Tramas íntimas y políticas en la articulación de masculinidades alternativas
Intimate and political plot in the articulation of alternative masculinities
Jorge Andrés Jiménez Rodas, Milton Danilo Morales Herrera
Universidad Católica Luis Amigó
Universidad Pontificia Bolivariana
Recibido: 14 de diciembre de 2020–Aceptado: 25 de febrero de 2022–Publicado: 01 de julio de 2022
Forma de citar este artículo en APA:
Jiménez-Rodas, J. A. & Morales-Herrera, M. D. (2022). Tramas íntimas y políticas en la articulación de masculinidades alternativas. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 13(2), 640-661. https://doi.org/10.21501/22161201.3845
Resumen
Derivado de las reflexiones y avances teóricos del feminismo, la cuestión de las masculinidades ha adquirido gran relevancia en el campo de las ciencias sociales como objeto de indagación e intervención. Paralelo a este proceso, han ido proliferando la creación y acción de colectivos de hombres que se proponen de forma activa una deconstrucción de la masculinidad hegemónica y la erradicación de las brechas de género. El presente trabajo analiza la narrativa de hombres que participan de colectivos antipatriarcales. Los resultados dan cuenta de los elementos estructurales que componen las historias y de dos tramas que articulan las historias. Estas son la trama íntima y política. Se concluye que en el proceso de transformación de la masculinidad no solo está involucrado un proceso subjetivo de transformación, sino que una crítica a los contextos sociales y políticos se intersecta con la pregunta sobre las identidades de género.
Palabras clave
Masculinidades; Nuevas masculinidades; Masculinidades Alternativas; Narrativas; Políticas; Género.
Abstract
Derived from the reflections and theoretical advances of feminism, the question of masculinities has acquired great relevance in the field of social sciences as an object of inquiry and intervention. Parallel to this process, the creation and action of men’s groups that actively propose a deconstruction of hegemonic masculinity and the eradication of gender gaps have been proliferating. This paper analyzes the narrative of men who participate in antipatriarchal groups. The results show the structural elements that make up the stories and two plots that articulate the stories. These are the intimate and political plot. It is concluded that in the process of transformation of masculinity not only a process of subjective transformation is involved, but also a critique of social and political contexts intersects with the question of gender identities.
Keywords
Masculinities; New Masculinities; Alternative Masculinities; Narratives ; Political ; Gender.
Introducción
A partir de los años setenta, la masculinidad ha sido considerada un objeto de análisis y trabajo en el campo de las ciencias sociales y humanas. El interés que se ha despertado en torno a ella es producto del impulso que las teorías feministas han dado con sus aportes teóricos y políticos (Kimmel, 2008). Los análisis que han llevado a su consolidación están relacionados con la desnaturalización de las identidades de género. El feminismo, a partir de su acción teórica y política, ha marcado las identidades como productos culturales que responden a relaciones de poder y no como la expresión de esencias biológicas determinadas (Albertín-Carbó, 2017; Auffret, 2019). Con estas reflexiones han problematizado las ideas, actitudes e imaginarios que sustentan diferencias jerárquicas en la escala social entre hombres y mujeres, y en su lugar han construido una crítica fundamentada sobre cómo dichas diferencias y relaciones desiguales responden a procesos cimentados en los contextos sociales e históricos, usando la naturalización un dispositivo para justificarlas y perpetuarlas (Conway et al., 2013; Ferrer, 2017).
Estos planteamientos han sido retomados también para el análisis de las masculinidades y los procesos de subjetivación de los varones (Burin & Meler, 2000; Fernández, 2016). En un primer momento, las reflexiones se han orientado a develar los dispositivos sociales y culturales que están involucrados en la construcción de determinadas identidades masculinas. Estos análisis se concentran en develar los dispositivos discursivos y prácticos que se despliegan en actividades como la política, los medios de comunicación y los espacios de socialización y que reproducen una versión unitaria y hegemónica de los géneros y la masculinidad (Cantera & Blanch, 2010; Castellanos, 2010; Martín-Llaguno & Navarro-Beltrá, 2013; Tomasini, 2010).
Sin embargo, los estudios e investigaciones se han diversificado y abordan la relación que existe entre la masculinidad, los procesos sociales, los sufrimientos y consecuencias que tiene para los varones determinada subjetividad masculina y la identificación y análisis de masculinidades no hegemónicas. En esta perspectiva, el género es asumido como un dispositivo de producción de sujetos que tiene consecuencias tanto para las mujeres como para los varones (Amigot-Leache & Pujal i Llombart, 2009; Fleiz-Bautista et al., 2008; Gómez-Etayo, 2011, 2014; Schöngut, 2014).
Los esfuerzos y desarrollos teóricos que, desde el surgimiento del interés por la masculinidad hasta la actualidad, se han realizado han dado forma a lo que algunos han denominado estudios de género de los hombres y las masculinidades (Núñez-Noriega, 2016). Bajo esta denominación se reúnen aquellos estudios que tienen como base teórica la desnaturalización de las identidades de género. Es decir, como lo señalan los feminismos, que las concepciones e identificaciones de hombre y mujer, masculino y femenino, responden a construcciones históricamente situadas; producciones culturales que tienen su génesis en las relaciones sociales y que se institucionalizan por medio de diferentes procesos, adquiriendo cierta idea de naturalidad que oculta los procesos y mecanismos de su producción (Butler, 2007).
