acceso a las jubilaciones contributivas. La configuración predominantemente precaria e informal de las relaciones laborales trae consigo una baja proporción de trabajadores aportantes para su jubilación. Este problema se ha hecho evidente en los países de Latinoamérica. Para subsanarlo, se han introducido algunas políticas de soporte de ingresos, a la población mayor de 65 años, desde una perspectiva no contributiva. En el caso de Colombia, el programa “Colombia Mayor” atiende alrededor 1,7 millones de personas con una transferencia mensual muy deficiente, alrededor de 90 000 pesos colombianos, que representan, aproximadamente, el 10 % del salario mínimo (25 dólares) y no alcanza a superar la línea de pobreza extrema (figura 10).

Por su parte, las transferencias del Estado han tenido un rol igualador durante el período, aunque de menor magnitud relativa. En este trabajo, se hace una contribución en el análisis de esta dimensión, dado que, hasta el momento, los estudios para Colombia no suelen separar las transferencias públicas y privadas. Hasta el año 2011, la geih no permitía esta identificación, a partir del año 2012, se pueden identificar por separado las transferencias de hogares y las transferencias de instituciones. Pero es solo a partir de 2013 que se pueden diferenciar las transferencias del Estado de las transferencias de instituciones privadas.

En la literatura, se destaca el rol positivo que han tenido las transferencias monetarias en la reducción de la desigualdad (Soares et al., 2011; Alejo, Bergolo Sosa & Carbajal, 2014; Lustig, 2017). Estos mecanismos de intervención con transferencias directas de ingreso han sido clave para contrarrestar o morigerar las deficiencias en los ingresos laborales, en la parte baja de la distribución y la pérdida de estos en momentos de crisis económicas. La incidencia distributiva de las transferencias del Estado ha sido modesta en Colombia.

No obstante, su rol positivo adquiere mayor preponderancia relativa en las etapas de crisis o procesos de aumentos de desigualdad para atenuarlos (tabla 2). Es el caso del periodo 2017-2021 y, específicamente, entre 2019 y 2020. En este último, por ejemplo, los ingresos por transferencias logran mitigar, pero no contrarrestar el incremento del coeficiente de Gini, que pasa de 0,52 a 0,55, producto de la pronunciada caída en los ingresos laborales, especialmente, en la parte baja de la distribución.

Las transferencias de ingresos, en Colombia, inician en el año 2000 con el programa Familias en Acción. Más adelante, se crean los programas Jóvenes en acción (2002) y Colombia Mayor (2003). Estos tres programas atienden a grupos vulnerables (niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos mayores) y están focalizados en hogares que se encuentran en situación de pobreza. Esto, se evidencia cuando se analiza la participación de esta fuente de ingreso a lo largo de toda la distribución. En el año 2019, el 30 % de los hogares de menor ingreso concentraban alrededor del 58 % de esta fuente y, dicha participación, decrece con el ingreso per cápita familiar. Por otro lado, se evidencia que, la suficiencia de los montos transferidos, es baja al compararla con las líneas per cápita de pobreza y de pobreza extrema, como se muestra en la figura 9.

Figura 9. Monto promedio mensual de transferencias según programa y población destinataria por edad

Nota. Datos y montos en pesos colombianos para el año 2021. Los números entre paréntesis en el programa Familias en Acción corresponde a las edades aproximadas según nivel escolar.

La contribución de las transferencias al total del presupuesto del hogar es marginal, aun en los deciles de menores ingresos, lo que representa, en el 2013, solo el 4 % del total y pasa al 6 %, en el 2017. Este leve incremento toma relevancia para la contribución de la mejora distributiva, dado que es concomitante en un período de expansión del mercado de trabajo y los ingresos laborales, como se expuso de manera previa. Además, es notoria la expansión de esta fuente durante la crisis por covid-19, pues pasa a representar el 14 % del decil 1, principalmente, a través de la implementación del programa Ingreso Solidario, como se presenta en la figura 10A. Este, buscó asistir a hogares con población en edad de trabajar, no cubiertos por otros programas y en condición de pobreza, vulnerabilidad y precariedad, un segmento poblacional no atendido y crítico en dicho contexto.

