El uso de las nuevas tecnologías por parte de niños y adolescentes ha sido una preocupación constante de padres de familia, docentes e instituciones educativas, en tanto se parte de considerarlos como sujetos vulnerables y se alerta sobre los impactos negativos en su comportamiento, actitudes, bienestar y seguridad (Garmendia-Larragaña, Casado-Del Río y Martínez, 2015). A pesar de ello, Livingstone & Bober (2006) han evidenciado en sus investigaciones que los adultos a cargo subestiman las situaciones problemáticas a las que se enfrentan los menores, lo que, sumado al inicio temprano del uso de Internet, complejiza la tarea de mediar los riesgos.
El nivel de exposición es un tema que llama la atención, en tanto que, con el inicio temprano en el uso de dispositivos digitales, en especial de Smartphone, el nivel de exposición aumenta de manera significativa. Según Cuervo Ríos (4 de mayo de 2017), en Latinoamérica la edad de inicio en el uso de Smartphone está entre los 10 y 12 años, el 83 % de los menores abren cuentas de Facebook mintiendo sobre su edad, existiendo cinco millones de usuarios con menos de 10 años. En Colombia, uno de cada tres menores de 12 años es usuario permanente de la web, el 40 % de niños entre los 2 y 4 años tienen contacto esporádico con dispositivos móviles, mientras que el 72 % de menores de 8 años tienen un uso frecuente. Frente a esto, el acompañamiento de los padres aparece insuficiente. Entre 9.500 jóvenes, con edades entre los 12 y 17 años, que fueron consultados, solo el 50 % refiere el seguimiento de los padres a las actividades que ellos realizan en la red.
Los estudios han reconocido los riesgos que enfrentan los adolescentes en Internet, incluyendo el acceso a contenidos, el contacto con desconocidos, ciberbullying, uso problemático y dependencia de Internet (Cerezo, Arnaiz, Giménez, y Maquilón, 2016; García, López de Ayala-López y García-Jiménez, 2014; Keipi, Oksanen, Hawdon, Näsi & Räsänen, 2015). Pero también han atendido al hecho de que el acceso a Internet ha generado una mayor cualificación de los jóvenes frente a herramientas digitales. El mejoramiento de las habilidades para el uso va permitiendo un mejor aprovechamiento de las oportunidades on line, que redunda en el desarrollo de nuevas habilidades (Caicedo-Tamayo y Rojas-Ospina, 2014; Lee & Chae, 2012; Livingstone & Helsper 2008).
Frente a lo cual se reconocen dos posiciones sobre la relación entre cualificación y riesgo. Livingstone & Helsper (2008) han destacado que la confianza en las propias habilidades tiene un efecto en la propensión de los jóvenes a estar expuestos; y en un estudio posterior también se ha hecho énfasis en que una mayor cualificación genera una mayor exposición a riesgos (Livingstone et al., 2017). De otro lado, Garmendia-Larragaña, Jiménez-Iglesias, Casado y Mascheroni (2016) encuentran que la exposición de los adolescentes no involucra necesariamente un riesgo considerable para ellos.
En cuanto a la mediación, estudios previos han establecido que durante la adolescencia los padres y amigos pueden influir en el comportamiento de riesgo de los adolescentes. Algunos han argumentado que ambos juegan papeles opuestos, la mediación de los padres puede reducir la exposición a riesgos, mientras que la influencia de amigos puede aumentarla (Cho & Yoo, 2017; Ho, Chen & Ng, 2017; Sasson & Mesch, 2014). Pero, a pesar de asociar la mediación paterna consistentemente con una menor prevalencia de comportamientos de riesgo de los adolescentes (Borawski, Ievers-Landis, Lovegreen, & Trapl, 2003), esto se ve contrapuesto al escaso conocimiento que las familias tienen sobre los riesgos en Internet y las actividades que realizan sus hijos en línea, entre otras cosas por la brecha digital entre generaciones (Chang et al., 2015; Giménez, Luengo y Bartrina, 2017; Torrecillas-Lacave, Morales de Vega y Vázquez-Barrio, 2017; Prensky, 2001; Symons, Ponnet, Walrave & Heirman, 2017).
En este marco se ha desarrollado un conocimiento de la mediación parental como proceso dinámico, emergente en las interacciones entre padres e hijos adolescentes, que trasciende reglas y estrategias preconcebidas (Symons et al., 2017). Desde aquí se ha asociado el monitoreo o mediación de los padres, así como una mejor calidad de las relaciones con un uso menos problemático. Como resultado, las estrategias de mediación han sido definidas como: mediación activa, mediación restrictiva, co-uso, mediación técnica (Livingstone & Helsper, 2008; Livingstone, 2007).
Del lado del contexto escolar, vale resaltar que los estudios han atendido al papel de las instituciones educativas como actores del proceso de mediación del riesgo y la potencialización de las oportunidades que trae la tecnología, destacándose, de igual manera, dos posiciones: una, en los estudios que han evidenciado las limitaciones de los contextos escolares y los actores educativos frente a la integración de las nuevas tecnologías a la cotidianidad escolar (Piscitelli, 2009), y otra en aquellos estudios que han resaltado el papel de la mediación en la escuela para la prevención del acoso escolar y cibernético (Denny et al., 2015).
El interés por estas situaciones y contextos llevó a un equipo de la red Latinoamericana de Kids On Line (Latamko), con la participación de investigadores de Chile, Uruguay, Colombia, Costa Rica y Perú, durante el primer semestre de 2016, a plantear una investigación cualitativa para indagar sobre significados atribuidos a situaciones relacionadas con el uso de Internet, desde la percepción de adolescentes, padres/madres y maestros. Para el ejercicio, se utilizó como modelo la tercera fase de EU Kids On Line, realizada ente el 2012 y 2014 en Europa.
En su revisión, el equipo de Latamko propuso incluir las dimensiones de mediación y oportunidades, además de la de riesgo, entrevistando padres/madres y profesores, bajo la consideración de un modelo de “ecología digital” (Livingstone & Helsper, 2008) en el que confluyen las acciones de la familia, la escuela y los grupos de pares en el desarrollo de las competencias digitales de los niños, niñas y jóvenes.
Los resultados comentados corresponden a la aplicación en la ciudad de Medellín-Colombia, desarrollada por un equipo de investigación de la Universidad Católica Luis Amigó.
