Prácticas de cuidado y educación sin escuela por mujeres-madres
Practices of care and education without school by women-mothers
Diana Carolina Triana Bautista
Recibido: 26 d emayo de 2021- Aceptado: 21 de julio de 2021–Publicado: 1 de diciembre de 2021
Forma de citar este artículo en APA: Triana Bautista, M. L. (2021). Prácticas de cuidado y educación sin escuela por mujeres-madres. Ciencia y Academia, (2), 135-141. https://doi.org/10.21501/2744838X.4267
Resumen
La mujer a lo largo de la historia ha estado dedicada al cuidado del otro, sea ejerciendo su labor profesional en instituciones o al cuidado no remunerado dentro de su hogar, cuando se habla de cuidado, básicamente todas las definiciones están relacionadas al ejercicio social de las mujeres, el cual es un valor agregado para la economía y la sociedad, puesto que significa toda una fuerza de trabajo invisible sin reconocimiento alguno. Frente al rezago de la escuela, muchas familias han optado por desarrollar procesos educativos por fuera de la escuela. En la investigación desarrollada, se encontró una amplia gama con concepciones distintas que van desde posiciones radicales como la educación sin escuela, hasta posiciones conservadoras como el homeschooling, que aboga por la transmisión de valores en la familia conservadora. No obstante, los métodos desarrollados se han convertido en una alternativa para enfrentar la crisis de la educación. Estas prácticas en la actualidad muestran un giro en las dinámicas asociadas al cuidado y la formación, de manera que buscan instalar una lógica del cuidado de sí y de los otros agenciadas por mujeres-madres, en una decisión política que implica libertad, renunciado a la escolarización y apostándole a una educación desescolarizada.
Palabras clave
Cuidado; Desescolarización; Escuela; Familia; Homeschooling; Mujeres; Madres.
La tarea del cuidado se asocia con la labor femenina y a la maternidad. El trabajo de Badinter (1981) pone en cuestión la existencia del amor maternal. Por un lado, la decadencia de la autoridad paternal frente a la emergencia de la maternidad como valor fundamental para la inserción efectiva del sujeto en lo social, por otro lado, el lugar que ocupa el niño en la sociedad moderna y los efectos en la reconfiguración de los lazos familiares. En su recorrido histórico puede observarse que el amor maternal no existió siempre, se trata más bien de una construcción moderna. De hecho, demuestra que lo predominante en el antiguo régimen era más bien la indiferencia materna. El estudio de los casos de abandono y la crianza a manos de las nodrizas, constituyen la base argumentativa y demostrativa. Es con la emergencia de los discursos liberales burgueses como aparece la crianza materna como rol fundamental de la mujer. Su papel es producir al hombre libre de la Modernidad. Ha surgido el amor maternal como valor fundamental para la constitución de la mentalidad del hombre moderno.
“A partir de 1760 abundan las publicaciones que aconsejan a las madres ocuparse personalmente de sus hijos y les ordenan que les den el pecho” (Badinter, 1981, p. 117). Según la autora, aquí tendría su origen el mito sobre el instinto maternal. De manera que, el amor maternal comienza no solo a ser exaltado, sino además a considerarse connatural a la especie. El destino de la mujer es convertirse en madre y cuidar de la infancia, ya que se concibe como el periodo más importante de la vida. Badinter (1981) muestra que existe un consenso entre los médicos y los administradores para convencer a las madres de la importancia de dar pecho a sus hijos. Presupuestos que estarán sustentados ideológicamente en el discurso de la igualdad y la felicidad. Este principio de igualdad beneficiará tanto al niño como a la madre y constituirá un golpe al poder patriarcal, pero al tiempo introducirán la idea de que todo se hace por el bien y la felicidad de los niños.
