DE TODAS MANERAS, AL FINAL ESTAREMOS SOLOS: IMPLICACIONES FUTURAS DE LA DECISIÓN DE NO TENER HIJOS

WE’LL BE ALONE IN THE END ANYWAY: FUTURE IMPLICATIONS OF THE DECISION NOT TO HAVE CHILDREN

Andrea Hernández Quirama, Hector Mauricio Rojas Betancur

Universidad Industrial de Santander

Recibido: 15 de diciembre de 2019-Aceptado: 8 de octubre de 2020-Publicado: 16 de julio de 2021

Forma de citar este artículo en APA:

Hernández-Quirama, A., & Rojas-Betancur, H. M. (2021). De todas maneras, al final estaremos solos: implicaciones futuras de la decisión de no tener hijos. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 12(2), 805-819. https://doi.org/10.21501/22161201.3425

Resumen

Se propone un análisis desde la decisión autónoma de jóvenes adultos y adultos de no ser madres, ni padres, sobre las implicaciones de esta decisión en su futuro en la etapa de la vejez. El estudio se realizó desde el enfoque cualitativo, fenomenológico, a partir de entrevistas en profundidad con personas residentes en Colombia. Se destaca que la decisión de estas personas transgrede los modelos de reproducción social, impactando en las percepciones sobre familia, reproducción y ciclo vital. Adicionalmente se concluye que la responsabilidad en el cuidado de las personas adultas mayores no puede endilgarse a los hijos y que debe construirse una institucionalidad social robusta para la atención de la vejez.

Palabras clave

No madres; No padres; Ciclo vital; Vejez; Cuidado.

Abstract

An analysis is proposed based on the autonomous decision of young adults and adults not to become mothers or fathers, on the implications of this decision on their future in old age. The study was carried out from a qualitative, phenomenological approach based on in-depth interviews with people living in Colombia. It is highlighted that the decision of these people transgresses the models of social reproduction, impacting the perceptions about family, reproduction and life cycle. In addition, it is concluded that the responsibility for the care of the elderly cannot be placed on the children and that a robust social institutional framework for the care of the elderly must be built.

Keywords

Non-mothers; Non-fathers; Life cycle; Old age; Caregiving.

INTRODUCCIÓN

El envejecimiento poblacional es una realidad contemporánea y global, con fuertes implicaciones en el ámbito social y en la mentalidad de las nuevas generaciones que, más allá de la incertidumbre por el futuro (Cambero-Rivero & Baigorri-Agoiz, 2019), construyen interpretaciones sobre el curso de sus procesos vitales y las implicaciones individuales.

La caída sostenida de las tasas de natalidad y el aumento promedio de la esperanza de vida de la población (DNP, 2016) configuran hoy el contexto de atención al proceso de envejecimiento como un tema prioritario no sólo en el sentido biológico, sino, además, en el amplio sentido de las condiciones de salud y de la alta carga social de las estructuras del cuidado de las personas que ingresan a la etapa de la vejez (López-Doblas & Díaz-Conde, 2018a). Una alta carga social que ha implicado en las últimas décadas, especialmente, una atención especial a un grupo poblacional cada vez más grande que demanda un sistema de cuidado especializado que incluye, además de las variables objetivas y subjetivas asociadas a la calidad de vida (Ventura-Dias, 2015), la construcción de redes de apoyo social y familiar para paliar las situaciones de deterioro progresivo en las condiciones de la existencia humana (Gómez-Rubio, 2019).

En este marco de reflexión, se ha entendido que el papel de la familia y, especialmente de los hijos, es fundamental para la garantía plena de unas condiciones dignas para el envejecimiento y para transitar con dignidad la etapa de la vejez (De Olivera, 2017). No obstante, los cambios en la estructura de la familia y las fracturas en el ciclo vital familiar, que se asocia tradicionalmente al nacimiento, crecimiento y emancipación de los hijos, constituyen un drástico cambio en la manera en que se asume y se vive la vejez.