El método fue retomado de la investigación realizada por EU Kids Online (Haddon, 2014), y la adaptación realizada por el equipo de Latamko al contexto latinoamericano, con un diseño cualitativo exploratorio. Se tuvieron presentes la complejidad en la que se integran los diferentes significados frente al riesgo, las interacciones que se generan y la posibilidad del desarrollo de competencias digitales en los jóvenes, manteniendo la atención constante en la relación con la familia, los estamentos escolares y sus pares.
Basados en las técnicas propuestas por Smahel y Wright (2014), el equipo de Latamko realizó entrevistas a duplas de adolescentes, reunidos por género, cercanía y amistad entre ellos, facilitando la confianza y la expresividad frente a las vivencias; además, se realizaron grupos de discusión (Canales, 2006) para recuperar el conocimiento del sentido común de los jóvenes frente al uso de la Internet.
Las preguntas se elaboraron teniendo en cuenta cuatro dimensiones referidas a: uso, oportunidades, problemas-riesgos y mediaciones. La entrevista fue adaptada a los tres públicos, definiendo preguntas diferenciales para identificar los significados de padres/madres y profesorado. En los grupos de discusión se presentaron relatos cortos e inconclusos para cada una de las dimensiones, invitando a los jóvenes a concluir cada historia.
La muestra se seleccionó de manera intencional y estuvo basada en criterios que garantizaron la diversidad de los contextos (Vasilachis, 2006), por esta razón se determinó incluir un colegio de carácter estatal, uno privado y uno mixto. En cada colegio se seleccionó un grupo de jóvenes de 14 y 15 años, a partir de una encuesta de intensidad del uso de Internet, a la que se integraron preguntas para identificar a los amigos más cercanos, a los docentes referidos como lejanos o cercanos y sondear el interés en participar.
Con los jóvenes interesados se procedió a solicitar el consentimiento informado de los padres, incluyendo una pregunta por su voluntad de ser entrevistados. Al final de este procedimiento se obtuvieron 6 entrevistas a duplas, 3 de hombres y 3 de mujeres, 2 grupos de discusión, 6 entrevistas con 3 docentes considerados cercanos y 3 considerados lejanos por los mismos jóvenes, y 2 entrevistas a las madres de familia de los jóvenes de dos instituciones.
Participante |
Institución educativa pública |
Institución educativa privada |
Institución educativa subvencionada |
Estudiantes |
10 |
10 |
4 |
Docentes |
2 |
2 |
2 |
Padres de Familia |
1 |
1 |
0 |
Fuente: elaboración propia.
Para el análisis de la información se partió de la codificación utilizada en Europa (Global Kids online, 2016), diferenciando las dimensiones de dificultades/riesgos, de la de oportunidades y mediación, dando igual relevancia a cada una y ampliando algunas definiciones desde los hallazgos específicos de la primera codificación. Las definiciones de situaciones problema, personas y plataforma se conservaron.
La codificación se hizo con el software Atlas ti versión 7.0. Los códigos fueron asignados de acuerdo con definiciones mencionadas y redefinidos a partir de la información emergente extraída de los datos, siguiendo el método comparativo constante (Strauss y Corbin, 2002).
Fuente: elaboración propia.
En el análisis de los significados de oportunidad y riesgo que emergieron en el discurso de los jóvenes, la Internet se destaca como un espacio de socialización. Se percibe la naturalización de la virtualidad como forma de relación, en tanto hay una serie de acciones y comportamientos integrados a su cotidianidad.
La socialización es central en la experiencia de conexión a la red de los jóvenes. Las acciones principales incluyen una gran variedad de usos dirigidos a la comunicación. En los tres colegios el acceso a Internet les ha permitido establecer y mantener relaciones, agilizar el envío y recepción de mensajes y relacionarse con personas que –de otra manera no se podrían contactar–, siendo un medio para disminuir barreras de comunicación con personas que están en otras ciudades o fuera del país. Con ello, los jóvenes acceden a una base social más amplia, que no está limitada a su barrio, colegio, o a sus conocidos, que no se restringe por las distancias, haciendo de la comunicación ininterrumpida un gran beneficio.
En sentido similar, el chat ha permitido modificar las formas de comunicación para los escenarios cercanos. El WhatsApp aparece como mediador entre los jóvenes, padres, otros familiares y con sus círculos sociales. Hay otras formas de presencia que significan soporte, cercanía y constancia. Ejemplos de ello son: la permanencia de los padres, quienes acompañan, regulan y controlan a través de su comunicación por chat, y la extensión de la relación con amigos y compañeros, que va más allá de la jornada escolar o de las actividades conjuntas, apareciendo en algunos casos una conversación continua, sin fin. En contraste, como medio de comunicación para el aprendizaje su uso es limitado, incluye principalmente a compañeros y poco al profesorado, limitándose en función de tareas o actividades pendientes.
El contacto con extraños está relacionado con diversos usos: la coincidencia en juegos online, la búsqueda y el encuentro a través de páginas que tiene este fin, además de las sugerencias emergentes en las redes sociales. Es realmente fácil, sólo se requiere un juego en línea y un teléfono, que los contactará con otro jugador, con quien se inicia una conversación por diversos motivos. Aun cuando esto aparece como oportunidad, algunos dudan en categorizar a estas personas como amigos, más bien son quienes consideran esta situación como un riesgo los que asumen que es inherente al hecho de aceptar o proponer amistad a un desconocido la posibilidad de quedar inmerso en situaciones desagradables. Para quienes resaltan esto como oportunidad, conocer gente de otros lugares facilita el encuentro con diversas culturas, con personas cercanas a sus propios intereses lúdicos o de conocimiento, manifestando que no tendría por qué verse únicamente como una situación que los podría vulnerar.
Como riesgo, es para los jóvenes evidente que el momento de mayor exposición fue cuando estaban iniciándose en el uso de Internet, a los 10 años, sin distinción de género. En esas primeras inmersiones primaba una búsqueda intensiva de contactos y el afán por hacerse visibles; en especial en Facebook, querían incrementar su número de amigos, principal razón para agregar gente que no conocían y para vincularse a ellos por otros medios, como chat y correos. Entonces tenían menos estrategias para diferenciar las intenciones de las personas, que las que reconocen ahora.
Aunque la mayoría no reconoce de manera clara su exposición real a riesgos, evidenciaron que pueden ser susceptibles a contenidos o contactos molestos, a través del acceso que tienen a noticias, videos o información de las mismas redes sociales. Sin embargo, el recorrido que han hecho entre su inicio en la Internet, cuando eran más ingenuos y por tanto crédulos, y las experiencias que han visto, vivido o conocido a través de terceros, les hacen presentarse como más capacitados para cuidarse. Esta autopercepción de seguridad frente al uso hace un reconocimiento a sus habilidades para identificar y evitar extraños mediante: stalkear (revisar informaciones personales del perfil, gustos, contactos y publicaciones), desatender invitaciones, no compartir información personal y fotografías y bloquear a personas desconocidas, en especial a quienes envían propuestas de carácter sexual.