Por consiguiente, la maternidad comienza a ser exaltada y dotada de rasgos de amor que provienen de un matrimonio que es cada vez menos por conveniencia y más por amor. No obstante, estos lazos cobran un carácter conflictivo, el cual intentará ser tramitado a través del complejo de Edipo. Pero este amor también retrotrae a la familia de lo social, provocando un repliegue sobre sí misma. Es aquí donde cobran valor las prescripciones relacionadas con la crianza y la organización de los espacios familiares.
En la Modernidad la dimensión de bienestar y cuidado transita de lo privado a lo público, pasando a ser atendida en su gran mayoría por la escuela. La familia se inserta así en el sistema de producción capitalista. Los padres dejan a sus hijos en la escuela mientras se dirigen a la fábrica. De esta forma, familia y escuela pasan a integrar la matriz de producción, al tiempo que el cuidado termina apresado en la lógica de la eficiencia.
En ese sentido, vemos ciertas prácticas en la actualidad que muestran un giro en las dinámicas familiares asociadas al cuidado y la formación, buscando instalar una lógica del cuidado llevado a cabo por mujeres-madres, quienes educan y cuidan a la vez a sus hijos. Pero ¿es posible cuidar de sí y del otro?, ¿cuáles son las implicaciones de dicha práctica? y, por último, ¿cómo se en entreteje esta relación en las prácticas de educación en casa?
Mujer-madre y crianza
Antes de dar respuesta a lo anterior, quisiera ubicar la relación mujer-madre. Esta relación tiene importancia en la medida en que el cuidado de un hogar o una familia no es realizado solo por una madre, sino por una mujer. En el orden patriarcal hay una tendencia a categorizar a cada sujeto y también una resistencia a la categorización del orden patriarcal, pues existe una reapropiación del cuerpo, en este caso femenino, que no implica solo la maternidad, sino una postura que reivindica entender el maternaje a través del propio cuerpo.
De allí que se le exija a la mujer el sacrificio. Así lo pone en evidencia una cita de Gilbert (citado por Badinter, 1981), a propósito del amor maternal de las mujeres, quienes “olvidan todos los objetos de su placer. Atentas exclusivamente a sus hijos, pasan las noches sin dormir […] ocupan todas las horas del día en lavar, limpiar, calentar, entretener, alimentar, dormir al objeto de sus amores” (p. 159). He ahí el ideal de felicidad que se implanta tras el discurso del amor maternal. La figura por excelencia no podrá ser otra que la del niño en el seno materno, lo cual constituye la gloria de su madre. Incluso el amamantamiento será promovido a condición de derecho del niño, mientras ella será la directa responsable de su salud y supervivencia. Según Badinter (1981) “para hacer todo eso la madre tiene que consagrar la vida a su hijo” (p. 169). Como consecuencia la mujer terminará siendo eclipsada por la madre.
La madre goza ahora del poder sobre los seres humanos, por su parte, los niños están ahora sometidos al poder de la madre, incluso por encima del poder del padre, pues es a ella a quien más necesitan.
Ahora bien, cuando se habla de cuidado, básicamente todas las definiciones están relacionadas al ejercicio social de las mujeres, una actividad que, en la mayoría de los casos, no es remunerada, no cuenta con reconocimiento y termina siendo desvalorizada socialmente. Esto se ha podido observar durante la actual pandemia por la COVID-19, en memes que circulan en redes sociales ridiculizando las labores domésticas realizadas por mujeres que dedican gran parte de su tiempo a cuidar los hijos, cocinar, lavar, entre otros oficios, reafirmando los estereotipos de género.
La película The Help1 (Taylor, 2011) muestra la configuración de cuidado que se da por criadas negras en Jackson Misisipi en la década del sesenta, época agitada por las luchas de Martin Luther King ante la falta de derechos de los negros y el derecho de igualdad ante la ley. Una joven recién graduada se encuentra con la realidad de su entorno que gira alrededor de las labores domésticas y de cuidado realizadas por trabajadoras domésticas negras, ella junto a las trabajadoras se embarcan en un proyecto clandestino de escritura, recogiendo las historias de estas mujeres a través de un relato donde describen las situaciones que han tenido que pasar a lo largo de sus años al servicio de las señoras y sus familias. Al final de los relatos recogidos publican un libro titulado The Help (Las sirvientas). El filme muestra como la sociedad blanca había sido educada y cridada por la comunidad de madres negras, mientras que las prácticas de cuidado de sus propios hijos eran asumidas por los hermanos mayores y la escuela.
