Influencia del origen social en el acceso a educación superior. El caso de Trabajo social1

Influence Of Social Background On Access To Higher Education. The Case For Social Work

Edinson Gabriel Brand Monsalve, Yeny Magaly Gómez Aristizabal, Natalia Lopera Osorio, Erika Yuliet Álvarez Calle

Universidad de Antioquia

Recibido: 22 de marzo de 2022–Aceptado: 19 de octubre de 2022–Publicado: 1 de enero de 2024

Forma de citar este artículo en APA:

Brand Monsalve, E. G., Gómez Aristizabal, Y. M., Lopera Osorio, N., & Álvarez Calle, E. Y. (2024). Influencia del origen social en el acceso a educación superior. El caso de Trabajo social. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 15(1), 32-56. https://doi.org/10.21501/22161201.4295

Resumen

El propósito de este artículo es presentar los resultados de una investigación que evidencia cómo influye el origen social de los individuos en el acceso y logro de la educación superior y la integración al mercado laboral de un grupo de egresados de la Universidad de Antioquia, pertenecientes al programa de Trabajo Social de la seccional Oriente. En este estudio, se implementó una metodología integrada haciendo uso de la encuesta y la entrevista semiestructurada, con el fin de reconocer las características principales de la experiencia de los egresados y el sentido y significado de la misma. El principal hallazgo es que si bien las condiciones del origen social, caracterizadas por una baja disponibilidad de capital económico y cultural, generan situaciones limitantes para el logro educativo, de igual forma configuran situaciones habilitantes que, en función del aprovechamiento de diferentes recursos que ofrece el entorno, hacen posible la transformación del proyecto de vida de los individuos que se motivan por la educación superior, en respuesta al escenario de oportunidad que constituye la oferta educativa pública de calidad en el territorio.

Palabras clave

Educación superior; Mercado de trabajo; Movilidad social; Entorno familiar; Trabajo Social; Educación y Empleo; Estudiante Universitario; Origen social.

Abstract

The purpose of this article is to present the results of research that shows how individuals’ social backgrounds influence access to and success in higher education and integration into the job market for a group of graduates from the University of Antioquia’s Social Work program at the Eastern Campus. This study implemented an integrated methodology, using surveys and semi-structured interviews to recognize the main characteristics of graduates’ experiences and the significance of these experiences. The main finding is that while the conditions of their social backgrounds, characterized by limited economic and cultural capital, create limiting situations for educational achievement, they also create enabling situations that, based on the use of different resources offered by the environment, allow for the transformation of individuals’ life projects. These individuals are motivated by higher education in response to the opportunity presented by high-quality public education in the region.

Keywords

Social Mobility; Familiar origin; Higher education; Labor market; Social Work; Education and Employment; University Student; Social origin.

Introducción

En el estudio de la educación superior como principal mecanismo de movilidad social pueden identificarse dos líneas de estudio fundamentales. Una línea se orienta a la relación entre educación superior y mercado laboral; aquí, los investigadores suelen basarse en la experiencia académica y laboral de los egresados, generando un espacio evaluativo de la formación recibida en la universidad en función de su utilidad y pertinencia en el ejercicio ocupacional, además de la importancia que tiene la obtención de un título universitario porque permite acceder a empleos mejor cualificados y pagados (Castillo & Rodríguez, 2016; Enciso-Ávila & Planas-Coll, 2018; Ynurreta-Panti, 2019).

En esta línea, los estudios se dan en tres enfoques, el primero, es la correspondencia entre los contenidos del pregrado y el perfil profesional; en el que se señala la importancia del complemento entre el uno y el otro, dado que hace posible un desempeño más íntegro en el área específica de desarrollo de las habilidades y conocimientos de los egresados (Cedeño Barreiro et al., 2017; Blanco et al., 2019; Santana Hernández, 2019). El segundo, busca analizar el papel de las instituciones de educación superior (ies) en el proceso de inserción laboral de sus graduados desde una perspectiva más institucional, destacando, por ejemplo, la importancia de las prácticas y/o pasantías académicas, debido a que son el primer acercamiento al mercado y representan la posibilidad de adquisición de experiencia y referencias laborales (Arellano & Salas, 2019; Valdivieso & De Ibarrola, 2019; Ynurreta-Panti, 2019). El tercero, se orienta a identificar las dificultades que tienen los egresados en la obtención de un empleo, encontrando, para el caso del pregrado de Trabajo Social, la competencia con otras áreas de las Ciencias Sociales y Humanas (Saravia Cortés, 2015; Castillo & Rodríguez, 2016; Blanco et al., 2019). En estos dos últimos enfoques, la identificación de las dificultades genera retos institucionales para disminuir las desventajas presentadas en el proceso de inserción al mercado laboral, otorgando a las ies una responsabilidad en la transición de la vida universitaria a la vida ocupacional (Arellano & Salas, 2019, Valdivieso & De Ibarrola, 2019).

La otra línea se orienta al estudio de la incidencia que tiene el origen social en el logro educativo y ocupacional de los sujetos; aquí, los autores se centran en el papel que desempeña la familia, a través de sus condiciones económicas y educativas, en el acceso a educación superior y al mercado laboral de los individuos (Martínez, 2017; Cruz, 2018; García, 2019; Donoso-Bravo, 2021; Cristaldo de Álvarez & Caballero-Merlo, 2021). En esta línea, se adscriben varios artículos enfocados a la carrera de Trabajo Social, donde se encontró que el contexto de crianza de los profesionales, caracterizado por desigualdades sociales, influyó en la elección del pregrado (Rondón, 2015; Hernández, 2017; Saravia & Saavedra, 2018). La pretensión de estos estudios fue analizar el nivel en que la educación permite romper las desventajas del entorno de origen; por ello se enmarcan en discusiones sobre desigualdad de oportunidades e igualdad y equidad (Rondón, 2015; Cerezo, 2018; Dalle et al., 2019).