La atribución de responsabilidad frente a los riesgos que puede significar el contacto con extraños recae para ellos en cada persona, enfatizando en que la búsqueda de hacerse públicos, el deseo de obtener más likes y lograr un número mayor de contactos en las redes, hace que algunos se expongan en mayor medida a esos riesgos.
El ciberbullyng, la duplicación de cuentas, la creación de perfiles falsos y la clonación de perfiles son situaciones conocidas para ellos. En cuanto a las amenazas a través de las redes, las burlas o la suplantación son fenómenos que se les hacen más cotidianos. Incluso en el colegio público, uno de los jóvenes mencionó haber participado en un engaño de este tipo, al cual se refiere como una broma o tal vez algo molesto, sin darle a ello una importancia mayor.
El uso de la Internet ha puesto en juego el desarrollo de nuevas habilidades, la inauguración de otras maneras de socialización distintas a la cercanía y el contacto que implican la presencia física de las personas. De manera consecuente, estas formas se sitúan en otra naturaleza de relaciones, en la experiencia de “otro mundo”, del mundo virtual que es la red. Habitar allí aparece como un estilo o modo de vida que se genera a partir del acceso a nueva información.
En este nuevo mundo es posible el intercambio entre identidades, se puede ser uno en Internet y otro en el mundo real, lo que conlleva, a la vez, beneficios y riesgos, sin embargo, para los jóvenes parece primar los beneficios. Aparecer como otro permite camuflarse y disminuir el temor a la exposición, estar menos tensos y ser menos tímidos frente a nuevos contactos. Vista de este modo, la identidad virtual permite aumentar la autoestima y borrar las barreras del encuentro frente a frente, además de desarrollar habilidades para destacar, generando otras formas de reconocimiento y popularidad, que parecen más accesibles, e incluso se facilitan las relaciones de amistad y noviazgo.
Siendo así, las dinámicas de las relaciones presenciales pueden ser trasladadas a las relaciones virtuales, pero se potencia la facilidad de expresión. Para los participantes del colegio público es más cómodo hablar de sí mismos, fluyen más al escribir que al verbalizar, hay mayor control emocional y por eso sirve incluso para resolver las situaciones más incómodas. De hecho, cuando se ha producido un malestar en un vínculo cercano, con sus padres, hermanos o amigos, es más fácil disculparse por el chat, asumir la responsabilidad por las decisiones y los errores, que al estar de frente y observando la reacción física de la otra persona.
En contraste con esta percepción, atribuyen como un asunto crítico del uso de la Internet el hecho de contribuir al aislamiento, al mismo tiempo que a la conexión. Las personas ya no comparten tanto en los espacios físicos, en general por estar pegados al celular, actitud que observan en ellos mismos; la preferencia de interactuar por Internet, su uso extendido en la calle, en el metro e incluso en los encuentros grupales de todo tipo, además de la tendencia a chatear o mantener la atención sobre el teléfono, obstaculizan la conversación casual.
En sentido similar, en el colegio público emerge el reclamo que los padres les hacen frente a su uso frecuente del celular, lo nombran como un llamado a compartir más; en el ejercicio realizado en el taller en este mismo colegio, los jóvenes finalizan una de las historias dando una idea de esta situación:
Estos significados ponen de relieve el uso de Internet como herramienta para el aprendizaje. La valoración más clara está relacionada con sus propios intereses, principalmente como un ejercicio no acompañado, autodidacta, útil para aprender inglés, conocer sobre hobbies, mejorar su desempeño en una aplicación o un juego, acceder a información de cultura general o como fuente principal para resolver inquietudes cotidianas, encontrándose una solución para todo y como un lugar necesario para las tareas escolares.
Las formas de acceso aportan métodos diferentes de conocimiento, de un lado se reconoce su utilidad para hacer consultas y prepararse para actividades evaluativas, y de otro contribuye a mejorar otras habilidades, al desarrollo de la imaginación y la creatividad: la Internet permite hacer cosas imaginativas, brinda facilidad para desarrollar un proceso o investigar algo o hacer algo posible.
Como mediador en el proceso escolar, la actividad más frecuente señalada por los jóvenes es la búsqueda de videos que les permiten resolver inquietudes o aclarar temas que no comprendieron. Los más usados por los estudiantes del colegio público son los profesores youtuber, con quienes repasan temas de clase; destacan otros usos como: rastrear en buscadores las preguntas de los talleres, leer un libro en PDF, lo cual es más barato que comprarlo, y como fuente para ampliar sus consultas y mejorar su desempeño.
Si bien se destaca el uso de Internet como fuente de consulta para las tareas académicas y medio principal para el acceso a información, esta práctica no se limita a la sugerencia realizada por los docentes, pues para los estudiantes este es un medio para resolver casi todos los deberes escolares. De este modo, se pone de relieve una diferencia entre el uso de Internet que reconocen los jóvenes y lo que los colegios proponen. Entre las situaciones que se plantearon sobre el uso en cada colegio, se destacan tres: la limitación a un medio de consulta, la importancia que tendría incluirlo como herramienta de aprendizaje en clase, y la evidencia de formas de aprendizaje que pueden prescindir de los docentes, desde experiencias que, para los jóvenes, son más importantes para su vida que las transmitidas a través de contenidos académicos.
La comparación entre las apreciaciones sobre el aprendizaje autodidacta y el uso de Internet para las actividades escolares, evidenció el reconocimiento de las diferencias entre el manejo que los estudiantes hacen de los recursos informáticos y la brecha y limitaciones que hay en los colegios y en los docentes. Se resaltan en ello interrogantes sobre la mediación de los adultos en el aprendizaje y la subutilización de las herramientas informáticas. Sin embargo, para los jóvenes el papel de los docentes tiene sentido en tanto en el aprendizaje autónomo pueden generarse dificultades de dispersión y validación de la información.
En el uso de los estudiantes se confronta lo académico con las redes sociales, presentándose riesgos de distracción frente a la cantidad de estímulos posibles y la baja capacidad para focalizar. Este riesgo se mencionó como una dificultad central de la integración de Internet a las clases, puesto que es posible que algunos estudiantes terminen haciendo cosas diferentes a seguir los temas y se queden chateando.
