Síntomas psicopatológicos y emocionales asociados a malos tratos en parejas de adolescentes de Floridablanca, Colombia

Psychopathological and emotional symptoms associated with abuse in adolescent couples in Floridablanca, Colombia

Jesús Redondo Pacheco, Karol Lizeth García Lizarazo y Marianela Luzardo Briceño

Universidad Pontificia Bolivariana Bucaramanga, Universidad de Medellín

Recibido: 31 de agosto de 2020–Aceptado: 02 de diciembre de 2021–Publicado: 01 de julio de 2022

Forma de citar este artículo en APA:

Redondo-Pacheco, J., García-Lizarazo K. L. & Luzardo-Briceño, M. L. (2022). Síntomas psicopatológicos y emocionales asociados a malos tratos en parejas de adolescentes de Floridablanca, Colombia. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 13(2), 521-538. https://doi.org/10.21501/22161201.3728

Resumen

Diversos estudios han demostrado que los malos tratos en el noviazgo son un problema de alta prevalencia que afecta a adolescentes de diferentes edades y diversos contextos socioculturales, comprometiendo su desarrollo integral y bienestar. El objetivo general de este estudio fue conocer los síntomas psicopatológicos y emocionales asociados a los malos tratos por parte de la pareja entre adolescentes de Floridablanca, Colombia. Los participantes fueron 261 estudiantes de dos colegios de Floridablanca con edades entre los 13 y 19 años (M = 15; DT = 1.80). Los instrumentos utilizados fueron la Conflict in Adolescent Dating Relationships Inventory (CADRI), versión española, y la Lista de Síntomas SCL-90-R. Se encontró, teniendo en cuenta la direccionalidad en la violencia de género en el noviazgo, una prevalencia general de un 94.2 % de los participantes. En cuanto al género, el 41 % de los hombres participó en alguno de estos roles (perpetración, victimización y violencia mutua), sin encontrarse diferencias estadísticamente significativas. Además, se hallaron correlaciones estadísticamente significativas entre la puntuación global de victimización y violencia mutua y las escalas del SCL90-R, además de los tres indicadores que reflejan aspectos diferenciales de los síntomas. Los hallazgos se discuten en relación con los desafíos de desarrollo que enfrentan los adolescentes.

Palabras clave

Violencia de pareja; Adolescentes; Prevalencia; Salud mental; Síntomas Psicopatológicos; Síntomas emocionales.

Abstract

Several studies have shown that dating abuse is a highly prevalent problem that affects adolescents of different ages and diverse sociocultural contexts, compromising their comprehensive development and well-being. The general objective was to know the psychopathological and emotional symptoms associated with abuse by the couple among adolescents from Floridablanca, Colombia. The participants were 261 students from two Floridablanca schools aged between 13 and 19 years old (M = 15; SD = 1.80). The instruments used were the Conflict in Adolescent Dating Relationships Inventory (CADRI), Spanish version, and the List of Symptoms SCL-90-R. Taking into account the directionality in gender violence in courtship, a general prevalence of 94.2 % of the participants was found. Regarding gender, 41 % of the men participated in one of these roles (perpetration, victimization and mutual violence), with no statistically significant differences being found. In addition, statistically significant correlations were found between the global victimization and mutual violence score and the SCL90-R scales, in addition to the three indicators that reflect differential aspects of the symptoms. Findings are discussed in relation to developmental challenges faced by adolescents.

Keywords

Dating Violence; Adolescents; Prevalence; Mental health; Psychopathological symptoms; Emotional symptoms.

Introducción

En los últimos años, los malos tratos en las relaciones de parejas jóvenes han llamado un especial interés por las altas tasas de prevalencia reportadas y por las consiguientes consecuencias en la salud física y mental de los jóvenes (Fernández-Fuertes & Fuertes, 2010; Hoefer et al., 2015; Sabina et al., 2016). Diversos estudios han señalado que al menos la mitad de los adolescentes y jóvenes han sufrido de malos tratos por parte de su pareja (Garrido & Taussig, 2013; Muñoz et al., 2013), por lo que este fenómeno ya se considera un problema de salud pública en diferentes países (Hoefer et al., 2015). A pesar de que los malos tratos en las parejas jóvenes se consideran menos graves que los que ocurren entre parejas casadas o en convivencia, se ha evidenciado que son más frecuentes y podrían predecir futuras violencias en relaciones posteriores (González-Ortega et al., 2008; Rubio-Garay et al., 2012).