Una dimensión importante en este proceso de cambio social es la decisión de muchas personas de no tener hijos, de no realizar, ni realizarse en la maternidad o la paternidad decidida de manera autónoma y planificada (Álvarez-Mora, 2017), lo que resignifica no solo el valor social de la vejez como punto máximo del desarrollo del individuo en la realización de la familia, sino que además cuestiona los preceptos mismos del ciclo vital y de la manera en que socialmente se estructura la institución familiar (Escobar-Estay & Sanhueza-Alvarado, 2018).

No tener hijos, como decisión implica una situación especial que rebasa los marcos de referencia de las teorías de la estructuración social, especialmente en el contexto de la biografía individual y la interacción social. Las decisiones de mujeres y de hombres frente a la maternidad y la paternidad desbordan y tensionan, por ejemplo, las representaciones sociales cristalizadas en el tiempo, que cuestionan la naturalización de los roles asignados a mujeres y hombres (Chacón-Onneto y Tapia-Ladino, 2017), y que producen un ámbito emergente de tensiones entre el individuo y la sociedad.

Precisamente, una de estas tensiones actuales respecto a los individuos que han decidido no ser madres o padres (Linares et al., 2017) tiene que ver con su proyección como personas adultas mayores en una sociedad en que, se espera, la lógica de las familias tradicionales sea la corresponsabilidad en el cuidado de las personas ancianas (Hernández-Quirama et al., 2019). Dichas tensiones se manifiestan en el afrontamiento individual de la etapa de la vejez y del proceso del envejecimiento, con las dotaciones psicológicas, sociales y económicas para la garantía de unas condiciones de vida (De Olivera, 2017) que se consideran adecuadas para la época actual. Para los individuos en esta condición, la existencia de una familia, en términos tradicionales, y de la presencia de unos hijos, no es garantía de bienestar en el futuro (López-Doblas y Díaz-Conde, 2018b).

De hecho, existe una noción pesimista muy extendida sobre la etapa de la vejez entre los adultos jóvenes y los adultos, no sólo en términos del deterioro de la salud y de las condiciones de vida (López-Doblas & Díaz-Conde, 2018), sino, además, sobre la disminución de las posibilidades de participación y de interacción social (Gómez-Rubio, 2019). Noción pesimista que se articula con las modificaciones mismas en la estructura y roles familiares respecto del cuidado de las personas adultas mayores como responsabilidad centrada en los familiares, especialmente en la relación entre padres e hijos (Balseca-Basantes & Chiliquinga-Vejar, 2016).

Tener hijos no garantiza el cuidado en la vejez, tampoco es un imperativo social hoy el que los hijos deban asumir la condición de cuidadores, especialmente si se considera que cada vez es mayor el número de personas y de parejas que, de manera autónoma, deciden no tener hijos. El cuidado de las personas mayores requiere hoy una provisión familiar y pública avanzada (Aguirre-Cuns & Scavino-Solari, 2016), en detrimento de la noción de que la responsabilidad del cuidado recae en los hijos. De hecho, tener hijos no es garantía de soporte para la vejez, por el contrario, el fenómeno de postergación de la autonomía y el aplazamiento de la emancipación de los hijos es un fenómeno que también impacta en las provisiones del cuidado puesto que los padres se ven abocados a ampliar el tiempo de moratoria esperado socialmente respecto a la permanencia de los hijos en el hogar (Rojas, 2011).

Si bien el papel de la familia en el cuidado es fundamental y estratégico, se hace relativo el sentido de obligatoriedad del hijo-cuidador cuando se reclama una nueva estructura social del cuidado que, independientemente de los hijos, garantice unas condiciones óptimas para las personas que alcanzan esta etapa y que constituyen un nuevo desafío para enfrentar los nuevos retos políticos, tecnológicos y demográficos (Cambero-Rivero & Baigorri-Agoiz, 2019).