Se reconoce, además, que el uso de los contenidos puede hacerse de manera acrítica, limitando sus actividades de aprendizaje a copiar y pegar. Los jóvenes del colegio privado lo describieron como “pereza de ir más allá”, y los del colegio público mencionaron que sus búsquedas y consultas se limitan a darle gusto al profesor, más que a un interés de aprender sobre el tema.
Finalmente, es evidente para los jóvenes que el aprendizaje cambió con el uso de Internet, puesto que este es reconocido como un medio económico, seguro, ágil y rápido. En un intento de significar qué sería el mundo sin esta herramienta, se planteó el desplazamiento que ha tenido la consulta en bibliotecas, las cuales siguen activas de diferente manera en los entornos de los tres colegios. Para la institución pública son útiles en tanto en ellas hay uso gratuito de Internet; para la privada, definitivamente están en desuso, y en cierta forma lo lamentan, porque a pesar del ahorro en desplazamiento, el uso de esta herramienta los ha vuelto perezosos; mientras que, para la subvencionada, la biblioteca sigue siendo un lugar de uso actual, un recurso que les permite pensar que no sería tan dramático no tener Internet, pero vale destacar que este fue el grupo con más limitaciones para la conexión.
Aún con estos acercamientos al aprendizaje, se evidencia que el uso de los medios virtuales y los dispositivos móviles desde la didáctica del aula sigue siendo secundario en la labor de los docentes, además de plantear dificultades al entrar en contraposición con los usos sociales preferidos por muchos de los jóvenes.
Una situación que evidenció que para algunos el acceso a la red puede contribuir a una mayor exposición al riesgo o que, por el contrario, el desarrollo de mejores habilidades de uso puede ser un factor protector, fue la aproximación a contenidos que se engloban en el apelativo de web oscura, que mencionaron algunos de los jóvenes de estos colegios.
La apreciación general de los riesgos les permitió plantear a los participantes, en diferentes momentos, que Internet es una herramienta neutra, que puede ser usada bien o mal, y que ha generado beneficios y daños. Esta atribución planteó la idea de la responsabilidad individual, en la cual la seguridad y el aprovechamiento dependen del uso y de los cuidados que cada uno tenga consigo mismo. Los significados asociados a esta concepción permiten entrever la percepción de invulnerabilidad que tienen algunos jóvenes y el sentido del autocontrol como recurso principal, incluso sobre la mediación de otras personas.
Para el análisis de esta información se separaron los criterios para diferenciar la mediación frente a situaciones de riesgo de la mediación que favorece el desarrollo de habilidades de uso, refiriendo la primera a las actitudes encaminadas a prevenir o atender una situación que puede ocasionar daño, y la segunda al acompañamiento para mejorar la utilización de dispositivos e Internet en los procesos de interacción y aprendizaje.
Para los jóvenes, los padres asumen tres tipos de actitudes para prevenir o evitar su exposición a los riesgos. La primera es aconsejar, sugerir o advertir sobre los cuidados que deben tener en el uso que hacen de la red. La segunda es ejercer control para el acceso o restricciones a ciertos sitios o páginas, incluyendo el rastreo de historiales, la solicitud de las claves para acceder al Facebook, otras redes sociales o los servicios de chat; como parte de las medidas de control los padres les retiran los equipos, sobre todo si han detectado un uso excesivo en tiempo, más que en contenido. Una tercera actitud es la revisión de contenidos, preguntando qué hacen, qué sitios visitan o con qué personas hablan; son pocos los casos que refirieron la interlocución con padres y familiares a través de las redes sociales, sin embargo, en estos resaltan la mediación a través de comentarios a las publicaciones de los jóvenes.
Frente a la manera de asumir estas restricciones, los jóvenes mencionan la incomprensión por parte de los adultos del uso que hacen de Internet. Tres frases que se identifican como procedentes de los padres se refieren a: la pregunta ¿qué es lo que tanto hacen ahí?, el llamado a “despegarse” del celular y la alerta frente a su subutilización para el aprendizaje o para cualquier otra tarea más provechosa desde la perspectiva de los mayores.
Relacionado con esta incomprensión, toma un papel central la confianza entre padres e hijos, la cual, según los jóvenes, facilitaría el reconocimiento de sus intereses y, por tanto, la mediación. Se anotan sentidos de ambivalencia entre la necesidad de posiciones del control y la idealización de la confianza; para algunos jóvenes, si no hay una tutela constante, un “estar encima de uno...”, se puede generar un sentimiento de libertad que les incita a hacer cualquier cosa. En sentido similar, su propia suposición como futuros padres revela que ellos mismos incluirían medias de control más tempranas, durante más tiempo y más severas, que las que han vivido; y, además, resaltan que también pasarían más tiempo con los hijos, se interesarían en lo que les gusta de Internet y se actualizarían frente a lo que allí pasa con los más jóvenes.
Estas observaciones se contrastan con su valoración de la responsabilidad individual. Para los jóvenes los principales responsables de cualquier tipo de mediación deben ser los padres, haciendo énfasis en que los riesgos aumentan en la medida en que estos desatiendan el uso que sus hijos le dan a la tecnología. Las prácticas de mediación para los jóvenes del colegio privado se centran en la primacía de la formación recibida en la casa, para los del colegio público, en el límite frente al acceso y tenencia de equipos tecnológicos a temprana edad, y para los del subvencionado, en el conocimiento que deberían tener los padres de los intereses y las actividades que desarrollan sus hijos en Internet.
En los límites se reconoce también un proceso de flexibilización en los controles y el tipo de mediación de los padres al trascurrir del tiempo. De manera proporcional, a su idea de mayor capacidad de autocuidado y desarrollo de habilidades, aparece que los padres se han relajado, en especial al incrementar el acceso de ellos mismos e ir integrando más la Internet a la vida de la familia.