Varios investigadores han encontrado aspectos que son permeados por el origen familiar, como (a) el campo de educación elegido, donde se identifica que los que eligen Trabajo Social como profesión provienen, en general, de estratos socioeconómicos bajos (Orós, 2018); (b) el tipo de institución educativa donde cursaron los estudios profesionales, donde se halla que los jóvenes que eran de hogares con altos niveles socioeconómicos y con padres que tienen alta escolaridad acceden a instituciones de mayor costo y calidad (Cerezo, 2018), lo que puede relacionarse con el hecho de que los estratos bajos tengan oportunidades de acceder a formación superior gracias a las instituciones de carácter público y su gratuidad (Cuenca, 2016) y (c) el rendimiento académico, donde se identifica que “a menor capital cultural, se espera también menos rendimiento académico y/o posibilidades de promoción social” (Rondón, 2015, p. 340) logro educativo, donde se encuentran estudios orientados al abordaje de la influencia familiar en la formación profesional de los sujetos, a partir de aspectos como la escolaridad, el capital social, el apoyo económico y el modelo comunicativo de los padres (Martínez, 2018). Es importante mencionar que los autores han vinculado estos aspectos a la posición ocupada por los profesionales en la estructura laboral, reconociendo una relación directa entre el origen social, la educación y el logro ocupacional, donde el primero tiene una alta influencia en los otros dos.

La influencia de las características socioeconómicas del núcleo familiar en las posibilidades de formación de los individuos lleva a que se entienda el origen social como elemento reproductor de las condiciones materiales y las desigualdades sociales, pues se asume que las probabilidades de acceder a educación superior de calidad, así como de ocupar una buena posición en el mercado laboral, en términos salariales y contractuales, depende en gran medida del origen de los profesionales, de tal forma que quienes vienen de entornos menos privilegiados están en desventaja, en comparación con quienes provienen de mejores contextos (Giovane & Solache, 2019; Martínez, 2018).

Particularmente, las investigaciones enfocadas en profesionales de Trabajo Social plantean que el haber estado expuestos a desigualdades e injusticias influye en la decisión de estudiar la profesión (Saravia & Saavedra, 2018); estableciéndose que el pregrado se encuentra vinculado a la idea de ayuda; aspecto que, además, está presente de forma mayoritaria en la racionalidad de las mujeres, en comparación con la de los hombres (Nebra, 2018; Azpetita 2019); característica de género que se convierte en un aspecto importante para el análisis (Nebra, 2018; Saravia & Saavedra, 2018; Azpeitia, 2019), debido a que, de acuerdo a la mayoría de estudios, esta profesión se encuentra compuesta mayoritariamente por mujeres de orígenes sociales bajos, lo que hace que tanto el género como el origen social sean aspectos relevantes en este tipo de estudios (Rondón, 2015; Azpeitia, 2019) y genera debates sobre la “feminización” del pregrado (Nebra, 2018) y sus impactos en las condiciones laborales de las y los trabajadores sociales, tanto en términos salariales como de reconocimientos y contractuales.

Otros autores también han identificado la expansión de la oferta educativa desregulada como un problema que precariza las condiciones laborales de este pregrado, pues genera una sobresaturación de profesionales, en relación a la demanda del mercado, lo que se agudiza con la oferta de estudios técnicos que intervienen en el mismo campo de acción del Trabajo Social, incrementando la competencia e impactando negativamente la valoración del perfil profesional y los salarios (Rondón, 2015; Saravia Cortés, 2015).

Si bien se cuenta con evidencia suficiente que permite comprender el papel del origen social, especialmente familiar en los profesionales de Trabajo Social, son pocos los estudios que se han abordado en territorios diferentes a las ciudades principales, es decir, territorios en los que el acceso a la educación superior se encuentra más restringido por la reducida oferta de instituciones universitarias, especialmente de carácter público, de tal forma que sea posible reconocer las particulares en que en dicha relación se cumple y, por consiguiente, el impacto que la educación superior genera en la experiencia de las personas de esos territorios y de sus grupos cercanos. A causa de esta situación, el objetivo de este estudio fue identificar el papel que el origen social tuvo en la relación entre educación superior y mercado laboral en un grupo de egresados del programa de Trabajo Social, ofertado en la sede del Carmen de Viboral de la Universidad de Antioquia, en el marco del proceso de descentralización educativa que tiene lugar a través de la generación del programa de regionalización, creado a partir de la Resolución N° 1280 del 30 de octubre de 1990 [Universidad de Antioquia]; el cual se constituye como el primer estudio que aborda la población egresada de esta sede en particular.

El territorio en el que se ubica la sede El Carmen de Viboral de la Universidad es conocido como la subregión del Oriente del Departamento de Antioquia, compuesta por 23 municipios, encontrándose a una hora y veinte minutos, aproximadamente, de la ciudad de Medellín. La tasa de cobertura en educación superior, en este territorio, es de 29,6 %, producto de la creciente oferta que se ha venido consolidando allí desde lo público y lo privado, no obstante, no refleja la participación total en educación superior debido que el Valle de Aburrá, por su cercanía, absorbe parte de la población que cursa estudios superiores. La economía de este territorio se mueve principalmente entre los sectores de servicios: agropecuario y comercio; los cuales tienen una alta participación en la rama agrícola a nivel departamental con cultivos como el tomate, la papa, el aguacate y el pimentón (PD Unidos por Un Nuevo País, 2020-2023).

Para el cumplimiento del objetivo de este estudio, se abordó una población de 32 egresados del programa de Trabajo Social, 24 mujeres y 8 hombres, que cumplían con la cualidad de tener más de dos años de egreso como principal característica de inclusión, debido a que contaban con una experiencia profesional significativa que permitiera reconocer elementos del ejercicio de la carrera.