La violencia o los malos tratos en el noviazgo se presentan como un tipo de violencia de pareja en la que uno de los integrantes agrede física, psicológica o sexualmente al otro para así controlarlo o dominarlo, en el contexto de una relación amorosa entre dos personas que no se encuentran casadas o en convivencia (Teten et al., 2009). Este tipo de violencia suele presentarse en parejas de adolescentes y adultos jóvenes. Para comprender este problema, es necesario tener en cuenta los cambios biológicos, psicológicos y sociales propios de la etapa adolescente, en la que se destaca la mayor importancia que gana el grupo de iguales como un aspecto fundamental para el adecuado desarrollo social y emocional.

Uno de los principales problemas que aparecen cuando se aborda el estudio de la violencia es el de su conceptualización, tal vez por su uso cotidiano mediante acciones variadas y diferentes, así como la falta de diferencias culturales cuando se define la violencia (Martínez-Pacheco, 2016). Además, esta dificultad también podría estar relacionada con los diversos enfoques teóricos desde los que se aborda el término. Por ello, se evidencian diversos puntos de vista a la hora de precisar el concepto, por ejemplo, violencia conyugal, violencia doméstica o violencia de género, entre otras (González, 2021).

En este artículo, el término de violencia o malos tratos en el noviazgo será entendido como cualquier tipo de conducta relacionada con actos de agresión física, psicológica y sexual (Madden & Shaffer, 2019; Muñoz-Rivas et al., 2019).

La violencia en la pareja, a su vez, comprende los siguientes tipos de comportamientos, según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2007), que define las siguientes formas de violencia:

1. Abuso verbal: utilización del lenguaje hablado para humillar, ridiculizar, amenazar o denigrar al otro miembro de la pareja; 2. Abuso emocional o psicológico: subvaloración o descalificación del otro, el autoritarismo, la imposición de ideas o deseos. Puede acompañar o preceder la violencia física como una forma de control a través del miedo y la degradación; 3. Intimidación en los tratos, incluyendo la coacción utilizando terceros; 4. Aislamiento: acción ejercida para controlar cada aspecto de la vida del otro miembro de la pareja como su tiempo, sus actividades, su contacto con los otros. Así mismo cuando a una persona no se le permite trabajar, recibir llamadas telefónicas o ver amigos o familiares y debe estar fuera o desconectada del mundo exterior; 5. Abuso económico: la agresión se ejerce cuando se controla el acceso de la pareja al uso del dinero, el manejo y gasto del mismo; 6. Abuso sexual: desde un punto de vista médico-social (no jurídico) se refiere a todas las conductas que atentan contra los derechos sexuales y reproductivos de una persona. Incluye acoso sexual, violación, actos sexuales realizados contra el otro miembro de la pareja o contra la persona con la que se haya convivido o procreado; 7. Abuso físico: se refiere a las conductas que atentan contra la integridad física del otro miembro de la pareja. (p.85)

Es importante destacar que la violencia en el noviazgo puede ser unidireccional, cuando solo uno de los integrantes ha ejercido malos tratos, o bidireccional, si hay violencia mutua o recíproca; en el primer caso se habla de victimización o perpetración (Weir & Kaukinen, 2019).

Además, se entiende que toda forma de violencia tiene unos factores que la promueven (p. ej., creencias socioculturales) y otros que la desfavorecen (p. ej., modelos de resolución pacífica de los conflictos), así como unas posibles secuelas, que pueden ser físicas, psicológicas, económicas, sociales, morales, entre otras (Krug et al., 2003).

En este orden de ideas, en Colombia, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2015) presentó 48.849 casos de violencia de pareja realizados en 2014, de los cuales el 52 % correspondían al rango de edad entre 15 y 29 años, lo que indica que en Colombia este fenómeno está muy extendido. Un estudio realizado con 417 varones y 485 mujeres, estudiantes universitarios de la ciudad de Tunja, con edades comprendidas entre 15 y 35 años, halló que el 85.6 % había ejercido, por lo menos una vez, alguna forma de maltrato hacia su pareja, siendo los malos tratos psicológicos los más prevalentes, seguidos por los malos tratos físicos y sexuales. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas respecto al sexo que informó alguna forma de maltrato físico o psicológico, aunque sí a nivel de las conductas de maltrato sexual, en donde el número de varones que las informó fue significativamente mayor que el de mujeres (Rey-Anacona, 2013).