Con relación a la integración familiar, se hace relevante el papel de otros miembros de la familia en la mediación, surgiendo como acción importante el acompañamiento que los jóvenes hacen a sus hermanos menores y el que recibieron de sus hermanos mayores. Entre hermanos se participa del acceso, contenidos, páginas, mensajes y contactos de manera más fluida, lo que permite compartir estrategias de autocuidado y protección. En algunos de los casos, incluso los padres les solicitan a sus hijos este tipo de mediación. La solicitud de apoyo a los hijos mayores pone de relevancia la diferencia de manejo entre padres e hijos de las herramientas informáticas; esta diferencia se expresa, por ejemplo, al comparar las edades de acceso al computador y luego su inmersión en la red, la tenencia de equipos personales y familiares, así como el acceso a equipos y redes en instituciones educativas, bibliotecas y salas públicas en sus comunidades. En pocos casos los jóvenes mencionaron experiencias en las que sus padres tienen mejor acceso o manejo de Internet. La mediación está relacionada también con el uso que más se destaca familiarmente, puesto que también los padres, madres y adultos familiares comparten el uso de redes sociales y del chat como formas de interacción, comunicación y acercamiento que se han hecho cotidianas. Frente a esta situación, la posición más claramente referida sitúa al joven como facilitador en la aproximación de los adultos de su familia, padre, madre, abuelos y tíos. El nombrarse como pertenecientes a la generación de la tecnología, fue expresado por los jóvenes de diversas formas, reforzando la imagen de sí mismos como más avanzados que sus adultos referentes; de hecho, compartieron experiencias sobre la exposición al riesgo de algunos adultos debidas a su desconocimiento e ingenuidad, haciendo énfasis en el descrédito de la capacidad de padres/madres, maestros, de mediar frente a las situaciones que viven.
Del lado de la percepción que tienen los jóvenes del papel de las instituciones educativas frente a la mediación del riesgo, es mayor la limitación, referida principalmente a controles de acceso y restricción del uso a través de claves, que en algunos casos son jaqueadas por estudiantes.
Frente a estas restricciones, en cada institución se dejan ver políticas o prácticas diferentes: en el colegio privado no hay acceso individual a redes, el celular está prohibido durante toda la jornada y sólo los docentes están autorizados para integrar estos medios digitales a las actividades. En el colegio público hay prohibición expresa, pero los jóvenes usan el celular, interfieren en ocasiones con las clases, siendo la mayor preocupación las distracciones.
En oposición al control de acceso, la percepción de acciones de prevención es más confusa, pasando de una permanencia de actividades preventivas, charlas de docente u otras personas sobre los peligros del uso de Internet, en el colegio privado, a un énfasis preventivo en la básica primaria, actividades aisladas y acciones específicas de algunos profesores del colegio público, hasta la concentración en los docentes de informática sin acción específica, del colegio subvencionado. Para los jóvenes, los colegios podrían asumir la realización de campañas, la generación de información preventiva e incluso involucrarlos a ellos mismos como mediadores en la formación de los más pequeños. Pero no dejan de señalar que asumir una posición activa como docentes frente a la mediación podría traer una serie de inconvenientes con los estudiantes, porque algunos no reconocen la autoridad de los profesores, y con los padres, que no aprueban la inclusión de los docentes en ciertos comportamientos de sus hijos.
Signada por estas restricciones de acceso, por la intolerancia al uso de tecnologías móviles en las aulas, las limitaciones en conexión a redes, acceso a equipos por número de estudiantes, y el mismo manejo de la tecnología por parte de los docentes, la mediación del uso de Internet como herramienta pedagógica o apoyo didáctico es leída por los jóvenes como subutilización o desinterés frente a otras maneras de aprendizaje más cercanas a ellos.
Así las cosas, se reafirma que los docentes dirigen el uso educativo de Internet principalmente como medio de consulta, limitándose en el colegio subvencionado a la solicitud de un quehacer, su revisión y calificación; en el colegio público a las herramientas útiles para los cursos de inglés y ciencias sociales, siendo muy poco significante la orientación en el aprendizaje de otros recursos, en los cuales siguen su propia iniciativa; y en el colegio privado, pese a situarse de manera más clara las restricciones, los docentes parecen apoyarse incluso en los equipos móviles, descargando aplicaciones e integrándolos al proceso de clase.
Del mismo modo, la aplicación de redes y servicios de mensajería como parte del proceso de interlocución entre estudiantes y docentes es muy limitada. Se atribuyen diversas razones para ello, entre las cuales se destacan: políticas institucionales que limitan el establecimiento de contactos fuera del tiempo y espacio académico, subutilización de páginas web institucionales y focalización de las preferencias de uso en los docentes en sus actividades privadas, más que en la integración de las herramientas de Internet al proceso pedagógico. Esto limita la comunicación por este medio a las relaciones de cercanía que establecen algunos estudiantes con algunos docentes; además, aunque los grupos crean espacios de interacción o chat para recordarse las tareas o resolver sus inquietudes, en estos espacios no suelen participar los docentes.
Los docentes participantes de la investigación fueron seleccionados entre aquellos que los jóvenes definían como cercanos y lejanos. Esta cercanía o distancia en la interacción jugó un papel importante para comprender las posiciones de los docentes, frente a la percepción que ellos tienen de los riesgos presentes en la web y la influencia o la mediación que ofrecen a los estudiantes.
Dos posiciones caracterizan la aproximación de los docentes a la lectura de los riesgos y oportunidades que la Internet ofrece a los jóvenes. De un lado, los docentes lejanos aducen no conocer o haber percibido una experiencia de riesgo real que haya afectado de manera directa a sus estudiantes; aunque han identificado algunos riesgos a través de los medios de comunicación, entre ellos las páginas como Ana y Mia, y algunos videos de YouTube, siendo este riesgo distante y externo a su contexto vital.
De otro lado, algunos docentes cercanos profundizaron en las lógicas que implica la adolescencia y manifestaron la necesidad de conectarse empáticamente con las dinámicas que viven sus estudiantes y con los riesgos que asumen en la red, haciendo énfasis en la comprensión del ciclo vital y en la importancia para la socialización que esta tiene. Desde esta posición les preocupa la afectación de su integridad personal y de su desarrollo académico.
Fuente: elaboración propia.
La socialización virtual es percibida por los docentes como un riesgo a la persona, por cuanto los jóvenes, al hacer amigos, no miden las consecuencias de ciertas acciones en la interacción con el otro; por ejemplo, al referirse al ciberbullyng, lo relacionan con lo fácil que son influenciados y lo susceptibles que se vuelven a tratar o a ser tratados de forma violenta. Este comportamiento se da con mayor frecuencia entre compañeros, incluyendo agresiones verbales, exposición de fotos y burlas en las redes sociales, que son naturalizadas como un trato normal, que solo es gracioso; en segundo lugar, el acoso por parte de extraños es concebido como uno de los mayores riesgos del uso social de Internet, y lo definen como una consecuencia de que los adolescentes acepten “deportivamente” a desconocidos en sus redes. En general perciben un déficit en la reflexión ética o moral de los jóvenes que tiene como efecto final su ausentismo del colegio, manera principal en la cual los docentes cercanos se dan cuenta de la situación.