Sobre esta base, los estudios de hombres y masculinidades centran su atención no en definir lo que un hombre es, sino en cómo se llega a serlo y que determinantes culturales operan en la concepción de masculinidad que se tienen en determinado momento en una cultura y sociedad particular. Con esto viene un análisis de aquellos dispositivos que hacen posible una subjetividad masculina. Se entiende que en la concepción de determinada identidad de género y en la asunción de esta por parte de un sujeto operan una serie de elementos heterogéneos, dispuestas en formas determinadas y que tienen como consecuencia la organización discursiva y práctica de los sujetos en determinado género (Amigot-Leache & Pujal i Llombart, 2009). El género, sea masculino o femenino, es algo más que una posesión o un rasgo identificatorio de un sujeto; es sobre todo una matriz de inteligibilidad en la que se deviene sujeto generizado (Butler, 2006).
Uno de los aportes teóricos más representativos con respecto a esta visión de la masculinidad es el propuesto por R.W. Connell (2003). Para la autora el género es una estructura que organiza la práctica social de los sujetos tomando como base una división sexual y morfológica. En este sentido, la masculinidad organiza las prácticas sociales de los sujetos varones y lo hace a partir de tres dimensiones: Poder, Producción y Catexia. Una determinada organización de estas tres dimensiones termina por consolidar lo que denomina como Masculinidad Hegemónica; aquella idea u organización de la masculinidad que se establece como un ideal regulatorio y que se extiende como interpelación a cada uno de los sujetos varones. La masculinidad hegemónica sería la forma dominante en cómo el ser hombre es dispuesto por una serie de discursos y prácticas en un momento determinado.
Desde una lectura del presente las características de esta masculinidad hegemónica tienen que ver con valores y adjetivos como el uso de la fuerza, la razón en detrimento de la emoción y los afectos, el deseo heterosexual como norma y la hiperactividad sexual como señal de hombría (Aguayo & Nascimento, 2016; Arisó & Mérida, 2010). No obstante, los esfuerzos teóricos también han llamado la atención sobre las formas en cómo diferentes varones, a partir de sus experiencias de socialización y/o de la vivencia cruzada con otras categorías sociales como la raza, la orientación sexual y la clase pueden llegar a subjetivar la masculinidad de una forma diferente. A estas formas externas de lo tradicional se les conoce como masculinidades alternativas, masculinidades otras y/o nuevas masculinidades (Aguayo & Nascimento, 2016; Carabí & Armengol, 2015; Carabí & Segarra, 2000; Rios, 2015).
Todo este desarrollo teórico, más allá de las discusiones conceptuales y epistemológicas que entrañan las diferentes categorías utilizadas, también ha estado marcado por la emergencia de grupos y colectivos de varones que asumen estas discusiones y las articulan a procesos de activismo y transformación política de la masculinidad, la erradicación de las violencias de género y la reducción de las brechas de género.
Hay dos formas como se ha desarrollado este trabajo con los varones. En un primer momento los hombres son objetos de intervención y acción. Estas actividades están marcadas por la voluntad de un cuerpo institucional y profesional que entiende que la intervención con los varones hace parte de una estrategia integral del enfoque de género (Ariza-Sosa et al., 2015; Geldschläger & Ginés, 2013; Hernández, 2010). Los hombres son objeto de intervención y son agrupados por la invitación e interpelación que diferentes instituciones les hacen como parte de sus acciones y estrategias de trabajo con enfoque de género.
La segunda forma refiere a grupos de hombres que se reúnen de forma voluntaria y que están comprometidos con un ejercicio de deconstrucción de su masculinidad y una actividad social y comunitaria que busca aportar a las transformaciones de género en un nivel más general (Flood, 2015; Guzmán, 2014; Keddie, 2020). Estos hombres establecen una acción colectiva con otros hombres. Adquieren denominaciones específicas y emprenden una serie de acciones sistemáticas sustentadas en los conceptos teóricos de los feminismos y en metodologías participativas que buscan establecer espacios reflexivos y de transformación de sus propias masculinidades, además de promover estas acciones a otros hombres (Jiménez-Rodas & Morales-Herrera, 2021).
La existencia de estas iniciativas ofrece elementos que complementan los desarrollos teóricos de los estudios de género de hombres y masculinidades. Articula a una práctica académica una serie de procesos sociales y políticos que visibilizan en la agenda pública la necesidad de pensar a los varones y abordar las masculinidades desde un enfoque crítico y de género. Además de esto, una de las aportaciones de mayor interés está en la variabilidad que aportan a la cuestión de pensar lo masculino. La existencia de estas experiencias y colectivos marca la incapacidad del modelo hegemónico de abordar todo el cuerpo social y señala cómo los elementos no articulados dentro del ideal tradicional puede articularse como una resistencia política y una práctica activa de alternatividad y transformación política (Jiménez-Rodas, 2021; Schöngut, 2012).
El presente trabajo se centró en esta perspectiva que tiene como protagonista a hombres que se denominan antipatriarcales. Nuestro objetivo es analizar la narrativa de varones que participan activamente de estos grupos y cómo a partir de su historia se constituyen tramas de significado que organizan los elementos narrativos de su experiencia masculina y los organizan en torno a versiones alternativas que se contraponen a la masculinidad hegemónica.
Si el género es asumido como un dispositivo y una estructura que organiza las prácticas sociales; si constituye una matriz de inteligibilidad que ofrece a los individuos la posibilidad de devenir sujetos a partir del reconocimiento de sí en un género, es posible pensar que estas estructuras y matrices organizan una serie de elementos limitados en su versión hegemónica y constituyen las posibilidades de su resistencia en aquellos elementos que no abordan o abarcan. La emergencia de grupos de hombres que se posicionan en resistencia al modelo hegemónico ofrece la posibilidad para estudiar y comprender la alternatividad y las posibilidades de expansión de los marcos sociales y los procesos de subjetivación en un género.