Figura 10. Ingresos por transferencias según deciles de ingreso

A. Participación en el ingreso total de cada decil B. Porcentaje de hogares cubiertos por decil

 

Es así como el porcentaje de hogares cubierto por transferencias del Estado crece entre 2010 y 2017 y se expande aún más entre 2019 y 2020, conservando dicha cobertura en 2021, dado que, el programa Ingreso Solidario, se mantuvo vigente hasta diciembre de 2022 (figura 10B). Es importante mencionar que, el diseño previo de la política de transferencias de ingresos, ya era muy focalizado y acotado exclusivamente en los hogares en condición de pobreza y pobreza extrema.

Además, la transferencia del Ingreso Solidario no fue compatible con los programas sociales de transferencias preexistentes, lo que hizo que los hogares que ya pertenecían a alguno de los programas no pudieran acceder. Estas características muestran una cobertura y suficiencia de los programas de transferencia menor, en comparación con otros países de América Latina.

Conclusiones

Colombia es un país de alta desigualdad que se ha mostrado persistente. La estructura del mercado de trabajo es la pieza fundamental en dicha distribución. El país, en sus cabeceras urbanas, tiene alrededor del 58 % del empleo en sectores de baja productividad, es decir, aquel que se genera en empresas de un máximo de 5 empleados, asalariados sin acceso a la seguridad social y trabajadores de baja calificación que se desempeñan por cuenta propia, además de los trabajadores no remunerados. Esta configuración laboral se erige como limitante fundamental para la transformación de las enormes brechas de ingresos y sociales que se mantienen vigentes.

La alta informalidad laboral (ocupados que no se encuentran realizando aportes al sistema contributivo de seguridad social y pensiones) mostró una tendencia decreciente entre 2010 y 2017, el período en el que la desigualdad evidenció su modesta mejora. Los cambios hacia la formalización se demostraron importantes en la parte baja de la distribución, tanto en el aumento de la participación de los trabajadores asalariados formales como en la variación real de los ingresos de esta fuente.

Estudios como los de Garlati-Bertoldi (2020), Kugler et al. (2017) Bernal et al. (2017) y Fernández y Villar (2017) muestran que, la reforma tributaria de la ley 1607 del año 2012, efectivamente logró una reducción de la informalidad laboral, aunque de manera modesta y solo en el corto plazo. La reforma redujo los costos empresariales asociados a la nómina en 13,5 puntos porcentuales, relacionados con las contribuciones para el Servicio Nacional de Aprendizaje (sena), el Bienestar Familiar y los aportes a salud realizados por el empleador.

Es importante señalar que, la reducción de la informalidad laboral asociada a esta medida, se dio en contexto de crecimiento económico y crecimiento real del monto del salario mínimo. En dicho escenario, se configuró uno de los mecanismos a través de los cuales se logró la mejora distributiva, por lo menos hasta el año 2017. A partir de ese momento, las tasas de crecimiento económico son menores y, al parecer, la reforma impositiva perdió potencia en su objetivo de reducir la informalidad laboral, uno de los principales factores asociados a la mejora distributiva.

Por el lado de los ingresos no laborales, el factor fundamental en la reproducción de la desigualdad son las jubilaciones y pensiones contributivas. La estructura altamente informal del mercado laboral reproduce inequidad en la cobertura y en los ingresos de esta fuente, que se encuentra concentrada en la parte alta de la distribución. Pero, además, hay un segundo factor que reproduce inequidades derivadas de los importantes subsidios estatales, que reciben las altas pensiones de los hogares de mayores ingresos.

Las transferencias de ingresos no logran contrarrestar de manera sustancial el resultado distributivo que se juega en el mercado de trabajo. Los programas están focalizados exclusivamente por condición de pobreza y los montos transferidos son acotados, encontrándose por debajo las líneas individuales de pobreza e, inclusive, de pobreza extrema. En contraste, se observa el rol destacado que adquieren las transferencias privadas durante todo el período y, especialmente, durante la crisis por el covid-19, en el 30 % de los hogares más pobres, para la amortiguación en la pérdida de ingresos laborales.