De otro lado, la facilidad de acceso a la información a través de la web se ve como un facilitador de la exposición de los adolescentes frente a contenidos de carácter sexual, lo cual sólo podría ser evitado a través de la restricción de acceso a las páginas con dicho contenido. Sin embargo, los docentes afirman que el problema no se resuelve ahí, puesto que para ellos el mayor lugar de exposición es la propia casa de los jóvenes.
Frente a la afectación académica, juzgaron que el uso continuo de las redes sociales obstaculiza el proceso de aprendizaje, afecta la concentración en la tarea, aumenta el grado de dispersión y se convierte en un lastre para el logro de los objetivos de cada curso. Desde la percepción de los docentes, tanto cercanos como lejanos, los jóvenes no hacen filtros de la información, no la asumen de manera crítica y la dan por cierta por el hecho de proceder de Internet; esto es problemático para las tareas escolares, puesto que asumen una actitud desentendida frente al plagio, cortan y pegan, por desconocimiento, por pereza o falta de claridad en las formas de búsqueda, en consecuencia, el conocimiento se banaliza.
En contraposición entre el uso social y el académico, se mencionó que uno de los riesgos principales es la adicción al celular; de hecho, uno de los docentes lejanos lo comparó con la dependencia a las drogas, nombrándolo “mariguanómetro”; una vez más, la perspectiva de los jóvenes como acríticos o faltos de control habilita a los docentes a concebirse como los encargados de hacer restricciones.
A pesar de primar las concepciones alarmistas, los docentes reconocen en la Internet una herramienta potencial para el aprendizaje, resaltando esta valoración en los docentes cercanos, quienes mostraron mayor disposición, actitud y esfuerzo en adaptar sus currículos y didácticas a las nuevas demandas de los estudiantes. Como recurso interactivo, refieren diversas plataformas, juegos y lecturas que pueden ser utilizadas para ese fin. En el caso de los docentes lejanos, se conjugan la posición menos empática hacia la adolescencia con formas de uso que denotan una brecha digital, la resistencia para asumir el salto cultural a las nuevas tecnologías o las habilidades tecnológicas de los estudiantes que superan las propias y los ponen en desventaja frente al empoderamiento de los recursos virtuales.
Al igual que los estudiantes, los docentes alertan sobre los efectos colaterales que tiene la prelación de establecer vínculos solo a través de la red, en tanto aleja a las personas cercanas; además, los docentes leen esta situación como: un cambio en la interacción de palabras a imágenes, una práctica que incrementa el sedentarismo, y con efectos en el lenguaje de los jóvenes, que tiende a volverse mecánico, cortante y displicente.
Así mismo, los docentes hacen una diferenciación entre su propia experiencia y la de los estudiantes a quienes acompañan, lo cual incide en las formas de mediación de las que son capaces de dar cuenta. En su experiencia, la Internet apareció en la secundaria o sólo hasta la universidad, y la diferencia en el diseño y tipo de equipos que manejaron inicialmente es considerable; a ellos les ha tocado adaptarse a las nuevas tecnologías, en contraste con los estudiantes, para quienes la vida social incluye las redes y los juegos virtuales, además del uso de celulares de alta gama y dispositivos portátiles, lo que define la diferencia entre inmigrantes y nativos digitales (Prensky, 2001).
La facilidad de acceso que tienen los jóvenes a equipos propios o de la familia, las múltiples facilidades de conexión wifi, la disposición de más de un equipo por hogar, el acceso a salas de sistemas en sus barrios y el manejo de celulares con planes de datos se convierte en un problema frente a la posibilidad de los docentes y las instituciones educativas de mediar el uso y el riesgo. Al respecto, la alternativa más usada es la restricción, con la cual se evitan no sólo los contenidos de riesgo, sino la dispersión. A través de las disposiciones de manuales de convivencia, las instituciones restringen los equipos de la sala de sistemas, el acceso a algunas páginas o prohíben el uso de celulares en clase. También se sensibiliza a los estudiantes frente al uso de estos dispositivos, se hacen conversatorios y se advierten los riesgos. Sin embargo, para los docentes, los estudiantes parecen hacer caso omiso o desvalorizar esta información.
En un sentido similar a la percepción de los estudiantes, las acciones de mediación aparecen como actividades particulares de algunos docentes, con menor claridad en las medidas institucionales; la mediación es impulsada por un docente particular, regularmente cercano, más que por la misma institución educativa. Aun así, todos refirieron poseer protocolos y definiciones en el manual de convivencia sobre rutas a seguir, en caso de que se vulnere a un estudiante a través de la red. Las políticas de las tres instituciones se basan en las restricciones de uso, más que en la utilización para el aprendizaje.
Los docentes señalan que la sensibilización frente al uso de Internet debe trascender el espacio escolar, es una tarea que involucra a los cuidadores, por lo que la responsabilidad de la mediación se centra en la familia, dependiendo del caso a caso y no necesariamente de las instituciones educativas. Insisten en que desde las escuelas se promueven estos temas con los padres, pero hacer un acompañamiento más directo, logrando que los jóvenes disminuyan sus riesgos, les parece estar lejos de su alcance.
En cuanto a la percepción que tienen acerca de la mediación del riesgo en la familia, la juzgan como basada en el no límite; para ellos los padres asumen su tarea oscilando entre la permisividad y el control radical, algunos se desentienden de su mediación argumentando que: los muchachos necesitan la Internet para las tareas, los padres están ausentes muchas veces en el uso que hacen en casa y, además, los jóvenes utilizan la Internet en otros sitios, lo cual limita el control parental; mientras que otros generan restricciones totales de uso, tanto de equipos como de conexiones. Para los docentes, las restricciones que hacen los padres, que parecen ser más efectivas, son aquellas que responden a su preocupación frente al fracaso escolar; con el riesgo de perder el año se les exige a los jóvenes guardar el celular, se les retira la tableta o el computador.
Finalmente, los docentes relativizan el riesgo, el cual se ampara en la responsabilidad individual de cada persona de determinar si algo le hace bien o no y actuar en consecuencia. El punto de vista crítico de quién lo utilice es crucial, siendo la preparación para interactuar con la herramienta el principal mediador, según palabras de un docente cercano.
Este apartado presenta algunos límites, pues, como se explicó anteriormente, la participación de padres en la investigación fue poca. Sin embargo, los datos recolectados permiten relacionar algunos de los saberes de las madres con relación al conocimiento del riesgo y a la influencia negativa que puede tener la Internet como elemento influyente en la socialización de sus hijos, que los expone al acoso o la agresión.