Existe un avance importante en la profesionalización del cuidado institucionalizado y una demanda creciente para que se construya y amplíe la institucionalidad del cuidado de la vejez no solo como un derecho fundamental, que incluye la profesionalización de los cuidadores que deben asumir esas funciones que no realiza la familia, sino, además, como un precepto esencial en la ética del cuidado (Pineda, 2018).

Pero no solo hay cambios en la familia y retos para el Estado en la construcción de las dotaciones para la vejez, también el mercado ha desarrollado una importante estructura del cuidado, pero que jerarquiza y privilegia el acceso al cuidado de acuerdo con las diferencias económicas, educativas y culturales de cada individuo (Colombo et al., 2013), produciendo, así mismo, una alta inequidad y subvaloración en el cuidado tradicional en relación con las nuevas ofertas del mercado (Hernández-Quirama & Rojas-Betancur, 2018).

Más allá de la familia, el Estado o el mercado, quienes han decidido no ser madres o padres, constituyen un punto social de quiebre importante para el análisis de los profundos cambios sociales que se expresan en la decisión de no tener hijos y sus implicaciones familiares y sociales, como un aporte a la compresión de los roles sociales tradicionales sobre la maternidad y la paternidad, pero también sobre el significado que ello conlleva en el proceso de envejecimiento y las situaciones hoy sobre familia y vejez.

En este sentido, el objetivo central de este escrito es analizar las implicaciones de la decisión de no tener hijos por parte de jóvenes adultos y adultos, especialmente en el contexto de los procesos de envejecimiento, ya que constituye un aspecto central en la tradición de la maternidad y de la paternidad en la que se enlaza la reproducción con el cuidado en la vejez.

METODOLOGÍA

La investigación se desarrolló desde un enfoque cualitativo, fenomenológico, con la aplicación de entrevistas en profundidad, en donde se buscó comprender las percepciones que las personas le otorgan a la experiencia de la decisión de no tener hijos ni ejercer los roles de maternidad o paternidad.

Las personas participantes fueron mujeres y hombres mayores de edad, que no son madres ni padres y manifiestan su decisión autónoma de no tener hijos ni ejercer el rol maternal o paternal. El muestreo fue teórico por referidos (muestreo por bola de nieve) a 16 personas en total, 11 mujeres y 5 hombres con residencia en las ciudades de Bucaramanga, Medellín y Cali, en Colombia. La recolección de información se realizó en un ambiente no naturalista, generando un diálogo a profundidad de manera ininterrumpida, a partir de la aplicación de una entrevista semiestructurada centrada en las implicaciones presentes y futuras para quienes decidieron, de manera autónoma, no ser madres o padres. Se derivan varias subcategorías de implicación económica, ambiental y otras relacionadas con el futuro, especialmente desde el análisis de la etapa de la vejez sin hijos. Además, se aplicaron las normas éticas de la investigación con seres humanos, respecto por la confidencialidad de la identidad y la información, y participación voluntaria. Para el análisis de las entrevistas los investigadores se apoyaron en el software Atlas.ti®.

Hallazgos

Los participantes en el presente estudio tienen una edad entre 22 y 47 años, 11 mujeres y cinco hombres. Por nivel educativo, 4 de ellos actualmente cursan estudios de pregrado, 5 son profesionales, 1 tiene especialización, 4 tienen estudios de maestría y 2 se encuentran en nivel doctoral. Además, todos los participantes informaron tener una orientación heterosexual y la mitad de ellos están casadas o casados, o tienen una relación de unión libren mientras que la otra mitad de los participantes informan ser solteras o solteros. Importante, además, que las personas participantes pertenecen a diferentes estratos sociales: 3 personas, según el tipo de vivienda y nivel de vida, pertenecen a estratos sociales altos, 4 personas pertenecen al estrato medio, 6 al medio-bajo y las 3 restantes al estrato socioeconómico bajo.

El presente artículo se limita a los resultados de la categoría implicaciones futuras, que hace parte de una red semántica mayor que, por razones de espacio, no se analiza en su totalidad. Dentro de la categoría se selecciona la subcategoría vejez, como estrategia de análisis para profundizar en el planteamiento específico.