Por su parte, Redondo et al. (2017), en una muestra de estudiantes universitarios, 204 mujeres y 32 varones de 16 a 28 años, hallaron que el 34.7 % señaló haber perpetrado violencia relacional, el 94.9 % violencia verbal y el 22 % algún tipo de violencia física. Además, se evidenció mayor violencia verbal emocional, seguida de la física y la relacional, sin diferencias estadísticamente significativas respecto a la edad, salvo en los comportamientos relacionados con la violencia física.

Una consecuencia importante de la violencia en el noviazgo es su impacto en la salud mental. A pesar de la gran variedad de síntomas, los estudios se han centrado especialmente en tres síntomas: depresión, ansiedad y efectos somáticos en la salud (Whitson & El-Sheikh, 2003). En cuanto a la depresión, Carlson et al. (2003) destacaron que las víctimas de violencia tienen cuatro veces más de probabilidades de presentar depresión que las no víctimas. Otros estudios también han hallado que las víctimas de la violencia en el noviazgo informan altas tasas de depresión, que van del 39 % (Exner-Cortens, Eckenrode & Rothman, 2013) al 83 % (Garthe, Sullivan, & Behrhorst, 2018). De hecho, Birkley & Eckhardt (2015) encontraron que la violencia por parte de la pareja íntima estaba relacionada con ira, hostilidad e internalización de emociones.

El segundo problema de salud mental más comúnmente estudiado es la ansiedad. La investigación ha demostrado que las víctimas de violencia en el noviazgo reportan niveles más altos de ansiedad que las no víctimas. Por ejemplo, Carlson et al. (2003) evidenciaron que más de una cuarta parte de las víctimas de violencia de pareja de su estudio habían experimentado niveles significativos de ansiedad, mientras que Callahan et al. (2003) encontraron resultados similares en un estudio con estudiantes de secundaria.

Finalmente, el tercer problema comúnmente asociado con la violencia de pareja son los síntomas somáticos, incluyendo cambios en el peso, malestar estomacal, dolores de cabeza y nerviosismo o mareos (Coker et al., 2002; Sutherland et al., 2001) descubrieron que una de cada cuatro víctimas de violencia reportó al menos un síntoma de salud somática.

Incluso numerosos estudios han encontrado el importante papel que juegan otras variables como la soledad (Ostrov & Kamper, 2015) y la satisfacción con la vida (Cava et al., 2021).

Por ello, estos resultados demuestran la importancia de la realización de investigaciones en Colombia que muestren la prevalencia, para así poder diseñar e implementar alternativas de promoción, prevención e intervención. La prevención primaria y secundaria, así como la intervención sobre las víctimas y los victimarios en la adolescencia y en la adultez temprana, permitirían prevenir la violencia en el matrimonio o durante la convivencia, ya que, si se interviene tempranamente, se podría prevenir su continuación en las diferentes etapas siguientes de la vida adulta (González-Ortega et al., 2008).

Por ello, con esta investigación se pretende conocer los síntomas psicopatológicos y emocionales relacionados con la victimización de malos tratos por parte de la pareja entre adolescentes de Floridablanca, Colombia. En este sentido, se parte de la siguiente hipótesis: existe relación entre los síntomas psicopatológicos y emocionales y la victimización de malos tratos por parte de la pareja entre adolescentes de Floridablanca, Colombia.

Método

Esta investigación se llevó a cabo desde un enfoque cuantitativo de corte transversal con un diseño no experimental y de alcance descriptivo (Méndez et al., 2001).

Participantes

La investigación se realizó con adolescentes entre 13 y 19 años (M = 15; DT = 1.80), vinculados a dos colegios de Floridablanca, Colombia, para lo cual se contó con el asentimiento de los participantes y el consentimiento informado de sus padres. Se realizó un muestreo por conveniencia, técnica de muestreo no probabilístico donde los sujetos fueron seleccionados por su accesibilidad y proximidad para la investigación. Así, la muestra estuvo constituida por 261 sujetos. A través de la prueba χ2 de homogeneidad de la distribución de frecuencias, se evidenciaron diferencias estadísticamente significativas entre los 16 grupos de sexo x edad (desde 13 a 19 años) (χ2 = 20.930; p = .004) (ver Tabla 1).