Para las dos madres entrevistadas, el riesgo básico está en la exposición a la pornografía por parte de los adolescentes hombres. Ellas reconocen el momento evolutivo de los hijos como un elemento que los predispone a satisfacer cierta curiosidad en páginas relacionadas con sexo, destacan la actitud de invulnerabilidad de éstos y la poca conciencia ante el uso de la Web. Además, señalan que el uso de las redes sociales los dispersa, enajenándolos de sus relaciones cercanas y distrayéndolos de sus actividades académicas.
En cuanto a los significados de oportunidad, aunque las madres parecen darle un uso limitado a la Internet, reconocen que la red les brinda variadas ventajas, asociadas a mantenerse en contacto y en comunicación permanente con familiares que se encuentran en otras ciudades, al igual que facilita las relaciones que requieren en su trabajo. Con relación a sus hijos, las ventajas tienen que ver con el acceso a la información, aprendizaje de nuevos temas y facilidad para hacer las tareas escolares.
Al igual que en los docentes, la brecha digital es un factor presente en las madres entrevistadas que incluye las disparidades en el aprendizaje y las diferencias entre las formas de socialización de ellas y sus hijos.
Teniendo en cuenta el desconocimiento de algunos padres y madres sobre el uso de las nuevas tecnologías, la mediación que se hace frente al riesgo involucra muchas veces a otro un familiar cercano, particularmente a los hermanos mayores que orientan y son aliados para el control y la prevención. Las madres, aunque son conscientes de los riesgos, desconocen las dimensiones y particularidades de estos, de ahí que predomine la mediación sobre el uso a través de consejos o advertencias y la supervisión en el acceso.
El incremento paulatino de las investigaciones enfocadas en los usos y prácticas de la Internet por parte de los adolescentes y jóvenes ha brindado una plataforma interesante para comprender algunos de los hallazgos de la investigación. En primera instancia, el reconocimiento de este medio como una herramienta no necesariamente implica un mayor riesgo, como lo han debatido distintas investigaciones (García, López de Ayala-López y García-Jiménez, 2014; Cerezo, Arnaiz, Giménez y Maquilón, 2016; González-Ramírez & López-Gracia, 2018). La exposición en línea también propicia el desarrollo de habilidades, les facilita a los adolescentes resolver situaciones poco favorables. En concordancia con el estudio de Garmendia et al., (2016) se destaca que una exposición mayor al riesgo no conduce necesariamente a la generación de daño, además el nivel de exposición aumenta con la edad y a la par las herramientas para hacerle frente a dicho riesgo.
En los resultados de UE Kids on line se halló que el conocimiento de extraños no genera claramente una posibilidad de daño, los porcentajes de encuentro generados a través de este contacto son realmente bajos (Livingston et al., 2011). Es necesario valorar esta situación con relación a los cambios en la socialización de los jóvenes, pues tal y como lo manifestó una de las adolescentes participantes, Internet es un medio central que permite a los jóvenes además ampliar sus repertorios relacionales, con la posibilidad de compartir intereses y hobbies.
Otro factor emergente en la información compartida por los jóvenes tiene que ver con las necesidades psicológicas particulares, que hacen a algunos más propensos a estar en riesgo; la necesidad de ser reconocido, de superar la timidez o hacerse visible para el grupo de pares, puede indicar un malestar emocional que pretende ser superado a través de mantenerse vigente en las redes sociales. Keipi et al. (2015) recogen la idea de la probabilidad del daño más relacionada con la propensión a asumir riesgos con tal de disminuir dicho malestar.
En tanto oportunidad, varias investigaciones coinciden en señalar la característica de cambio significativo con relación a los procesos de socialización y aprendizaje (Bolis, 2015; Flores y Browne, 2017; Guacaname-Maecha, Zambrano-Izquierdo y Gómez-Zermeño, 2016; Lemus, 2017). En lo que respecta a la socialización, se reconoce la importancia de la tecnología en la práctica y en el desarrollo de habilidades sociales, y se destaca el proceso de naturalización de las redes sociales como medio de interacción por parte de los jóvenes, lo que permea tanto las relaciones como la construcción de la identidad y la orientación de quehaceres cotidianos.
En este sentido, las redes sociales cumplen un papel protagónico, permiten consolidar relaciones disminuyendo las barreras físicas, ampliando el reparto relacional y poniendo en suspenso la experiencia temporal y espacial para el establecimiento de vínculos, por lo cual se ha resaltado el cambio generado en la subjetivación (Bolis, 2015; Flores y Browne, 2017; Rizo-García, 2013). Entre los beneficios, se apuntan también la disminución de barreras de socialización para quienes tienen limitaciones en competencias cognitivas y de movilidad (Bannon, McGlynn, McKenzie & Quayle, 2015). De hecho, la carencia de acceso a Internet ha sido interpretada por algunos jóvenes como una situación de desventaja.
De igual manera, como lo señalaron los participantes, emerge un conflicto entre las actividades sociales y las posibilidades de desarrollo de aprendizaje; algunos autores se refieren a la importancia de darle un lugar a las tecnologías como medio que facilite la apropiación del aprendizaje (Guacaneme-Mahecha, Zambrano-Izquierdo y Gómez-Zeremeño, 2016); sin embargo se discute si esta función la cumplen las instituciones educativas por sí mismas (Caicedo-Tamayo y Rojas-Ospina, 2014), lo que pone el énfasis en el proceso de mediación de la escuela.
En relación a los significados de oportunidad, se destaca la relevancia de actividades autogestadas y el ejercicio autodidacta, orientado desde intereses y motivaciones propias como base del aprendizaje realizado por los jóvenes, destacando que en la mediación de esta oportunidad la presencia del adulto como referente se presenta para ellos limitada.
Los usos académicos más restringidos a la búsqueda de información no logran abarcar otras posibilidades pedagógicas. Se subraya en las apreciaciones de los estudiantes al respecto de la mediación, la necesidad de incorporar en los colegios reflexiones más a fondo sobre los sentidos del aprendizaje, que no limiten el proceso de aprender ni el uso de los medios disponibles, puesto que su utilidad depende del propósito formativo que construyen docentes y estudiantes alrededor de ella (Caicedo-Tamayo y Rojas-Ospina, 2014).
Para los jóvenes la responsabilidad de la mediación del riesgo es principalmente de la familia. Esta afirmación coincide con los hallazgos de Garmendia et al., (2016), quienes atribuyen dicha responsabilidad a que, según el reporte de los jóvenes de su investigación, la mayor parte de la interacción por Internet sucede en los ambientes del hogar. Aun así, las mediaciones de riesgo identificadas que aparecen con mayor claridad son la restricción y la monitorización, la mediación activa y el co-uso son menos evidentes en los significados expuestos por los jóvenes de esta investigación (Livingstone et al., 2011).