En un proceso investigativo de aproximadamente dos años y medio, que culminó en el año 2020, se aplicaron dos instrumentos partiendo de una metodología integrada basada en la encuesta y entrevista semiestructurada, ya que el uso de ambos instrumentos permitió; por un lado, contrastar datos obtenidos y ampliar el conocimiento por medio de la visualización de elementos no detectados por un solo método (Sánchez, 2015; Osorio-González & Castro-Ricalde, 2021) y, por otro, la encuesta cumplió el propósito de caracterizar la población a partir de las condiciones de origen, la experiencia de estudio y las características del ejercicio de la profesión, con el fin de identificar elementos específicos del pregrado de Trabajo Social.

Este grupo de egresados fue contactado a partir de la información disponible en la base de datos institucional, así como por aplicación de la técnica de la bola de nieve (Alloatti, 2014) para ampliar la cantidad de participantes. Este instrumento estuvo compuesto por 24 preguntas, que dieron cuenta del origen social, proyecto de vida, capital cultural y capital social. El análisis de los datos se hizo mediante la aplicación de procedimientos de estadística descriptiva, específicamente distribución de frecuencias y medidas de tendencia central y variabilidad, con asistencia del programa Statistical Package for Social Sciences (spss).

La entrevista semiestructurada, como técnica complementaria (Ríos, 2019), estuvo compuesta por tres momentos: en el primero, se profundizó en aspectos del origen social como el entorno físico, el relacionamiento y las prácticas del entorno familiar, vecinal y educativo; en el segundo, se indagó por las motivaciones que influyeron en el egresado para elegir el pregrado de Trabajo Social en la Universidad de Antioquia, en el tercero, se ahondó en las condiciones de acceso a la universidad, la trayectoria académica y la inserción al mercado laboral, enfatizando en el apoyo familiar, el acceso a empleo, las dificultades ocupacionales y las redes de empleabilidad de los egresados. Este instrumento fue aplicado a una muestra, seleccionada a conveniencia, compuesta por 7 de los 32 profesionales que respondieron la encuesta. Para el análisis de la información, se aplicó un proceso de codificación cerrada (Grimaldo, 2009) y la construcción de redes semánticas (Hickman et al., 2016) con apoyo del programa ATLAS.Ti, identificando, a partir de los discursos, cómo se entretejen elementos comunes en las experiencias de los egresados.

Los capitales como manifestación de la estructura

El origen social se relaciona directamente con elementos estructurales, de índole socioeconómico principalmente, que condicionan las posibilidades de los sujetos para acceder a la educación superior y moverse en el mercado laboral de acuerdo a sus intereses; también contribuyen a la reproducción de prácticas aprehendidas en el proceso de socialización, como es el caso de las prácticas educativas que, de acuerdo con lo planteado por Rondón (2015) y Cuenca (2016), generan una relación directa entre el origen social y el rendimiento académico de los sujetos, pues el nivel educativo de los padres, así como sus prácticas intelectuales, se tornan en modelo de base para los hijos, lo que conduce desde su infancia a que adquieran hábitos académicos y configuren sus motivaciones en torno a la educación superior. En este sentido, y de acuerdo con estos autores, los sujetos provenientes de familias con altas habilidades cognitivas suelen tener un mayor rendimiento académico respecto a aquellos que provienen de grupos familiares con ninguna o pocas prácticas intelectuales.

La influencia de los padres en el rendimiento académico de sus hijos corresponde a unas dinámicas de reproducción estructural donde los sujetos interiorizan prácticas que luego reproducen en su trayectoria de vida mediante el proceso de socialización; en esta medida, los hábitos educativos hacen parte de la estructura social, si se entiende por esta el conjunto de prácticas que, mediante el proceso de interiorización y reproducción, condicionan el comportamiento humano y las relaciones sociales, la cual se haya conformada por recursos y reglas (Giddens, 2006).

Los recursos son los medios empleados por los sujetos en la producción y reproducción de prácticas y pueden ser adquiridos o potencializados a través de instituciones como la educativa, que se concreta en este caso en la Universidad, lo que les permite a quienes ingresan a ella acceder a un conjunto de habilidades estratégicas para el despliegue de acciones en el mercado laboral. Las reglas constituyen el lado restrictivo de la acción, toda vez que definen un tipo de comportamiento que se espera que realicen los actores conocedores del reglamento que rige las relaciones sociales; de este modo, ayudan a direccionar las acciones del individuo, facilitando las prácticas y también imponiendo restricciones (Aronson, 1999, como se cita en Cambiasso, 2011).

La coexistencia de reglas y recursos devela un papel relativamente activo del sujeto, quien pese a encontrar restricciones y cohesiones sobre sus acciones también tiene, dentro del marco de posibilidades habilitado por la estructura, la oportunidad de construir motivaciones y desplegar acciones que le permitan adquirir y acumular poder para alcanzar ciertos fines (Giddens, 2003), esto hace que el sujeto adquiera capacidad de agencia, pues es capaz de ejercer poder e, incluso, de influir sobre el poder desplegado por otros para lograr lo que se propone, convirtiéndose en agente (Giddens, 2006); proceso en el cual los distintos recursos acumulados por el sujeto, en su trayectoria de vida, son la base fundamental para lograr la capacidad de agencia, dado que le permiten el despliegue de dicho poder.