En este sentido, el campo de análisis se expande al considerar no sólo la subjetividad masculina que se considera como problemática. Permite abordar la otra cara de la moneda, la posibilidad de encontrar en los desajustes y resistencias las formas críticas y positivas de los procesos de subjetivación alternativos (Lomas, 2013). Dentro de la creciente tendencia a comprender la masculinidad como objeto de análisis, investigación e intervención, el reconocimiento de las formas problemáticas de la masculinidad es crucial; no obstante, su exclusividad puede ser limitada.
Estudiar y comprender estas subjetividades alternativas, incorporando modelos teóricos de mayor complejidad, que aborden las intersecciones de diferentes categorías sociales (Hill Collins & Bilge, 2016; Peretz, 2017) es una tarea necesaria y complementaria para obtener un panorama más amplio de la situación que ofrezca elementos críticos de denuncia, intervención y acción.
Este trabajo se desarrolla en este curso de ideas. Estudia los testimonios de hombres colombianos y uno salvadoreño. Para ello nos centramos en sus narrativas y de forma específica en las tramas de estas historias. Por trama entendemos aquella organización de los elementos estructurales de una narración que se organizan en torno a un sentido y una función social (Escalante, 2013). Es decir, la trama es la especificidad de la historia que en la particular configuración de sus elementos tiene efectos en la construcción de sentidos y significados de lo narrado (Ricoeur, 2004).
Método
La investigación sigue los postulados generales del paradigma cualitativo. El interés se posa sobre los procesos de construcción de significados y sentidos que los sujetos hacen en sus contextos cercanos y cotidianos. El análisis deviene en un ejercicio hermenéutico que reconoce el carácter ideográfico de la experiencia teniendo como referencia los marcos culturales donde los discursos y las acciones toman forma y adquieren sentido para los sujetos (Banister et al., 2004; Strauss & Corbin, 2002).
Dentro de la amplia gama metodológica que ofrece este paradigma nos hemos inclinado por un enfoque discursivo y narrativo. Desde allí se entiende el papel performativo del lenguaje, se resalta que más que una herramienta que expresa la unidad de un mundo interno, cuando las personas hablan están ejecutando una acción que tiene consecuencias en la construcción del fenómeno al que se refieren y en el campo social en general (Iñiguez, 2006).
Una de las formas en cómo se organiza y articula el lenguaje es la narración. Por definición, una narrativa da cuenta de una acción y lo hace por medio de la articulación de diferentes elementos heterogéneos en tramas de sentido (Chase, 2015; Fraser, 2004). El análisis narrativo consiste en identificar estos elementos estructurales en el discurso de los sujetos e hipotetizar sobre la función que tiene en la construcción de sentidos (Escalante Gómez, 2013; Riessman, 1993).
La ruta analítica tiene, además, la consideración por los efectos performativos que tienen las formas particulares de narrar. Busca comprender cómo las formas en que los sujetos cuentan los sucesos y articulan las situaciones tiene efectos en la construcción de realidades sociales, que, en el contexto de esta investigación, está relacionada con la construcción de subjetividades masculinas alternativas. Esto, en síntesis, constituye una ruta metodológica y analítica en la cual los esfuerzos se encaminan a recolectar un discurso narrativo de los hombres participantes de la investigación para, a partir de su análisis, comprender las formas cómo una masculinidad otra o contrahegemónica se constituye discursivamente. De allí se deriva que la narración, además de describir unos hechos particulares, también es una acción de la cual se pueden extraer posturas políticas y acciones de transformación (Schöngut & Pujol-Tarrés, 2015).
Para cumplir con esto se recolectaron los testimonios de 12 hombres latinoamericanos, entre ellos un salvadoreño y el resto colombianos, involucrados en colectivos antipatriarcales que ejercen un activismo que cuestiona la masculinidad hegemónica y se comprometen con la superación de las brechas e inequidades de género. La muestra se construyó a conveniencia, definiendo como criterio central de inclusión la pertenencia a estos colectivos (Izcara-Palacios, 2014).
Tabla 1
Participantes de la investigación. Los nombres de los participantes fueron modificados para garantizar su confidencialidad
Nombre |
Nacionalidad |
Edad |
Jarlan |
Salvadoreño |
52 años |
Mario |
Colombiano |
50 años |
Bernardo |
Colombiano |
65 años |
Darío |
Colombiano |
67 años |
Felipe |
Colombiano |
25 años |
Víctor |
Colombiano |
32 años |
Ramiro |
Colombiano |
38 años |
Ricardo |
Colombiano |
42 años |
Daniel |
Colombiano |
28 años |
Jairo |
Colombiano |
55 años |
Andrés |
Colombiano |
39 años |
Nota. Elaboración propia
Adicionalmente, se utilizó una estrategia de muestreo teórico mediante la realización de entrevistas por fases y complementando los participantes según los análisis parciales de las entrevistas ya realizadas (Strauss & Corbin, 2002) (Ver Tabla 1). Con cada participante se realizó una entrevista a profundidad que buscaba motivar un discurso narrativo (Jovchelovitch & Bauer, 2000). Estas sesiones fueron grabadas y transcritas para su posterior análisis por medio de un proceso inicial de codificación orientado a la identificación de la estructura (elementos que componen la narración) y su función (tramas que articulan los elementos de la narración).