En cierta forma, la mediación del uso se ha visto incentivada por la proliferación de la comunicación por chat, la cual además ha incrementado los espacios y las modalidades de interacción, participando en la consolidación de otras formas de presencia y oportunidades de contacto entre la familia y los amigos (Garmendia, et al., 2016). Sin duda, han emergido nuevas formas de mediación y control parental, pero también ello acarrea preguntas sobre la cercanía o distancia que crea entre las personas (Rizo-García, 2013).
Con relación a la mediación que favorece el aprovechamiento para el aprendizaje, el lugar de los adultos se ve limitado por sus capacidades de apropiación de las herramientas digitales, relacionado con el nivel de educación y con su capacidad para apreciar claramente los usos y los riesgos posibles (Garmendia-Larragaña et al., 2015; Chang et al., 2016; Torrecillas-Lacave et al., 2017). El reconocimiento que hacen los jóvenes acerca de tener un mayor manejo de la virtualidad que sus padres genera un efecto en las posibilidades de mediación que estos tienen. De hecho, como lo menciona Bolis (2015), queda la pregunta por la manera como los adultos, desde sus limitaciones, logran ser referentes para los procesos de aprendizaje y socialización que proveen los espacios virtuales.
Del lado del aprendizaje académico, las limitaciones encontradas coinciden con señalamientos realizados sobre la apropiación de las TIC en el sistema educativo. Para Caicedo-Tamayo y Rojas-Ospina (2014), son limitaciones tanto las creencias que han desarrollado los docentes frente al aprendizaje, como sus propias resistencias frente al uso de mediadores tecnológicos, haciéndose necesario reconocer su nivel de apropiación de estas metodologías. Según las descripciones de los jóvenes, las apropiaciones por parte de sus docentes coinciden con lo que se ha denominado un nivel de integración básica (Escorcia-Oyola y Jaimes de Triviño, 2015), en el cual las actividades de aprendizaje están restringidas por la transmisión de información a través de la consulta y almacenamiento.
Leer las relaciones actuales entre los adolescentes y los adultos implica hacer una lectura arbitrada por la difusión de la tecnología; este aspecto da cuenta de una discontinuidad, ruptura o brecha digital, que involucra dos tipos de sujetos distintos y divergentes: los nativos digitales e inmigrantes digitales (Prensky, 2001). Esta singular diferencia entre los actores incide no sólo en la percepción de los riesgos presentes en la web, sino también en la manera como los adultos hacen la mediación de estos riesgos.
Aunque Duimel y De Haan (2009), y Hasebrink, Livingstone, Haddon y Ólafsson (2011) advierten que los conceptos de “nativos digitales” e “inmigrantes digitales” no son del todo válidos, porque el acceso y uso de la Internet ha aumentado la alfabetización digital de los adultos, dentro de los participantes de la investigación se observan algunas características en relación con lo propuesto por Prensky (2001). Así, la brecha digital separa a docentes y madres de los adolescentes, incidiendo en la percepción del riesgo y en la legitimación de la actuación de los adultos en la mediación. Además, algunos adultos participantes perciben el riesgo como distante; son los medios de comunicación los que ponen en evidencia los peligros de prácticas como el contacto con extraños, la búsqueda de pornografía y la exposición al acoso.
Piscitelli (2009) advierte que el sistema educativo actual no ha sido diseñado para los intereses y usos de los nativos digitales. De hecho, en la expresión de los docentes participantes en la investigación, las instituciones educativas actúan según la expresión de Heinz Von Foerster (1976), como sujetos que no perciben su propia limitación, expresada en reconocer la importancia de las nuevas tecnologías en los procesos de enseñanza aprendizaje, pero limitar su uso en las aulas de clase por considerarlas un riesgo de dispersión.
Ante las limitaciones adultas en la mediación, emerge en la investigación el acompañamiento, la interlocución con pares, aspecto poco señalado en la literatura actual (Livingstone & Helsper, 2008; Livingstone, 2007). Debido a la brecha digital, la mediación es una tarea que emprenden los coetáneos, hermanos, amigos y otros familiares que acompañan el proceso de socialización de los más pequeños y la interacción en el mundo virtual, contribuyendo tanto a la prevención del riesgo como al desarrollo de habilidades en línea.
Frente a los significados de la mediación con relación a las oportunidades y los riesgos, es de destacar las limitantes y diferencias en la apropiación digital de los jóvenes, así como la heterogeneidad en las formas de acompañamiento que reciben, y que permiten prevenir el daño o potencializar sus procesos de socialización y aprendizaje. Al respecto, las investigaciones han estado incursionando cada vez más en el lugar que se da a la familia y a los docentes en la mediación de las actividades online.
La mediación familiar está enmarcada en la asunción tanto de jóvenes como de adultos participantes de que la prevención es una responsabilidad de los padres. Sin embargo, su acción se enfoca en muchos casos en la mediación restrictiva, concentrando la preocupación en los excesos de uso, posibles daños y riesgos de contactar extraños y recibir contenidos sexuales. En menor medida aparecen las mediaciones activas, centradas en interesarse por los contenidos y actividades que los jóvenes realizan.
En relación con los colegios y docentes, la mediación más común es restrictiva, bajo la lógica de que si se restringe el acceso tecnológico se facilita el aprendizaje. Este tipo de mediación se asocia a la brecha digital, la cual se hace más evidente a mayor distancia afectiva entre docentes y estudiantes. En el caso de los docentes más cercanos, en ellos las estrategias tanto en prevención como en alfabetización digital son mejor reconocidas, estableciendo un tipo de mediación activa, que permite sensibilizar, acompañar y aconsejar frente a los riesgos de la web.
Cuando la mediación adulta es tan limitada, emerge un tipo de mediación que se denominó en la investigación mediación de pares. Los hermanos o primos mayores son los que se encargan de acompañar y alertar a los menores sobre los riesgos existentes en la web. Esta forma de mediación aparece como una función delegada que enfatiza en las capacidades de autorregulación, maximizando beneficios y oportunidades que brinda la red, este tipo de actitudes se denominaron autoprotección.
Estos resultados fueron limitados por las dificultades de concertación de tiempos y participación debida a las lógicas institucionales. A causa de las limitantes temporales, los análisis de la información se hicieron en amplitud y profundidad, priorizando para este informe la presentación de la tensión entre las formas de mediación del uso y el riesgo. Al ser un estudio entre varios países, un nivel más profundo e integrado de los resultados se propuso para los informes integrados en la red.
Las autoras declaran la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.
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