Para este estudio, se tomaron tres tipos de capitales como recursos, que son (a) el capital económico, constituido principalmente por el conjunto de los bienes económicos ―ingresos, patrimonio y bienes materiales―; (b) el capital social, que se define en esencia como el conjunto de las relaciones sociales de las que dispone un individuo o un grupo y (c) el capital cultural, que corresponde al conjunto de las calificaciones intelectuales, sean producidas por el sistema escolar o transmitidas por la familia. (Bonnewitz, 2006; Bourdieu, 2001). En la coexistencia de estos recursos, se encuentra que el capital económico condiciona el acceso al capital cultural y al capital social; con base en lo cual se comprende que el origen social, con fundamento en las condiciones económicas, es determinante del tipo de institución educativa en la que el sujeto desarrolla sus estudios, en términos de calidad, así como de sus posibilidades de acceder a educación superior, en función de la capacidad que tenga para costear su formación, y, por consiguiente, determinante de las cualidades del capital cultural y social que puede adquirir. A su vez, el capital social y cultural pueden convertirse en capital económico por medio de la relación entre el nivel educativo, las redes y la posición ocupada en el mercado laboral, con un impacto significativo ―favorable o desfavorable― en el salario (Bourdieu, 2001).

De esta forma, los profesionales, en su paso por la universidad, adquieren recursos en forma de capital cultural y social; el primero, por el aumento en sus conocimientos y nuevos aprendizajes, que se concretan en producción académica en la que participen y en el título profesional ―además de otros títulos adquiridos en proceso formativos complementarios―; el segundo, porque al acceder a la universidad se generan nuevas relaciones, lo que favorece el aumento en la cantidad de vínculos estratégicos para acceder a otros espacios académicos y laborales durante su estancia en la institución y después de su egreso. Así, el capital cultural y el social permiten al sujeto acumular y desplegar poder que los lleva a consolidar su capacidad de agencia, al posibilitarle la inserción al mercado laboral en correspondencia con sus motivaciones. Sin embargo, el paso al ejercicio profesional no solo depende de la capacidad de agencia del egresado, sino también de las condiciones de empleabilidad de la profesión, que pueden ser limitantes por razones contractuales, salariales o de oferta; razón por la cual, el acceso a unas determinadas condiciones de ejercicio profesional son el resultado de la combinación de la capacidad de agencia de cada individuo con las condiciones estructurales del mercado laboral de su profesión.

En síntesis, puede plantearse que el egresado se encuentra inmerso en una estructura caracterizada por una doble condición, ya que es habilitante porque le permite adquirir recursos para el despliegue de poder, a la vez que es constrictiva por la existencia de condiciones ajenas o exteriores a él, que limitan su accionar y la obtención de posiciones específicas en el mercado laboral, de acuerdo a sus intereses, por lo que el abordaje de la relación educación-trabajo debe considerar esta característica.

Resultados

La trayectoria educativa familiar en las posibilidades de profesionalización

Las características del entorno familiar de origen, constitutivo del escenario primario para el acceso a diferentes tipos de recursos, permiten comprender en principio las condiciones en que los egresados constituyeron las bases académicas en su trayectoria de vida previa al ingreso a la Universidad y, desde allí, el tipo de recursos a los que tuvieron acceso y las circunstancias de su encauzamiento educativo hacia la vida profesional. Al respecto, se encuentra que 96,9 % de egresados pertenecían a familias de estratos 2 y 3 antes de entrar a la universidad, habitando en núcleos familiares donde el 64,51 % de las madres tenían como ocupación las labores del hogar y el 90,32 % de los padres se encontraban laborando ―empleados o independientes― en actividades como la agricultura, el chance, las confecciones y el transporte público; correspondiéndose en general con familias tradicionales donde la madre cumple el rol de ama de casa y cuidado de los hijos y el padre el de proveedor; caracterizadas por ingresos bajos, de hecho, el 80,6 % de las familias tenían ingresos de entre 1 y 3 salarios mínimos mensuales (smmlv) como ingreso familiar, es decir, para cubrir los gastos de todos los miembros del hogar.

Estas condiciones económicas, de ocupación y de ingresos, para gran parte de la población abordada, representaron una limitante para pensar en el acceso a la educación superior, debido fundamentalmente a los costos que implicaba la educación privada o el desplazamiento a ciudades principales ante la ausencia de una oferta educativa pública accesible en su territorio; por tanto, la profesionalización no fue un escenario que se motivara en el proceso de encauzamiento educativo de los hijos, lo que estableció un alcance formativo circunscrito a la titulación como bachiller, en la mayoría de los casos, en función de la posibilidad de acceso a la educación pública hasta la educación media. Al respecto, se encontró que el 81,3 % de egresados realizaron los estudios de este nivel en instituciones de carácter público. Esa formación media prepara al estudiante para la universidad, lo cual implica la posibilidad de adquirir estrategias cognitivas, aprender contenidos específicos, vislumbrar el sistema de educación superior y desarrollar técnicas de aprendizaje (Ovalle Ramírez, 2019).

En este contexto de origen, tal y como lo expresaron los egresados en las entrevistas, la presencia de la Universidad de Antioquia en el territorio, con oferta educativa accesible, abre nuevas oportunidades de ingreso a la educación superior, lo que motivó el interés en la población abordada por profesionalizarse (ver figura 2), a pesar de no haber recibido, en la mayor parte de los casos, un encauzamiento educativo conducente a este nivel de formación, es decir, la puesta en práctica de una serie de acciones que condujeran a la motivación del logro de un título profesional, teniendo en cuenta que solo el 25 % de egresados contaban con un antecedente de formación superior en la familia ―diferente a padres y abuelos ―, que fue determinante para su ingreso a la Universidad (ver figura 1). De aquí que la presencia de la institución en el territorio configuró un escenario de oportunidad más que de encauzamiento encaminado a la educación superior, constituyendo un interés, principalmente en los hijos (egresados), por formarse en el nivel profesional. Además, la llegada de la universidad a la región pudo resolver los obstáculos de costo y cercanía para el acceso a la educación superior, lo cual se evidencia en que la mayoría, poco más del 75 %, de egresados señalaron el costo y la cercanía como aspectos muy o totalmente determinantes para el ingreso a la universidad, a lo cual se suma la condición de ser una institución de alto reconocimiento, lo cual fue muy determinante para el 93,75 % de la población abordada.