Este ejercicio sigue un proceso de análisis narrativo compuesto por dos fases. La primera consiste en un análisis estructural. Allí el interés es identificar los elementos heterogéneos que componen la narración. Para esto se construyeron tres códigos basados en la propuesta de los motivos narrativos de Burke (1969); estos fueron Instrumentos –que hacen alusión a los recursos utilizados por los sujetos para lograr su acción–, Protagonistas –donde se agrupan las referencias a los sujetos que participan en la acción narrada–, y Escenarios –que definen los lugares y contextos donde la acción tiene lugar–.
Posteriormente, en la segunda fase, estos elementos son abordados de forma comprensiva a partir de la formulación de hipótesis sobre su función y papel performativo (Chase, 2015). En esta fase se analizan los elementos estructurales para entender cómo son organizados en torno a una trama que dota a esta heterogeneidad de una unidad de significado. Las historias se analizan aquí como un todo para ofrecer una respuesta parcial sobre el papel de las historias y la forma particular como los acontecimientos son organizados. Finalizado este proceso, se construye la narrativa académica donde se exponen los resultados de esta investigación.
Resultados
Instrumentos, protagonistas y escenarios de la acción
El curso de una historia está marcado por la confluencia de elementos heterogéneos que organizan los narradores y narradoras. Cada uno de estos constituye la unidad dramática y narrativa de las historias. Está conformada por aquellos aspectos que acompañan el desarrollo de la acción, tales como instrumentos, protagonistas y escenarios (Burke, 1969). Para esta investigación, dichos elementos confluyen en torno a la transformación de la masculinidad. Acompañan la narrativa que se dirige a la consolidación de un activismo en torno a la cuestión de la masculinidad y se reúnen alrededor de dicho proceso. Orbitan sobre este sentido y aportan con su presencia al tejido de una trama funcional y performativa.
En las historias analizadas es narrado el feminismo como cuerpo teórico y como antecedente político. Dentro de cada una de las historias el feminismo aparece al encuentro de los hombres que se comprometen con la transformación de la masculinidad y su función se percibe en una doble vía complementaria. Para analizar esto, examinaremos los detalles de la siguiente cita extraída de las entrevistas realizadas:
Lo único que yo sé es que el feminismo tiene ideas que, a mí, como hombre, creo en ellas y me identifico. Es que yo soy –igual yo entiendo que hombres y mujeres; hombre y masculino no son sinónimos–. Las luchas del feminismo me dieron hoy la libertad a mí, porque yo me gratifico en lo femenino. Es donde están mis apuestas. (Ricardo, comunicación personal)
Como un conjunto estructurado de categorías conceptuales, las ideas feministas permiten generar inflexiones comprensivas sobre las nociones identitarias relacionadas con el género. El valor de este ejercicio genera un proceso de entendimiento y desnaturalización que, en la cita anterior, está marcada por la concepción de ideas circundantes respecto a las nociones de hombre y masculino como aspectos que no son propios de una congruencia natural. En otras palabras, el feminismo aporta desde su crítica a la naturalización de cierto determinismo identitario, la posibilidad de comprender las relaciones de congruencia entre sexo y género como parte de un proceso contingente y situado.
Es en este sentido como el feminismo es traído a las historias en su primera función: como racionalidad, como cuerpo de categorías que sirve para entender las relaciones sociales y, al mismo tiempo, situar la reflexión sobre la propia identidad dentro de esta matriz de comprensión. Dicho así, el feminismo como instrumento converge como un dispositivo cognitivo que acompaña las comprensiones y transformaciones que se narran en la historia de los participantes de la investigación.
Pero allí no se agota la potencia de este instrumento. La mención afectiva con respecto a la gratificación que Ricardo nombra con el feminismo abre otra línea comprensiva que reconoce en este instrumento una posibilidad de transformación comportamental y existencial. Otra cita de otro participante nos permitirá profundizar en este análisis:
Pero me gusta eso, a mí me gusta, porque además es como algo que le debemos al feminismo, o sea, los hombres pudimos dejar de ser ese tipo de hombres tan fuertes, tan rudos. Pues, siendo tocados por la duda del feminismo, para mí, sobre todo hoy el feminismo es eso, sobre todo una duda, como una pregunta constante. (Víctor, comunicación personal)
La forma en como es narrada esta relación y uso del feminismo como instrumento va más allá de las estructuras categoriales a las que se puede acceder cuando los hombres se acercan a sus ideas. La noción de la duda constante remite a un proceso de observación y de cuestionamiento de la propia existencia que además habilita los cambios comportamentales y afectivos. Genera una apertura donde los participantes de la investigación se encuentran habilitados para abandonar conductas o afectos que se reconocen como masculinos y embarcarse en procesos de identificación, aparentemente paradójicos (ser hombre y gratificarse en lo femenino), pero que están en perfecta sintonía con la noción de deconstrucción y desnaturalización de las categorías identitarias.