Como criterios de inclusión se tuvieron en cuenta: (a) Tener o haber tenido una relación de noviazgo de, al menos, un mes de duración; (b) tener la edad comprendida entre los 13 y 19 años en el momento de la investigación; (c) ser soltero/a, y; (d) consentimiento firmado por parte de los padres, así como el asentimiento de los participantes.

Tabla 1

Número (y porcentaje) de sujetos de la población total clasificados por sexo y edad

Edad
 
12
13
14
15
16
17
18
19
Total
Mujeres
0
12
35
47
34
17
5
4
154
(0 %)
(4.6 %)
(13.4 %)
(18 %)
(13 %)
(6.5 %)
(1.9 %)
(1.5 %)
(59 %)
Hombres
1
3
17
19
37
18
11
1
107
(0.4 %)
(1.1 %)
(6.6 %)
(7.3 %)
(14.2 %)
(6.9 %)
(4.2 %)
(0.4 %)
(41 %)
Total
1
15
52
66
71
35
16
5
261
(0.4 %)
(5.7 %)
(20 %)
(25.3 %)
(27.2 %)
(13.4 %)
(6.1 %)
(1.9 %)
(100.0 %)

Instrumentos

Para la medida del maltrato a la pareja se utilizó el Conflict in Adolescent Dating Relationships Inventory (CADRI), adaptada al español por Fernández-Fuertes et al. (2006). Creado por Wolfe et al. (2001), permite informar sobre la realización de comportamientos de violencia física, verbal-emocional, relacional, sexual y amenazas hacia su pareja en el último año, así como las conductas del mismo tipo que su pareja ejerció en dicho período de tiempo, por medio de 25 diadas de ítems que se responden con una escala Likert con opciones de respuesta que van desde “Nunca” (0) hasta “Con frecuencia” (3). El instrumento presenta otros 20 ítems que evidencian una adecuada solución de conflictos de pareja, que no serán tenidos en cuenta en esta investigación para evitar que la duración de la aplicación sea demasiado extensa.

Los autores de la versión española aplicaron el instrumento a 572 varones y mujeres escolarizados, entre 15 y 19 años de edad, obteniendo índices de consistencia interna que oscilaban entre .51, para la escala de Amenazas y .79, para la escala de Violencia Verbal-Emocional, con un valor alfa de .86 para todo el cuestionario.

Además, para la evaluación de sintomatología emocional se aplicó la Lista de Síntomas SCL-90-R (Derogatis, 1988), adaptada al español por González de Rivera et al. (1989). Se trata de un cuestionario que determina la presencia de 90 síntomas psicopatológicos detectados en las dos últimas semanas con relación a la aplicación de la prueba, por medio de una escala Likert de respuesta que va desde “Nada en absoluto” (0) hasta “Mucho o extremadamente” (3). El instrumento, además, presenta diferentes escalas, a saber: somatización, depresión, sensitividad interpersonal, ansiedad, obsesiones, ansiedad fóbica, hostilidad, ideación paranoide y psicoticismo, así como tres índices globales de psicopatología (índice de gravedad global, índice de malestar positivo y el total de síntomas positivos).

El SCL-90-R cuenta con una óptima consistencia interna con coeficientes alfa de Cronbach de .77 a .90 (Derogatis, Rickels, & Roch, 1976). En este estudio, los alfa de Cronbach de las citadas subescalas oscilaron entre .64 y .85.

Procedimiento

Una vez se contó con la autorización de los colegios para la realización del estudio, se explicó a los padres de familia los objetivos y en qué consistía la investigación, así como las firmas del consentimiento y el asentimiento. Obtenido el consentimiento debidamente firmado por los padres y cada adolescente, se procedió a aplicar los instrumentos de manera grupal.

Posteriormente, se comprobó la distribución normal de las variables con la prueba Kolmogorov-Smirnov, cuya hipótesis nula considera que la distribución de la variable es normal, no rechazándose esta hipótesis con un valor p > .05, y se realizaron análisis de frecuencias de las puntuaciones obtenidas.

Se utilizó la prueba chicuadrado para comprobar si existían relaciones estadísticas significativas según sexo y direccionalidad de la violencia. Por último, se usó la prueba r de Pearson para determinar si existían relaciones entre la victimización evaluada y síntomas psicopatológicos y emocionales. Para realizar estos análisis se construyó una base de datos de SPSS v22 donde se digitaron los datos de los participantes.