Figura 1. Red semántica de las implicaciones en la vejez por la decisión de no madres, no padres.

Esta selección se justifica en el alto valor semántico que representó el tema de las implicaciones en la etapa de la vejez para los individuos que decidieron trasgredir la tradición de la reproducción y los roles de la maternidad y la paternidad. Al menos 29 elementos fueron seleccionados de los documentos primarios que hacen referencia explícita al tema, tal como se relaciona en la Figura 2.

El significado más general atribuido por los participantes respecto a una reflexión sobre su propia vejez sin hijos hace referencia a que los hijos no son garantía de bienestar futuro, además que es un rasgo egoísta pretender que los hijos sean el soporte de los padres cuando estos sean ancianos. Seguidamente, se encontró un fuerte énfasis en la incertidumbre por el futuro dadas las condiciones sociales hoy: inestabilidad económica, ambiental, política y, aunque con menos fuerza, la idea de lograr condiciones sociales óptimas para garantizar el bienestar futuro, a través de redes sociales o de capacidad de adquisición del cuidado en el mercado.

Figura 2. Red semántica para la vejez sin hijos.

En términos de hallazgos en el presente estudio, la vejez sin hijos se asocia con la soledad (Acosta-Quiroz et al., 2017), pero por parte no de las personas que han decidido no tener hijos, sino por de quienes conforman sus círculos sociales y conocen de esa decisión. Se trata más bien de un tema de responsabilidades, de no delegar en los hijos el cuidado futuro y de entender que no existe ninguna garantía de que la familia sea un soporte seguro en la vejez.

P 3: M3.rtf–3:12 Desafortunadamente, la realidad nos muestra que no es necesario tener hijos para que usted se quede sola en la vejez, entonces, yo también contra argumento eso, les digo, en realidad, que si tendré que morirme viejita solita, lo acepto y ya, y estaré contenta de que he hecho lo que he querido, vivido lo que he tenido que vivir, pero no quiero delegarle esa responsabilidad a otra persona, que si yo no soy buena para el cuidado, que otros tengan que cuidarme a mí.

P 9: H1.rtf–9:14 Pero luego esas mismas personas le dicen que quién lo va a cuidar a uno en la vejez, eso es como, “vale, estás teniendo hijos para que alguien te cuide”, eso sí me parece egoísta.

P 11: H3.rtf–11:14 Yo siempre le dije a mi mamá que yo esperaba llegar a mi vejez sin tener la necesidad de que mis hijos me cuidaran.

Las personas que tomaron esta decisión proyectan una vejez ambigua en términos de incertidumbre, autocuidado y garantía de adquirir, en el mercado, las condiciones para el cuidado, asumiendo, en todo caso, que la vejez es una etapa de deterioro físico y emocional, de pérdidas, en todo caso.

P 8: M8.rtf–8:15 (…) lo importante es que tú puedas tener un patrimonio que te permita vivir dignamente o poder pagar un lugar donde tú puedas estar cómodamente, donde te cuiden, o tener tu propia casa y tener una vida saludable que te permita llegar a una vejez digna.

P 10: H2.rtf–10:32 Pero, por supuesto, ante los riesgos hay que plantear planes de contingencia, si es posible; hay un tema que uno podría manejar en su vejez, la vejez, y en eso sí nosotros con mi pareja pensamos muy distinto, la vejez es una etapa, es otra etapa de la vida que tiene que asumirse con las condiciones que eso implica, hay que prepararse para esa etapa, es una etapa de caída libre en casi todos los aspectos, pero en otros aspectos se pueden hacer cosas.

Se refuerza, en este sentido, que los hijos no pueden ser egoístamente considerados un seguro para la vejez, haciendo énfasis en que las actuales generaciones de niños y jóvenes son diferentes, no tienen incorporado ese principio de su responsabilidad por el cuidado de los padres cuando lleguen a la etapa de la vejez.