Este es un ejemplo de las condiciones laborales femeninas, de la forma precaria como ingresan al mercado laboral y el lugar que va quedando para las prácticas de cuidado, las cuales pasan a ser remuneradas sobre la base de un acuerdo o forma voluntaria o en otros casos a través del rol profesional, lo que lleva a que de una u otra manera el cuidado se transforme en tiempo y fuerzas sociales naturales que producen capital.
El cuidado de sí y del otro
Ante el panorama de lo femenino puesto al cuidado, ¿será posible cuidar de otro y cuidar de sí? El “cuidado de si” entendido como una práctica en la cual el sujeto establece una relación consigo mismo. La naturaleza de estas se encuentra inserta en una práctica de libertad y es justo aquí donde la mujer- madre cuidadora está en una constante búsqueda por no perderse entre los otros, según Foucault (1984) porque:
Ocuparse de sí ha sido, a partir de cierto momento denunciado de buen grado como una forma de amor de sí, una forma de egoísmo o de interés individual en contradicción con el interés que hay que tener hacia los otros o con el sacrificio de sí, que es necesario. (p. 261)
En ese sentido, se hace necesario entonces ocuparse de sí mismo para luego poder cuidar del otro. En la educación en casa, el cuidado de sí es un asunto relevante en el proceso educativo. Como bien lo menciona Illich (1985) “la institucionalización de los valores conduce inevitablemente a la contaminación física, a la polarización social y a la impotencia psicológica” (p. 4). ¿No es acaso un acto de libertad no dejar que los tiempos, espacios, actividades sean liberados de la alienación escolar, de aquellos que consideran “enseñan” lo que un currículo exige para la edad de un niño?
Educación sin escuela, educación en libertad
A lo largo de la historia han surgido pensadores que realizan una crítica a las instituciones, como lo es Iván Illich quien en su ensayo La sociedad desescolarizada (1985), propone desescolarizar la sociedad a través de dinámicas de intercambio y conformación de redes de aprendizaje a través de las tecnologías de la información basadas en los intereses del sujeto, en búsqueda de nuevas posibilidades de aprendizaje. Ilich menciona que toda persona aprende a vivir, pensar, hablar, sin la interferencia de un profesor sin embrago, toda actividad autodidacta, no profesional se hace sospechosa, pero resulta ser un aprendizaje significativo para el sujeto.
Otro de los autores críticos a la educación escolarizada es el Británico Everett Reimer, autor del libro La escuela ha muerto (1973) quien plantea la necesidad de desarticular la acción de educar con la acción de escolarizar, hace una fuerte crítica a las instituciones escolares las cuales hacen parte del mito de progreso en la modernidad que consolida una sociedad capitalista dedicada al consumo.
La educación sin escuela surge como respuesta a la crisis de la escuela y se plantea como alternativa educativa. En algún sentido, la educación sin escuela plantea una crítica a la lógica disciplinaria a partir de la cual se desarrolló la escuela y que continua vigente hasta nuestros días. De otro lado, la educación sin escuela también responde a las necesidades individuales de los niños que, bajo el modelo de homogenización escolar, muchas veces son excluidos, estigmatizados y diagnosticados, cuando no responden a los estándares planteados.
Frente al rezago de la escuela, muchas familias han optado por desarrollar procesos educativos por fuera de la escuela. Aquí encontramos una amplia gama con concepciones distintas que van desde posiciones radicales como la educación sin escuela, hasta posiciones conservadoras como el homeschooling, que aboga por la transmisión de valores en la familia conservadora. No obstante, los métodos desarrollados se han convertido en una alternativa para enfrentar la crisis de la educación.