Cabe señalar que para estudiar la direccionalidad (violencia mutua), se tuvo en cuenta una variable asociada a los resultados del CADRI. Así, se consideró, independientemente de su sexo, como: Perpetrador, cuando puntuaron 1 o más en la escala CADRI Total participante, además de 0 en la CADRI Total pareja; Víctima, si valoraron 0 en la escala CADRI Total participante y 1 o más en la CADRI Total pareja; Violencia mutua, si puntuaron 1 o más en ambas escalas y; finalmente, Ni perpetrador ni víctima, si señalaron 0 en las mismas.

En cuanto a las consideraciones éticas, el estudio contó con la aprobación del Comité de Ética de la Universidad Pontificia Bolivariana, para lo cual se solicitó previamente el permiso de las instituciones participantes. Así mismo, conforme a la Resolución No. 008430 de 1993 y la Ley 1090 de 2006, para la participación en esta investigación a los adolescentes se les pidió firmar su asentimiento y a sus padres su consentimiento informado. Además, se entregó toda la información relacionada con los objetivos y la metodología del estudio, la confidencialidad y la voluntariedad de la participación, haciendo énfasis en la garantía del anonimato, en cumplimiento de las normas anteriormente mencionadas. Así mismo, el riesgo de esta investigación es mínimo, ya que tiene que ver con “(…) estudios prospectivos que emplean el registro de datos a través de procedimientos comunes consistentes en: exámenes físicos o psicológicos de diagnóstico o tratamientos rutinarios” (Ministerio de Salud, Art. 11, p. 3).

Finalmente, los datos ofrecidos por los participantes no han sido compartidos con personas diferentes a los integrantes del grupo de investigación, de conformidad con la ley habeas data de protección de datos personales; tampoco hubo retribución alguna para los participantes por colaborar en el estudio.

Resultados

Considerando la direccionalidad de violencia de género en el noviazgo (perpetración, victimización y violencia mutua), los resultados mostraron una prevalencia de un 94.2 % de los participantes. Así mismo, un 41 % de los hombres participó en alguno de esos roles, frente a un 59 % de las mujeres. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres (χ2 = 4.736; p = .192) (ver Tabla 2).

Específicamente, en cuanto a la direccionalidad, se evidenciaron porcentajes muy bajos en perpetración (1.5 %) y victimización (1.2 %), pero es llamativo el alto porcentaje relacionado con la violencia mutua (91.5 %). En este último caso, el porcentaje de mujeres fue de un 55.1 % (n = 144) frente a un 36.4 % de los hombres (n = 95). Es importante señalar que no se hallaron diferencias estadísticamente significativas entre los ocho grupos de direccionalidad x sexo (χ2 = 4.736; p = .192) (ver Tabla 2).

Tabla 2

Número (y porcentaje) de sujetos de la población según direccionalidad de la violencia de pareja y sexo

Perpetrador
Víctima
Violencia mutua
Ni perpetrador ni víctima
Total
Mujeres
3
2
144
5
154
(1.1 %)
(.8 %)
(55.1 %)
(1.9 %)
(59 %)
Hombres
1
1
95
10
107
(.4 %)
(.4 %)
(36.4 %)
(3.8 %)
(41 %)
Total
4
3
239
15
261
(1.5 %)
(1.2 %)
(91.5 %)
(5.7 %)
(100 %)

Nota. Elaboración propia

En promedio, los participantes ejercieron una frecuencia de perpetración de 16.33 (DE = 2.309), de victimización de 14 (DE = 1.155) y de Violencia mutua de 15.20 (1.351). Finalmente, el promedio de los no perpetradores ni víctimas fue de 15.20 (DE = 1.476).

Como se puede observar en la Tabla 3, se hallaron correlaciones estadísticamente significativas entre la puntuación global de victimización y violencia mutua y las escalas del SCL90-R (Ansiedad fóbica, Obsesiones y compulsiones, Ansiedad, Depresión, Sensitividad interpersonal, Ideación paranoide, Hostilidad, Somatización, Psicoticismo), además de los tres indicadores que reflejan aspectos diferenciales de los trastornos, siendo la dirección de la correlación directa en todos los casos, salvo en la escala de Malestar sintomático positivo.