P 1: M1.rtf–1:23 Pero como que está pensado de esa manera, ya lo tengo concebido, me voy a un hogar, no donde me dejen en una mecedora todo el día, hoy hay unos complejos residenciales especializados en el adulto mayor, yo me visualizo ahí, en donde hay toda una comunidad.

P 1: M1.rtf–1:27 Me parece que uno tener hijos para que los hijos cuiden de uno no es una posición de “te estoy dando para que después tú me des”; entonces, las nuevas generaciones son generaciones que se mueven en el mundo con mucha facilidad; entonces, pues he visto en muchos ejemplos de familias cercanas, donde los hijos simplemente salen del país, y los papás se quedaron como deben quedarse, como debe ser.

La decisión frente a la reproducción y los roles sociales como madres o padres signan al individuo como reflexivo frente a su propio lugar en la sociedad y la manera de enfrentar los retos futuros. En este sentido, el futuro es algo que se puede organizar sin hijos, pero con previsión económica y social para enfrentar la vejez.

P 2: M2.rtf–2:23 Hice una publicación en redes sociales hace ocho días, hablando de ese tema, preguntando quién quería formar un parche conmigo para el geriátrico, me contestaron un montón, fue como un experimento, me tildarán de mujer loca de soledad, dije “vamos a ver qué contestan”, en lugar de recibir mensajes pesimistas, recibí mensajes muy chéveres.

P 2: M2.rtf–2:18 El hecho de tener un hijo no le garantiza [a uno] que vaya a estar acompañado a futuro. Uno tiene el tiempo suficiente para organizarse, hay opciones para uno no estar solo en la vejez.

P 2: M2.rtf–2:22 Es difícil, es complicado, pero pienso que hay opciones, obviamente en este momento uno piensa cómo asegurarse una vejez en compañía, pero sin necesidad de tener hijos, miro alrededor y digo, “tranquilos voy a estar bien, así sea con mis amigos, que comparten esa idea, un combo de amigos que compremos una casa y paseamos”.

P 5: M5.rtf–5:9 Más que todo se trata de dinero y de tener dónde estar cuando uno esté muy viejo y no pueda hacer nada por sí mismo, entonces hay que crear un fondo para la vejez o algo así, para no tener esos arrepentimientos (pero)… en la vejez voy a estar sola, no voy a tener pensión, pues esas preocupaciones, y ya pues las dejé.

La soledad en el futuro es un elemento recurrente en las entrevistas que expone y cuestiona a otros que conocen la decisión de estas personas. Las justificaciones alrededor de ello vienen estructuradas por afrontarla sin temor y con preparación, asumir que muchas personas con hijos viven solas, abandonadas en la vejez y, además, que la soledad no necesariamente sea un estado malo en el futuro.

P 5: M5.rtf–5:21 (…) en la vejez voy a estar sola, no voy a tener pensión, pues esas preocupaciones, y ya pues las dejé. En ese momento veré que hago, pero no voy a tener a alguien que se haga cargo de mí en un futuro.

P 6: M6.rtf–6:29 (…) ella tiene miedo de llegar sola a la vejez, entonces yo pienso que la soledad es un estado mental. A muchas personas les afecta eso, pero yo siempre me he sentido mejor sola, bueno, tengo pareja y uno disfruta su soledad (…) “¿entonces quién la va a acompañar cuando sea vieja?” y yo digo, es que los ancianatos están llenos de gente que tienen hijos, que no los visitan y los dejan allá.

P10: H2.rtf–10:29 (…) la vejez es una etapa, es otra etapa de la vida que tiene que asumirse con las condiciones que eso implica, hay que prepararse para esa etapa, es una etapa de caída libre en casi todos los aspectos, pero en otros aspectos se pueden hacer cosas.

En medio de las proyecciones y justificaciones sobre el futuro, queda claro que para los sujetos pensar en la etapa de la vejez conlleva el tema de la incertidumbre para todos: los que tienen hijos, los que tienen empleo y una profesión, los que se preparan y no se preparan para el futuro, convirtiéndose todo ello en una lucha individual por el acceso a unas condiciones de vida con calidad para la vejez, más desde el autocuidado y la autogestión que desde la esperanza en otros.