Esto sugiere que si bien las acciones de encauzamiento educativo de los padres, u otras figuras familiares, constituyen un aspecto significativo para el acceso a la educación superior. Las condiciones del entorno son otro aspecto que tiene una alta influencia en la transformación de la trayectoria de vida de las personas, en este caso, en función de la oferta en educación superior; especialmente en territorios diferentes a las ciudades principales, que presentan mayor desigualdad en el acceso a estos servicios (Rama-Vitale, 2015), lo que adicionalmente pone en evidencia la importancia de la descentralización de la educación superior, en la medida que permite a las familias de territorios “no centrales”, particularmente de nivel socioeconómico bajo, la posibilidad de acceder a este nivel de formación.

Igualmente, es importante mencionar que, pese a los bajos ingresos familiares, la ausencia de un proceso de encauzamiento educativo hacia la formación superior, caracterizado, como se presenta en la figura 1, por la ausencia de casos directos de educación superior ―padres y abuelos― y como puede verse en la tabla 1, la baja práctica de actividades intelectuales como la lectura, la escritura, entre otros, el 62,5 % de egresados afirmaron que hubo de manera expresa en el discurso una expectativa de los padres por la profesionalización de los hijos, traducida principalmente en el deseo de que sus hijos llegaran a la universidad, con la idea de lograr mejores condiciones a futuro, además del énfasis en la importancia que tiene el estudio para ser mejores personas; aspecto que fue importante en la motivación de los egresados para titularse, una vez ingresaron a la universidad.

Tabla 1

Distribución porcentual de actividades intelectuales de abuelos, padre y madre

 

Padre

Madre

Abuelos

Lectura

15,6 %

12,5 %

6,3 %

Escritura

0 %

0 %

0 %

Uso de Computadores

3,1 %

3,1 %

0 %

Prácticas artísticas

0 %

12,5 %

6,3 %

 

Igualmente, es relevante hacer notar que el acceso de los egresados a la educación superior muestra una movilidad ascendente en la trayectoria educativa generacional, expresada en el alcance de un mayor nivel educativo de los hijos (egresados) frente a los padres, quienes a su vez tenían, en general, un mayor logro educativo frente a sus padres (abuelos de los egresados); nótese que el 50 % de los abuelos tienen bajo o ningún nivel educativo, mientras que para la siguiente generación más del 50 % de las madres y del 40 % de los padres cuentan con primaria, y 25 % de las madres y 19 % de los padres, con secundaria, frente a la generación de los hijos que cuenta ya con estudios universitarios (ver figura 1); hasta tener que, en la mayoría de los casos, el egresado constituyó el primer miembro en el núcleo familiar en lograr acceso a la formación superior o, incluso, el único caso ―solo el 25 % contaba con hermanos profesionales―, y en gran parte en la familia extensa ―solo el 18,8 % tenía tíos profesionales y el 37,5 % primos profesionales―.

Figura 1. Distribución porcentual de la población por nivel educativo de abuelos, padre y madre


Este logro educativo se traduce en varias situaciones asociadas al capital cultural acumulado en sus diferentes formas a través del proceso formativo; en la que la más significativa es la ruptura de una práctica familiar que adolece del encauzamiento educativo de los hijos, esto debido a que, en su condición de profesionales, para los egresados se torna de gran importancia cultivar en sus hijos ―actuales o futuros― la motivación por la educación superior o, incluso, en familiares cercanos como hermanos y sobrinos, a causa de que la educación para ellos no se trata ya solo de tener mejores oportunidades en la vida, sino además de lograr un progreso personal e intelectual que permite la educación como transformadora de la experiencia cuando es integrada al proyecto de vida; lo que representará para la próxima generación una mayor acumulación de capital cultural, conducente a una mayor movilidad social en general.

Figura 2. Red semántica tema Factores intervinientes en el acceso a la educación superior

 

 

Condicionamiento del origen social a la trayectoria académica de los trabajadores sociales

Para gran parte de los egresados, superar las barreras económicas no solo tuvo relación con el acceso a la educación superior, en términos de costos de matrícula, sino que además significó buscar los recursos que garantizaran el sostenimiento durante la trayectoria formativa en la institución; encontrando que, si bien el 62,5 % de egresados recibió algún apoyo económico de sus padres, el 69,2 % manifestó que tuvieron que procurarse un empleo con el fin de apoyar su proceso educativo; donde poco más de la mitad, el 54,2 %, tuvo que alternar entre actividades académicas y laborales durante todo el pregrado, y solo tres casos lo hicieron durante parte de su formación profesional (ver figura 3).

Figura 3. Distribución porcentual según si fue estudiante-trabajador durante el pregrado

 

 

En las entrevistas, las personas abordadas manifestaron que asumir el rol de estudiante-trabajador hizo necesario que los que hoy son profesionales establecieran relaciones de apoyo y colaboración entre compañeros para lograr un buen desempeño académico, debido a la dificultad de dedicar la totalidad del tiempo a las labores educativas, incluso, algunos afirmaron que debieron privarse de la participación de proyectos educativos como grupos de estudio porque debían trabajar, razón por la cual, en varios de los casos se consideró la condición de estudiante-trabajador como una desventaja, relacionándola como causa de las dificultades que se tuvieron en la trayectoria educativa, así puede observarse en la figura 4. Otros casos califican la experiencia de ser estudiante-trabajador como algo positivo, debido a que pudieron adquirir experiencia laboral y mayor confianza para desenvolverse en el mercado laboral, además de poder acceder a empleos donde ponían en práctica los conocimientos que iban adquiriendo en el pregrado, dado que, del total de estudiantes-trabajadores, el 63,6 % adquirió trabajos relacionados con su profesión.