En este sentido, son varias las líneas abiertas para una agenda de investigación que contribuya en la comprensión de la desigualdad del ingreso en Colombia. Por un lado, en relación con los ingresos laborales, es necesario actualizar el análisis de la brecha entre las remuneraciones de los trabajadores formales e informales, así como las brechas en los retornos a la educación, para aportar elementos que ayuden a comprender lo que ha sucedido, especialmente, en función de la sostenida reducción de la informalidad laboral entre los años 2009-2019.

Además, es importante otorgar un énfasis especial al análisis en la parte baja de la distribución, dado que, la variación de la participación del trabajo asalariado formal, fue mayor entre 2010 y 2017 en el 20 % de los hogares del tramo inferior. En esta línea de análisis, convendría profundizar el estudio de la incidencia del salario mínimo en la dinámica de la desigualdad y la informalidad, para aportar evidencia empírica en torno al debate sobre esta institución laboral en el caso colombiano.

Por otro lado, en cuanto los ingresos no laborales es necesario analizar el posible impacto distributivo de una ampliación de la cobertura y monto del programa de pensiones no contributivas para los adultos mayores, que propone el actual gobierno en el proyecto de reforma pensional. De otra parte, aunque el programa Familias en Acción dirigido a hogares con niñas, niños y adolescentes es importante en cobertura, esta ha venido disminuyendo desde el año 2017 y el monto transferido es acotado, por lo que es necesario el análisis tanto de la pérdida de beneficiarios como el posible impacto distributivo de la expansión de la cobertura y suficiencia de la transferencia en el marco de las transformaciones que están teniendo las transferencias monetarias en su tránsito hacia la propuesta de “Renta Ciudadana”. Asimismo, estudiar la incidencia distributiva de la posible expansión de los programas de transferencia de ingreso para las personas adultas (no jóvenes) en edad laboral y en situación de vulnerabilidad.

Conflicto de intereses

La autora declara la inexistencia de conflicto de interés de tipo personal o con institución o asociación comercial de cualquier índole.

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Nota de autoría

Lucía Trujillo Salazar

Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (conicet, Argentina). Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Plata (unlp, Argentina), Magíster en Gobierno y Asuntos Públicos de Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso, México) y Economista de la Universidad del Tolima (Colombia). Contacto: luciatrujillos@gmail.com, ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4319-1604.


  1. 1 Esta sección recupera algunos elementos expuestos más ampliamente en Judzik et al. (2017).

  2. 2 En Atkinson y Bourguignon (2015, 2000) se encuentra una revisión y exposición completa sobre el campo temático.

  3. 3 Medina y Galván (2008) calculan un Pseudo-Gini también como el producto entre Rk y Gk. El término de Pseudo-Gini es también introducido, previamente, en uno de los trabajos de Shorrocks (1982), para la especificación de la descomposición del coeficiente de Gini.

  4. 4 Los datos del análisis durante la crisis por el covid-19 corresponden a los segundos semestres, dado que, el operativo de la geih, no fue completo entre los meses de abril y junio del año 2020.

  5. 5 Algunos países como Argentina, Chile, Costa Rica, México y Perú presentaron, en dicho período, caídas en el trabajo no asalariado de entre el 25 y el 30 %.

  6. 6 La línea de pobreza nacional, establecida por el dane para Colombia en el año 2021, fue de $354 031 por persona, mientras que, el salario mínimo para un trabajador (incluyendo el auxilio de transporte), fue de $1 014 980.

  7. 7 Es importante notar que, en el periodo 2020-2021, se muestra como una fuente ligeramente igualadora, dado que perdió participación relativa en el total de ingresos. Como se explicó en el apartado metodológico, cuando una fuente de ingresos que tiene un nivel de concentración alto, como es el caso de las jubilaciones en Colombia, pierde peso relativo en la masa total de ingresos de los hogares, se traduce a una reducción de la desigualdad. Es necesario aclarar que, la pérdida relativa en la participación de la fuente de las jubilaciones, se da como contracara del aumento importante que tuvieron los ingresos laborales en el año 2021, producto del proceso de recuperación después de la crisis del año 2020 por el covid-19.

  8. 8 La definición de estas condiciones de acceso puede verificarse aquí: https://prosperidadsocial.gov.co/sgpp/transferencias/familias-en-accion/#:~:text=Familias%20en%20Acci%C3%B3n%20es%20un,los%20ni%C3%B1os%2C%20ni%C3%B1as%20y%20adolescentes.