P 8: M8.rtf–8:16 (…) el tema de la vejez está zanjado en ese sentido, en un propósito personal de autocuidado desde ahora y un ejercicio de ahorro y de tener mi propio patrimonio.

P 10: H2.rtf–10:30 (…) el tema de la vejez me inquieta, que uno dependa demasiado de otros en términos físicos, movilidad limitada, enfermedad, ya veremos yo qué hago.

P 11: H3.rtf–11:15 Yo espero llegar a una vejez plena, saludable, que me permita valerme por mí mismo, ojalá ya cuando yo no pueda ni conmigo mismo me muera para no darle dolores de cabeza a nadie.

P 10: H2.rtf–10:34 Eso también hay que tenerlo claro, estas situaciones de esa flexibilidad laboral que cada vez es más extrema, llegando inclusive a pagar horas, eso genera cierto panorama de que usted tiene que hacer cosas ya, si no las hace, su vejez puede ser muy complicada, me parece que eso influye bastante y hay que planearlo.

Pero la decisión de no tener hijos, y en la mayoría de los casos que se estudiaron acompañados de métodos definitivos de planificación, no significa que se convierta en una condena para la vejez, está el mercado, el Estado, las redes sociales de apoyo y otras posibilidades que disminuyen la preocupación de otros por el futuro.

P 4: M4.rtf–4:28 Infundiéndome el miedo de la soledad, de que “te vas a quedar sola”, “piensa más adelante” “¿todo lo que tú sabes no te gustaría dejarlo para alguien?”.

P 10: H2.rtf–10:37 A mí la soledad no me causa (afecta), eso no va a ser un quiebre.

P 12: H4.rtf–12:6 No quiero un hijo, repito, pero en caso tal que la situación por allá a los 50 años cambie, que sea un jubilado, que quiera dejar una semillita en este mundo, realizaría una adopción que me parece lo más coherente actualmente. Digamos, que yo haya pensado a futuro y diga “oiga, yo me puedo arrepentir o lamentar cuando esté grande”, no, antes me parece una decisión muy satisfactoria.

P 12: H4.rtf–12:10 Hay una cosa que siempre me recalcan, es que yo soy un buen hijo, me lo recalcan mis padres, y me dicen que cuando yo llegue a la vejez, “usted va a necesitar alguien que actúe como usted actúa con nosotros”.

DISCUSIÓN

En una sociedad con drásticos cambios demográficos que prevé a futuro el envejecimiento poblacional, se hace imperativo un cambio social a profundidad que permita construir una institucionalidad robusta para temas como la dotación institucional (Jaramillo, 2018) para la atención a la vejez con óptimos niveles de calidad de vida (Hernández-Quirama et al., 2019).

En las familias estos cambios parecen ser muy drásticos en dos direcciones: más personas que deciden no tener hijos y la pérdida de eficacia de la noción tradicional de que los hijos deben cuidar a los padres cuando llegan a la vejez. Lo que, a su vez, implica una transgresión y fractura del ciclo vital familiar que se basa en la idea de la reproducción, crecimiento y emancipación de los hijos (Puyana-Villamizar & Mosquera-Rosero, 2005).

Cuando las personas toman esta decisión reciben de otros una alta presión social respecto a la soledad o la desprotección en la vejez; sin embargo, la presencia de los hijos, por una parte, no garantiza las dotaciones de cuidado en la vejez y, por otra, las personas individualmente son más conscientes sobre la importancia de garantizarse unas condiciones materiales y sociales óptimas para una etapa de la vida que debe construirse como un envejecimiento activo (Cambero-Rivero & Baigorri-Agoiz, 2019).

Por el contrario, en este estudio se corrobora que en la mentalidad social aparece la idea de ser responsable con los hijos y no condenarlos como cuidadores, no debe ser esa su función ni debe ser esa la motivación para convertirse en madres o padres, además que el individuo también se puede decidir a no cuidar a otros desde este rol (Brauner-Otto & Geist, 2018).