Figura 4. Red semántica tema Trayectoria académica de los trabajadores sociales

Así, puede decirse que el origen social, en función del capital económico de la familia, se presentó como una condición limitante para algunos egresados, pues tener que alternar actividades laborales con académicas les demandó más esfuerzo para sostener su rendimiento académico y les restringió su integración a diferentes espacios de la vida universitaria, en comparación con quienes no debían laborar; aunque esto también generó vínculos estratégicos entre compañeros, es decir, capital social, gracias al cual pudieron superar las dificultades de la situación.

Pero, paralelamente, el origen social también tuvo un efecto habilitante para otros egresados, pues el adquirir experiencia laboral en el campo de estudio y ampliar sus conocimientos desde la práctica generó un impacto positivo en el capital cultural de estos trabajadores sociales, porque no solo ampliaban sus conocimientos en la universidad, sino que también desarrollaban habilidades y destrezas en el ámbito ocupacional, lo que luego se tradujo en una integración al mercado laboral más rápida y efectiva, como también lo plantean Arellano y Salas (2019).

En la población estudiada, la mayoría de las personas provenían de familias con un bajo capital cultural asociado al logro educativo, lo que implicaba que, al menos desde la práctica, no hubiera un patrón de herencia de hábitos educativos o intelectuales de padres a hijos. Sin embargo, esta situación no tuvo mayor impacto en el rendimiento académico universitario de los egresados, teniendo en cuenta que su promedio fue bueno, que oscilaba entre 3,9 y 4,6, notas que en términos generales reflejan un buen desempeño, en un rango evaluativo de 1 a 5. En parte, esto se debe, como ya se mencionó, precisamente al capital social adquirido en la trayectoria universitaria, incluso los egresados afirmaron que sin estos vínculos estratégicos sus probabilidades de culminar el pregrado se habrían reducido significativamente.

Igualmente, pese a las pocas prácticas de encauzamiento educativo del núcleo familiar, antes de ingresar a la universidad varios de los egresados manifestaron en las entrevistas que habían participado de actividades culturales y deportivas extracurriculares, ligadas a las ofertas de los programas del municipio de residencia, esto es, varios trabajadores sociales ya habían asumido prácticas educativas, culturales y deportivas antes de ingresar a la educación superior, lo que les significó el enriquecimiento de su capital cultural, lo cual aportó a su proceso educativo y a la movilidad ocupacional que han logrado. De esto puede decirse que si bien la familia, a través del proceso de crianza, cumple un papel fundamental en la reproducción de prácticas que limitan o habilitan elementos que impactan las acciones de los egresados para el desarrollo de su proyecto de vida, este es un escenario que se amplía con otros actores del entorno social, a partir de los cuales los individuos pueden adquirir recursos estratégicos que aportan a la acumulación de capital cultural y social para el despliegue de sus acciones, en tanto tales escenarios brinden espacios para el cultivo de las capacidades y sean accesibles a los individuos. En muchos casos, estos escenarios se configuraron a partir de la oferta de programas de carácter público, lo que demostró que no aplica para todos los casos la premisa respecto a la cual a más bajo capital cultural del núcleo familiar se espera menos rendimiento académico y/o posibilidades de promoción social en los profesionales (Rondón, 2015).

El logro educativo como eje en las transformaciones de las condiciones de vida de los egresados de Trabajo Social

El proceso formativo constituyó un escenario que le permitió a la población profesional abordada no solo adquirir nuevos conocimientos, que se traducen en habilidades y destrezas para el posterior ingreso al mercado laboral, sino también la posibilidad de generar nuevos vínculos sociales con los que no se contaban antes de ingresar a la educación superior, lo que les permitió consolidar redes de relaciones profesionales que cumplieron, y siguen cumpliendo, un papel fundamental para el acceso a diferentes oportunidades laborales, principalmente porque a través de estas redes accedieron a información relevante para el ejercicio profesional; teniendo que para más de la mitad de los casos, 59,3 %, el primer acercamiento con el mundo laboral fue gracias a los amigos, en contraste con el 25 %, que lo hizo a partir información brindada por la familia (ver figura 5).

Para los casos abordados, es la red de amigos que se construyó en el proceso educativo ―de la misma y de otras carreras― la que ha proporcionado recursos estratégicos para la movilidad ocupacional de los egresados, en la medida que ha complementado el recurso brindado por el título universitario, que en sí mismo no es suficiente y, por tanto, requiere que sea acompañado de la acumulación de capital social para configurar mejores oportunidades en el ingreso y el movimiento en el mercado laboral, esto es, la posibilidad de ir ocupando diferentes y mejores puestos de trabajo. Al respecto, se ha encontrado que el 78,1 % de egresados consideran ser exitosos en haber logrado la consolidación de una red de relaciones profesionales, mientras que el 21,8 % consideran que no tener contactos ha sido su mayor obstáculo para conseguir empleo.

Figura 5. Distribución porcentual por contactos para la adquisición de primer empleo

La acumulación de capital cultural incorporado e institucionalizado a través del logro educativo ―conocimientos y título―, así como de capital social ―relaciones profesionales principalmente―, les ha permitido a la mayor parte de los egresados de Trabajo Social ocupar una mejor posición en el mercado laboral, en relación con la ocupación de sus padres y abuelos, lo que se traduce, a su vez, en acumulación de capital económico, debido a que, principalmente, muchos de los casos abordados expresaron transformaciones en cuanto a los ingresos luego de salir de la de la universidad (ver figura 6), de donde se tiene que el 65,6 % manifestó que logró obtener ingresos personales entre 3 y 5 smmlv, y el 12,5%, para el momento de aplicación del instrumento, tenía ingresos de 5 o más smmlv. Esto generó una variación importante frente a los ingresos familiares que, como se mencionó anteriormente, en la mayoría de los casos se ubicaban entre 1 y 3 smmlv; situación que posibilitó que los egresados se convirtieran en un apoyo económico para sus familias. Se encontró adicionalmente que el 68,7 % de los egresados se siente satisfecho o totalmente satisfecho con sus ingresos actuales, aunque mantienen la expectativa de seguirlos mejorando.