Tabla 3

Correlación entre las escalas de SCL90-R (síntomas psicopatológicos y emocionales) y la victimización de malos tratos por parte de la pareja

Escalas SCL90-R
Victimización
Dirección de la correlación
Somatización
Rho de Spearman
.272
Directa
Sig.
.000
Obsesiones y compulsiones
Rho de Spearman
.289
Directa
Sig.
.000
Sensitividad interpersonal
Rho de Spearman
.308
Directa
Sig.
.000
Depresión
Rho de Spearman
.285
Directa
Sig.
.000
Ansiedad
Rho de Spearman
.260
Directa
Sig.
.000
Hostilidad
Rho de Spearman
.295
Directa
Sig.
.000
Ansiedad fóbica
Rho de Spearman
.240
Directa
Sig.
.000
Ideación paranoide
Rho de Spearman
.289
Directa
Sig.
.000
Psicoticismo
Rho de Spearman
.237
Directa
Sig.
.000
Ítems adicionales
Rho de Spearman
.238
Directa
Sig.
.000
Índice de severidad global
Rho de Spearman
.314
Directa
Sig.
.000
Total de índices positivos
Rho de Spearman
.294
Directa
Sig.
.000
Malestar sintomático positivo
Rho de Spearman
-.294
Inversa
Sig.
.000

Nota: significativa al 5 %.

Discusión

En el presente artículo se tuvo en cuenta la direccionalidad de la violencia, de forma que se partió de cuatro situaciones en el maltrato de la pareja por parte de los participantes, a saber: perpetración, victimización, violencia mutua y ni perpetración ni victimización. Así, los resultados destacan bajos porcentajes en perpetración y en victimización, pero un alto porcentaje de participantes que sí reportan la violencia mutua.

Estos datos son consistentes con diferentes investigaciones donde se evidencian experiencias de perpetración y victimización, pero son más frecuentes los porcentajes de violencia mutua (Choi et al., 2017; Esquivel-Santoveña, 2012; Haynie et al., 2013; Kalaitzaki, 2019; Rojas-Solís, 2013; Swahn et al., 2010). Entonces, se podría evidenciar que es más común el patrón de la bidireccionalidad (Corral, 2009; Ybarra et al., 2016). Además, existen diversas investigaciones que sugieren que los adolescentes suelen ser más propensos a reportar violencia mutua que los adultos (Próspero & Kim, 2009; Volpe et al., 2012).

Esta variable de la violencia mutua puede ser muy importante debido a que en diferentes estudios se ha indicado que esta bidireccionalidad del comportamiento violento es el mejor predictor de la victimización (Taylor & Sullivan, 2021). Por ejemplo, Whitaker et al. (2007) encontraron en el Estudio Nacional Longitudinal de Salud Adolescente que casi el 24 % de los participantes reportaron violencia en sus relaciones de pareja, y la mitad de estos casos (49.7 %) fueron recíprocamente violentos. Así mismo, Sharpe y Taylor (1999) hallaron que tanto el 17.1 % de los hombres como el 20.3 % de las mujeres de su investigación señalaron haber sido, al mismo tiempo, perpetrador y víctima de violencia física. En este orden de ideas, Straus y Ramírez (2007) evidenciaron un patrón similar entre universitarios de EE. UU. y México, donde, en casi el 75 % de estas relaciones, la violencia era mutua.

Estos resultados confirman la limitada investigación existente respecto al contexto relacionado con los perfiles de violencia en el noviazgo (Swahn et al., 2010), y subrayan la importancia de tener en cuenta la violencia mutua en vez de tratar la perpetración y la victimización de manera aislada (Chiodo et al., 2012; Orpinas et al., 2013).

Como ya se había indicado, la violencia mutua es el patrón más común de violencia en la adolescencia (Straus & Ramírez, 2007). Además, diferentes estudios han evidenciado los efectos negativos en la salud mental, como depresión, ansiedad, hostilidad, somatización, estrés postraumático, baja autoestima (Próspero & Kim, 2009) y la ideación suicida (Cheng et al., 2022), con un impacto significativo en la vida de las víctimas y los perpetradores que, a menudo, persiste hasta la edad adulta (Debnam & Temple, 2021).