Aunque no existen datos consolidados y discriminados que permitan conocer el tamaño de la población de jóvenes adultos y adultos que de manera autónoma decidieron no tener hijos y no asumir el rol de madres o padres (DNP, 2016), la técnica de muestreo por referidos en este estudio nos confirma que es una tendencia en crecimiento y un fenómeno de alcance global (Brauner-Otto & Geist, 2018).

Las personas participantes tienen una situación particular, ya que frente a su decisión son señalados socialmente como transgresores de la tradición, resultado que se apoya en algunos trabajos (Chacón-Onneto & Tapia-Ladino, 2017; Linares et al., 2017), de entrada, provocando una reflexión sobre sí mismos y sobre lo social centrada en la necesidad de ser mejores planificadores de su propio futuro y garantizarse condiciones óptimas en el proceso de envejecimiento.

Si bien cada individuo se hace cargo de sí mismo en la sociedad actual, cada vez existen más demandas de dotación e infraestructuras del cuidado para la vejez, incluyendo demandas para la dotación pública, la ampliación de ofertas en el mercado del cuidado y la provisión desde políticas públicas de instrumentos acordes a los cambios presentes y futuros en el proceso de envejecimiento poblacional.

CONCLUSIONES

Para las personas que deciden apartarse definitivamente de los roles materno o paterno, desde el presente estudio, no tener hijos es también un acto de responsabilidad, al no condenarlos a ser cuidadores de sus padres cuando estos lleguen a la etapa de la vejez. Si bien la postura de muchos individuos que toman esta decisión es básicamente autónoma y del fuero individual o de pareja, las demás personas que conocen la situación luego de la reacción socialmente esperada donde aflora la pregunta por la vejez, la herencia, la huella que debemos dejar en el mundo, entiende esas justificaciones: como un acto de responsabilidad no se tienen hijos. Por otra parte, el futuro es algo que se puede organizar sin hijos, pero con previsión económica y social para enfrentar la vejez; algunas personas, incluso, prevén consolidar redes sociales de apoyo, adquirir bienes y recursos, garantizar el acceso a un mercado de cuidado, entre otros.

La soledad en el futuro es un tema de reflexión y un elemento recurrente entre los participantes en el presente estudio, pero también existe un amplio conjunto de dotaciones para afrontarla sin temor y con preparación, asumiendo que todas las personas, con y sin hijos, luchan individualmente por el acceso a unas condiciones de vida con calidad para la vejez, más desde el autocuidado y la autogestión, que desde la esperanza en otros. De esta manera, tener hijos no es garantía de cuidado en la vejez, y no deben ser considerados como un seguro para afrontar esta etapa; por el contrario, este estudio permite corroborar que muchas personas con familia tienen una vejez en soledad y con graves problemas en su calidad de vida.

Por otra parte, asumir esta postura que transgrede los ciclos naturalizados de la reproducción, es una decisión, al parecer, cada vez más frecuente entre los jóvenes adultos y adultos en nuestra sociedad. El estudio por referidos nos muestra que cada vez más personas toman esta decisión refrendada en la responsabilidad, el cuidado, la economía y otras motivaciones e implicaciones, incluyendo la reflexión sobre la etapa de la vejez sin hijos por decisión.

FINANCIAMIENTO

Este estudio hace parte del proyecto de investigación: “No-Madre, No-Padre por elección. De la imposición a la decisión sobre la maternidad y la paternidad”, Código VIE No. CH-2019-1. Universidad Industrial de Santander, 2019.

CONFLICTO DE INTERESES

Los autores declaran la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.

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Notas de autores

Andrea Hernández Quirama

PhD. Investigaciones Feministas y Género. Docente de la Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga-Colombia. ORCID: 0000-0003-1955-0566 Contacto: ahernanq@uis.edu.co

Hector Mauricio Rojas Betancur

PhD. Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Docente de la Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga-Colombia. ORCID: 0000-0003-0569-8236 Contacto: hmrojasb@uis.edu.co