Adicional a esta mención, otro de los elementos que tienen una presencia central y relevante dentro de la narrativa son los coprotagonistas de la acción. Con estos hacemos referencia a esos otros que acompañan los procesos de transformación. Su presencia no es simplemente nominal; por el contrario, la emergencia de estos y estas coprotagonistas de la acción hace parte de las condiciones aludidas a la posibilidad de transformación. En ellos y en su acción conjunta con los participantes de la narración se materializa la transición en la búsqueda y activismo con relación al género y la masculinidad. Las siguientes citas nos permitirán ahondar en este análisis:
En este caminar siempre están los amigos que lo dañan a uno ¿cierto? De alguna forma, como, ¿eso en qué año fue?, como en el 2009, participé en unos grupos sobre masculinidades. (Ramiro, comunicación personal)
En el grupo NIM sufro una transformación completa, no completa no, empiezo a hacer cambios en mi vida. Por eso puse esa tarjeta roja ahí, porque el grupo NIM, de alguna manera, y los conocimientos que allí adquirí y la experiencia, las vivencias, aprender a abrazar, a permitir la ternura del otro, a ir desarmando o irme quitando toda esa armazón con la que vengo, cuando llego al grupo, de alguna manera es ese pare que en el grupo recibo. Pare que la vida es distinta. (Andrés, comunicación personal)
Estas referencias articulan a la experiencia la participación de grupos de masculinidades y el acompañamiento de los amigos. Estos últimos confluyen como protagonistas de la transformación personal por que su presencia representa un “daño”, no en un contexto negativo de afectación subjetiva, sino en un quiebre y una ruptura con una forma tradicional de entender y subjetivarse como masculino. Cuestionarse la masculinidad e involucrarse en los procesos de su crítica y deconstrucción hacen parte de un evento asociativo y de encuentro en el que la presencia de otros hombres constituye un punto de articulación importante. Con la siguiente cita se podrá ampliar esta reflexión:
Yo creo que el colectivo sí es muy importante. Pues porque es que vos no te ves esos problemas, además vos, o siempre hay una predisposición de verte los problemas y a postergar su solución. Y yo creo que el colectivo sí ve, o sea, los grupos, la familia, los amigos. (Víctor, comunicación personal)
La función del otro dentro de la historia es directamente proporcional al proceso de cuestionamiento, deconstrucción y transformación de la masculinidad. En este, la mirada juega un papel primordial como forma de indagación, cuestionamiento y acción de cambio. Pero esta no depende de forma exclusiva de los sujetos; requiere la presencia de otros que garanticen o movilicen verdadera transformación y cambio. Estas menciones hacen parte de una constitución colectiva de la acción de transformación. En este punto se pone en el otro los elementos necesarios para generar la ruptura, el “daño” con respecto a las formas tradicionales de la subjetividad masculina; y el otro, sea amigo, familia, o grupos, constituye una extensión del proceso de transformación personal, una mirada auxiliar y una consciencia externa que acompaña, invita y monitorea el cambio.
Finalmente, los instrumentos, protagonistas y coprotagonistas de la acción de transformación desenvuelven sus actos dentro de una serie de escenarios en múltiples niveles relacionados entre sí. Cada uno de estos contextos podría definirse por la cercanía que se establece entre los elementos que abarca, pero también por el nivel de incidencia e influencia que tiene en el comportamiento de los sujetos. Visto de esta forma, los contextos de la acción no son simples referencias topográficas donde ubicar a los sujetos, más bien deben entenderse como constitutivos de la propia subjetividad, guardando una estrecha relación entre lo que se es y donde se está. Las siguientes citas nos permitirán avanzar en este análisis:
Anecdóticamente les cuento, por ejemplo, que yo cuando estaba niño, de pronto se me ocurría pedirle un abrazo a mi mamá, y mi mamá no me lo daba: “mamá yo quiero un abrazo”, y ella: “No. No, ¿para qué quiere usted un abrazo?”. Ya ahí ustedes podrán imaginarse que es uno fruto de todas esas cosas. (Jairo, comunicación personal)
Mi papá era artista, era restaurador, entonces hay como una sensibilidad muy fuerte frente al arte, frente a la estética que contribuye mucho en mi crecimiento, en la formación de mis hermanos. (Víctor, comunicación personal)
Las dos citas anteriores difieren entre sí en el papel que tiene el contexto familiar en la transformación de la masculinidad, pero están articuladas por la mención y centralidad que tiene dicho contexto dentro de las narraciones. Para Jairo está marcado por la herida que las relaciones familiares dejan en la construcción de su propia subjetividad masculina y que en el proceso de su transformación marcan un punto de origen y de contraste con lo que se pretende cambiar y transformar. Para Víctor la familia, a partir de la presencia de un miembro que rompe con la noción tradicional de la masculinidad, se convierte en un contexto semilla que aporta los elementos para que se materialice en un futuro la propia masculinidad. En ambos casos su mención se encuentra ubicada en una temporalidad pasada que aporta elementos comprensivos y causales para articular una explicación de los procesos que narran y experimentan en la actualidad.
Este escenario se caracteriza por la cercanía y el involucramiento afectivo que representa, bien sea desde la herida o desde la experiencia estética. De allí se concluye que su presencia en la historia, y la presencia de los sujetos en él, más que referencial es constitutiva de la propia subjetividad. Su marca está involucrada en cada relato como antecedente de la vivencia de la propia masculinidad. No obstante, este no es el único escenario donde se adquieren los instrumentos y emergen los coprotagonistas. Las siguientes citas nos permitirán analizar el siguiente contexto de la acción: “comencé a ver a la gente del instituto WEM de Costa Rica. Veía sus conferencias en YouTube. Fui a algunos talleres de ellos en El Salvador y entonces me fascinó el tema, quedé fascinado con el tema” (Jarlan, comunicación personal).