Aunque no existe una sola perspectiva de la educación sin escuela, la posición más radical aboga por una educación en libertad. Es por eso por lo que sus propósitos se encuentran orientados por los criterios de innovación, creatividad y autonomía. Para lograr dicho fin, la educación sin escuela propone escenarios distintos para el aprendizaje, cuidándose de llevar el currículo formal a la casa. En ese sentido, la ciudad se propone como espacio de aprendizaje constante.
Desde la educación sin escuela, el mundo es la oportunidad más grande para aprender desde la experiencia de la cotidianidad que acontece, es decir, desde el mundo de la vida. Las personas aprenden a vivir fuera de la escuela, a jugar, hablar y pensar sin la interferencia de un docente, pues siempre habrá un interés y deseo que mueva a los sujetos a aprender. Sin embargo, bajo la lógica productiva, se dice que los niños necesitan de la institución y que es allí donde aprenden bajo el tiempo y espacio institucional, sometiendo a los niños y a sus familias a la lógica de la autoridad y al poder institucional.
En ese sentido, el papel asignado a la madre será fundamental para sostener el orden social y, por tanto, se atribuye a esta la educación de los hombres libres, la transmisión de las costumbres, pero también el cuidado de su salud. Ellas serán las responsables de que existan vagabundos y desadaptados, de manera que la culpa ejercerá un efecto de rebote sobre sí mismas. Badinter (1981) indica que las tesis sobre el cuidado serán reforzadas por la biología y los estudios etnológicos sobre los pueblos bárbaros. Ahora, dice Badinter (1981) que “las naciones dependían de la buena voluntad de las madres. Ellas eran las verdaderas responsables de la fuerza y la grandeza política de las civilizaciones” (p. 153). De un lado, la mujer ideal sería la más parecida a la hembra, de otro, debía, como los salvajes, estar más cerca de la naturaleza. Bajo esta premisa, queda claro que una mujer que no cumpla con su rol de madre será una mujer alejada de la naturaleza y, por tanto, más próxima al monstruo o a la enferma.
Las investigaciones sobre cuidado y educación en casa son relativamente nuevas, aunque su estudio va en aumento. A partir de la observación de la red de familias sin escuela he tenido la oportunidad de ver la heterogeneidad social de las familias con intereses individuales ejerciendo diferentes tipos de crianza y de educación. Algunas promueven la religiosidad y sienten que en la escuela estos valores se van a perder, otros no quieren que sus hijos entren en la competencia capitalista y quieren estar fuera de la lógica del sistema. Hay también quienes consideran que la escuela no logra ser lo suficientemente útil para la vida de sus hijos. Acompañados los niños (as) por mujeres-madres en este proceso de aprendizaje sin escuela, es posible que emerja un espacio potencial para instalar una práctica del cuidado de sí y de los otros, el cual podría preparar al sujeto para la libertad.
Conflicto de intereses
La autora declara la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación de cualquier índole.
Referencias
Badinter, E. (1981). ¿Existe el amor maternal? Ediciones Paidós.
Foucault, M. (1984). La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad. Revista Concordia, 6, 96-116.
Illich, I. (1985). La Sociedad Desescolarizada. Editorial Brulot.
Reimer, E. (1974). La escuela ha muerto. Alternativas en materia de educación. Barral Editores
Taylor, T. (2011). The Help [película]. 1492 Pictures; DreamWorks Pictures; Touchstone Pictures; Reliance Entertainment; Participant Media.
Notas de autor
Diana Carolina Triana Bautista
Licenciada en Educación Básica con énfasis en Ciencias Sociales de la Universidad de Cundinamarca, estudiante de doctorado en Estudios Interdisciplinarios en Psicología, Universidad Católica Luis Amigó. Medellín-Colombia. Contacto: diana.trianaba@amigo.edu.co
1 En España Criadas y señoras, y en Hispanoamérica Historias cruzadas.