Figura 6. Red semántica tema El logro educativo en la trayectoria laboral de los egresados

 

 

Esta acumulación de capital económico, que no ocurre solo por vía de la generación de ingresos individuales, sino además por la conformación de nuevos núcleos familiares, caracterizados por un nivel educativo profesional, se expresa también en una variación en los grupos por estrato donde se observa una disminución de los grupos del estrato 2 y 3 y un incremento en los casos del 4 y 5. Así, pueden derivarse diferentes movimientos, por ejemplo, de carácter secuencial donde personas del estrato 2 pasan al 3, las del 3, al 4, y las del 4, al 5, así como de carácter no secuencial, esto es, personas que del estrato 2 pasan al 4 o al 5 en un solo movimiento; se tiene algunos casos que puedan mantener su posición inicial (ver figura 7).

Figura 7. Variación porcentual de los grupos por estrato antes y después del paso por la universidad

 

Además de las mejoras en los ingresos, la educación superior también le permitió a una parte de los trabajadores sociales lograr una movilidad ocupacional efectiva, en función de lograr lo que se puede denominar como buenas condiciones laborales, lo que se evidencia a través de las características contractuales, pues la mitad de los casos, 50 %, expresó tener un contrato a término indefinido, y el 15,6 %, a término fijo, así, son estas dos modalidades las que confieren mayor estabilidad ocupacional y seguridad en las prestaciones sociales: servicios de salud y el acceso a pensión. A diferencia de esta condición, el 28,1 % de los egresados dijo ejercer a través de contratos por prestación de servicios, lo cual implica mayor inestabilidad laboral debido a que son empleos que no garantizan una permanencia, y las prestaciones sociales son asumidas por el trabajador en la medida en que logren ejercer. El porcentaje restante presenta otras formas de contratación.

Ahora bien, sumado a las características del contrato, es relevante encontrar que el 68,8% egresados dicen que en los cargos ocupados ponen en práctica todos, o la mayoría, de los contenidos aprendidos durante el proceso formativo en la Universidad, lo que genera una alta calificación al nivel de satisfacción con los cargos trabajados, correspondiente a un valor promedio de 4,48 en una escala de 1 a 5. Está situación evidencia la idoneidad del plan de formación ofertado por la institución, en razón que el 70% de los casos manifiesta que ejerce su profesión en municipios del Oriente Antioqueño, esto es, en el territorio cercano al lugar de origen de los egresados. En este escenario, se presenta en general un alto grado en la autopercepción de éxito de los egresado respecto a la realización personal, el desarrollo intelectual y el progreso económico, con una mayor cantidad de casos de quienes se consideran totalmente o casi totalmente exitosos, hasta el momento de la aplicación de los instrumentos (ver figura 8).

Figura 8. Distribución porcentual de la población por nivel de éxito profesional según su dimensión de realización personal, desarrollo intelectual y progreso económico

 

 

Si bien en este marco ocupacional se encuentra que la mayoría de los casos ha logrado ejercer la profesión en una condición estable y satisfactoria, para una parte de ellos existen obstáculos para el ejercicio de la profesión, obstáculos que están relacionados principalmente con el bajo reconocimiento económico, con 37,1 % del total de los casos; la falta de ofertas de empleo, con 31,3 % del total de los casos y la existencia de otras profesiones que cumplen funciones similares, con el 25 % del total de los casos; lo que constituye aspectos que contemplan escenarios de mejora para esta proporción de la población.

Conclusiones

El estudio desarrollado permitió profundizar en diferentes elementos de la trayectoria de vida del grupo de egresados abordado, además, comprender el sentido y significado que los sujetos tenían sobre su propia experiencia, lo que amplió el conocimiento de aspectos clave del proceso formativo: la condición de ser estudiante-trabajador, el rendimiento y las dificultades académicas, las características de la transición educación-trabajo, las condiciones del ámbito ocupacional y las dificultades del ejercicio profesional, el papel de las redes para moverse en el mercado laboral, entre otros.

Sobre lo presentado aquí es importante resaltar varios aspectos. En primer lugar, que los egresados abordados provienen, en su mayoría, de familias con un nivel socioeconómico bajo; condición que representó limitantes para acceder a la educación superior, debido a la imposibilidad de financiar estudios en instituciones privadas o de sufragar un desplazamiento a alguna ciudad principal para acceder a la educación pública, lo que se tradujo, en principio, en la ausencia de acciones de encauzamiento hacia la educación superior por parte de los padres sobre los hijos, toda vez que no representaba un logro alcanzable, aunque fuera deseable.

En esta condición, la oferta de la Universidad de Antioquia en el territorio, en función no solo del bajo costo, sino además de la calidad académica que representa, creó un escenario de oportunidad que generó motivación en los individuos para realizar estudios de educación superior, aunque adolecieran de tal proceso de encauzamiento familiar, lo que pone en evidencia la importancia de la descentralización de la educación superior, en la medida que amplía las posibilidades de acceso que tienen a esta las personas provenientes de niveles socioeconómicos bajos y que no residen en ciudades principales.