Una vez había en el Museo de la Memoria, Museo Casa de la Memoria, una socialización de un proyecto que ellos estaban iniciando, que se llama “Hombres, patriarcado y guerra”. Ese proyecto, entonces yo fui, me pareció super interesante, pues yo participé. Entonces ahí quedé con el contacto de una, del psicólogo que era el editor de esa investigación. Investigación acción participativa. Entonces él me llamó y me preguntó si yo quería camellar con ellos que porque, pues, mi perfil y todo esto, que le interesaba; y yo, “hágale”. (Felipe, comunicación personal)
En la línea de la transformación que estos hombres experimentan, instituciones como las ONG o institucionalidades públicas hacen parte de los escenarios donde la interacción con otros y demás elementos consolida un hito relevante en el proceso de su activismo en relación al género y las masculinidades. La participación en estos espacios dota de una identidad el proceso de transformación que experimentan los participantes de la investigación. Su llegada allí está marcada por el momento asociativo en el que están esos otros que acompañan el proceso y, al mismo tiempo, constituye la plataforma en la cual la estructura cognitiva, que luego será instrumento de la acción, empieza a consolidarse en procesos formativos y de sensibilización. Es en estos espacios donde las inquietudes se conectan con la intencionalidad del escenario y adquieren la narrativa y discurso de género específicos. Esto será importante también para establecer, en adelante, las líneas de trabajo y activismo con respecto a la masculinidad.
La característica común que tienen los contextos familiares y los institucionales es su cercanía con los participantes de la investigación, su relación directa con quienes habitan estos espacios e interactúan con ellos. No obstante, existe una mención con relación a los escenarios de la acción que abarca a estos dos y que está caracterizada más por su nivel de abstracción que por las relaciones concretas o directas que allí se desarrollen. Este escenario lo hemos denominado “racionalidad de un modelo”, porque en él confluyen determinantes culturales e ideológicas de la acción y de donde esta se desarrolla. Analizaremos esto último a partir de las siguientes citas: “pues el mismo modelo económico reproduce esa cultura. Pienso que la forma en cómo está organizada la economía y los territorios es, es un componente muy fuerte de reproducción cultural” (Darío, comunicación personal).
Trump solamente es una figura de turno. Pero con eso estoy diciendo muchas cosas, hermano, porque, claro, hay unas élites, hay unos poderes establecidos que se han fundado desde el patriarcado, que siguen recibiendo privilegios desde esos, digamos, esas estructuras de violencia, de guerra, que se siguen manteniendo, que se siguen promoviendo, desde, pues sí, como nombres propios, ¿no?, porque obviamente son figuras de turno. (Mario, comunicación personal)
En estas citas se articulan a la narración sobre la masculinidad componentes relacionados con una lectura ideológica del contexto. La relación que se propone es proporcional; así, a unos determinados valores culturales les sigue una forma específica de subjetivarse dentro de un género específico. Esta asociación se dirige a un análisis, o presupone este dentro de la cita, que incluye las relaciones sociales de organización territorial, tendencia política y gestión económica. Ambas acciones no están asociadas a una cercanía con los sujetos, no obstante, sí se valora como central su influencia sobre la experiencia de estos.
De allí que la conexión entre un análisis y una mirada sobre la propia subjetividad devenga en una reflexión y crítica mayor en que la lectura del presente posiciona intereses y cuestionamientos políticos, económicos y sociales en conjunto con el análisis y transformación de la masculinidad. En este punto, las historias y los contextos transitan entre la narración de un proceso personal y la crítica y acción con respecto a asuntos políticos y sociales. En otras palabras, las historias hacen alusiones a contextos cercanos de relacionamiento personal y familiar, escenarios de encuentro y formación institucional y, finalmente, un escenario global marcado por la racionalidad de una época que viene a ser un contexto abarcador de los demás, pero con una incidencia directa en la forma como se vive y concibe la masculinidad.
Trama íntima y trama política
¿Cuáles son los sentidos y significados que articulan los elementos estructurales descritos en la sección anterior? Instrumentos, coprotagonistas y escenarios confluyen en la síntesis de una misma historia. Una que está marcada por la acción que lleva a estos hombres a constituir su masculinidad de una manera alternativa o en resistencia con los modelos hegemónicos. Una narrativa que reúne en torno a las tramas la mención y organización de estos elementos estructurales. Para esta investigación hemos definido dos tramas que en nuestro análisis permiten agrupar los sentidos y procesos involucrados en la transformación de la masculinidad.
La primera de estas está caracterizada por la cercanía. Por abordar y reunir instrumentos, protagonistas y escenarios que se articulan en la consolidación y cuestionamiento de la masculinidad, la cual hemos denominado trama íntima. Con ello queremos indicar la forma en que dicha cercanía se constituye en una forma particular de la mirada que se dirige al “yo masculino”. La confluencia de cada uno de estos factores determina una toma de conciencia particular sobre la propia masculinidad como objeto de indagación y cuestionamiento. Se instaura una vigilancia de la propia subjetividad nombrada por la desnaturalización de las categorías de género producto del contacto con el feminismo; pero este proceso está acompañado de la articulación de otras miradas que vienen de los otros coprotagonistas y que se ensamblan con la lectura que los participantes hacen de su masculinidad.
La trama íntima reúne en su órbita la articulación de diversos elementos en una mirada sobre el propio yo y una lectura, evaluación y práctica como consecuencia. Lo íntimo es presente en, por lo menos, dos acepciones. La primera, como descripción de un vínculo estrecho que implica el contacto y cercanía con otros sujetos y otros elementos; aquí la confluencia es narrada como elemento central de la propia identidad masculina y la consciencia crítica de esta. En otros términos, la apertura, y articulación con los otros toma sentido en las historias a través de una mirada sobre la propia masculinidad narrada; el “Yo masculino” que se pone en acción es producto de estos encuentros, ensamblajes y articulaciones (Jiménez-Rodas, 2021).