En este sentido, se confirma la hipótesis planteada en la investigación, ya que se evidenció una clara correlación entre los síntomas psicopatológicos y la victimización de malos tratos por parte de la pareja en línea con la literatura existente (Fernández-González et al., 2021; Russell et al., 2021), y más aún, se apoya la noción de las consecuencias negativas en la salud mental, lo que, en última instancia, como ya se ha indicado, podría resultar en un continuo hacia la futura violencia de pareja. En otras palabras, los adolescentes que experimentan síntomas de internalización como resultado del maltrato de su pareja podrían carecer de conductas de afrontamiento y adecuadas habilidades de regulación emocional, contribuyendo así a la aceptación de este maltrato y su consecuente normalización (Temple et al., 2016).

A pesar de numerosos estudios que demuestran que la frecuencia, la severidad y la cronicidad de este tipo de violencia se relacionan significativamente con mayores trastornos psicológicos (Garthe et al., 2021), se evidencia poca investigación sobre las formas en ciertos patrones de intimidad.

A modo de conclusión, durante la adolescencia, los individuos experimentan importantes cambios emocionales, sociales y físicos relacionados con una cantidad de eventos significativos que ayudarán a determinar sus caminos futuros. Es preocupante que la posibilidad de experimentar maltrato en el noviazgo pueda aumentar la probabilidad de que los adolescentes continúen experimentando estos tipos de violencia en la edad adulta, ya sea como víctimas o perpetradores. Los resultados de este estudio indican que la victimización por maltrato en el noviazgo afecta al bienestar psicológico en diferentes formas.

Esta investigación cuenta con algunas limitaciones importantes que deben considerarse. Por ejemplo, se trata de un estudio transversal en el que se realiza una medición de las variables en un momento determinado del tiempo. En futuras investigaciones se recomienda la realización de estudios longitudinales que ayuden a comprender mejor cómo se desarrolla el fenómeno de la violencia de pareja en jóvenes a través del tiempo, así como también analizar la posible evolución en el tiempo de la vulnerabilidad a sufrir situaciones de violencia de pareja.

También hay que señalar que el uso de autoinformes en esta investigación podría llevar a sesgos relacionados con la deseabilidad social, aspecto muy importante cuando se evalúan fenómenos como la violencia, ya que posiblemente los sujetos tienden a aumentar la intensidad, frecuencia y/o duración de sus respuestas para expresar un comportamiento socialmente adecuado.

Además, sería interesante profundizar de manera más completa respecto a las posibles motivaciones que los jóvenes atribuyen a la dinámica de la agresión, sus percepciones, creencias, actitudes ante las mismas y sobre las relaciones de pareja en general.

Conflictos de intereses

Los autores declaran la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.

Referencias

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Callahan, M. R., Tolman, R. M., & Saunders, D. G. (2003). Adolescent Dating Violence Victimization and Psychological Well-being. Journal of Adolescent Research, 18(6), 664-681. https://doi.org/10.1177/0743558403254784

Carlson, B. E., McNutt, L. A., & Choi, D. Y. (2003). Childhood and Adult Abuse among Women in Primary Health Care: Effects on Mental Health. Journal of Interpersonal Violence, 18(8), 924-941. https://doi.org/10.1177/0886260503253882

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Cheng, S. Y., Shen, A. C. T., & Jonson-Reid, M. (2022). Profiles of Teen Dating Violence and Association with Depression among Chinese Teens. Journal of Interpersonal Violence, 37(1-2), NP776-NP802. https://doi.org/10.1177/0886260520918573

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Notas de autores

Jesús Redondo Pacheco

PhD. en Psicología de la Universidad Miguel Hernández de Elche, España. Docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, Bucaramanga, Colombia. Miembro del Grupo de Investigación Organizaciones, Sostenibilidad y Transformación Psicosocial de la UPB. Contacto: jesus.redondo@upb.edu.co, ORCID:https://orcid.org/0000-0001-6063-1996, Google Scholar: https://scholar.google.com/citations?user=PA6IzhsAAAAJ&hl=es

Karol Lizeth García Lizarazo

Magister en Psicología de la Universidad Pontificia Bolivariana. Docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, Bucaramanga, Colombia. Contacto: karolgarciali1108@gmail.com ORCID: 0000-0002-4303-4388 Google Académico: https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=NtTVpL0AAAAJ

Marianela Luzardo Briceño

Doctora en estadística de la Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela. Docente de la Universidad de Medellín, Colombia. Contacto: mluzardo@udemedellin.edu.co ORCID: 0000-0002-8364-5378 Google Académico: https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=ZV8NNskAAAAJ