Editorial
La investigación formativa en los escritores nóveles: un asunto de tacto, escucha, cuidado y espera
Alexander Rodríguez Bustamante
Forma de citar este artículo en APA:
Rodríguez Bustamante, A. (2024). La investigación formativa en los escritores nóveles: un asunto de tacto, escucha, cuidado y espera [Editorial]. Ciencia y Academia, (5). DOI: https://doi.org/10.21501/2744838X.4935
El 2023 marca un antes y un después a propósito de lo que ocurrirá en la Universidad Católica Luis Amigó, en el año 2024, cuando la Institución cumplirá sus primeros 40 años de existencia académica ante la sociedad. Uno de los propósitos del presente texto es infundir vitalidad a “La investigación formativa en los escritores nóveles: un asunto de tacto, escucha, cuidado y espera” que se materializa mediante el “eros pedagógico” que posee el maestro que cautiva, persuade y provoca en sus estudiantes desde los primeros años de vida escolar y académica en la universidad, la suficiente pasión y curiosidad para sumergirse en el maravilloso y complejo mundo de la investigación. En mi ejercicio profesional como docente he decidido apostarle al desarrollo del talento humano en la etapa de pregrado, lo cual me ha llevado a transitar entre la esperanza y el desaliento por lograr transmitir con la suficiente potencia el valor e importancia que tiene el acto de investigar y la trascendencia de sus hallazgos y aportes para el desarrollo del pensamiento, la tradición, la identidad y la historia. Antes se afirmó que la investigación requiere tacto, escucha y cuidado, porque estas son cualidades fundamentales que deberán desarrollarse para adentrarse en los misterios insondables de lo que no se conoce o de lo que aún no se sabe. El otro concepto mencionado es el de la espera, cualidad o condición que parece destinada a desaparecer en medio de la inmediatez demencial a la que estamos llegando, en parte debido al mal uso de la tecnología y la superficialidad con la que se abordan el conocimiento y la historia. Desabordar las nuevas tecnologías también sería un craso error.
Desde el punto de vista ético, el acto de investigar conlleva una gran responsabilidad tanto en la recopilación de la información como en su divulgación y manejo de la misma; es en el espacio de la vida universitaria donde se cristaliza lo que descubrimos y nos apropiamos de cierta información, de cierto conocimiento, y en ese ejercicio se evidencia lo que realmente los pupilos a cargo un maestro, han aprendido sobre el tema. Investigar es sinónimo de verbos como: buscar, escudriñar, averiguar, indagar, inquirir, pesquisar, entre otros y sus variantes dependen de los requerimientos de las diversas disciplinas, es así como para cada objeto de estudio o de interés resulta adecuado un “método” determinado; esto hace que los diversos métodos de investigación se conviertan en herramientas empleadas por los investigadores para obtener datos que serán analizados y llegar a conclusiones. Entre la variedad de métodos mencionaremos: el hipotético deductivo, el lógico inductivo, el deductivo directo e indirecto, etc. La variedad de herramientas también resulta muy amplia y su elección depende, una vez más, de la disciplina y del objeto de investigación, es así como encontramos: entrevistas, cuestionarios, estudio de casos, muestreo, experimentación y ensayos, entre muchas otras.
Desde la perspectiva histórica, la investigación y la escritura académica han resultado fundamentales para el desarrollo de la humanidad en todas las disciplinas: la ciencia, la medicina, el arte, la sociología, la arqueología, la agronomía, etc. Se asume que las primeras civilizaciones basaron sus investigaciones en el empirismo y en la fórmula “ensayo y error”, y que poco a poco, mediante la observación, el ejemplo y la imitación, apareció la deducción y con ella, los aprendizajes, es decir el conocimiento, la experticia, la experiencia acumulada que se trasmite de generación en generación. Pero para trascender en el tiempo, la investigación ha requerido no solamente de un “método” sino de la documentación, del registro, del testimonio, para poder codificar lo aprendido, lo descubierto y analizarlo, compararlo, clasificarlo, sacar estadísticas y, en base a lo aprendido, aplicarlo para el bien de la humanidad. Considero que, para lanzarse a la aventura de la escritura académica, un joven universitario debe enfrentarse en primer término al fenómeno de la empatía con el tema elegido, es decir, que dicho tema le resulte interesante, inquietante, y que quiera saber más sobre ese objeto de estudio, de lo contrario resultará muy fatigoso y no será predecible de éxito. Recopilar diversas fuentes, que además resulten confiables para: consultar, leer, deducir, traducir, tomar nota, relacionar y establecer comparaciones, son el paso a paso para contar con elementos que le permitirán redactar y configurar su propio texto, con las respectivas citas de autor y referencias. Es justo en este momento en el que la investigación empieza a tomar forma, a materializarse, para luego someter ese texto a la valoración y juicio de los expertos que darán el aval o propondrán los ajustes correcciones y revisiones del caso. Y acá empieza otra etapa maravillosa que consiste en esperar la anhelada publicación, ese momento mágico en el que un archivo en PDF, o guardado en el propio ordenador y/o en una memoria USB, se hace visible por medios digitales y/o físicos (la impresión en papel es un regalo para los fetichistas que amamos los libros) y se da a conocer, se comparte; el producto de muchas horas de trabajo solitario se convierte en material de dominio público, que a su vez, será consultado y referenciado por futuros investigadores nóveles, convirtiéndose así en otros eslabones en el infinito encadenamiento que generan el saber y el conocimiento. Ser citado por otros colegas, la aparición de un artículo en una revista indexada o de reconocido prestigio académico, o la publicación de un libro propio, serán la culminación del sueño.
Al dar una mirada en perspectiva al desarrollo de las artes, resulta sencillamente fascinante observar los siglos que separan las pinturas rupestres de las Cuevas de Altamira, en España, por elegir uno de tantos ejemplos que tenemos como testimonio de que el hombre ha recurrido a las representaciones plásticas para dejar su huella, pasando por el arte mesopotámico, egipcio y griego, hasta llegar a la era cristiana, el medioevo, el renacimiento y los períodos subsiguientes, y encontrarnos con los logros y hallazgos de los siglos XX y XXI que incorporan la tecnología y dan soporte a manifestaciones artísticas como las que se presentan en formato audiovisual. Desde la invención del daguerrotipo, la fotografía, el cine y la captura del sonido mediante el fonógrafo, las artes visuales y la música han hecho un maridaje que se considera como una de las máximas expresiones artísticas de nuestra época. El audiovisual se ha convertido en un medio de fácil lectura para el espectador desprevenido, que no requiere de mayor información previa, ni datos históricos, para dejarse conmover, “tocar”, por las imágenes en movimiento acompañadas de música, que cuentan o no una historia determinada.
Respetados lectores/as, damos la bienvenida a este nuevo número de la revista Ciencia y Academia con la alegría de un nuevo alumbramiento, nuevas palabras, nuevas pieles escritas.
Conflicto de intereses
El autor declara la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier índole.
Notas del autor
Alexander Rodríguez Bustamante
Candidato a Doctor en Educación de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia. Magíster en Educación y Desarrollo Humano del CINDE/Sabaneta y la Universidad de Manizales. Integrante del grupo de investigación “Farmacodependencia y otras adicciones” y su línea de “Salud mental”. Integrante del Semillero de Investigación [Ín] Ínter/Nos Escuela de Posgrados de la misma Universidad. Docente responsable de los Programas de Gestión del Conocimiento en el Departamento de Gestión Humana en la Universidad Católica Luis Amigó, Medellín, Colombia. Contacto: alexander.rodriguezbu@amigo.edu.co, https://orcid.org/0000-0001-6478-1414