Pero lo íntimo también puede leerse en un segundo sentido, con relación a lo más interior o interno como figuración de la propia subjetividad. Si bien la noción sobre el “Yo masculino” es producto de una articulación heterogénea de sucesos y elementos, esto marca un punto de inflexión en cada una de las historias al inaugurar una relación de los sujetos consigo mismos en relación a la forma como conciben, evalúan y materializan performativamente performan su identidad masculina. La intimidad, además de cercanía, refleja una relación consigo mismo y una disposición de la mirada sobre el propio yo. En la confluencia de estos dos sentidos la trama íntima dirige el curso de la historia en la confluencia de los diversos elementos siendo parte de una toma de posición con respecto a sí mismos en la historia, una revisión y disposición de la mirada que toma a la masculinidad como objeto de reflexión.
Por otro lado, la naturaleza de los instrumentos, la articulación de acciones en los encuentros con otros y los momentos asociativos, en conjunto con la articulación que deviene política en la mención a los contextos más amplios y la racionalidad de un modelo, dan cuenta de lo que hemos denominado trama política. Allí las historias confluyen en torno a un proceso de transformación que excede los límites de lo personal y lo subjetivo. Los diversos elementos se ensamblan en una lectura crítica del presente, la sociedad y la cultura que tiene como plataforma una reflexión de la propia masculinidad.
La trama íntima puede rastrearse en los testimonios que hacen referencia a los encuentros cercanos, a las vivencias familiares y los acompañamientos narrados por los participantes. Por su parte, la trama política conecta esta experiencia de transformación personal con una crítica de valores e ideologías que ellos reconocen como extensivos a la masculinidad hegemónica.
La reflexión sobre la identidad masculina sirve como nodo de enlace para establecer una crítica social mucho más amplia. En esta intersección, las historias de los participantes borran los límites de la dualidad privado-público, y hacen de la propia experiencia de vida un marco discursivo y narrativo que sirve para establecer una crítica social. La masculinidad y el género son articulados a las relaciones políticas y sociales, estableciendo a partir de esto una reciprocidad entre los modelos culturales y las formas de asumir ciertas características del género. Este movimiento teje un vínculo analíticamente productivo entre el reconocimiento de sí mismos como sujetos y los contextos de desenvolvimiento. Las costuras que se producen dejan de manifiesto que en toda noción de sí mismos confluyen los elementos contextuales, históricos y culturales que favorecen cualquier acción de reconocimiento propio y de los otros (Butler, 2009). Aquí, la narrativa que alude a una historia de vida abre también los caminos para una lectura de los contextos en los que toda identidad toma forma.
La coexistencia de estas dos tramas marca el dinamismo y el movimiento que el proceso de transformación de la masculinidad incorpora en las historias de los participantes de la investigación. La trama política conecta lo personal con procesos y discursos reivindicativos a nivel político. El movimiento que allí se produce deja abiertas las sendas para sumar conjuntamente a la crítica de la masculinidad apuestas políticas más amplias que se dirigen a cuestionar modelos económicos, prácticas ambientales, discursos e ideologías y ritos culturales. Se establece la conexión entre una resistencia subjetiva y una crítica social, ética y política. Estas tramas, en conjunto, develan la complejidad e interconexión que existe entre lo personal y lo político cuando entre ellas medias una indagación sobre asuntos de género.
Discusiones y conclusiones
La pregunta sobre una masculinidad que se resiste a los modelos tradicionales aporta en el análisis de las experiencias puntos de reflexión y conexión que llevan a una comprensión productiva y performativa de la masculinidad. La puesta en discurso de las historias que describen dicha transformación excede el ejercicio referencial al poner en el escenario de la discusión y la historia procesos que en su particular ensamblaje devienen en posturas subjetivas y en apuestas ético-políticas con respecto a la vivencia de la masculinidad.
Así, en cada narración, la historia no solo ilustra el proceso de transformación que experimentan estos sujetos, también organiza los elementos para presentar una idea de masculinidad que se construye como nueva, otra y/o alternativa. La narrativa deviene performativa en tanto traza los límites de lo posible y lo condenable en este proceso, constituyéndose en una acción que interpela el entendimiento y la praxis de la masculinidad a partir de las propias referencias.
El feminismo, como instrumento conceptual y existencial, posiciona la discusión en un terreno de disputa epistemológico, a la vez que marca una postura desnaturalizante con respecto a discursos dicotómicos y esencialistas. En este ejercicio también confluye una praxis transformadora, una habilitación, una interpelación a romper con los propios actos las fronteras de lo femenino y lo masculino. La alusión a una porosidad con respecto a las identidades de género queda establecida en la utilización del discurso feminista como un conjunto de recursos conceptuales para leer la realidad y un instrumento que habilita y legitima el actuar diferente de los participantes de la investigación.
Por su parte, la presencia de los coprotagonistas de la acción traza un horizonte colectivo en el proceso de devenir en una masculinidad otra con respecto a la hegemónica. En este ejercicio relacional de la identidad, el contacto con los otros favorece la instauración de la mirada sobre el yo, y a nivel narrativo establece líneas de acción encaminadas a la asociatividad. La masculinidad se posiciona, entonces, como producto de relaciones culturales y personales; y su transformación no se excluye de esta premisa. De allí que la presencia de los otros hace parte fundamental del proceso y cualquier consideración a una crítica de la masculinidad como ejercicio producto de la introspección queda bajo sospecha a la luz de estas historias, ya que en el otro no solo se adopta una mirada, sino que se encuentra también un referente con capacidad de legislar y comentar la propia conducta.