En segundo lugar, un aspecto por resaltar es que el nivel socioeconómico bajo de las familias de origen generó condiciones constrictivas y habilitantes para gran parte de los egresados, toda vez que les requirió convertirse en estudiantes-trabajadores, condición que por una parte, hizo más difícil su rendimiento académico debido al tiempo limitado con el que contaban, en tanto que, por otra, posibilitó que los egresados establecieran vínculos estratégicos, es decir, que adquirieran capital social para poder terminar sus estudios, que luego se mantendría para proveer apoyo social y emocional, así como información de diferente tipo, entre otras funciones importantes de las redes en la trayectoria de vida. Adicionalmente, en los casos en los que el trabajo estuvo relacionado con el campo de formación, en los que era posible poner en práctica los conocimientos obtenidos en la universidad, adelantaron sus trayectorias laborales, lo que les permitió adquirir experiencia y mejores habilidades para desenvolverse en el mercado de trabajo.

En tercer lugar, es importante mencionar que, a pesar de tener origen en familias con un bajo nivel educativo, los egresados presentaron, en general, un rendimiento académico entre bueno y excelente, a partir de lo cual es claro que el desempeño de la mayoría de la población abordada estuvo condicionado por factores diferentes al capital cultural acumulado en el grupo familiar, como es la motivación individual que se consolidó a partir de la oferta de la universidad y que configuró un fuerte interés por profesionalizarse como parte del proyecto de vida.

Además, las oportunidades que se configuran en el entorno también condicionan no solo el acceso a la educación superior, sino también el desempeño académico, en el proceso educativo, en aquellos individuos en que se consolida un interés por profesionalizarse como base de su proyecto de vida. Por esto, los programas formativos y extracurriculares ofertados en el municipio de origen, en escenarios como el colegio o entidades gubernamentales, entre otras, cumplen un papel fundamental para modificar el efecto negativo que la familia puede generar en la trayectoria académica universitaria de los profesionales, pues estos escenarios diferentes a la familia también permiten a los sujetos acceder a capital cultural.

Esto sugiere que tanto el capital cultural acumulado en el entorno de crianza y en el proceso de formación superior, así como el capital social adquirido en la universidad, permitió a los trabajadores sociales abordados en este estudio superar las dificultades y desigualdades, asociadas a su origen social, para acceder y mantenerse en la educación superior y, en esa medida, desplegar poder para alcanzar sus metas, esto es, adquirieron capacidad de agencia, que se tradujo en el logro educativo y en la inserción a un mercado laboral ―profesional― que les genera satisfacción en función de lo aprendido y de la posición ocupada en el mismo, procurándose nuevas metas ―educativas y laborales― para lograr mayor movilidad ocupacional a futuro.

Declaración de contribución de autoría

Edinson Gabriel Brand Monsalve, Investigador Principal, labor en la investigación: diseño metodológico, construcción marco teórico, diseño de instrumento, recolección y análisis de datos, redacción artículo, revisión de la versión final del manuscrito. Yeny Magaly Gómez Aristizabal, Coinvestigadora, labor en la investigación: construcción marco teórico, diseño de instrumento, recolección y análisis de datos, redacción artículo, revisión de la versión final del manuscrito. Natalia Lopera Osorio, Coinvestigadora, labor en la investigación: construcción marco teórico, diseño de instrumento, recolección y análisis de datos, redacción artículo, revisión de la versión final del manuscrito. Erika Yuliet Álvarez Calle, Coinvestigadora, labor en la investigación:construcción marco teórico, diseño de instrumento, recolección de datos, análisis de datos, redacción artículo, revisión de la versión final del manuscrito.

Financiamiento

Este proyecto fue financiado por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Antioquia, a través de la convocatoria de proyectos regionalización – 2017.

Conflicto de intereses

Los autores declaran la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.

Agradecimiento

Agradecemos a los egresados que nos ayudaron con su tiempo, puesto que sus testimonios fueron de gran aporte para el desarrollo de esta investigación; también queremos destacar la colaboración del profesor Carlos Andrés Aristizábal por sus asesorías en el manejo del software Atlas.Ti, que sirvió como herramienta para el análisis de datos. Finalmente, este proyecto fue posible por el respaldo económico y académico de la Universidad de Antioquia mediante la Vicerrectoría de Investigación y el Centro de Investigaciones Sociales y Humanas (cish).

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Notas de autores

Edinson Gabriel Brand Monsalve

Doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Profesor Asociado en el Departamento de Sociología de la Universidad de Antioquia, Medellín – Colombia. Investigador en Redes y Actores Sociales (RAS). Contacto: edinson.brand@udea.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0063-5703. Google Académico: https://scholar.google.es/citations?user=fgD8RwQAAAAJ&hl=es

Yeny Magaly Gómez Aristizabal

Profesional en Sociología de la Universidad de Antioquia sede del Carmen de Viboral, Medellín – Colombia, Auxiliar de investigación. Contacto: yenym0309@gmail.com ORDCID: https://orcid.org/0000-0002-4211-3682 Google Académico: https://scholar.google.com/citations?view_op=list_works&hl=es&user=ONeCVN4AAAAJ

Natalia Lopera Osorio

Profesional en Sociología de la Universidad de Antioquia, Medellín – Colombia, Auxiliar de investigación. Contacto: natalialopera10@hotmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3323-Google Académico: https://scholar.google.es/citations?user=klSDwAUAAAAJ&hl=es

Erika Yuliet Álvarez Calle

Profesional en sociología de la Universidad de Antioquia, Investigadora en Redes y Actores Sociales (RAS) y en Cultura, Violencia y Territorios (CVT), Medellín – Colombia, Auxiliar en investigación. Contacto: erikaalvarez030@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8787-3653 Google Académico: https://scholar.google.es/citations?user=tl5dhgMAAAAJ&hl=es


1 Este artículo es resultado del proyecto de investigación “Medición del impacto expost de la formación profesional regionalizada de la Universidad de Antioquia en los pregrados de Trabajo Social, Psicología y Biología de la sede del Carmen de Viboral”. Financiado por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Antioquia, en el marco de la Convocatoria “Proyectos de investigación regionalización 2017”.