A su vez, la referencia a los contextos diversos en los cuales esta acción se despliega teje los vínculos entre los procesos cercanos e íntimos y las actuaciones y resistencias políticas. Los escenarios complementan este proceso de la masculinidad otra como producto de la articulación de diversos elementos. Las narraciones, en este sentido, muestran una forma de abordaje que exige una relación constante entre lo que es la masculinidad y los contextos donde ella se construye. En esta medida, una crítica a una forma de ser escala al cuestionamiento de las racionalidades que gobiernan las vidas a un nivel general; mientras que el foco sobre estos procesos sociales y culturales es una premisa para el cuestionamiento de la propia masculinidad.
En esta diversidad de elementos confluyen lo que hemos denominado tramas íntimas y tramas políticas, como cuerpos de gravedad sobre los que orbitan los elementos estructurales de la narración. Ambas tramas convergen en la totalidad de la historia y no representan momentos distintos u opuestos. Por el contrario, su relación e interacción habilitan comprensiones sobre una premisa en el entendimiento y abordaje de la cuestión masculina.
La primera de ellas ya la hemos mencionado en lo que va del texto. Tiene que ver con la relación que existe en la constitución de la subjetividad como proceso de articulación en donde los otros, las racionalidades y los contextos tienen una incidencia. En una fórmula diferente asume que la masculinidad como proceso de subjetivación responde no a la asunción individual respecto a cierta categoría identitaria; sino que implica, más bien, asumirla como el producto complejo de articulaciones que devienen en una consciencia de sí.
De esto se desprende que, al abordar las cuestiones relacionadas al género, y de forma más específica en este estudio a la masculinidad, no deben excluirse reflexiones mucho más amplias que conllevan la exploración de los vínculos que existen entre el género y otras categorías sociales. Esto último se vincula de forma íntima con lo que se ha postulado bajo la categoría interseccionalidad. Con ella se hace referencia a la íntima relación e interdependencia de las diferentes categorías sociales, por lo que un análisis profundo de los asuntos de género no debe estar al margen de su vínculo con la clase, la raza, la etnia, entre otras (Hill Collins & Bilge, 2016; Guzmán-Ordaz & Jiménez-Rodrigo, 2015; Viveros-Vigoya, 2016).
Hay dos precisiones con respecto a esta idea. La primera es que la confluencia no se entiende como aditiva. Es decir que la confluencia de categorías sociales en un mismo sujeto no aporta elementos aislados a su condición, sino que dicha agrupación determina los procesos de subjetivación en los cuales un individuo deviene sujeto. En segundo lugar, a la luz de los resultados de la investigación, dicha interseccionalidad expresada en la doble trama narrativa abre los canales para que confluyan, en torno a una reivindicación y procesos de transformación del género, otras reivindicaciones y luchas políticas. En este sentido, lo íntimo y lo político en estas tramas no solo anuncia la complejidad del proceso; abre también los canales para coincidir en un proceso político de cohabitación con otros y otras articulados a procesos diversos (Butler, 2018).
Cada una de estas ideas puede reunirse en una conclusión principal: la transformación de la masculinidad es una cuestión ética y política. En esta doble condición, lo ético corresponde a la gestión de la propia subjetividad y queda expresada en las narraciones a través de la trama íntima. Allí la relación cercana que se establece con otros, así como la consciencia y mirada que se adquiere sobre sí están encaminadas a una transformación de la propia subjetividad. Se trata de un ejercicio ético que se entiende como un gobierno de la vida al margen de las imposturas de modelos culturales y hegemónicos; pero este ejercicio, lejos de limitarse a un escenario subjetivista, se expande en una crítica de mayor envergadura. Allí el componente político toma protagonismo como un ejercicio a nivel social en donde el vínculo entre la subjetividad y las racionalidades culturales se estrecha y hace interdependiente.
Así, pues, la masculinidad es mirada en torno a su utilidad y funcionalidad frente a determinadas formas de organizar las relaciones sociales. De allí que las historias de transformación vienen acompañadas de un ejercicio crítico de las condiciones de posibilidad donde la masculinidad hegemónica se instaura como tal. La trama política en las historias analizadas cumple este rol y esta función: devuelve constantemente la comprensión de la subjetividad a un terreno cultural, ideológico y político. De allí que no baste con una transformación a nivel de la propia vida, sino que las acciones de transformación se encadenen con demandas y reivindicaciones que van más allá de la propia identidad.
La trama íntima que hemos descrito despliega ese proceso ético que conlleva la transformación de la subjetividad masculina, pero esto no está al margen de una trama política paralela que lleva constantemente este proceso a un cuestionamiento social de mayor envergadura. Esta conclusión resulta ser un punto de inflexión crítico para pensar los ejercicios teóricos e investigativos de las masculinidades, así como los procesos de intervención con hombres y varones, ya que en el horizonte de la investigación y la intervención no debería pasarse por alto la imbricación entre las dos tramas que hemos descrito, y, por tanto, cualquier ejercicio en este sentido, que busque generar entendimiento o acción con relación a la masculinidad, debe ir acompañado de una lectura y reflexión mayores de los condicionamientos sociales implicados.
Conflictos de intereses
Los autores declaran la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.
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Notas de autores
Jorge Andrés Jiménez Rodas
Doctor en Ciencias Sociales. Docente de la Universidad Católica Luis Amigó, Grupo Estudios de Fenómenos Psicosociales, Medellín-Colombia, Contacto: jajimenez1989@gmail.com, ORCID: http://orcid.org/0000-0002-0330-3512
Milton Danilo Morales Herrera
Doctor en Psicología Social. Docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, Grupo de Investigación en Psicología: sujeto, sociedad y trabajo, Medellín-Colombia. Contacto: milton.morales@upb.edu.co, ORCID: http://orcid.org/0000-0002-7663-5438